Zajárova: “¿Qué están haciendo todos los occidentales que han elaborado estas normas de derechos humanos, que elaboran informes anuales sobre la libertad religiosa en el mundo, que critican a los demás, que se otorgan el derecho de perdonar o castigar?”

por María Sajárova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia. En En web oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia. Traducción oficial.

Excerpta de la rueda informativa ofrecida por la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova, Moscú, 5 de abril de 2023.

Crisis de Ucrania

El 2 de abril se perpetró en San Petersburgo un atentado terrorista en el que murió el corresponsal de guerra ruso, Maxim Fomín, conocido por su seudónimo creativo Vladlén Tatarski. Decenas de personas resultaron heridas. Las fuerzas del orden y los órganos de investigación rusos trabajaron con rapidez y profesionalidad. La persona sospechosa de perpetrar el atentado ha sido detenida y está prestando declaración. La investigación sugiere que el crimen podría haber sido organizado por Ucrania. Se han hecho declaraciones oficiales al respecto. Se trata de un acto de terrorismo. Es un crimen contra civiles y contra la población pacífica. Es un crimen contra el periodista que buscaba la verdad y que, de hecho, luchaba por la libertad de expresión.

La respuesta, o más bien su total ausencia, del Occidente “democrático” es reveladora. Se llaman a sí mismos “civilizados”, “excepcionales”, “líderes”. No son como los demás, sino mejor que los demás. Se autodenominan “jardín floreciente”. Este “jardín floreciente” no ha pronunciado ni una sola palabra ni ha dicho nada sobre compasión y condolencia. Ni siquiera han declarado en los términos de hechos escuetos de que sí fue un atentado terrorista. No podrán creerlo quienes desconocen la mecánica de sus acciones, su filosofía e ideología. Para los que sí lo saben, no hay nada sorprendente. Demuestran la absoluta ecuanimidad, porque sabían por qué necesitaban el régimen de Kiev. Saben por qué utilizan Ucrania. Hablan mucho de hacer todo por este país. En realidad, no es así. Lo están aprovechando cínicamente como un trampolín, un campo de entrenamiento, una herramienta para contrarrestar a Rusia. Aquí hay otra pista. De ahí el silencio. Y la falta de una simple afirmación del mismo hecho del ataque terrorista.

No obstante, tenemos que ser objetivos. No todos guardan silencio. El representante permanente de Canadá ante la ONU, el conocido rusófobo Robert Rae afirmó en su cuenta de las redes sociales que Vladlén Tatarski no era periodista, sino un ardiente propagandista, que difundía odio y desinformación. ¿Tenemos un Ministerio de la Verdad con sede en Canadá? ¿Existe algún acuerdo internacional que establezca que es Canadá donde se determina quién es el “verdadero” periodista y quién es el periodista “engañoso”? No existe tal acuerdo internacional de que Canadá tenga derecho a declararlo. Este es mi primer comentario.

En segundo lugar, tengo una pregunta para las autoridades oficiales canadienses. Nuestra embajada duplicará este asunto. Resulta que hay personas, profesiones, características, rasgos de caracteres, peculiaridades de personalidad contra los que es posible cometer actos terroristas. Esto es algo nuevo. ¿Podría Canadá dar más detalles sobre el tema? No estoy pidiendo una explicación. La lógica en sí es curiosa. Francamente, es la primera vez que oigo que, desde el punto de vista de la comunidad “progresista” occidental, hay ciertas categorías de ciudadanos y personas contra las que un acto de terrorismo puede considerarse algo normal y natual. Conozco varios casos que indican la lógica de segregar a las personas en “buenas” y “malas”, “dignas” e “indignas”, “hacedoras” y “sumisas”. He hablado repetidamente e incluso he citado a Josep Borrell, observen, el jefe diplomático de la Unión Europea, que ha dividido el mundo en un “jardín floreciente” y una “jungla salvaje”. Pero es la primera vez que oímos hablar de segregación de personas por el hecho de que unas sean víctimas de atentados terroristas y otras no, porque un acto terrorista cometido contra estas se considera un hecho habitual. Exigimos que Canadá se explique y demuestre su lógica. Porque esto es algo nuevo.

De hecho, conocemos periodos históricos en los que esta lógica no solo se aceptaba como una normal, sino que dominaba en algunos países. Se llama nazismo. Fue entonces, entre los años 1930 y 1940, cuando quienes juraban lealtad al nazismo y al fascismo creían que había personas no solo dignas de exterminio, sino que debían ser exterminadas. Por ser “diferentes”, peor aún, no aptos genéticamente para los parámetros del futuro de la humanidad aprobados en aquellos países. Por desgracia, Canadá cuenta en sus filas con bastantes descendientes directos de nazis y fascistas. Pero hasta ahora no era consciente de que esta era ya también la postura oficial de Ottawa.

Fuimos testigos del silencio del Occidente colectivo cuando asesinaron a Daria Dúguina. 

Pero la reacción de la oficina de Zelenski no se hizo esperar. También es indicativa. Fue diferente y cambiante. Inmediatamente después de conocerse la noticia del acto terrorista, Zelenski declaró que no sigue los acontecimientos de Moscú y San Petersburgo, insinuando que Kiev no tenía nada que ver. Sin embargo, la sospechosa empezó a testificar sobre la cooperación con los servicios de seguridad ucranianos, los representantes del régimen de Kiev y las personas relacionadas. Y entonces algo salió mal. Algo se rompió en la propia puesta en escena que había sido cuidadosamente elaborada en las filas de los enfermos mentales del régimen. Y la retórica comenzó a cambiar de manera drástica. Nos dimos cuenta de una petición registrada en la página web del Presidente de Ucrania en la que se pedía que se cambiara el nombre de una calle por el de la persona sospechosa de haber cometido el acto terrorista.

Si les dicen que fue una coincidencia técnica o que no hay nada sorprendente, ya que cuando la gente tiene el deseo de publicar algo así en el sitio web del Presidente, sí puede hacerlo, no lo crean. Un gran número de iniciativas humanitarias, aparentemente no solo candentes, sino llevadas al punto de ebullición, que deberían haber sido registradas, no lo fueron. Incluso después de ser publicadas en la página web del Presidente de Ucrania, fueron retiradas de allí. Sin más reacción.

Según algunos informes, los medios de Kiev agradecieron a la Dirección Nacional de Inteligencia del Ministerio de Defensa ucraniano el éxito de la “operación”. ¿Es necesario añadir algo? Yo creo que sí. Nuestras autoridades policiales y de investigación añadirán algo. Seguro que lo harán. Igual como lo están haciendo ahora, publicando toda la información que verifican y confirman.

Toda la historia con el silencio colectivo de Occidente, con los comentarios de los representantes más odiosos de los regímenes occidentales, con esta ira feroz demostrada por el régimen de Kiev y todos aquellos que se inspiran en él, ya no se trata de Vladímir Zelenski como enfant terrible de Occidente. Se trata del hecho de que el Occidente colectivo (me refiero a los regímenes gobernantes) se ha convertido en el enfant terrible de la comunidad mundial. Y Zelenski es solo un ejecutor que está satisfaciendo sus caprichos.

El 31 de marzo, el régimen de Kiev organizó otro “espectáculo” del mismo estilo, la Cumbre de Bucha. ¿Qué clase de “cumbre” es esta? ¿Y por qué ese nombre? Creo que recuerdan la historia de la ciudad de Bucha. Allí tuvo lugar una de las escenificaciones más terribles. Ya ha habido otras así antes. Lo hemos discutido. Ya había ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial y la Gran Guerra Patria. Guiones, métodos y puestas en escena similares fueron utilizados por las tropas nazis fascistas. Ahora se han repetido en Bucha. Por lo tanto, la “cumbre” recibió su nombre.

Permítanme recordarles que mientras las Fuerzas Armadas rusas estaban en Bucha, sus residentes podían moverse por la ciudad sin impedimentos y utilizar la red de telefonía móvil, podían acceder a Internet y comunicarse con los que estaban fuera de la ciudad. No se registraron quejas sobre las acciones de los militares rusos durante este período. Al día siguiente de la retirada de las unidades rusas, el 31 de marzo de 2022, el alcalde Anatoli Fedoruk confirmó públicamente que no había militares en la localidad y no dijo nada sobre los disparos a los habitantes en las calles. Creo que tuvo esa oportunidad. Lo hemos comentado en repetidas ocasiones. Pero por alguna razón no la aprovechó.

Las primeras imágenes de vídeo de la puesta en escena con los cadáveres esparcidos por la ciudad aparecieron en los canales telegráficos ucranianos el 1 de abril, y el 2 de abril los cadáveres fueron mostrados a periodistas extranjeros. Desde entonces, Bucha se ha convertido en un símbolo proverbial del cinismo de la propaganda ucraniana, apoyada y quizá alentada por el Occidente colectivo. Esta producción se escenificó para descarrilar las negociaciones ruso-ucranianas y lanzar un paquete de sanciones antirrusas preparado de antemano por Occidente. Para que el régimen de Kiev se convirtiera en un símbolo en el que pueden ampararse para contar tonterías sobre nosotros y hacer pasar la mitología por realidad.

No menos cínicas fueron la “cumbre” y la llamada “declaración” adoptada a su término, que consiste en los llamamientos antirrusos desconectados de la realidad. Naturalmente, no se dice ni una palabra sobre los numerosos crímenes documentados cometidos por las propias formaciones armadas neonazis ucranianas.

Un año después, sigue sin haber una investigación oficial en toda regla. No ha aparecido ninguna lista fiable con los nombres de las personas cuyos cadáveres fueron depositados en las calles de Bucha. El hecho de que estas historias estén en algún lugar de Internet, publicadas en algunas páginas web desconocidas o en sitios controlados por el régimen de Kiev, todo esto no sirve. Cuando decimos que debería haber una investigación, que deberían haberse facilitado las listas, apelamos a la Secretaría de la ONU. Así formuló la petición el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, durante sus reuniones con el Secretario General de la ONU, António Guterres. Sin embargo, no hemos recibido ninguna respuesta al respecto. No hay información sobre cuándo y cómo murieron las personas, dónde vivían y cómo acabaron en la ciudad, ni sobre si se han encontrado rastros del movimiento de los cuerpos. No hay nada. Solo una mitología. Todavía no está claro por qué los periodistas, y no los expertos forenses, fueron los primeros en llegar al lugar de los hechos. La falta de respuestas a estas preguntas confirma que estos hechos fueron una acción propagandística claramente planificada por el régimen de Kiev.

Es obvio que los organizadores de la “cumbre” se propusieron desviar la atención de la comunidad internacional de sus propios crímenes e incoherencias en la provocación del año pasado, así como apoyar en la opinión pública de los países occidentales la falsa versión del asesinato de los residentes de Bucha por parte de los militares rusos.

Ahí surge la siguiente pregunta. En los mismos días hubo un atentado terrorista en una ciudad rusa. ¿Cómo es posible, si ellos, como el Occidente colectivo, se preocupan tanto por el destino de las personas, no ver el destino de las personas? ¿O se trata una vez más de una segregación entre “los buenos” y “los malos”? Entre personas por las que se puede y se debe derramar lágrimas y otras a las que ni siquiera vale la pena conocer.

Obviamente, los organizadores se habían propuesto consolidar este simbolismo hasta el nivel de meme y reconocimiento automático. Se trata de las tecnologías de la psicología y la información. Aterradores y repugnantes que están fuera de la ley y la moral. Por desgracia, lo hemos visto en repetidas ocasiones y lo volveremos a ver una y otra vez.

La flagrante violación de los derechos de los creyentes en la Iglesia Ortodoxa canónica de Ucrania sigue cobrando fuerza.

Ante la falta de éxito en el campo de batalla, el régimen de Zelenski ha decidido mostrar fuerza en su lucha contra los sacerdotes y feligreses ortodoxos. Apelando una vez más a la comunidad occidental, quiero subrayar que allí hay mujeres y niños. Vemos cuánto insisten los occidentales en el factor género. Para que les quede más claro, señalémoslo también aquí.

El 1 de abril, el Tribunal de Shevchenko de Kiev puso bajo arresto domiciliario durante 60 días al metropolita de Chernóbyl y Výshegorod, vicario del Monasterio de las Cuevas de Kiev, Pável. El Servicio de Seguridad ucraniano afirma que supuestamente ha reunido pruebas suficientes para acusar al sacerdote de incitación al odio religioso. Esto es absurdo, una locura. Si se dijera fuera del contexto actual, todo el mundo pensaría que se trata de una broma de abril, terrible y tonta. Además, se le acusa de justificar y negar la agresión armada de Rusia contra Ucrania. Es decir, niega y justifica a la vez. Pero lo más descabellado es que se le acusa de incitar al odio religioso. En realidad, estaba en su casa. En el territorio de esos locales del templo y de esa tierra, que ha sido ortodoxa desde los albores de los tiempos. Él, estando en su casa, la casa de Dios, estaba confesando a qué se dedicaba este monasterio, su construcción, su restauración, dado que estaba prácticamente destruido. No pedía nada más. Solo que se les dejara donde estaban. Que no fueran separados del lugar al que pertenecían.

Simultáneamente a la detención de Pável, los activistas neonazis comenzaron a llegar al Monasterio de las Cuevas, obstruyendo sus actividades y burlándose de los ritos de culto. Solo hay una palabra para ello: blasfemia. Se trata de la misma (secularmente hablando) incitación al odio.

El 31 de marzo, en una entrevista a un canal de televisión ucraniano, el asesor de la oficina de Zelenski, Mijaíl Podolyak, afirmó que la situación en torno a la Iglesia Ortodoxa Ucraniana es “una excelente oportunidad para acabar físicamente con los sacerdotes prorrusos”. Es algo monstruoso. ¿Qué están haciendo todos los occidentales que han elaborado estas normas de derechos humanos, que elaboran informes anuales sobre la libertad religiosa en el mundo, que critican a los demás, que se otorgan el derecho de perdonar o castigar? ¿Dónde están todos ellos? No son cientos, sino miles los “profesionales” occidentales que, entre otras cosas, elaboran normas internacionales, en el seno de la OSCE y de otras organizaciones, destinadas a proteger a la humanidad, a los países, a las naciones de la xenofobia, incluso por motivos religiosos. ¿Dónde están todos ellos? Ni una sola persona ha prestado atención a esta frase. Ni uno solo de los funcionarios internacionales obligados a hacerlo. Lo repetiré de nuevo. El representante de Zelenski dijo: “Una excelente oportunidad para acabar físicamente con los sacerdotes prorrusos”. Ucrania debe seguir este camino para que “solo quede una iglesia canónica ucraniana” en el país. ¿Quién decide esto? ¿Él? ¿El representante de Zelenski? ¿Decidirá Zelenski cuántas iglesias debe haber y cuáles?

Me gustaría hacer hincapié en la importancia de que nadie guarde silencio, incluso los representantes de los países ortodoxos, donde el cristianismo es la religión más popular. Nadie debe callarse. Ni los países, ni las organizaciones públicas, ni los pueblos, cuyos estados tienen el islam, el budismo, el judaísmo como la religión principal. También afectará a los que practican estas mismas religiones en Ucrania. No se detendrán. Porque el prefijo “prorruso” es irrelevante. Solo dejan vivir a las corrientes políticas, los partidos, las figuras públicas, la ideología, la filosofía que sirven a su régimen. Eso es todo. No conservan nada más. No debe haber más oportunidades para la opinión alternativa, la disidencia o el pluralismo. Tal vez los que permanecen en silencio, los que no defienden activamente sus valores, los que no van contra el régimen, puedan sobrevivir. Pero esta es una visión falsa. Tal vez no sientan esa presión en este momento. Pero en realidad, es una falsa sensación de seguridad. Les decepcionará.

Continuará… 

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