por Luis Beatón, Periodista cubano, ex corresponsal de PL en Estados Unidos. En Al Mayadeen en castellano
Los presidentes Donald Trump (Estados Unidos) y Jair Bolsonaro (Brasil) junto al primer ministro de (Israel), Benjamin Netanyahu, trabajan para conformar un eje peligroso dirigido a favorecer los apetitos geopolíticos de dominación de Washington.
Tras una visita a la Casa Blanca, incluyendo una inusual llegada a la sede de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA), Bolsonaro, el llamado “Trump Tropical” se apresta a iniciar otra a (Israel) del 31 de marzo al 3 de abril, donde se concretarán mecanismos para ajustar la alianza ultraderechista.
Allí el suramericano mantendrá una reunión bilateral con “Bibi”, como se conoce al halcón del estado sionista, para devolverle su apoyo durante su toma de posesión en enero.
Llama la atención que los tres estaban por la capital estadounidense en marzo, se vieron las caras, conversaron y se hicieron promesas de apoyo.
El presidente Bolsonaro y el primer ministro Netanyahu están unidos por sus discursos, acciones y proyectos, pero también por la voluntad de su mentor estadounidense.
Cuando fue anfitrión del israelí en los primeros días de este año, Bolsonaro dijo que Netanyahu era un buen “aliado, amigo, hermano” y un “ejemplo de patriotismo, de abnegación y de trabajo por su pueblo”. El premier israelí, por su parte, se limitó a decir que solo le interesa el “mercado enorme” que representa Brasil, pero algo grande esconden estas relaciones.
Además del desprecio a la voluntad internacional sobre el caso de trasladar sus embajadas en Tel Aviv a Jerusalén, los tres tienen muchos objetivos por lograr e indudablemente buscan apoyarse para esos fines.
No es secreto que Washington y Tel Aviv tienen en sus planes la idea del “Gran Medio Oriente”, donde los israelíes serían punta de lanza para la expansión hacia el oeste comenzando por Siria, Irán y amenazando las ex repúblicas soviéticas de Asia, empeño hasta ahora frenado por la resistencia sirio-iraní.
En 2012 analistas e informes de prensa denunciaban que como parte de esa expansión, Venezuela y su Revolución Bolivariana estaban incluidas en el plan desestabilizador.
Aquí entra como anillo al dedo la llegada de Bolsonaro al Palacio de Planalto. “Más que una asociación, queremos ser hermanos en el futuro, en áreas como economía y tecnología, y en todo lo que pueda traer beneficios para los dos países”, consideró el ultraderechista brasileño cuando se vio las caras con Netanyahu.
En su visita a principios de año a Brasil, el premier israelí dijo que la asociación tiene posibilidades de dar grandes frutos debido a que, mientras que (Israel) es la “tierra prometida”, Brasil es “la tierra de la promesa del futuro”.
Se espera que cuando viaje a la capital israelí, Bolsonaro abra las puertas de sus país a los israelíes. Ya manifestó interés en tecnologías para desalinizar agua, producir alimentos en áreas áridas y equipos de seguridad y vigilancia, entre otros aspectos que no descartan fortalecer la presencia militar y de asesores.
En este escenario llama la atención la presencia en la nación suramericana de militares en una presunta acción “humanitaria”, 130 asesores que parecen destinados a aplicar las experiencias sionistas en la agresión contra Venezuela.
El anticipo de lo que pudiera ser la consumación del eje entre Washington, Brasilia y Jerusalén está marcado por el secretismo, pues lejos de utilizar esta presencia militar y las decenas de toneladas de equipamiento para colaborar en la búsqueda de las personas desaparecidas tras el derrumbe de una represa en la zona de Minas Gerais, otros propósitos están a la vista.
Equipamiento para escuchas, radares y otros medios de guerra acompañaron la avanzada y eso, según denuncias, apuntan a su utilización en planes contra Caracas.
Según el analista de política internacional, Jorge Kreyness, “La ayuda en las tragedias naturales o en las catástrofes ha sido uno de los reiterados argumentos que utilizan las potencias, especialmente Estados Unidos, para introducir tropas militares en territorios de otros países”.
El alineamiento brasilero con los intereses de los gobiernos de Estados Unidos e (Israel) hace temer que “la ayuda humanitaria” sea nuevamente utilizada como excusa, el “Caballo de Troya” que dé pie para la injerencia militar extranjera en la región.
El mundo conoce que el Ejército del Estado de (Israel) es experto en intercepción de comunicaciones y realización de espionaje, como mostró durante su continua agresión contra las naciones árabes.
“En la coyuntura actual está muy presente la amenaza de intervención militar en Venezuela por parte del gobierno de Donald Trump y sus aliados regionales y extrarregionales (entre los que están los gobiernos de Bolsonaro en Brasil y Benjamin Netanyahu en (Israel))”, estimó Kreyness.
Demás está decir que para el complejo militar israelí, hijo del estadounidense, Brasil es una punta de lanza para la introducción de la industria militar sionista en el continente, idea que bajo el nuevo gobierno del ultraderechista Bolsonaro se intensificará.
Eso también fue tema de conversación con Trump en un escenario en el cual la entrada de Brasil a la OTAN, imposible según sus reglas, marca otro punto de la alineación de Brasilia a los intereses hegemónicos estadounidenses.
“Pretendo visitar (Israel) antes de marzo con una gran comitiva para que podamos poner en práctica lo más rápido posible esta asociación estratégica con el estado de (Israel)”, afirmó Bolsonaro hace semanas, previo a su cita con Trump.
Por otro lado, en los planes no escapa que el enorme mercado brasileño, con más de 200 millones de personas, se abrirá a la tecnología israelí, en lo que es ya un reparto del botín.
Ilustrativa resulta la “puñalada” que le dio Bolsonaro a su vecino Argentina cuando se comprometió con Trump a comprar anualmente a la potencia del norte 750 mil toneladas de trigo libres de aranceles, sin molestarse siquiera en anunciarlo a los señores del agronegocio en Argentina ni al MERCOSUR.
Es parte de la conformación de este eje pero, otro aspecto medular son las relaciones con China, nación que el brasileño sabe que por mucho desplazó a Washington como su principal socio comercial, y eso es algo que él debe poner en la balanza de su política internacional.
En otro orden, destaca la coincidencia del eje de trasladar sus embajadas a Jerusalén, en contra de lo acordado en Naciones Unidas.
La visita de Bolsonaro a (Israel) ocurre en momentos en que su anfitrión enfrenta una ardua campaña electoral, es un apoyo que se suma al de siempre de la Casa Blanca y busca evitar que se remueva una parte importante del bloque, estiman expertos.
Netanyahu, que será investigado por corrupción, abuso de confianza y fraude en tres casos distintos, también retomó en sus vídeos electorales unas declaraciones de Trump que calificaba al primer ministro de hombre ‘duro, inteligente y fuerte’.
Analistas como Isaac Bigio, Politólogo, economista e historiador formado en la London School of Economics, estiman que el eje va a cambiar la política regional y mundial.
Si a principios de este milenio Brasil creó un contrapeso a Estados Unidos en la región impulsando la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y tejiendo relaciones con otras potencias emergentes (como el BRIC, Brasil-Rusia-India-China), ahora el gigante sudamericano vuelve a alinearse con Washington y con (Israel) como socio extracontinental.
Esto es apenas la punta del Iceberg, muchos conciliábulos están en marcha pero lo cierto es que avanza un eje estratégico de cuidado.
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