por Rostislav Ishchenko
traducido del ruso al inglés por Eugenia
traducido del inglés al portugués por Marisa Choguill
Alejandro el Bendecido necesitó un año adicional para terminar la guerra con Turquía, entrenar a los soldados ya reclutados, y desplegar contra Napoleón en la frontera occidental un ejercito no de 200 mil, sino de medio millón de hombres, con el cual no necesitó retirarse hacia el corazón del imperio.
Iosif Vissarionovich Stalin necesitó un año adicional para completar la actualización técnica del ejército, formar las unidades motorizadas, y desplegar en la frontera una fuerza capaz de enfrentar al enemigo en igualdad de condiciones.
Esto no significa que por tanto las fuerzas desplegadas necesariamente tengan que combatir con éxito. En 1809, los austriacos y en 1939-1940 los franceses y los británicos tenían el tiempo y los recursos más que suficientes para desplegarse contra Napoleón y Hitler, respectivamente, teniendo fuerzas al menos iguales, y en algunos aspectos superiores a sus ejércitos. Los austriacos en 1809, así como los franceses y los británicos en 1939-40 tuvieron la iniciativa – decidieron cuándo elegir la acción ofensiva o defensiva. En ambos casos, las derrotas debido a la estrategia superior de los Estados Mayores Conjuntos de Napoleón y Hitler fueron catastróficas.
Sin embargo, todos estamos de acuerdo en que antes de la guerra, es mejor tener un año adicional que no tenerlo. Cuanto mejor te prepares para la guerra, mayores las oportunidades de ganarla. Lo más importante, tu victoria llegaría sin un enorme costo en pérdidas en vidas humanas y pérdidas morales, que, por regla general, acompañan a las guerras que inician con fallos.
Nuevamente necesitamos un año
Hace diez años, en 2005, tuve una conversación con uno de mis colegas – un experto en economía y finanzas. Siempre valoré sus opiniones, porque él, de ideas liberales, no era dogmático, sino una persona capaz de evaluar de forma razonable los fallos del sistema y a menudo era capaz de describir su problema con más precisión que sus oponentes marxistas más capaces.
Nuestra discusión se centraba en la inevitable (los dos estábamos de acuerdo en eso) crisis del dólar. Argumenté que la crisis ya está sucediendo, pero Washington sigue teniendo los recursos para prevenir que explote de forma abierta, impactando a todos los estratos de la sociedad y volviéndose más que evidente no sólo para el estrecho círculo de los políticos con acceso a la información, sino a toda la población del planeta. Mi colega no estaba de acuerdo con la afirmación de que el sistema del dólar haya agotado su potencial, pero argumentó que con la ayuda de instrumentos financieros y bancarios, la ilusión de bienestar podría mantenerse indefinidamente.
Quisiera hacer hincapié en que él no sólo conocía el sistema desde dentro (probablemente, tan bien como Trotsky conocía el sistema soviético), sino que también era lo suficientemente crítico hacia este, consciente de que cada sistema tiene sus fallos inherentes, y que ninguno existe para siempre (cada uno tiene un recurso limitado). Con el acelerado ritmo del proceso histórico en las últimas décadas, la vida útil de cada sistema se mide como mucho en décadas (para el momento de nuestra conversación, el sistema de Bretton Woods había existido durante 60 años y ya se había encontrado con las crisis que resultaron en serias modificaciones de este).
Mi conocimiento de economía llega hasta lo que de forma limitada adquirí en la clase de economía política que impartían en el departamento de historia de la Universidad de Kiev en 1987-1992 cuando estudié allí.
Es por eso que siempre reconocí la importancia de los aspectos económicos en las decisiones políticas, pero en mis propias evaluaciones de la situación política, entre ellas la esfera económica, prefiero confiar en mi conocimiento de los mecanismos políticos, que, por cierto, podrían a veces alterar la realidad económica más allá de lo que se aprecia.
¿Cómo puede suceder esto? – el gobierno de Ucrania nos da una demostración. Durante 23 años, ha estado actuando en contra de los intereses económicos nacionales; habiendo logrado casi eliminar completamente la economía nacional, se dispuso a eliminar a la población también. Por lo tanto, la fuerza política resultó ser más fuerte que las leyes económicas (el poder político es incapaz de hacer que estas leyes funcionan como lo desea, pero puede ignorarlas hasta el punto de provocar la ruptura completa del estado y de la sociedad).
Por lo tanto, llegué a la conclusión de que la economía basada en el dólar ya está en crisis, y por lo tanto, la pax Americana también está entrando en crisis, desde la evaluación de los procesos en los territorios post-soviéticos, sin duda, iniciados por los EE.UU. Para ese momento habían tenido lugar cuatro intentos de golpes de Estado “de color” (dos en 2000-2001 y 2004-2005, en Ucrania; uno en Georgia y uno en Kirguistán). Tres de ellos tuvieron éxito. Todos ellos fueron dirigidos contra Rusia.
Si la economía del dólar estuviera trabajando normalmente, los EE.UU. no tendrían ninguna necesidad de cambiar hacia la confrontación sus relaciones con Rusia. Lo que es importante es que Washington, a diferencia de su comportamiento habitual, no trató de iniciar la guerra económica contra Rusia, sino que inmediatamente entró en la confrontación política, diplomática y de información, es decir, empleó los mecanismos que normalmente preceden a las hostilidades militares “calientes” o usadas en lugar de estas últimas, con la esperanza de hacer capitular al adversario sin el uso de la fuerza militar.
No es ningún secreto que en ese momento Rusia estaba integrada en el sistema económico-financiero global estadounidense y estaba intentando activamente ser incorporada en la estructura de dominación global estadounidense a nivel político y militar. Lo que es más, Rusia estaba dispuesta a aceptar el papel de socio menor. El único obstáculo era que siendo consciente de su importancia militar (arsenal nuclear) y económica (recursos naturales ilimitados), así como posicional (enlace de tránsito a través de Eurasia), Moscú quería una sociedad especial. Esta exigencia, en esencia, estaba dirigida a ocupar una posición en el sistema político de Washington un nivel por encima del de la UE.
La situación no exigía una fuerte reacción por parte de los EE.UU. Dentro del sistema existente, Washington tenía la opción de forzar las negociaciones mientras jugaba por tiempo y, en el momento oportuno, golpear a Rusia con el “tiro de gracia” destruyendo de forma inesperada y al instante su economía de la misma manera como destruyó la economía Argentina o la de los “Tigres” Asiáticos.
En general, si asumimos que en 2005 la apariencia de los EE.UU. correspondía a la realidad de los procesos que tenían lugar detrás de la fachada, América no necesitaba pagar por revoluciones de colores. Estrangular a Rusia podría haber resuelto todo de forma más económica y más eficaz. Asumiendo el riesgo de la confrontación política y diplomática con Rusia (que inevitablemente resultaría de organizar golpes de colores) los EE.UU. ganó sólo una cosa – tiempo.
Pero el tiempo se convierte en un factor clave solo en una situación, cuando te das cuenta que te estas debilitado a un ritmo más rápido que el de los acontecimientos históricos normales el tiempo te da una oportunidad de triunfar sobre tu adversario. En pocas palabras, necesitas vencerlo antes de que él tenga la oportunidad de destruirte. En el caso de los EE.UU., solo podría dispararse de forma repentina una debilidad crítica debido a la crisis de la economía del dólar – todos los demás aspectos del poder de Estados Unidos se derivan del poder del dólar.
Sabiendo que las élites estadounidenses se parecen a las élites chinas, rusas o de Madagascar en que ven la crisis sólo cuando la tienen sobre ellas (reciben todo tipo de previsiones y siempre creen en las más cómodas, y es así, por cierto, cómo todas estas “Corporaciones Rand” hacen su dinero) deduzco la única conclusión posible. Si ya en 2005 los EE.UU. organizó el ataque a Rusia a una escala tal que no podría posiblemente interpretarse como algo involuntario, una provocación insignificante, o el resultado de la irreflexión de uno o dos departamentos, significa que la élite estadounidense está plenamente consciente de la crisis. Comenzaron a gastar recursos con el fin de ocultarlo all mundo y, conociendo los recursos disponibles y la rapidez con que se han agotado, podría predecir que el tiempo para el colapso está entre uno o dos años.
Por cierto, teniendo en cuenta la certeza de mi colega en que con la ayuda de los instrumentos bancarios y otras manipulaciones financieras los EE.UU. podrían sentirse bastante seguros hasta 2020 y corrigiendo su optimismo de economista liberal, llegué a la conclusión de que el colapso inevitable del sistema se producirá entre 2015 y 2020. Es por eso que escribí en su momento que el ingreso a la Unión Aduanera habría permitido que Yanukovich no sólo siguiera siendo presidente hasta 2015, sino incluso consiguiera la reelección por otros 5 años, después de lo cual el problema de los Estados Unidos habría desaparecido, y él habría estado a salvo. Por la misma razón, sigo insistiendo desde hace año y medio que la solución militar a la crisis de Ucrania era y es posible en cualquier momento a partir del invierno de 2014 y hasta el inicio de 2016 (con la primera opción siendo más probable que la segunda), mientras que la solución política no es posible antes de finales del 2016 – principios de 2017. Incluso podría ser más tarde, ya que hasta que los EE.UU. capitule no se resolverá nada, pero los EE.UU. no se irá fácilmente y combatirá hasta el final como el Tercer Reich. Ellos tienen todo que perder y no tienen arrepentimiento, ni piedad de nadie.
Quiero subrayar una vez más que estas conclusiones no están apoyadas en columnas de datos estadísticos, el tamaño del ejército o el número y la calidad de las armas, los datos sobre el crecimiento económico, etc. En primer lugar, es casi imposible obtener datos precisos. La mayoría de las veces, incluso los datos disponibles para el uso interno de las oficinas gubernamentales son imprecisos. En segundo lugar, los datos son menos importantes que la interpretación que hacen de ellos los que toman decisiones. Puesto que no tenemos información acerca de las decisiones tomadas, las órdenes emitidas, o las operaciones iniciadas en secreto, sólo podemos evaluar la situación política en base a los movimientos que observamos.
Es decir, en la vida y en el ajedrez, en la guerra y en la política, cada movimiento elimina un conjunto de posibles soluciones y abre otras. Cuantos mas movimientos haz hecho, más claros pueden verse tus objetivos (después de todo, siempre evitas deliberadamente algo e igualmente buscas deliberadamente algo). En ciertas etapas de una enfermedad, un médico puede, basado sólo en los datos médicos objetivos, diagnosticar sin ver algo, determinar el pronóstico e incluso decirle aproximadamente cuánto tiempo de vida le queda al paciente. Lo mismo ocurre en nuestro caso – todas las partes han hecho el número de movimientos suficiente como para ya no tener la posibilidad de retirarse. Las variaciones de la victoria podrían predecirse en esta etapa de las hostilidades con la misma facilidad con la que fue predicha la victoria en la Gran Guerra Patria, en abril de 1943.
Consideremos la situación tal como se desarrolló. Cuando los EE.UU. iniciaron los ataques “de color” sobre Rusia, Moscú no estaba preparado para responder adecuadamente en las esferas política, económica o militar. Rusia estaba totalmente incorporada a la economía del dólar, y cualquier intento de dañar la economía estadounidense habría resultado en un efecto boomerang para la economía rusa múltiple y amplificado. A principios del 2000, la estabilidad política de hoy solo era un sueño – los oligarcas aún estaban luchando con el Estado por el control real sobre el país. Al mismo tiempo, los crecientes sentimientos anti-oligarcas en la sociedad podían en cualquier momento haber dado lugar a una revuelta popular “sin sentido y sin misericordia”, después de lo cual no habría quedado nada del estado. El Cáucaso Norte aún no se ha estabilizado; el país se enfrenta a la amenaza terrorista. Y, por último, la única fuerza del ejército ruso para la época era el arsenal nuclear, pero no es prudente comenzar la guerra nuclear a la menor provocación.
Por lo tanto, los dirigentes rusos iniciaron combates externos posicionales a veces retirándose cuando era completamente imposible mantenerlos, a veces contraatacando como, por ejemplo, en Georgia y Siria. Sin embargo, Moscú actuó con mucho cuidado, evitando la sospecha de que se oponía deliberadamente a los planes estadounidenses. El Kremlin seguía insistiendo en la cooperación y aceptaba las peticiones estadounidenses (como permitiendo el tránsito hacia Afganistán). La diplomacia pública de Rusia casi se humillaba mendigándole a Occidente volver al diálogo constructivo. Las contra intrigas con el establecimiento de ONG amigas de Rusia en los países sometidos a los ataques “de color” no eran evidentes, y el trabajo encubierto con estructuras sencillas era invisible y no podían contrarrestar las acciones masivas de los EE.UU..
En general, el objetivo principal era ganar tiempo, preservar las posiciones estratégicas de importancia crítica y reformar el espacio político e informacional interno, así como la relación entre los sistemas económicos y financieros rusos y los mundiales, de tal manera que Moscú tuviera la oportunidad de enfrentar a Washington, no sólo en términos iguales, sino incluso con algunas ventajas tácticas. Al mismo tiempo, se llevó a cabo el trabajo clandestino en el campo internacional, o, en pocas palabras, la búsqueda de aliados potenciales y la preparación de alianzas. Y el ejército era entrenado y rearmado.
De hecho, precisamente estos planes de rearme del ejército y la marina nos demuestran que el liderazgo ruso considera crítico el período entre 2015 y 2020. Para el año 2015, se esperaba que el ejército lograra la capacidad de realizar una operación estratégica de un tiempo limitado en el teatro europeo proveyendo simultáneamente seguridad a lo largo de todo el perímetro de la frontera rusa. En 2020, el ejército (a juzgar por el ritmo en la entrega de armas y equipo) habrá alcanzado el nivel de preparación para una guerra a gran escala en Europa.
Para lograr todo esto, era necesario convencer a los EE.UU. de que Rusia no rompería las relaciones ya establecidas. En ese sentido, incluso se midió exquisitamente la reacción de Moscú a la agresión georgiana contra Osetia del Sur y no levantó, al parecer, serias sospechas en Washington. El uso de las tropas rusas después del ataque a las fuerzas de paz rusas era entendible para Washington. Un gobierno que se negara a responder de manera adecuada en una situación así perdería el apoyo de la opinión pública y podría enfrentar el resentimiento del ala militar. Que los rusos se abstuvieran de tomar Tbilisi y destruir el Estado de Georgia también tuvo un efecto calmante. Más aún, porque en ese momento Medvedev era el presidente de Rusia.
Recordemos el término “tándem”, ampliamente utilizado no hace mucho tiempo, pero ahora olvidado. Antes de que surgiera la asociación Putin-Medvedev, el Kremlin largamente demostró a Occidente una lucha entre los liberales y los “siloviki” (ministerios de poder), asustándole a EE.UU. que si los “siloviki” ganaban, se desataría el infierno. Pero los “liberales” ganaron. Por cierto, estoy convencido de que en Moscú los liberales y los “siloviki” creían honestamente que estaban comprometidos en una lucha implacable entre sí (y lo hicieron). De lo contrario, la información de que todo esto era un engaño se habría filtrado hace mucho tiempo. Como el viejo Muller solía decir: “En el Reich, no se puede creer en nadie. Pero puedes creerme a mí”. Sin embargo, mucho antes de esta frase de Bronevoy en la película “17 momentos de primavera”, todos los “técnicos en política” conocidos (desde Shang Yang hasta Maquiavelo) aconsejaban a los gobernantes, si era posible, no compartir sus planes con nadie, no sea que vayan a ser conocidos por el enemigo. Como sabemos, más vale prevenir que lamentar.
Durante cuatro años, Washington esperaba que Medvedev fuese reelecto para un segundo mandato. Esa esperanza no era del todo infundada – recibieron las señales apropiadas de Moscú. Sólo en 2012, cuando Putin regresó al puesto de presidente, y Medvedev, a pesar de todas las esperanzas liberales y los rumores sobre la feroz competencia en el interior del “tándem”, no hizo nada para mantenerse en el poder, los estadounidenses parecieron haber comenzado a entender que habían sido engañados. Pero no estaban del todo convencidos. Después de todo, el gobierno liberal de Medvedev, tan molesto para los patriotas, todavía seguía. Así que, la leyenda sobre la lucha entre los liberales y los patriotas en torno a Putin seguía pareciendo válida. Muchos en Rusia todavía creen en esto. Pero no en Washington, ya no.
Pero era demasiado tarde. Rusia ha ganado los 10 años que necesitaba. Si en 2004 los EE.UU. hubieran organizado una confrontación de la misma intensidad como la que se alcanzó en 2014, Moscú habría tenido pocas posibilidades de soportarla. En ese momento, las sanciones económicas no habrían pasado casi inadvertidas para la mayoría de la población; la mitad de los aliados de hoy habrían estado en el bando contrario, y la Unión Europea que hoy está saboteando abiertamente (por lo menos, la “vieja Europa”) la “cruzada” estadounidense, se habría unido a las filas anti-rusas sin un murmullo. Además, la “quinta columna” en Rusia todavía era fuerte. Y mucho más que eso se ha logrado en diez años.
Sé que se ha hecho popular bromear sobre el “astuto plan” de Putin, pero quiero hacer hincapié en que un liderazgo que actúe sin un plan estratégico es muy difícil que tenga éxito, sobre todo en una situación de tal criticidad. La Rusia de 2000 y la Rusia de 2015 son dos países diferentes. Si Putin ha logrado tal éxito sin un plan, sin el esfuerzo coordinado de un equipo bien seleccionado (aunque no todo el mundo en ese equipo supiera exactamente lo que estaban haciendo y por qué), si todo esto es sólo una serie de coincidencias, entonces las cosas son aún mejores, ya que el mismo Dios está del lado de Putin. Tan notable número de coincidencias sólo podría explicarse por un plan estratégico, o por intervención divina, o ambos. Cada quien es libre de seleccionar la explicación que más le guste.
Lo que es importante para nosotros, sin embargo, es que Rusia logró posponer por casi diez años, la gran confrontación con Estados Unidos y usó ese tiempo para prepararse para tal confrontación, aunque no del todo. Permítanme decir que Yanukovich fue el único que no se dio cuenta de la preparación del golpe de Estado en Ucrania. El momento era obvio – 2015. El falso comienzo del golpe de Estado en 2013 fue una sorpresa desagradable, no sólo para Moscú, sino también para Washington. Rusia se vio obligada a un conflicto directo con Estados Unidos antes de lo esperado. Los EE.UU. todavía no estaban lo suficientemente agotados y Rusia aún no ha ganado suficiente fuerza. Sin embargo, la situación en Ucrania en octubre-noviembre de 2013 dio motivos para un optimismo cauteloso. Moscú podría haber ganado y habría ganado esa ronda, si no hubiera sido por la cobardía patológica, la estupidez, y la traición final de Yanukovich, complementada por la incompetencia total y la corrupción de sus socios.
Las capacidades militares de respuesta rápida fueron suficientes en Crimea. Sólo podemos especular de si habrían sido suficientes para toda la Ucrania. Muchos todavía creen que debería haberse tomado ese riesgo. Por desgracia, los “muchos” nunca han comandado nada más grande que el batallón rebelde y nunca dirigieron nada más importante que su propia familia. Ese riesgo podría haber llegado a ser justificado, pero también podría haber llevado a consecuencias muy desagradables. Es por eso que se llama “riesgo”: es imposible calcular todas las posibilidades, y se desconocen las acciones de los otros jugadores. Por lo tanto, es posible ganar mucho, pero también perder mucho. En este caso, Putin no apostó – era responsable del destino de Rusia. Por eso eligió la opción más segura – ganar tiempo.
Sí, la lucha del Donbás le dio a Rusia el regalo de ese año extra y pagó ese año con la sangre de su pueblo. Ahora ha llegado el momento no sólo de pagar las deudas. También ha llegado el momento de la verdad. Rusia no podría haber contado con alargar el juego del gato y el ratón con Washington extendiendo el período de descanso más allá de 2015. Debemos considerarnos afortunados por esto. Rusia es mucho más fuerte ahora y se liberó de la perjudicial dependencia de la economía del dólar. Los EE.UU. se han debilitado tanto que los economistas que hace sólo unos pocos años autoritariamente decían que siquiera la idea de oponerse a los EE.UU. era imposible, dado el tamaño de su PIB, de pronto cambiaron de opinión y ahora debaten pomposamente si la economía de EE.UU. colapsará este año o en el 2016, y cómo sucedería exactamente.
Y ahora, por fin, he llegado a estos pocos párrafos que fueron el objetivo de todo este artículo. Todo lo antes escrito tiene el propósito de clarificar la línea de pensamiento. Permítanme recordarles que, en mi opinión, los políticos siempre tienen un número de opciones que les permitirían ignoran la situación económica real y las necesidades reales de la economía nacional y tomar decisiones deliberadas que, no obstante, se llevarían a cabo y a menudo llevan a consecuencias catastróficas.
He mencionado el ejemplo de Ucrania. Recordaré una vez más que en este país con la economía devastada, las arcas vacías, los sistemas políticos y administrativos destruidos, donde mercenarios mezclados con pandillas actúan en lugar de la policía o de la Guardia Nacional, en un país desgarrado por la guerra civil, los políticos (políticos débiles, incluso en la esfera intelectual) siguen en sus posiciones desde casi año y medio a pesar de que todas sus decisiones, sin excepción, van en contra de los intereses de Ucrania, la economía nacional, la supervivencia de la población, e incluso el sentido común. Esto se debe a la estabilidad de los recursos del Estado, que sigue en marcha por inercia cuando las estructuras estatales estan esencialmente muertas. Al igual que un pollo que corre por unos pocos minutos después de que su cabeza ha sido cortada.
Por favor, recuerden que Ucrania fue empujada a una guerra por los EE.UU. que ni siquiera se molestó en ocultar que lo que necesitaban no era la guerra de Kiev contra el Donbás, sino la guerra de Kiev contra Rusia.
Actualmente los EE.UU. están a punto del colapso económico y, posiblemente, la desintegración territorial debido a la desaparición de la estructura política y administrativa. Este escenario es real y Estados Unidos se enfrentará a él en el futuro próximo. Obama estaría feliz si eso no ocurriera en su período. Por lo tanto, estratégicamente los EE.UU. perdieron la guerra con Rusia sin disparar un solo tiro. Sin embargo, Alemania también perdió estratégicamente la Guerra en 1943. Eso no le impidió a Hitler tratar de ganar tácticamente en la batalla de Kursk. No podemos decir que tal intento no tenía ninguna esperanza de éxito. Los alemanes crearon una amenaza real y en algunos lugares casi rompieron el frente. El cerco y destrucción del grupo de ejércitos en Kursk habría llevado a la pérdida de casi un tercio de la mano de obra y las armas que la URSS tenía en el frente. Eso habría sido la tercera derrota masiva a partir de 1941. Los recursos del país, incluyendo humanos, no son ilimitados. Hitler simplemente trató de obligar a la URSS a perder tanto como en 1941 – muchas veces más soldados que Alemania. Las pérdidas en proporción de 5:1 habrían desangrado a la URSS antes de que Alemania perdiera la capacidad de resistir, por lo que habría sido necesario buscar la paz con Hitler.
Del mismo modo, los estadounidenses están tratando de ganar tácticamente la guerra que perdieron estratégicamente. El enfoque principal no ha cambiado – Rusia debe estar en guerra. Sólo que ahora están reclutando a la UE además de Ucrania, al menos a los miembros de Europa del Este. Aquellos que no crean esto, traten de contar el número de veces durante los últimos tres meses que diferentes políticos de varios países de la UE han declarado que Europa no quiere una guerra con Rusia, especialmente por Ucrania. Cuando no hay peligro de guerra, nadie habla de ello. ¿Han oído hablar a alguien en Mongolia indicando tres veces al día que no tienen intenciones de ir a la guerra con Rusia?
Dado que ni yo, ni ustedes, ni Putin, ni Obama, ni nadie, excepto Dios, sabe cuando se derrumbará la economía estadounidense, en 2016 o en 2020 – los EE.UU. tiene que organizar una guerra este año. No van a luchar directamente, naturalmente (alguien debe sacar las castañas del fuego por ellos). Pero la guerra debe empezar – no hay otra oportunidad para los EE.UU. de salvarse.
Es por eso que digo que una vez más nos hace falta un año adicional. Pase lo que pase con el dólar y la economía estadounidense, el régimen de Kiev no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir hasta 2016. Ya sobrevivió dos veces. El accidente de Ucrania, que se convirtió en el Stalingrado para la derrota de EE.UU. -un lugar simbólico- lo llevaría a la vergüenza y al declive catastrófico de su prestigio (los EE.UU. invirtieron demasiado en el golpe de Kiev y el apoyo al régimen nazi, sus aliados fueron profundamente arrastrados a la crisis – en general, involucró demasiado), así como la negativa automática de Europa a seguir participando en la aventura estadounidenses. Es por eso que Hollande y Merkel ayudaron a Putin a ganar tiempo con el Acuerdo de Minsk 2. La pérdida de Europa significaría la pérdida de dominio mundial y la caída del sistema financiero, económico y político de Estados Unidos, presenciada con sorpresa por la humanidad.
Teniendo en cuenta que los estados limítrofes del Báltico están dispuestos a compartir el destino de Ucrania, que se está preparando un Maidan para Bielorrusia con el propósito de comprometer parcialmente lo recursos de Rusia, que Polonia está envuelta cada vez con más profundidad en el apoyo a Kiev, que los EE.UU. está empujando a Rumania (conjuntamente con Moldavia) a repetir la “hazaña” de Saakashvili, no sólo en Osetia sino en Transnistria, – todos los elementos para iniciar la guerra están reunidos. Los EE.UU. coaccionará a la vieja Europa a participar en el desarrollo de los acontecimientos. Lo importante es tener al menos a un país miembro de la UE oficialmente en guerra con Rusia.
Puesto que entre los miembros recién adquiridos de la UE están los suicidas Bálticos, la guerra está a nuestra puerta. Puede que no ocurra. Durante los últimos años, los dirigentes rusos sacaron al país de tal tipo de trampas que nada parece ser imposible. Sin embargo, desde 1945 Rusia nunca llegó a estar tan cerca de una guerra como hoy.
Necesitamos sobrevivir a este verano. Después de esto el peligro de una guerra debería declinar. Por desgracia, no somos los únicos que sabemos esto, y en realidad no hay partido de la paz en Washington.
Uma guerra está batendo à nossa porta. Como de costume, precisamos de mais um ano.
Alexandre, o Abençoado, precisou de um ano extra para terminar a guerra com a Turquia, treinar recrutas já convocados, e implantar-se na fronteira ocidental não contra um exército de 200 mil, mas de meio milhão de homens de Napoleão, o qual não teria-se incomodado em recuar para o coração do Império.
Iosif Vissarionovich Stalin precisou de mais um ano para concluir a atualização técnica do exército, a formação de unidades motorizadas, e a implantação, na fronteira, da força capaz de encontrar o inimigo em igualdade de condições.
Isso por si só não significa que tais forças posicionadas teriam necessariamente lutado com sucesso. Em 1809, os austríacos, e, em 1939-1940, os franceses e britânicos, com mais do que suficiente tempo e recursos para se posicionar contra Napoleão e Hitler, respectivamente, tinham forças pelo menos iguais e, de algumas formas, superiores às dqueles exércitos. Os austríacos em 1809, bem como franceses e britânicos em 1939-1940, tomaram a iniciativa – decidiram quando escolher a ação ofensiva ou defensiva. Em ambos os casos, as derrotas, devido às estratégias superiores do Estado Maior das Forças Armadas de Napoleão e de Hitler, foram catastróficas.
Não obstante, todos concordamos que, antes da guerra, é melhor ter mais um ano que não tê-lo. Quanto melhor você se preparar para a guerra, melhores serão as chances de ganhá-la. E o que é mais importante, sua vitória viria sem um enorme custo em vidas humanas e perdas morais, o que, como regra, acompanha as guerras começadas com falhas.
Desta vez, precisamos novamente de cêrca de um ano…
Dez anos atrás, em 2005 , eu tive uma conversa com um colega meu – especialista em economia e finanças. Eu sempre valorizei as opiniões dele porque ele, uma pessoa de opiniões liberais, não é dogmático, mas capaz de fazer uma avaliação razoável das falhas do sistema, e, muitas vezes, foi capaz de descrever seus problemas com mais precisão do que o mais capaz dos seus adversários marxistas ortodoxos.
Nossa discussão incidiu sobre a inevitável (ambos concordamos nisso) crise do dólar. Argumentei que a crise já está acontecendo, mas Washington ainda tem os recursos para impedir que exploda em campo aberto, com impacto sobre todos os estratos da sociedade e se torna muito aparente, não só para o estreito círculo de políticos com acesso à informação, mas para toda a população do planeta. Meu colega não concordou com a afirmação de que o sistema do dólar esgotou seu potencial; mas, alegou que, com a ajuda de instrumentos financeiros e bancários, a ilusão de bem-estar pode ser mantida indefinidamente.
Deixe-me enfatizar que ele não só conhecia o sistema de dentro para fora (provavelmente, assim como Trotsky conhecia o sistema soviético), mas também foi bastante crítico quanto a ele, consciente de que cada sistema tem suas falhas inerentes e nenhum existe para sempre (cada um tem um recurso limitado). Com o ritmo mais rápido do processo histórico nas últimas décadas, o tempo de vida de cada sistema é medido, na melhor das hipóteses, em décadas (até o momento da nossa conversa, o sistema Bretton Woods já existiam há 60 anos e já havia se encontrado com as crises que resultaram em suas sérias mudanças).
Eu nunca subestimei a quantidade limitada de conhecimento econômico adquirido no curso de economia política, oferecido no Departamento de História da Universidade de Kiev, em 1987-1992, quando eu lá estudei.
É por isso que eu sempre reconheci a importância da economia para as decisões políticas; mas, em minhas próprias avaliações da situação política, inclusive na esfera económica, eu preferia confiar em meu conhecimento dos mecanismos políticos, os quais, a propósito, podem por vezes alterar a realidade econômica de forma irreconhecível.
Como isso pode acontecer – o governo ucraniano nos dá uma demonstração. Há 23 anos, ele tem agido contra os interesses econômicos nacionais; tendo conseguido eliminar quase completamente a economia nacional, ele começou a eliminar a população, também. Assim, a força política que acabou por ser mais forte que as leis econômicas (o poder político é incapaz de fazer essas leis funcionarem como deseja; mas, pode ignorá-las a ponto de provocar o colapso do estado e da sociedade).
Portanto, derivei minha conclusão de que a economia baseada no dólar já está em crise, e, portanto, de que a pax Americana também está entrando em crise, da avaliação dos processos nos ex-territórios soviéticos, iniciados, sem dúvida, pelos EUA. Por esse tempo, quatro tentativas de golpe de estado “coloridas” tinham tomado lugar (duas, entre 2000-2001 e 2004-2005, na Ucrânia, na Geórgia e no Quirguistão). Três delas foram bem sucedidas. Todas elas foram dirigidas contra a Rússia.
Se a economia do dólar estivesse trabalhando normalmente, os EUA não teriam qualquer necessidade de mudança para o modo de confronto nas suas relações com a Rússia. O importante é que Washington, ao contrário de seu comportamento habitual, não tentou iniciar uma guerra econômica contra a Rússia; mas, imediatamente envolveu-se em um confronto político, diplomático e informativo, ou seja, empregou os mecanismos que normalmente precedem as hostilidades militares “quentes”, ou são usados em vez dessas últimas na esperança de que o adversário capitule sem o uso de força militar.
Não é segredo que, naquela época, a Rússia foi integrada ao sistema econômico-financeiro global americano e estava tentando ativamente ser incorporada à estrutura política e militar de domínio global americana. Além disso, a Rússia estava disposta a aceitar o papel de sócio. O único obstáculo era que, estando consciente de suas forças armadas (arsenal nuclear) e econômicas (recursos naturais ilimitados), bem como da importância de sua posição estratégica (conexão de trânsito através da Eurásia), Moscou queria parceria especial. Essa exigência visava essencialmente ocupar a posição, no sistema político de Washington, um passo acima da UE.
A situação não exigia acentuada reação por parte dos Estados Unidos. Dentro do sistema existente, Washington tinha a opção de ir levando as negociações enquanto jogando com o tempo e, no momento oportuno, atinger a Rússia inesperadamente com um “golpe de misericórdia” e instantaneamente destruir sua economia, da mesma forma como destruiu a economia da Argentina, ou dos “Tigres asiáticos”.
Em geral, se assumirmos que em 2005 a aparência dos Estados Unidos correspondia à realidade dos processos que ocorriam por trás da fachada, os EEUU não precisavam pagar por revoluções ‘coloridas’. Estrangular a Rússia num abraço poderia ter resolvido tudo de forma mais barata e mais eficaz. Assumindo o risco do confronto político e diplomático com a Rússia (que seria o resultado inevitável de organizar golpes ‘coloridos’), os EEUU ganharam apenas uma coisa – tempo.
Mas, o tempo se torna fator-chave em uma situação apenas quando você percebe que você está ficando mais fraco mais rápido do que o ritmo normal dos eventos históricos lhe daria chance de triunfo sobre seu adversário. Simplificando, você precisa derrotá-lo antes de que ele tenha a oportunidade de lhe destruir. No caso dos EEUU, uma súbita fraqueza crítica poderia atacar somente devido à crise da economia do dólar – todos os outros aspectos do poder dos EUA são derivados do poderoso dólar.
Sabendo que as elites dos Estados Unidos não são diferentes das elites chinêsa, russa ou de Madagascar, que vêem a crise apenas quando já está em cima deles (eles recebem todo tipo de previsões e acreditam sempre nas mais desejáveis; que é, aliás, como todas essas “corporações Rand” ganham dinheiro), eu tiro a única conclusão possível. Se, em 2005, os EUA organizaram um ataque à Rússia em tal escala que não puderia ser eventualmente interpretado como algo não intencional, ou uma provocação insignificante, ou o resultado da negligência de um ou dois departamentos, isso significa que a elite americana está plenamente ciente da crise. Eles começaram a gastar recursos a fim de a esconder do mundo e, tendo o conhecimento dos recursos disponíveis e de quão rápido eles são usados, podiam prever que o momento da quebra estava dentro de um ou dois anos.
A propósito, considerando a certeza de meu colega de que com a ajuda dos instrumentos bancários e outras manipulações financeiras os EUA poderiam sentir-se seguros até 2020, e corrigindo tal otimismo de um economista liberal, cheguei à conclusão de que o colapso inevitável do sistema ocorrerá entre 2015 e 2020. É por isso que escrevi na época que a filiação na União Aduaneira teria permitido Yanukovych não só continuar a ser presidente até 2015, mas mesmo se reeleger por mais 5 anos, após o qual o problema dos Estados Unidos teria ido embora, e ele teria sido salvo. Pela mesma razão, continuo insistindo por mais de um ano e meio que a solução militar para a crise ucraniana é possível a qualquer momento a partir do inverno de 2014 e até o início de 2016 (com uma solução mais cedo sendo mais provável do que mais tarde), considerando que tal solução política é possível não antes do fim de 2016-começo de 2017. Pode até ser mais tarde do que isso, visto que, até que os EUA capitulem, nada será resolvido; mas, os EUA não desistirão facilmente e vão lutar até o amargo fim, como o terceiro Reich. Eles têm tudo a perder, e não se arrependem de nada e nem têm pena de ninguém.
Quero salientar mais uma vez que estas conclusões não são suportadas pelas colunas de dados estatísticos, pelo tamanho do exército ou pelo número e qualidade do armamento, dados sobre o crescimento econômico, etc. Em primeiro lugar, é quase impossível obter números precisos. Na maioria das vezes, mesmo os dados disponíveis para os escritórios do governo, para uso interno ,são imprecisos. Em segundo lugar, os dados são menos importantes do que sua interpretação por aqueles que tomam decisões. Desde que nós não temos nenhuma informação sobre as decisões tomadas, as ordens emitidas, ou operações iniciadas sob sigilo, podemos apenas avaliar a situação política baseando-nos nos movimentos que observamos.
Ou seja, na vida e no jogo de xadrez, na guerra e na política, cada movimento atravessa um conjunto de possíveis soluções e abre-se outras. Quanto mais movimentos você faz, mais claras podem ser vistas as metas (afinal, você sempre propositadamente evitar algo e igualmente propositadamente procura algo). Em determinadas fases de uma doença, um médico pode, com base apenas em dados médicos objetivos, diagnosticá-la sem sequer vê-la, determinar o prognóstico, e até mesmo dizer aproximadamente quanto tempo o paciente tem de vida. O mesmo é verdade no nosso caso – todos os lados têm feito um número suficiente de movimentos para evitar a possibilidade de retirada. As variações da vitória poderiam ser previstas nesta fase das hostilidades tão facilmente como se poderia prever a vitória na Grande Guerra Patriótica, em abril de 1943.
Deixe-nos considerar como a situação se desenvolveu. Quando os EUA iniciaram o ataque ‘colorido’ à Rússia, Moscou estava despreparada para responder adequadamente nas esferas políticas, econômicas ou militares. A Rússia foi completamente incorporada à economia do dólar, e qualquer tentativa de prejudicar a economia dos EUA resultaria em um efeito bumerangue amplificado muitas vezes para a economia russa. No início de 2000, a estabilidade política de hoje só poderia ser sonhada – oligarcas ainda estavam lutando com o estado pelo controle real sobre o país. Ao mesmo tempo, o crescente sentimento anti-oligarca na sociedade poderia a qualquer momento resultar em uma revolta popular “sem sentido e impiedosa”, após a qual nada teria sido deixado do estado. O norte do Cáucaso ainda não se estabilizara; o país estava enfrentando uma ameaça terrorista. E, finalmente, a única força do exército russo na época era o arsenal nuclear. Mas não é aconselhável começar uma guerra nuclear com a menor provocação…
Assim, os dirigentes russos começaram lutas posicionais externas às vezes recuando, quando era inteiramente impossível segurar-se, às vezes contra-atacando, como, por exemplo, na Geórgia e na Síria. Não obstante, Moscou agiu muito cuidadosamente, evitando suspeita de oposição deliberada aos planos americanos. O Kremlin continuava insistindo sobre a parceria e acomodou solicitações americanas (como aprovando o trânsito ao Afeganistão). A diplomacia russa pública quase se humilhou implorando ao ocidente para retornar ao diálogo construtivo. A countra-intriga, com o estabelecimento de ONGs amigas-da-Rússia nos países sujeitos aos ataques ‘coloridos’, não era aparente, e o trabalho disfarçado com estruturas simples era invisível e não poderia possivelmente contrabalançar as ações maciças dos Estados Unidos.
Em geral, o objetivo principal era ganhar tempo, preservar criticamente importantes posições estratégicas, e reformar o espaço político e informativo interno, bem como a relação entre os sistemas econômicos e financeiros russos e globais de tal forma que daria a Moscou a chance de disputar com Washington, não só em termos iguais, mas mesmo com algumas vantagens táticas. Ao mesmo tempo, o trabalho clandestino no campo internacional, ou, simplificando, a busca por aliados potenciais e a preparação de alianças, estava sendo feito. E o exército estava sendo treinado e rearmado.
Na verdade, são precisamente esses planos de rearmamento do exército e da Marinha que nos provam que liderança russa considera o período entre 2015 e 2020 como crítico. Em 2015, esperava-se que o exército pudesse alcançar a capacidade de realizar uma operação estratégica por tempo limitado no teatro europeu, enquanto proporcionando segurança ao longo do perímetro de toda a fronteira russa. Até 2020, o exército (a julgar pelo sincronismo da entrega de armas e equipamentos) terá alcançado o nível de preparação para a guerra em grande escala na Europa.
Para realizar tudo isso, era preciso convencer os EUA de que a Rússia não iria romper as relações estabelecidas. Nesse sentido, até mesmo a reação de Moscou à agressão da Georgia na Ossétia do Sul foi medida requintadamente e, ao que parece, não levantou sérias suspeitas em Washington. O uso das tropas russas depois do ataque às forças de paz russas foi compreensível para Washington. Um governo que se recusasse a responder adequadamente a tal situação perderia o apoio público e pode enfrentar o ressentimento das forças armadas. O fato de que os russos se absteveram de tomar Tbilisi e de destruir o estado georgiano também teve um efeito calmante. Ainda mais porque, naquela época, Medvedev era o Presidente da Rússia.
Recordemos o termo “parceria” [‘tandem’], amplamente usado não há muito tempo mas agora esquecido. Antes de a associação Putin-Medvedev emergir, o Kremlin demonstrara ao ocidente uma luta entre os liberais e os “siloviki” (ministérios de poder), assustando os EUA com a idéia de que, se os “siloviki” ganhassem, haveria um pandemônio. Mas os “liberais” ganharam. A propósito, estou convencido de que em Moscou os liberais e “siloviki” sinceramente acreditavam que estavam envolvidos em uma luta incessante uns com os outros (e realmente brigaram). Caso contrário, teria vazado há muito tempo a informação de que tudo isso era só blefe. Como o velho amigo Muller costumava dizer: “no Reich, não se pode acreditar em ninguém. Mas você pode acreditar em mim”. No entanto, muito antes dessa frase de Bronevoy aparecer no filme “Os 17 Momentos da Primavera”, todos os conhecidos ‘tecnólogos políticos’ (de Shang Yang a Machiavelli) aconselharam os governantes a, se possível, não compartilhar seus planos com ninguém, para evitar que eles se tornam conhecidos pelo inimigo. Como sabemos, é melhor prevenir do que remediar.
Por quatro anos, Washington esperou que Medvedev pudesse ser reeleito para o segundo mandato. Essa esperança não era totalmente infundada – receberam os sinais apropriados de Moscou. Só em 2012, quando Putin retornou ao posto de Presidente, e Medvedev, a despeito de toda a esperança liberal e os rumores sobre uma concorrência feroz na “parceria”, nada fez para continuar no poder, os americanos parecem ter começado a entender que foram enganados. Mas, eles não estavam inteiramente convencidos. Afinal, o governo liberal de Medvedev, tão irritante para os patriotas, ainda permanecia. Assim, a lenda sobre a luta entre os liberais e os patriotas nos arredores de Putin parecia ainda válida. Muitos na Rússia ainda acreditam nela. Mas, não em Washington; não mais…
Mas, era tarde demais. A Rússia ganhara os necessários 10 anos para si. Se em 2004 os Estados Unidos tivessem organizado um confronto da mesma intensidade alcançada em 2014, Moscou teria pouca chance de resistir a ele. Naquela época, as sanções econômicas não passariam quase despercebidas pela maioria da população; metade dos aliados de hoje teria ficado no campo oposto, e a União Europeia, que hoje está sabotando abertamente (pelo menos, a ‘velha Europa’) a ‘cruzada’ americana, teria se juntado aos anti-russos sem um murmúrio. Além disso, a “quinta coluna” na Rússia era ainda forte. E muito mais do que isso foi realizado em dez anos.
Eu sei que tornou-se de bom gosto fazer comentários divertidos sobre o plano ‘inteligente’ de Putin; mas, quero enfatizar que uma liderança atuando sem um plano estratégico é raramente bem sucedida, particularmente tão bem sucedida e em uma situação tão crítica. A Rússia de 2000 e a Rússia de 2015 são dois países diferentes. Se Putin alcançou tal sucesso sem um plano, sem um esforço coordenado de uma equipe bem escolhida (mesmo que nem todos na equipe soubessem precisamente o que estavam fazendo e por que), se tudo isso foi apenas uma série de coincidências, então as coisas são ainda melhores, já que o próprio Deus está do lado de Putin. Tão notável número de coincidências só poderia ser explicado por um plano estratégico, ou por intervenção divina, ou ambos. Todos estão livres para selecionar a explicação que preferem.
O que é importante para nós, porém, é que a Rússia conseguiu adiar, por quase dez anos, o grande confronto com a América, e usou esse tempo para se preparar para tal confronto, embora não completamente. Deixe-me dizer que apenas Yanukovych não percebeu a preparação para o golpe de estado na Ucrânia. O momento era óbvio – 2015. O falso começo do golpe em 2013 foi uma surpresa desagradável, não só para Moscou, mas também para Washington. A Rússia foi forçada a um conflito direto com a América antes do esperado. Os EUA não estavam ainda suficientemente desgastados e a Rússia ainda não ganhara força suficiente. No entanto, a situação na Ucrânia em outubro-novembro de 2013 deu motivos para otimismo cauteloso. Moscou poderia ter ganho, e teria ganho se não tivesse sido pela covardia patológica, estupidez e traição final de Yanukovych, complementada pela total incompetência e venalidade dos seus associados.
As capacidades militares do tipo resposta rápida foram suficientes para a Crimeia. Só podemos supor se teriam sido suficientes para a Ucrânia inteira. Muitos ainda pensam que tal risco deveria ter sido tomado. Infelizmente, esses ‘muitos’ nunca comandaram algo maior do que um batalhão de rebelde e nunca dirigiram nada mais significativo do que sua própria família. Aquele risco poderia vir a justificar-se; mas, também poderia ter levado a conseqüências muito desagradáveis. É por isso que é chamado “risco”: é impossível calcular todas as possibilidades, e as ações dos outros jogadores são desconhecidas. Assim, é possível alcançar-se um grande ganho, como, também, uma perda tão grande. Neste caso, Putin não apostou – ele era responsável pelo destino da Rússia. É por Isso que ele escolheu a opção mais segura – de jogar para ganhar tempo.
Sim, a luta do Donbass deu à Rússia o presente desse ano extra e pagou por esse ano com o sangue do seu povo. Agora, chegou a hora não só de pagar de volta as dívidas. O que chegou é o momento da verdade. A Rússia não poderia ter contado em esticar o jogo de gato e rato com Washington a fim de estender o período de calma para além de 2015. Devemos nos considerar com sorte pelo que obtivemos. A Rússia é muito mais forte agora e se libertou da dependência prejudicial da economia do dólar. Os EUA enfraqueceram tanto que os economistas que apenas há alguns anos pronunciavam, com autoridade, que até mesmo o pensamento de opor-se aos EUA seria impossível, dado o tamanho do PNB dos EEUU, de repente mudaram de idéia e agora pomposamente argumentam se a economia dos EUA quebraria este ano ou em 2016, e como exatamente isso aconteceria.
E agora, finalmente, eu cheguei a estes poucos parágrafos que são o objetivo de todo este artigo. Tudo oaquilo escrito acima serve o propósito de clarificar a linha de raciocínio. Deixe-me lembrá-lo de que, na minha opinião, os políticos sempre têm um número de opções que lhes permitem ignorar a situação economica real e as reais necessidades da economia nacional e tornar decisões obstinadas que, no entanto, são implementadas e muitas vezes levam a conseqüências catastróficas.
Eu mencionei a Ucrânia como um exemplo. Mais uma vez vou lembrá-lo de que, neste país, com a economia erradicada, o tesouro vazio, os sistemas políticos e administrativos destruidos, onde mercenários agrupados com gangues atuam no lugar da polícia ou da guarda nacional, neste país dilacerado pela guerra civil, os políticos (fracos políticos, inclusive na esfera intelectual) permanecem em suas posições por quase um ano e meio apesar do fato de que todas as suas decisões, sem exceção, vão contra os interesses da Ucrânia , da economia nacional, da sobrevivência da população e até mesmo do senso comum. Isto é devido ao recurso à estabilidade do estado, que se mantém em curso por inércia quando as estruturas do estado já estão essencialmente mortas. Como uma galinha que caminha por alguns minutos depois que sua cabeça foi cortada.
Por favor, lembre-se que a Ucrânia foi empurrada para uma guerra pelos EUA, os quais nem se incomodaram em esconder que o que eles precisavam não era a guerra de Kiev contra o Donbass, mas a guerra de Kiev contra a Rússia.
Atualmente , dos EUA estão à beira do colapso econômico e, possivelmente, desintegração territorial devido ao desaparecimento da estrutura política e administrativa. Este cenário é real e os EEUU irão enfrenta-lo em um futuro próximo. Obama ficaria feliz se isso não ocorresse em seu turno. Portanto, estrategicamente, os EUA perderam a guerra para a Rússia sem disparar um único tiro. No entanto, em 1943, a Alemanha também perdeu a guerra estrategicamente. Isso não impediu que Hitler tentasse vencer taticamente na batalha de Kursk. Não podemos dizer que tal tentativa foi completamente sem esperança de sucesso. Os alemães criaram uma ameaça real e, em lugares lugares, quase quebraram a frente. O cerco e a destruição do grupo de exércitos de Kursk teria conduzido à perda de quase um terço do pessoal e das armas que a URSS tinha na frente. Essa teria sido a terceira derrota massiva da URSS desde 1941. Os recursos de um país, incluindo os humanos, não são ilimitados. Hitler simplesmente tentou forçar a URSS a perder tanto quanto em 1941 – a perder muito mais soldados do que a Alemanha. As perdas, na proporção de 5:1, teriam sangrado a USSR a seco antes de a Alemanha perder a capacidade de resistir, e então teria sido necessário recorrer à paz com Hitler.
Da mesma forma, os americanos estão tentando ganhar taticamente a guerra que perderam estrategicamente. A abordagem principal não mudou – a Rússia deve estar em guerra. So que agora a UE está sendo recrutada, em adição à Ucrânia; pelo menos os membros da Europa oriental. Aqueles que não acreditam nisso devem tentar contar quantas vezes durante os últimos três meses diferentes políticos de vários países da UE têm declarado que a Europa não quer uma guerra com a Rússia, particularmente com a Ucrânia. Quando não há perigo de guerra, ninguém fala sobre isso. Voce já havia ouvido alguém na Mongólia afirmar três vezes em um dia que eles não têm nenhuma intenção de ir à guerra com a Rússia?
Desde que nem eu, nem voce, Putin, Obama, ninguém, exceto Deus, sabe quando a economia dos EUA vai entrar em colapso, em 2016, ou em 2020, os EUA precisa organizar uma guerra já este ano. Eles não vão lutar diretamente, naturalmente (alguém deve tirar as castanhas do fogo para eles). Mas, a guerra deve começar – não há nenhuma outra chance para os EUA se salvarem.
É por isso que estou a dizer que, mais uma vez, nos falta um ano extra. Aconteça o que acontecer com o dólar e a economia dos EUA, o regime de Kiev não tem chance de sobreviver até 2016. Já sobreviveu duas vezes mais do que se deveria razoavelmente contar. A queda da Ucrânia, que se tornou Stalingrado – um lugar simbólico – para os EUA, ou seja, uma derrota lá conduziria à humilhação e ao catastrófico declínio em seu prestígio (muito foi investido pelos Estados Unidos no golpe de Kiev e no apoio ao regime nazista, seus aliados também foram arrastados para a crise profundamente – em geral, muito estava em jogo), bem como à recusa automática da Europa em continuar a participar nos empreendimentos americanos. É por isso que Holland e Merkel ajudaram Putin a jogar com o tempo em Minsk-2. A perda da Europa significaria a perda do domínio global e a quebra do sistema financeiro, econômico e político dos EUA, testemunhados por uma humanidade chocada.
Considerando que os Estados bálticos limítrofes estão prontos para compartilhar o destino da Ucrânia, que um ‘Maidan’ está sendo preparado para a Bielo-Rússia com a finalidade de obter o envolvimento parcial dos recursos russos, que a Polônia está sendo envolvida mais e mais profundamente em seu apoio a Kiev, que os EUA estão empurrando a Roménia (conjuntamente com a Moldávia) a repetir a ‘façanha’ de Saakashvili, não na Ossétia mas na Transnístria, –todos os elementos da guerra a ser iniciada estão reunidos. Os EUA vão coagir a velha Europa a participar assim que os eventos se desdobrem. O que é importante é ter pelo menos um país-membro da UE oficialmente em guerra com a Rússia.
Uma vez que existem os Bálticos suicidas entre os membros recém adquiridos da UE, a guerra está à nossa porta. Pode não acontecer. Durante os últimos anos, os dirigentes russos colocaram o país fora dessas armadilhas; então, nada parece ser impossível. No entanto, a Rússia nunca, desde 1945, esteve tão perto de uma guerra como hoje.
Precisamos sobreviver neste verão. Depois disso, o perigo da guerra deve-se reduzir. Infelizmente, nós não somos os únicos que sabem disso, e não há realmente nenhum partido da paz em Washington.
La traduccción al portugués fue tomada de mc-alerta.blogspot.co.uk
Publicado el 2 de mayo de 2015 en thesaker.is
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