Eduardo Jorge Vior para o Blog Saker Latinoamérica e Telam – 5 de julho de 2023
Aislado en el exterior y con una sociedad fracturada, Netanyahu atacó Yenín para recuperar puntos, pero la unidad, masividad y el apoyo de la resistencia lo venció.
Ante el vacío que hicieron las milicias palestinas, la fractura de la sociedad israelí y el aislamiento externo, el primer ministro Benyamin Netanyahu anunció este martes que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se retirarían de la pequeña ciudad palestina de Yenín. Tan sólo un día antes, al irrumpir con mil efectivos, drones y helicópteros en la localidad ubicada en el norte de la Cisjordania ocupada, las autoridades políticas y militares amenazaban con prolongar la operación hasta “exterminar” a todos los combatientes. Sin embargo, éstos eludieron los choques frontales y acudieron a las emboscadas, mientras que la resistencia replicaba con un atentado en Tel Aviv.
La CIA, en tanto, advirtió al gobierno israelí sobre el riesgo de una nueva Intifada y todos los gobiernos de la región condenaron el ataque en Yenín. Al no poder alcanzar objetivo militar alguno, sin apoyo interno ni externo, el gobierno ordenó el retiro de las tropas, pero no calmó las aguas: la derrota israelí puede desembocar en un nuevo levantamiento del pueblo palestino, quizás el único método de forzar a Tel Aviv a una negociación que supere el apartheid.
“En este momento estamos completando la misión, y puedo decir que nuestra acción a gran escala en Yenín no es cosa de una sola vez”, afirmó el primer ministro durante una visita a un puesto militar cerca de la ciudad cisjordana.
No obstante, el martes por la noche, las FDI se vieron envueltas en un prolongado tiroteo en torno al hospital de Yenín. Alrededor de las 20 horas sus fuerzas se acercaron al hospital para detener a decenas de muyaidines heridos, pero fueron recibidos con fuego graneado. Evidentemente recibieron información falsa y fueron emboscados.
El ejército de ocupación israelí atacó el lunes 3 en la madrugada la ciudad cisjordana y el enorme campo de refugiados a su vera. Más de 1.000 efectivos y decenas de vehículos armados, excavadoras, helicópteros y aviones no tripulados participaron en la operación militar, la mayor desde la destrucción del campo de Yenín en 2002. Los ataques alcanzaron varios objetivos, incluidas áreas residenciales en toda la ciudad y el campo de refugiados.
El número de muertos palestinos se elevó a diez a primera hora del martes, en medio de informes palestinos sobre residentes del campo de refugiados que huían de sus hogares por temor a sufrir daños en los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Se estima que 3.000 personas debieron abandonar el campo durante la noche del lunes al martes.
Una de las sorpresas para las FDI fue que en la localidad se han producido sólo 10 tiroteos en dos días y que la mayoría de los combatientes de Yenín optó por esconderse. “En ese sentido, dijo el vocero del ejército, si los combatientes cuyas identidades se desconocen siguen ocultos, una vez que las FDI hayan neutralizado los objetivos restantes y tratado de encontrar a algunos más de los sospechosos buscados identificados, podría haber poco que hacer para las FDI, aparte de dejar expuestas a sus fuerzas y recibir críticas mundiales por alargar la operación.”
El mencionado portavoz del ejército israelí dijo el martes por la mañana que a las fuerzas israelíes en la zona les quedan unos diez “objetivos” palestinos (eufemismo por los combatientes que piensan asesinar) y que al menos 110 sospechosos han sido detenidos e interrogados. Añadió también que en el campo hay unos 300 milicianos armados.
La resistencia palestina, sin embargo, no ha retrocedido. Se han detonado artefactos explosivos contra vehículos militares y los soldados israelíes han sido blanco de bombas y balas. Los jóvenes resistentes también se han enfrentado con las fuerzas de ocupación en las ciudades de Qalqilya, Al Jalil (Hebrón), Al-Isawiya y Abu Dis, en la Jerusalén ocupada, y los residentes de otras aldeas y ciudades palestinas organizaron marchas de solidaridad espontáneas.
En un comunicado emitido por la Brigada de Yenín se afirmó que sus combatientes se enfrentaron encarnizadamente con las fuerzas israelíes. Pudieron derribar dos drones y apropiarse de uno de ellos.
Cientos de combatientes armados, hombres jóvenes que han sufrido la ocupación israelí, representan el frente de resistencia en la ciudad, teniendo afiliaciones con diferentes movimientos de resistencia palestinos, incluidos Hamás y la Yihad Islámica, y forman lo que se conoce como las Brigadas de Yenín. Estos resistentes se enfrentan a los soldados y a los violentos colonos que atacan y destrozan las propiedades del pueblo palestino y matan a ciudadanos palestinos inocentes. Recientemente han unificado los mandos operativos, reciben armas y dinero de Irán y a lo largo de los años han adquirido la capacidad de fabricar nuevos artefactos explosivos. La táctica elusiva que aplicaron en Yenín demuestra su entrenamiento, disciplina y comunicación.
Por lo tanto, Yenín y la cercana Naplusa son objetivos que las fuerzas israelíes quieren destruir totalmente, para hacerse con el control de la situación. La ciudad ha sido escenario de repetidas incursiones militares israelíes en el último año y se ha vinculado a palestinos locales con múltiples ataques a tiros contra israelíes.
Ya en 2002, durante la segunda Intifada palestina, las fuerzas israelíes lanzaron en esta urbe una incursión a gran escala. Al menos 52 militantes y civiles palestinos y 23 soldados israelíes murieron durante 10 días de intensos combates.
En los últimos meses se ha producido un aumento de la violencia en Cisjordania. El 20 de junio siete palestinos murieron durante una incursión israelí en Yenín en la que el ejército utilizó en Cisjordania por primera vez en años un helicóptero de ataque. Al día siguiente, dos guerrilleros de Hamás mataron a tiros a cuatro israelíes en una estación de servicio y un restaurante cerca del asentamiento de Eli, 40 km al sur de Yenín. Más tarde un palestino murió por disparos durante un ataque de cientos de colonos que incendiaron casas y coches en la cercana localidad de Turmusaya.
Esa semana también murieron tres militantes palestinos de Yenín en un inusual ataque israelí con drones, después de que presuntamente perpetraran un tiroteo en un puesto de control cercano a la ciudad. Desde principios de año en Cisjordania ocupada y Jerusalén Oriental más de 140 palestinos -tanto militantes como civiles- han muerto a manos de fuerzas israelíes o colonos, mientras que otros 36 han perdido la vida en la Franja de Gaza. Asimismo veintisiete personas del lado israelí han muerto en ataques de palestinos.
Los territorios palestinos ocupados han experimentado una serie de cambios significativos desde el año pasado, siendo el más notable la escalada de las operaciones de resistencia. Esta evolución ha transformado el territorio en una línea de frente entre la resistencia palestina y el Estado de ocupación israelí que recuerda el ambiente de la Segunda Intifada de hace más de dos décadas.
Aparte de la evolución de la resistencia sobre el terreno, la opinión pública palestina también sugiere la inminencia de otra rebelión. En marzo un sondeo de opinión realizado por el Centro Palestino de Investigación de Políticas y Encuestas reveló un aumento significativo del porcentaje de personas que apoyan los enfrentamientos armados y un alzamiento.
En un informe publicado en marzo por Reuters, se afirmaba que cualquier nuevo levantamiento palestino será completamente diferente de los anteriores, ya que estará desconectado de la dirección palestina tradicional. El informe destacaba que la escalada de ataques armados “espontáneos” en Cisjordania contra las fuerzas de ocupación y los colonos, el empeño de algunos jóvenes en anunciar su afiliación a facciones palestinas y la aparición de grupos armados como la Guarida de los Leones y la Brigada de Yenín son indicios de que está ocurriendo algo fuera de lo normal.
La Guarida de los Leones ha cosechado un amplio apoyo popular, transformándose en algo más que un grupo de individuos. Se ha convertido en una idea que une a palestinos de todos los partidos políticos y afiliaciones. Junto con la Brigada de Yenín, estos grupos suponen una importante amenaza para el ejército israelí, que ya no puede asaltar Naplusa y Yenín sin encontrar resistencia armada. Además, ambos grupos han pasado de una postura defensiva a una ofensiva, tomando la iniciativa de atacar los puestos de control de la ocupación y los asentamientos que rodean las dos ciudades.
Bajo la actual coalición israelí de derecha y ultraderecha el pueblo palestino está cada vez más consciente de los planes de judaización y colonización de la ocupación y está más decidido a enfrentarse a la extrema derecha.
Sin embargo, la coyuntura internacional juega contra Israel. Irán y Estados Unidos, rivales desde hace tiempo, están manteniendo conversaciones a puerta cerrada y se espera que alcancen un nuevo acuerdo a corto plazo, en lugar de reactivar el acuerdo nuclear de 2015. La perspectiva del mismo, sumada al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre la República Islámica, por un lado, y Arabia Saudita y los Emiratos (EAU), por el otro, además de la reincorporación de Siria a la Liga Árabe y la participación de Arabia Saudita y EAU en la reconstrucción de Irak son indicios del aislamiento de Israel en Asia Occidental.
Bloqueado por la ultraderecha en el propio gobierno y por la oposición en las calles, Netanyahu quiso agudizar la tensión en los territorios ocupados, pero el vacío que hizo la resistencia lo puso ante la disyuntiva de extender sin límite la operación y afectar a decenas de miles de civiles palestinos, con la consecuente resonancia internacional, o retirarse derrotado y hacer un control de daños.
Israel está fracturado, aislado y acosado por una nueva generación de resistentes palestinos. Estados Unidos no está en condiciones de acudir en su ayuda. China y Rusia son los nuevos árbitros de Asia Occidental. ¿Habrá llegado el momento de una negociación verdadera?
Eduardo J. Vior é um veterano sociólogo e jornalista independente, especialista em política internacional, professor do Departamento de Filosofia da Universidade de Buenos Aires (UBA).
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