por Manlio Dinucci. Fuente: Il Manifesto (Italia). Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio. En Red Voltaire en castellano
Alejándose cada vez más de los principios democráticos, el parlamento ucraniano ha ilegalizado los partidos políticos y personalidades que se oponen a la incorporación de Ucrania a la OTAN y a la Unión Europea.
El día siguiente de la firma del protocolo de adhesión que convierte a Macedonia del Norte en el miembro número 31 de la OTAN, Ucrania hizo algo sin precedente al inscribir en su Constitución el compromiso de convertirse oficialmente en miembro de la alianza atlántica y de la Unión Europea.
El 7 de febrero, a propuesta del presidente Petro Porochenko –oligarca enriquecido gracias al saqueo de las propiedades públicas y ahora nuevamente proclamado candidato a la presidencia– el parlamento ucraniano aprobó, por 334 votos contra 35 y 16 ausentes, la modificación de la Constitución en ese sentido.
El Preámbulo enuncia «la marcha irreversible de Ucrania hacia la integración euro-atlántica». Los artículos 85 y 116 decretan que el parlamento y el gobierno tienen como deber fundamental «obtener la plena membresía de Ucrania en la OTAN y la Unión Europea». El artículo 102 estipula que «el presidente de Ucrania es el garante del rumbo estratégico del Estado hacia la obtención de la plena membresía en la OTAN y la Unión Europea.»
La inclusión en la Constitución ucraniana del compromiso de entrar oficialmente en la OTAN comporta consecuencias muy graves.
En el plano interno, somete el porvenir de Ucrania a ese objetivo, excluyendo toda alternativa, y pone fuera de la ley a todo partido o persona que se opongan al «rumbo estratégico del Estado». Ya en este momento, la Comisión Electoral Central de Ucrania prohíbe a Petro Simonenko, dirigente del Partido Comunista, participar en la elección presidencial prevista para el mes de marzo.
El “mérito” de haber introducido en la Constitución el compromiso de que Ucrania se convierta en miembro de la OTAN recae principalmente en el presidente del parlamento, Andriy Parubiy [1]. Este personaje, cofundador del Partido Nacional-Social ucraniano –creado en 1991 según el modelo del Partido Nacional Socialista de Adolfo Hitler–; jefe de las formaciones paramilitares neonazis utilizadas en 2014 para perpetrar el putsch de la Plaza Maidán –bajo la dirección de Estados Unidos y de la OTAN– y la masacre de Odesa [2]; jefe del Consejo de Defensa y de Seguridad Nacional, que, con el Batallón Azov [3] y otras unidades neonazis, ataca a los civiles ucranianos de nacionalidad rusa en el este del país y con sus escuadrones comete feroces abusos, saqueos de sedes de organizaciones políticas e incluso organiza verdaderos autos de fe al estilo nazi.
En el plano internacional, hay que tener en mente que Ucrania ya está de hecho dentro la OTAN, como país asociado. Por ejemplo, el Batallón Azov, cuyo identificación con el nazismo está expresada en su emblema, similar al de la unidad SS Das Reich, ha sido transformado en regimiento de operaciones especiales, equipado con vehículos blindados y entrenado por instructores estadounidenses miembros de la 173 División Aerotransportada de Estados Unidos que llegaron a Ucrania desde la base de Vicenza (en Italia).
Como la OTAN acusa a Rusia de haber anexado ilegalmente Crimea y de realizar acciones militares contra Ucrania, si esta última entrara en la alianza atlántica los otros 30 miembros de la OTAN estarían obligados –en virtud del artículo 5– a «asistir a la parte o las partes atacadas iniciando de inmediato, tanto por separado como conjuntamente con las demás partes, las acciones que juzgue necesarias, incluyendo el uso de la fuerza militar».
En otras palabras, tendrían que entrar en guerra contra Rusia.
Pero en Europa se observa un total silencio, tanto en los medios políticos como en la prensa, sobre esas peligrosas implicaciones de la modificación de la Constitución de Ucrania –seguramente orquestada por los estrategas de Estados Unidos y la OTAN. Ese silencio incluye al parlamento italiano, que en 2017 estableció un documento de entendimiento con el parlamento ucraniano, documento que suscribieron Laura Boldrini y Andriy Parubiy.
Se fortaleció así la cooperación entre la República Italiana –nacida de la resistencia contra el fascismo y el nazismo– y un régimen que ha creado en Ucrania una situación similar a la que condujo al surgimiento del fascismo en los años 1920 y del nazismo en los años 1930.
Notas
[1] «¿Quiénes son los nazis en el gobierno ucraniano?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 3 de marzo de 2014.
[2] «Crimen en Odesa», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 7 de mayo de 2014.
[3] «¿Todavía duda que hay neonazis en Ucrania y que operan con apoyo de Estados Unidos y de la Unión Europea?», Red Voltaire, 14 de septiembre de 2014.
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