SP — LARRY ROMANOFF — La Psicópata Empresa Criminal llamada América — November 5, 2020

La
Psicópata Empresa Criminal

llamada América

Por Larry Romanoff – 5 de Noviembre, 2020

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En artículos anteriores proporcioné algunas pruebas de la criminalidad fundamental de las corporaciones americanas, con sólo una breve introducción a la criminalidad del gobierno de los EE.UU. y de la “gente invisible” de los Bernays que la controlan desde detrás de las escenas. Este último tema es demasiado amplio para ser tratado adecuadamente aquí, pero los artículos posteriores de esta serie estarán dedicados en parte a los crímenes cometidos a nivel nacional e internacional por el gobierno de los EE.UU. y sus agencias. Estos comprenden muchos eventos sorprendentes que son genuinos y bien documentados, pero que han sido totalmente borrados de los libros de historia y de la conciencia pública americana, y por lo tanto han desaparecido de la conciencia del mundo. Es hora de sacarlos a la luz. Esto es importante, porque las corporaciones multinacionales americanas (MNCs) están leyendo el guión escrito para ellos por el gobierno de los Estados Unidos y sus titiriteros. Por el momento, voy a proporcionar algunos detalles para marcar el punto sobre los estrechos vínculos entre los dos sectores. 

Hace varios años, Jim Kouri informó de un estudio del FBI que decía:

“… los rasgos de carácter exhibidos por los asesinos o criminales en serie pueden ser observados en muchos que hay dentro de la arena política. Comparten los rasgos de los psicópatas que no son sensibles a los llamamientos altruistas, como la simpatía por sus víctimas o el remordimiento o la culpa por sus crímenes. Poseen los rasgos de personalidad de la mentira, el narcisismo, el egoísmo y la vanidad. Estas son las personas a las que hemos confiado nuestro destino. ¿Es de extrañar que América esté fracasando en casa y en el mundo?”

Lo importante es que los de “dentro de la arena política”, es decir, los presidentes, vicepresidentes, secretarios de estado, secretarios de defensa, personal de la Casa Blanca, y muchos senadores y congresistas, muestran muchos o la mayoría de los rasgos de los psicópatas criminales y asesinos en masa. Podrían haber incluido a muchos ejecutivos corporativos en esa declaración, y de hecho la arena corporativa es una fuente primaria de los psicópatas necesarios para poblar la Casa Blanca y el Congreso, los Departamentos de Estado, Defensa y Comercio. El gobierno de los Estados Unidos de América siempre ha sido una empresa criminal, gobernada la mayoría de las veces por matones y asesinos psicópatas genocidas. Por más escandaloso que le parezca al oído occidental, encaja con todos los hechos y resulta ser la verdad defendible. Los americanos querrán por supuesto manifestar indignación y atribuir tales acusaciones a un aberrante sesgo “antiamericano”, pero las declaraciones están basadas en hechos. La evidencia de las atrocidades del gobierno de los EE.UU. no es difícil de encontrar.

Piensen sobre Donald Rumsfeld y Dick Cheney, respectivamente Secretario de Defensa y Vicepresidente de George Bush, dos de los humanos más salvajes y malignos que han maldecido esta tierra. Rumsfeld fue en un tiempo el presidente de la compañía farmacéutica Searle, y Cheney el CEO de los servicios de pozos petroleros Halliburton. ¿Dónde cree que estas dos pujantes estrellas de la vida política americana adquirieron su talento como asesinos patológicos? ¿Cómo imagina que fueron inducidos a concebir y construir la mayor red de instalaciones de tortura en la historia del mundo? ¿Cree que se unieron al gobierno de los EE.UU. y fueron tan corrompidos por la experiencia que se volvieron criminalmente locos? Usted sabe que eso no sucedió. Rumsfeld y Cheney eran psicópatas y asesinos en masa mucho antes de que se convirtieran en los reyes de “la mayor democracia del mundo”, y fueron apreciados por el gobiernoprecisamente por estos “talentos”. No se les dieron altos puestos en el gobierno de los EE.UU. a pesar de sus tendencias
criminales, sino debido a esas tendencias
. A partir de este ejemplo, de cientos que podría citar, se puede empezar a valorar la malignidad sociopática que permean y que es compartida tanto por los pasillos de poder del gobierno americano como por los de las multinacionales americanas.

Añadiría a esto la percepción obtenida de una larga exposición al mundo corporativo, que las tendencias sociopáticas aumentan en relación directa con los escalones de la escalera corporativa. Es decir, cuanto más sube un hombre (o mujer) en el rango y responsabilidad corporativa, más pronunciadas son sus características antisociales, psicopáticas y sociopáticas. Esto es tan cierto que el ascenso a los niveles superiores se hace cada vez más imposible sin estas tendencias. Y esto significa que en gran parte los altos ejecutivos de las grandes corporaciones son fundamentalmente criminales patológicos, sociópatas arrogantes impulsados por la codicia. Esto puede parecer una declaración impactante para muchos lectores, pero es una verdad defendible.

Piensen sobre Steve Jobs, antaño de Apple. Dejen a un lado por un momento sus sentimientos de Hello Kitty por Steve, el “innovador diseñador del iPhone”, y consideren a Steve “el codicioso sociópata”. No hay muchos de nosotros que carezca de empatía por el millón y medio de jóvenes de Foxconn a los que se les paga una miseria por ensamblar iPhones, y que viven en un entorno de campo de concentración donde experimentan tanta presión que se suicidan. Esa situación es un reflejo directo de la personalidad y el carácter de Steve Jobs, y no sirve de nada engañarse a sí mismo para creer lo contrario. En mi artículo sobre la comercialización de leche para bebés de Nestlé, observé que para los ejecutivos de Nestlé no era su intención matar a los bebés, sino que simplemente no les importaba si los bebés morían. Era precisamente lo mismo con Steve Jobs; no quería que esos jóvenes se suicidaran; simplemente no le importaba. Usted o yo en esa posición le ordenaría a Foxconn que acabara con la
presión y pagara a los trabajadores un salario apropiado, una actitud derivada de la humanidad básica. Steve Jobs, con 200 mil millones de dólares en una pila de dinero, más miles de millones en su cuenta bancaria personal, no hizo tal cosa. Ciertamente conocía la situación e incuestionablemente tenía el poder de cambiarla con una simple orden a los dueños de Foxconn y un acuerdo para pagar mayores costes por la fabricación de sus productos. Steve Jobs tomó la decisión deliberada de no hacerlo. Al igual que Tim Cook.

Los ejecutivos de Nike, KFC, McDonald’s y muchos otros, son los mismos. Los de Coca-Cola y Nestlé son peores. Han leído sobre las compañías farmacéuticas, que son quizás las peores de todas. Estas últimas son precisamente como las describí anteriormente: fundamentalmente criminales patológicos, sociópatas arrogantes impulsados por la codicia. En los pasillos del poder corporativo encontraremos, por supuesto, algunas excepciones, pero no muchas;
la mayoría de los ejecutivos corporativos de alto nivel encajan perfectamente en el molde psicopático. No tienen simpatía por sus víctimas; no sienten culpa o remordimiento por sus acciones. Están moralmente en bancarrota hasta el punto de que su única medida es el dinero. Por eso General Motors y Ford tomaron la decisión de no retirar sus automóviles, sino dejar morir a los clientes por interruptores de encendido y tanques de gasolina defectuosos; era más barato.

El público en general suele ver las cosas como eventos desconectados en vez de verlos como parte de un plan integrado, gracias en gran parte a los medios de comunicación de los EE.UU., que evitan incondicionalmente ponerlo en contexto, con el resultado de que sólo vemos un evento local en vez de una imagen integrada. Los medios de comunicación locales nos informan de que P&G pagó una multa por publicidad falsa y promoción fraudulenta, y nosotros vemos esto como un evento aislado, tal vez una aberración, y de ninguna manera su práctica habitual. Pero nuestras percepciones se alteran cuando descubrimos que Argentina despojó a Procter & Gamble de su registro comercial por fraude, prohibiendo a P&G operar en ese país, y que los reguladores de la UE multaron a P&G con 300 millones de dólares por fijar precios. Los medios de comunicación nos dicen que Nike fue acusada de publicidad falsa y nosotros vemos esto como un hecho aislado, pero cuando nos enteramos de que Nike es una de las cuatro firmas más boicoteadas del mundo, y vemos las razones, nuestra percepción cambia. Nos enteramos de que Pepsi compró y acabó con varias marcas chinas y atribuimos esto a varios defectos de origen chino y a un comportamiento injusto por parte de Pepsi. Pero cuando nos enteramos de que prácticamente todas las multinacionales americanas (y algunas europeas), incluyendo P&G, Coca-Cola, L’Oreal y otras, han cooperado en la compra y aniquilamiento de cientos de marcas chinas muy apreciadas, ahora vemos estos hechos como un patrón establecido y deliberado para destruir toda la competencia nacional, y entendemos algo que antes no entendíamos.

Nos enteramos de que Apple viola las garantías en China, o de la arrogancia de Coca-Cola en el manejo de sus bebidas contaminadas, pero cuando nos enteramos de que estas empresas se comportan de manera similar en todo el mundo, podemos formarnos una imagen mejor. Estamos sorprendidos por el reciente y sorprendente escándalo de soborno de GSK en China, pero de nuevo lo vemos como un fenómeno local, un evento aislado en el que tendemos a culpar a China o a la cultura china. Pero cuando nos enteramos de que GSK estuvo involucrada en los mismos esquemas fraudulentos en muchos países simultáneamente, el panorama cambia, y cuando nos enteramos además de que todas las compañías farmacéuticas americanas y europeas se comportan de la misma manera en todos los países, podemos ver ahora a la industria farmacéutica como realmente es. Leemos que el gobierno americano intenta intimidar a China para que cometa un suicidio económico revalorizando el valor internacional del RMB y tal vez lo atribuya a la mala conducta de China, pero cuando nos enteramos de que los Estados Unidos han hecho lo mismo con todas las naciones que representaban una amenaza para la supremacía comercial de los Estados Unidos, como hizo Japón, podemos entender esto en un contexto de imperialismo americano y no de deficiencias por parte de China. Sólo cuando ensamblamos todas las piezas podemos ver la verdadera imagen de cualquier gobierno, corporación o evento.

Los medios de comunicación y las autoridades chinas acusaron a los ejecutivos de Coca-Cola de arrogancia al tratar los problemas de contaminación masiva de sus bebidas. Algunos pensaron que la acusación podría haber sido un poco fuerte, pero cuando nos enteramos de que los ejecutivos de Coca-Cola amenazaron condemandar al gobierno de la India si no detenía inmediatamente los informes de que losproductos de Coca-Cola estaban inundados de pesticidas, ahora entendemos algo que no sabíamos antes. Cuando un gobierno local de Florida publicó anuncios afirmando que el agua del grifo local era “más barata, más pura y más segura que el agua embotellada”, Nestlé amenazó inmediatamente con demandar al gobierno. Cuando el gobierno del Reino Unido hizo declaraciones públicas sobre que Starbucks no pagaba impuestos, los ejecutivos de la empresa exigieron una reunión inmediata con el Primer Ministro Cameron para indicarle que mantuviera la boca cerrada.

Cuando las autoridades gubernamentales enviaron cartas a todas las empresas de productos de consumo para asistir a una importante reunión sobre las políticas de garantía en China, los ejecutivos de Apple devolvieron las cartas sin abrir.

Cuando nos enteramos de estos hechos y muchos más como ellos, ahora tenemos un mejor contexto para evaluar a las empresas extranjeras en China. En un artículo sobre el cambio de los valores culturales, escribí que los americanos están en una misión de búsqueda y destrucción para sobrescribir la herencia cultural de China y reemplazarla con los llamados “valores” americanos como preludio a la colonización efectiva y al control del gobierno. Visto de forma aislada, esa preocupación puede parecer muy exagerada, pero cuando nos enteramos de que los americanos han hecho precisamente eso en Filipinas, Vietnam, Indonesia y muchas otras naciones, entonces tenemos el contexto para ver un patrón, y de repente la preocupación ya no es una exageración.

La Mentira Debe Parar

Cuando Pfizer se vio obligada a pagar 2.300 millones de dólares para liquidar cargos civiles y penales, el mayor acuerdo por fraude en la atención sanitaria y la mayor multa penal de cualquier tipo, Amy Schulman, asesora jurídica de Pfizer, lo encubrió diciendo que los empleados de Pfizer “pasan sus vidas dedicados a llevar medicamentos verdaderamente importantes a los pacientes y a los médicos de manera apropiada”. Cuando AstraZeneca se declaró culpable de los cargos de delito grave en uno de sus fraudes masivos en la atención sanitaria y se vio obligada a pagar cientos de millones en multas, un portavoz dijo que la empresa “se adhiere a altos estándares éticos en la industria farmacéutica, y no tolera ninguna conducta ilegal o poco ética”. Después de que la policía china descubriera pruebas de 15 años de “soborno masivo y sistemático” y otros delitos de GSK, los ejecutivos de la empresa declararon: “Tenemos cero tolerancia para el comportamiento no ético”, afirmando además que habían investigado sus negocios en China y “no encontraron pruebas de soborno o corrupción”, mientras pagaban miles de millones de dólares en multas en los EE.UU. y otros países por precisamente los mismos delitos al mismo tiempo. Cuando se comprobó que la cámara D600 de Nikon era fatalmente defectuosa,
y que todas las unidades se habían sustituido en Occidente pero que se les había denegado su sustitución y reparación a los clientes de China, la empresa declaró con toda claridad que Nikon “proporciona a los clientes chinos un servicio mundial normalizado y de alta calidad”. Cuando un cliente pagó 20.000 dólares por una pieza defectuosa y rota de equipaje LV, la compañía se negó a reemplazarla, alegando “Ofrecemos a todos los clientes (en todo el mundo) el mismo servicio estandarizado”. Inmediatamente antes de reemplazar las 400.000 transmisiones defectuosas que importaron a sabiendas a China, los ejecutivos de Volkswagen negaron cualquier defecto en sus coches, alegando que cualquier problema era culpa de los conductores. Cuando los Hoteles Marriott fueron sorprendidos interfiriendo los puntos de acceso Wi-Fi de los clientes para obligarlos a pagar precios escandalosos por usar la red Wi-Fi del hotel, los ejecutivos de Marriott afirmaron que no estaban interfiriendo en nada, sino que estaban protegiendo a los huéspedes del hotel de “puntos de acceso inalámbricos deshonestos y del robo de identidad”.

Después de que dos personas murieran por envenenamiento con pesticidas en sus bebidas Minute Maid, y otras se enfermaron gravemente por envenenamiento con mercurio, los directivos de Coca-Cola insistieron en que todos sus productos eran “completamente seguros para beber”. Después de que miles de bebedores de Coca-Cola en Europa sufrieran la rotura de sus glóbulos rojos por beber bebidas contaminadas, un ejecutivo de Coca-Cola declaró: “Puede que te haga sentir enfermo, pero no es dañino”. Después de que se descubriera que  la OSI americana y su filial de Husi estaban llevando a cabo la mayor operación de alimentos contaminados de la historia de China, Yang Liqun, de Husi, le dijo a los medios de comunicación “Husi tiene un estricto sistema de control de calidad”. Cuando las madres se quejaron de que sus bebés se ponían “violentamente enfermos” después de beber la leche infantil de Nestlé, los ejecutivos de la empresa declararon que “no hay nada malo en nuestra leche” y que todos los productos de Nestlé eran “absolutamente seguros”. Al cerrar sus tiendas después de repetidos descubrimientos de fraudes masivos y organizados al consumidor, Wal-Mart colocó carteles en sus tiendas que decían “operando con credibilidad e integridad y salvaguardando los intereses de los clientes”.

Con esta ya común avalancha de mentiras directas emitidas automáticamente por los departamentos de relaciones públicas de todas las multinacionales (pero especialmente las americanas), me parece que se ha cruzado la línea. Cuando un departamento de salud del gobierno declara que la Coca-Cola no es segura para beber porque contiene niveles excesivos de pesticidas tóxicos, cloro y otros químicos, esa declaración es definitiva. Cuando un ejecutivo de Coca-Cola niega rotundamente en los medios de comunicación que sus bebidas contengan plaguicidas y afirma además que son perfectamente seguras para beber, esas declaraciones constituyen una publicidad falsa y un fraude criminal al consumidor y deben ser tratadas en consecuencia. Si esas mismas declaraciones se publican en un anuncio, se deberían imponer enormes multas por publicidad fraudulenta y temeridad criminal. Lo mismo debería ocurrir cuando esas declaraciones se hacen verbalmente a los medios de comunicación, especialmente teniendo en cuenta que tienen un alcance público mucho mayor y es probable que el público las crea más  que a los anuncios de televisión. Cada vez que una empresa multinacional es sorprendida en una actividad delictiva, sus ejecutivos se dirigen a los medios de comunicación con su amplia exposición pública, y mienten. Nunca se les pide que rindan cuentas porque la declaración se le atribuye a la empresa, pero esas declaraciones falsas no fueron hechas por una “empresa”, sino por una persona real que debe ser identificada y a la que hay que pedir cuentas. No hay ninguna justificación para el anonimato concedido a estos ejecutivos de empresa que escapan al castigo por los escandalosos actos de fraude al consumidor. La mentira debe cesar.

Tenemos el mismo problema con los periodistas extranjeros tanto dentro como fuera de China. La cobertura es invariablemente unilateral, a menudo omitiendo detalles cruciales que llevan a los lectores a conclusiones muy diferentes y generalmente muy incorrectas. Los artículos son a menudo escandalosamente deshonestos, y demasiado a menudo acribillados con mentiras descaradas. Cuando GSK fue multada y sus ejecutivos condenados por soborno y fraude sistemático, los periodistas occidentales se refirieron sólo a “alegaciones” o “acusaciones”, dando a entender claramente que no existía ninguna prueba. Andrew Browne, del WSJ, escribió un artículo lamentando la desaparición de Google en China, quejándose de la tragedia de las empresas chinas nacionales “que dominan un mercado de Internet de 400 millones de usuarios”, olvidándose de señalar que Google, una empresa americana, “domina” el mercado americano. Podemos preguntarnos razonablemente por qué está bien que un motor de búsqueda americano domine el mercado americano, pero no está bien que un motor de búsqueda chino domine el mercado chino. Browne también se quejó de que los fabricantes americanos de turbinas eólicas y paneles solares “han sido excluidos de los grandes proyectos de energía renovable” en China, pero no mencionó que los fabricantes chinos de turbinas eólicas y paneles solares han sido excluidos completamente del mercado americano. En un artículo sobre Wal-Mart traté el retrato imperdonablemente deshonesto de John Bussey
(de nuevo del WSJ) sobre las actividades de Wal-Mart en China. El New York Times, el Wall Street Journal, el Washington Post, la CNN, el Financial Times, el Economist, el London Telegraph, el National Post de Canadá y muchos otros medios de comunicación de derechas actúan exactamente de la misma manera, sesgando el contexto y eliminando detalles esenciales con el único y evidente propósito de calumniar a China.

El Wall Street Journal es quizás el peor de ellos en cuanto a frecuencia de artículos sesgados y calumniosos, pero ninguno de los medios de comunicación occidentales es digno de confianza y la mayoría de sus periodistas mienten en una medida asombrosa. En 2013, el WSJ publicó un artículo que para entonces se había convertido en una plantilla que se ha seguido al menos cientos y muy
posiblemente miles de veces desde entonces. El artículo se titulaba, “China usa el miedo a los lácteos para ayudar a las empresas nacionales”, por lo que ya se puede ver a dónde va esto. Cualquier empresa extranjera, pero especialmente americana, que sea criticada en China por cualquier cosa, es automáticamente un cordero de sacrificio utilizado por China para mejorar el desarrollo o la competitividad de las empresas chinas nacionales. Cuando GSK fue acusada de fraude y soborno masivo, los medios de comunicación occidentales retrataron a GSK como inocente y pura como la nieve artificial, siendo injustamente atacada sólo para ayudar a las compañías farmacéuticas chinas. Cuando VW fue acusada de instalar fraudulentamente cientos de miles de transmisiones defectuosas en sus coches, los medios de comunicación declararon que la intención de China era aumentar la cuota de mercado de las marcas nacionales mediante la destrucción de Volkswagen. Cuando Coca-Cola se vio obligada a destruir un par de cientos de miles de cajas de bebidas contaminadas con cloro y plaguicidas, los medios de comunicación occidentales lo presentaron como una acción cínica para potenciar las marcas locales dañando irreparablemente a la empresa americana. Cuando Apple fue criticada en el CCTV de China por sus políticas ilegales y racistas de servicios y garantías, los medios occidentales atribuyeron esto a que el gobierno le daba a Xiaomi “un poco de empuje en el mercado”. En otro caso, según el WSJ, las marcas extranjeras de productos de leche para bebés retiradas y destruidas no estaban realmente contaminadas con bacterias mortales, pero aunque lo estuvieran, la retirada se ordenó sólo para aumentar la cuota de mercado de las marcas nacionales. Y por supuesto, las decenas de millones de dólares pagados por esas mismas empresas extranjeras por conspiración y fijación de precios no eran más que acusaciones injustas contra empresas occidentales inocentes, a pesar de que ya habían participado en esas prácticas ilegales en muchos países extranjeros.

Otro patrón similar ocurre cuando el público chino se indigna por el comportamiento criminal de una multinacional americana en China, como ocurrió con Apple, Coca-Cola y P&G entre otros. En estos casos,
según los periodistas occidentales, las autoridades tomaron medidas contra estas empresas no por su comportamiento criminal sino porque el gobierno estaba aterrorizado de que los disturbios civiles pudieran “desafiar la legitimidad” del gobierno de China. Dado que 1.500 millones de chinos consideran que su gobierno es perfectamente legítimo, el punto es discutible, pero la impresión implantada deliberadamente en las mentes de los lectores occidentales es muy diferente a la realidad.

Otro patrón es el insultante menosprecio a los medios de comunicación chinos al informar sobre cualquier historia negativa sobre las empresas americanas o el gobierno de los Estados Unidos, refiriéndose a cada periódico o canal de televisión como “portavoz del Partido Comunista”, empañando cada informe de noticias chino con sucios matices políticos que nunca se justifican, ya que los medios de comunicación chinos nunca participan en artículos de opinión políticamente sesgados y disfrazados de noticias, como se hace en los medios de comunicación occidentales. En los Estados Unidos, cuando el NYT o el WSJ informan que General Motors ha retirado del mercado otro millón de automóviles defectuosos, la historia simplemente presenta los hechos, sin desdeñar los comentarios políticos. Pero cuando los medios de comunicación chinos informan sobre la retirada de los coches de GM, los periodistas del NYT y del WSJ afirman que “el portavoz del partido comunista” está perjudicando injustamente a una marca americana para ayudar a los fabricantes nacionales. Y sin embargo, son el NYT y el WSJ los que son en términos reales los principales “portavoces” del Departamento de Estado de los Estados Unidos y del capitalismo criminal estadounidense. Es preocupante que estos medios occidentales puedan reclutar chinos nativos para participar en estos fraudes ideológicos, personas como Pi Xiaoqing en Beijing, que contribuyen con artículos basura sobre su propio país. Tal vez preferiría emigrar a los EE.UU. donde podría impulsar su propia “imagen deslustrada”.

Los informes de los periodistas extranjeros sobre China son con tanta frecuencia lo suficientemente deshonestos y calumniosos como para que puedan ser objeto de cargos penales, y casi ninguno de sus contenidos puede resistir el escrutinio. He identificado algunos de estos artículos y expuesto la falta de integridad de los periodistas, pero probablemente sin éxito. La mayoría de nosotros nos sentiríamos humillados si se nos reprochara públicamente y se nos expusiera este tipo de conducta deshonrosa deliberada, pero estos periodistas extranjeros no se avergüenzan ni se abochornan, en cambio parecen orgullosos de su inteligencia. Ciertamente, son insensibles a la deshonra. Pero tal vez no tenga mucho sentido seguir con esto. Casi todos los columnistas que escriben para los medios occidentales encajan en este molde, y de todos los artículos de los medios que he seguido y leído, mi conclusión es que casi todos los periodistas americanos son congénitamente incapaces de decir la verdad. Tengo en preparación un volumen entero sobre los medios de comunicación occidentales, que contendrá cientos de ejemplos de “voceros de los medios de comunicación” occidentales que engañan a sus públicos con una sorprendente variedad de historias falsas y engañosas. Incluirá una discusión de los reporteros y columnistas que escribieron esas historias, especialmente los del Club de Corresponsales Extranjeros de Beijing, un verdadero tsunami de voceros cuya única credencial aparente sería un pase en Ideología 101. Y de hecho muchos corresponsales extranjeros de calidad confiarán en que un pre-requisito para tal posición es una saludable dosis de ‘Anti-China’ para que sus artículos sean moralmente aceptables para los lectores occidentales. Uno de estos periodistas de una red francesa confesó que “Si te sientes demasiado cómodo trabajando en China, te rotarán para cubrir otra región”. El mensaje es claro: si estás en China y escribes sobre China, tu tarea no está relacionada con el periodismo y la cobertura de noticias, sino que se trata principalmente de encontrar los sesgos políticos negativos que ponen a China en una mala situación. Si no puedes encontrar una historia, fabrica una.

Por último, muchos columnistas de los medios de comunicación occidentales tomaron nota de lo que parecían ser ciudadanos chinos que publicaban comentarios en Weibo o WeChat, que apoyaban a Apple y a otras empresas americanas y criticaban o incluso condenaban a la CCTV, a las autoridades gubernamentales de China y a la propia China. Pero la verdad es que pocos de esos posts, si es que alguno, eran realmente chinos, lo más probable es que los posts se hicieran desde la sede de la CIA en Langley, Virginia, no desde Changsha o Shenzhen.

Esa gente utiliza lo que se denomina “títeres de calcetín”, un software que permite la creación de múltiples personas falsas para poblar los medios sociales en Internet. Un número ilimitado de personas virtuales puede ser creado por sólo unos pocos individuos reales, dando a estos organismos gubernamentales el poder de crear la ilusión de consenso público. El programa informático es sumamente detallado y proporciona amplios antecedentes a esas personas ficticias, lo que permite que un solo humano asuma la identidad de tantas personas falsas como desee y haga que parezcan estar realmente en un determinado lugar físico o incluso que asistan a un evento real. Controlan la dirección IP, lo que hace imposible detectar que una sola persona esté en un lugar orquestando toda esa actividad. El manual del programa decía: “Hay una variedad de trucos de medios sociales que podemos usar para añadir un nivel de realismo a todas las personas ficticias“. El contrato requiere “servidores privados virtuales” ubicados dentro y fuera de los EE.UU., para dar información falsa sobre la ubicación, y también requiere lo que llama “mezcla de tráfico”, mezclando el uso de Internet de los controladores de personas con el del público en general, de manera que ofrece “una excelente cobertura y una poderosa posibilidad de negarlo”. Muchos organismos gubernamentales americanos han obtenido y están utilizando este “software de gestión de personas” para manipular a la opinión pública
sobre cuestiones clave en los Estados Unidos. Las agencias gubernamentales inundan regularmente los medios sociales de los EE.UU. con personas falsas que hacen falsas publicaciones en apoyo de las posiciones del gobierno y desacreditan a los críticos con el gobierno de los EE.UU.

Esta es la propaganda pro-gobierno usada para manejar la percepción pública y matar el activismo político. Se llama “contramensaje” y se ha utilizado durante años, especialmente por el
ejército de EE.UU. El Pentágono no ha guardado ningún secreto sobre sus actividades en la promulgación de “propaganda negra”, que significa difundir mentiras a sabiendas para engañar y desinformar al público con el fin de sofocar la disidencia política. En su creciente temor al activismo político, el gobierno de los Estados Unidos ha calificado a Internet como un “caldo de cultivo para los terroristas nacionales”, y parece incluir en esta categoría a cualquiera que cuestione la versión de los hechos del gobierno. El Gobierno de los Estados Unidos también ha utilizado estas herramientas de los medios sociales en campañas de desprestigio contra periodistas y otras personas destacadas que critican la política del gobierno de los Estados Unidos, hasta el punto de crear cuentas falsas de Facebook y Twitter a sus nombres que contienen mensajes falsos destinados a causar daños personales, e incluso ha creado sitios web y páginas de Wikipedia falsos que pretenden pertenecer a un individuo, todo ello con el fin de desacreditar a los “disidentes”. Esta es una práctica habitual en los Estados Unidos de América, la “cuna de todas las libertades”, el nido de la “libertad de expresión”, y la única nación del mundo que “atesora a los disidentes”. Y esa narrativa mítica es todo basura. Como leerán más tarde, el gobierno de los Estados Unidos está tan aterrorizado por los disturbios civiles internos que el Departamento de Seguridad Nacional ha construido y dotado de personal a más de 800 campos de internamiento, todos ellos vacíos y a la espera de otra protesta de “Ocupa Wall Street”, o la próxima revolución americana.

Menciono esto porque estas “marionetas de calcetín” son ahora de uso generalizado por el ejército de los EE.UU. y las agencias de inteligencia de todo el mundo como parte de un programa masivo para manipular activamente y dirigir la opinión pública en muchos países, por lo general con la intención de incitar a disturbios civiles y a la revolución. Debido a ello, el uso de los medios sociales chinos por los americanos ha aumentado exponencialmente en los últimos años, en los que ahora vemos cuentas en Weibo y Weixin (Wechat) que fingen contener mensajes de ciudadanos chinos, pero que en muchos casos son claramente cuentas falsas operadas por no chinos y casi con toda seguridad de origen americano. Cuando la red de CCTV de China revela problemas con productos americanos como los iPhone de Apple o los cosméticos SK-II de P&G, inmediatamente vemos publicaciones condenando a la red o al gobierno por criticar cualquier cosa americana. Cuando se reveló que Apple había estado cobrando a los clientes chinos el 50% del precio de compra por la reparación de un iPhone defectuoso que aún estaba en garantía, vimos mensajes defendiendo incondicionalmente la práctica, mientras que afirmaban que la CCTV debería gastar su tiempo preocupándose por los precios de la vivienda en lugar del coste de reparación de los teléfonos móviles. No necesitamos mucha sabiduría para darnos cuenta de que estos mensajes no son auténticos; los propietarios chinos de productos Apple se indignaron ampliamente con las políticas de garantía, lo que se evidenció en la caída inmediata de las ventas de Apple en un 35% y en la caída de los productos de la compañía del primero al sexto lugar en sólo unos meses. Y en cualquier caso, nadie elogia a una compañía por cobrarles una enorme cantidad por una reparación estando en garantía que por ley deben realizarse de forma gratuita.

McDonald’s fue una de las compañías cubiertas en el informe del Día del Consumidor de CCTV, y una vez más hizo lo que la mayoría de las
compañías americanas hacen cuando son atacadas en China, tuvieron títeres de calcetín (personas falsas) que publicaron defensas en Weibo y Weixin, e incluso comenzaron un movimiento llamado “Yo creo en McDonald’s y no en CCTV”, y pidiendo a todos los ciudadanos en línea “usar su voz para apoyar a McDonald’s”. Pero fueron demasiado lejos y se hizo bastante obvio que el llamado “apoyo” fue fabricado. Las falsas publicaciones se hicieron tan numerosas y obvias que McDonald’s tuvo que negar públicamente su participación en el escándalo, aunque también era evidente que las publicaciones en Internet habían sido organizadas por McDonald’s o por la agencia de publicidad de la empresa y no eran en absoluto espontáneas. Vimos lo mismo con los escándalos relacionados con el pollo químico de KFC, los títeres de calcetín americanos hacen todo lo posible por proteger a las empresas americanas, generalmente publicando desde los EE.UU. con nombres falsos, uno de ellos se hace llamar Chi Boxiong, publicando en Weibo con el comentario: “Hablando con sinceridad, la calidad de KFC es mejor que en cualquier otro lugar”.

Estos posts de “títeres de calcetín” son muy a menudo políticos, con casi ningún límite en su aplicación. En septiembre de 2016, el lanzamiento de uno de los satélites de observación de China pareció haber sufrido un fallo, dejando a los americanos extraordinariamente curiosos en cuanto a la mecánica de ese fallo, si es que realmente fue un fallo. Sin embargo, no se publicó ninguna información al respecto, por lo que el Wall Street Journal publicó inmediatamente un artículo en el que se afirmaba que muchos “ciudadanos chinos” estaban “molestos”, “irritados” y resentidos por esa falta de información, afirmando que “las noticias se propagaban constantemente por las redes social chinas”, publicaciones que supuestamente eran hechas por chinos del continente, acusando al Gobierno y a los medios de comunicación de “censura descarada e hipocresía”, falta de “profesionalidad”, y que los “departamentos de propaganda” no eran francos sobre los fallos. Pero una vez más, sólo tenemos que usar la cabeza para saber que los posts no pueden ser genuinos. China ha tenido un éxito notable con sus lanzamientos de satélites, pero los fracasos en los lanzamientos son un riesgo normal para todos los países y no son especialmente raros. Pero esto no fue como enviar a un hombre a la luna o algún otro evento de este tipo que involucre el orgullo nacional y capture la atención de una nación. Los satélites de observación y comunicación se lanzan regularmente sin publicidad y sólo son de interés para quienes los lanzan, no habiendo personas cuerdas en ninguna nación que tengan la motivación de estar tan enojadas como para acusar a su gobierno de censura e hipocresía por no molestarse en proporcionar información detallada sobre las causas técnicas del simple lanzamiento fallido de un satélite. Fueron los americanos quienes quisieron saber lo que pasó, y esa fue su manera de acosar a China mientras intentaban engañar a los chinos para que creyeran que sus propios ciudadanos se estaban volviendo contra su gobierno por su “secreto oficial”.

•La Última Fuente

Un resultado importante de la programación ideológica política y religiosa americana es la marcada intolerancia, y de hecho elPero o desprecio por todos los demás pueblos y culturas, debido enteramente a su racismo cristiano supremacista, que es inherente a la ideología americana en un grado escandaloso. Los americanos son,
y siempre han sido, repugnantemente y sin disculpas, racistas. Un artículo de Al-Jazeera escribió que la religión y el racismo son rasgos tan completamente naturales en el paisaje americano que incluso notarlos sería como notar el aire que se respira. Los americanos individualmente, sus líderes gubernamentales y sus medios de comunicación, están tan empapados de la supremacía colonial blanca que presentan un aluvión diario de comentarios negativos sobre China y otras naciones para burlarse, ridiculizar y condenar las actitudes o prácticas culturales que entran en conflicto con su propia narrativa político-religiosa. Es su versión peculiarmente retorcida del cristianismo evangélico la que produjo la abrumadora convicción en los americanos de que eran especiales, más cercanos a su Creador que cualquier otro ser vivo. Como escribió un autor,

“Para entender a los americanos, primero debemos entender que ellos creen que son “buenos”. No buenos en el sentido de que se comporten de acuerdo con la idea abstracta del bien (que de hecho no lo hacen), sino que son la encarnación del bien, el bien encarnado… su efecto en la mente americana significa que, por definición, todo lo que hacen los americanos es “bueno”, y que siempre que los americanos cristianos eligen hacer algo, por muy intrínsecamente malo que sea, sus acciones siguen siendo moralmente justas. Además, los americanos no sólo creen que son buenos, sino que cualquier persona que no se adhiera a su marco de ideas religiosas, políticas o comerciales es primitivo o una aberración, y no sólo es “malo”, sino probablemente “malvado”.”

Por supuesto que están locos, pero esto es América. Estas convicciones religiosas patológicamente retorcidas están tan profundamente programadas en los individuos americanos que nunca podrían ser extraídas, con la evidencia de su superioridad moral dada por Dios exhibiéndose en lugares a veces sorprendentes.

Un americano, que trabajaba como geólogo para una empresa china, se quejó de que su director de exploración le dijo que no era asunto suyo saber cuántas personas murieron en la Revolución Cultural. Su reacción fue de incredulidad y de ofensa, y de ser víctima de un gran error moral. Dijo que se sentía “como un Judas Iscariote”, un despreciable traidor a su Dios y a su religión, por no forzar el asunto con su gerente. Pero si cuestiono a mi gerente americano sobre cuánta gente torturó su gobierno hasta la muerte en Guantánamo, me diría que me calle, que me meta en mis asuntos y que haga mi trabajo. Pero no es así para los americanos, porque empapados en el racismo supremacista de su retorcido cristianismo, no sólo tienen el derecho sino también la santa obligación de desafiar a otras naciones
por cualquier error real o imaginario, cargando a cada americano con la misión que Dios les ha encomendado de asegurar que todos los individuos de todos los demás países les confiesen personalmente sus errores. Después de todo, son americanos.

Es esta misma bondad moralmente superior la que produce la avalancha de artículos que atacan a China por parte de los medios de comunicación de los EE.UU. y de los periodistas americanos residentes en China. Sus tergiversaciones de la verdad son necesarias para hacer el bien. Cuando escriben sus artículos deshonestos y engañosos sobre China, lo justifican porque son “buenos” y están castigando a un pecador que “no es bueno”. A veces, para hacer la santa obra de Dios es necesario decir mentiras feroces sobre la gente pero, como soy bueno y actúo sólo para hacer el bien, mi dios lo aprobará. El tonto mito del Excepcionalismo Americano proviene de la misma fuente: los americanos, al ser buenos, tienen un mandato natural de su dios para influenciar, controlar y determinar el destino del mundo. Y si eligen hacer esto con el cañón de un arma, ya sabemos que Dios y las armas son una combinación natural y bendita. Los incontables millones de muertes, los cientos de millones de inocentes que viven en la miseria infernal por la participación americana, son, por definición, el resultado de hacer el “bien”. Los horrores, el racismo, la miseria y la pobreza, fueron todas cosas buenas hechas por gente buena haciendo el bien. Para ver todo esto apropiadamente, sólo debemos adoptar la profunda creencia de que los americanos, y sólo los americanos, son “buenos”. Dios no quiere que sus “excepcionales” hijos se involucren con paganos pecadores. Esto puede parecer injusto, pero ¿quiénes somos nosotros para cuestionar la voluntad de Dios? Para resumir todo lo anterior en una frase, los americanos han sido destinados por su dios  convertir o matar a cualquier cosa que sea diferente a ellos. 

Cuando insertas en esta ecuación la patológica avaricia que subyace a la forma occidental de capitalismo desenfrenado, entiendes algo ahora sobre América.

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Larry Romanoff es consultor de gestión y empresario jubilado. Ha ocupado cargos ejecutivos de alto nivel en empresas de consultoría internacionales y ha sido propietario de un negocio de importación y exportación internacional. Ha sido profesor visitante en la Universidad Fudan de Shanghai, presentando estudios de casos en asuntos internacionales a las clasessuperiores del EMBA. El Sr. Romanoff vive en Shanghai y actualmente está escribiendo una serie de diez libros relacionados generalmente con China y Occidente. Sus escritos se han traducido a más de 20 idiomas y están disponibles en más de 100 sitios web en idiomas extranjeros en todo el mundo.  Se puede contactar con él en: 2186604556@qq.com

Larry Romanoff es uno de los autores que contribuyen a la nueva antología COVID-19 de Cynthia McKinney “When China Sneezes (Cuando China Estornuda)”.

Copyright © Larry Romanoff, Moon of Shanghai, 2020

Traducción: PEC 

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