Rusia: doscientos años puesta en el camino de la creación del “gobierno mundial”. Capítulo 1

por Andrey Fursov. Traducción de la Asociación Cultural Rusófila “Vesta”, por Larisa Vasenina. En sitio web Vesta 

Desde la Asociación rusa “VESTA os queremos presentar una obra bajo nombre “El frío viento de Este de la primavera rusa” del historiador ruso Andrey Fursov.

Primer capítulo

Vivimos en tiempos de guerra, por partida doble. Con la agresión de la OTAN contra Yugoslavia, o más bien contra los serbios, comenzó una guerra caliente permanente, que fue el resultado de la destrucción de la URSS: Afganistán, Iraq, Libia, Siria. Al mismo tiempo, junto con la guerra caliente se desarrolló otra forma de guerra fría -la guerra organizativa. Su objetivo principal es destruir las estructuras de organización de la sociedad (estructuras de gobierno), desde las estructuras sociales y financieras hasta las estructuras de conciencia y conocimiento (cognición), es decir, las estructuras de la psicósfera. Esta esfera se convierte gradualmente en el principal teatro de acción de la guerra organizativa, la cual a su vez en la psicsfera se convierte en una guerra psicohistórica.

La guerra psicohistórica tiene un efecto definido, dirigido a largo plazo en la conciencia y la subconsciencia (puntos de vista, ideales, identidad, memoria histórica, emociones, etc.) de un grupo en particular, por lo general, la élite intelectual y política de una sociedad determinada (o en esta sociedad en general) con el fin de llevar a cabo la recodificación de clase y/o civilización, imponiéndole unos objetivos, tareas, ideales, visiones del mundo, etc… ajenos, como propios. El objetivo es simple: suprimir la voluntad de resistir y expropiar la sociedad en su conjunto (recursos, territorio, material humano), utilizando activamente lo que los especialistas del Club de Roma llaman “la inconsciencia de lo que está sucediendo”.

En la guerra psicohistórica (guerra organizativa en la psicosfera) hay varios niveles: informativo, conceptual y metafísico (semántico). La guerra informativa en un sentido estricto son las acciones a nivel de los hechos, su falsificación, la distorsión en cierta manera. La dimensión conceptual de la guerra psicohistórica afecta, como su nombre indica claramente, en la interpretación conceptual de los hechos, es decir, se desarrolla en el ámbito de la transición de las generalizaciones empíricas a las teóricas. La guerra metafísica es un nivel superior de la guerra organizativa en la psicosfera, principalmente es la guerra de los sentidos (significados, razones); la victoria física sin la victoria metafísica, en la esfera semántica es imposible.

Un ejemplo concreto es la versión de los eventos de Katyn. El nivel de información de la acción psicohistórica: nos convencen (a través de falsificaciones factográficas burdas, que se destruyen con la formulación de preguntas elementales) de que los polacos fueron fusilados por el NKVD soviético. Luego, la transición al nivel conceptual: disparó, porque el NKVD es un elemento del “sangriento régimen de Stalin”, y toda la historia de la URSS es una manifestación del totalitarismo; aquí cuelgan la imagen, el “sangriento régimen estalinista”, y el concepto de “totalitarismo”, y el término en sí debe empujar el objeto de esta información agresiva para igualar el “estalinismo ” con el “nazismo”. Debe decirse que las imágenes en la guerra psicoistórica son extremadamente importantes.

Por último, la metafísica: el totalitarismo se deriva supuestamente del paradigma de la historia rusa, de toda su experiencia, de su significado, que por lo tanto, están sujetos a cambios. Después de todo, no es de extrañar que uno de los principales demonios de los tiempos de Gorbachev, mirando desde el otro lado del océano, dijo que la reconstrucción, perestroika, no sólo rompe la URSS y el comunismo, sino también el paradigma milenario de la historia rusa. Esta es la acción del arma orgánica, y su aplicación en la “esfera física”, y antes de la “física” fue precedida por tal en la metafísica. La destrucción de las estructuras del poder y financiero-económicas de la URSS fue precedida por la destrucción de los significados y valores de la sociedad Soviética, el órgpogromo (orgderrota) de la psicósfera. Al mismo tiempo, los principales golpes fueron producidos en la factografía (descripción de los hechos), conceptos y metafísica de la historia: apuntaban contra el comunismo, pero golpeaban a Rusia y los rusos; apuntaban contra el presente y pasado cercano (“estalinismo”), pero en realidad golpeaban el pasado en general, el todo conjunto civilizado histórico y por lo tanto el futuro.

El objetivo de la guerra psicohistórica es destruir la organización de la psicósfera del adversario, plantándolo en un flujo de información falsa, introduciendo sus conceptos a su personalidad en el espacio y el tiempo, privándolo de sus propios significados y valores e imponiéndole otros ajenos y destructivos que paralizan la voluntad de luchar. La dirección más importante de la guerra psicohistórica es la historia. La batalla por la historia es, de hecho, la batalla principal de orgguerra en la psicósfera, ya que socava esta última a la vez en varias direcciones, incluyendo golpes por la psíquica en la memoria histórica (a los eventos más importantes, a las figuras más significativas e icónicas de historia de un país determinado se echa un flujo de suciedad, por ejemplo, a nuestra Victoria en la Gran Guerra Patria, a la gloria militar, a las personas particulares, sobre todo Stalin, el esquema de “mito de Gagarin”, etc.), a la identidad, a los valores tradicionales para una civilización dada.

La Gran Guerra Patria y la victoria en ella es el punto central de la historia Soviética. Es un valor incondicional, un vínculo absoluto que une a las personas no solo en Rusia, sino también en las extensiones de los pueblos exsovieticos e incluso más allá. Y es natural que sea la guerra y la victoria las que se convierten en el objetivo principal de la guerra psicohistórica. A la Gran guerra Patriótica, los detritos de la ciencia la renombran “nazi-comunista”, o añaden la definición “así llamada”. Otros, siguiendo al traidor Rezun (un “escritor” que vive y escribe sus “obras” en Inglaterra) tratan de demostrar que Stalin se estaba preparando para atacar a Alemania, pero Hitler lo superó por dos o tres semanas. Los terceros tratan de demostrar que la URSS tiene la misma responsabilidad en el estallido de la Segunda Guerra Mundial como el Tercer Reich, argumentando por el hecho del “pacto Ribbentrop-Molotov” (así lo prefieren llamar el tratado Soviético-Alemán de 1939). Esta es la posición de una serie de investigadores occidentales, principalmente anglo-estadounidenses y alemanes (si en este caso se pueden llamar investigadores; más bien se trata de propagandistas, soldados y oficiales de la orgguerra por la historia), así como sus lacayos de la “Quinta Columna” (colaboracionistas) de un cierto segmento de la ciencia en la Federación Rusa.

A menudo, los propagandistas de tales puntos de vista comienzan a discutir en detalles o, peor aún, a justificarse. Después de todo, ambos esquemas -el “plan” de Stalin para atacar primero a Hitler y, supuestamente, la responsabilidad equivalente de Alemania y la URSS por el estallido de la Segunda Guerra Mundial- se apartan de un ataque ofensivo elemental en el nivel más bajo de la guerra psicohistórica –la información, lo que permite implementar la ofensiva a nivel conceptual y metafísico.

En los próximos cinco años nos esperan una gran cantidad de fechas memorables de la historia rusa y mundial: en 2014 – 100 años desde el comienzo de la Primera Guerra Mundial; 2015 – 200 años desde el final de las guerras napoleónicas y el establecimiento del “sistema de Viena”; 2016 – 25 años desde el momento de la destrucción de la URSS; 2017 – 100 años de la Revolución de Octubre y 200 años desde el nacimiento de Marx. No cabe duda de que estas fechas y sus acontecimientos, las tendencias y personas detrás de ellas darán lugar a un mayor despliegue de la guerra psicohistórica contra Rusia. Improvisando un poco, se puede imaginar, por ejemplo, una edición de un libro dedicado al tema “Rusia: guerra mundial y revolución”. El objetivo es demostrar que Rusia no ha desempeñado un papel importante en la guerra. El dinero será otorgado por fondos occidentales “científicos”. 90% de los autores – son científicos occidentales, 10% – representantes de la “ciencia compradora” de la Federación Rusa, “los hijos de las subvenciones”, son principalmente especialistas estrechos que no optan por la gran narrative y generalización (esto es -el monopolio de los maestros-patrocinadores). Bueno, y será “santificado” todo esto por un consejo de redacción de funcionarios “titulados”, que no se molesten en aceptar premios del extranjero para proteger sus intereses en nuestra ciencia. Lo mismo se puede imaginar sobre el papel de la URSS en la Segunda Guerra Mundial.

Una de las líneas del “juego de descenso” en la evaluación del papel y el significado de la Gran Guerra Patria puede ser la oposición de la Primera Guerra Mundial como “la primera alemana” – “la segunda alemana”. Los primeros síntomas de esta oposición ya aparecen. Dos guerras- dos alemanas, dos mundiales. Las dos jugaron un gran papel en la historia. A su vez en su historia, Rusia desempeñó un papel enorme y decisivo, sin importar cómo se llamaba (Imperio Ruso, URSS…). El próximo año se celebrará el siglo del comienzo de la Primera Guerra Mundial, y sobre ella se escribe mucho ya, incluso nosotros. Recuerdan a los héroes de esta guerra, el curso de las operaciones de combate, la época. La memoria histórica se restaura y eso es, por supuesto, bueno. Lo que no es bueno es otra cosa: es evidente que ha nacido una tendencia de la oposición de la Primera Guerra Mundial a la Gran Guerra Patria. Se desarrolla en el contexto de la oposición del Imperio Ruso, como algo positivo, a la Unión Soviética, como algo negativo.

Hoy se puede decir con certeza: el intento de glorificar el movimiento blanco, utilizando una variedad de “héroes” como una órgarma contra el período rojo de nuestra historia, fracasó. Es más que probable, bajo los lemas de la restauración de la “justicia histórica” sobre la Primera Guerra Mundial, que se tratará de usarla como órgarma antisoviético, al menos igualándola en importancia histórica con la Gran Guerra Patriótica.

Y será una gran mentira. Para Rusia, la historia rusa y mundial, el valor de estas dos guerras es incomparable.

En 1914, Guillermo II y los alemanes no planteaban, a diferencia de Hitler, la tarea de eliminar a los rusos de la historia -la exterminación física de una mitad de los rusos y culturalmente-psicológico-otro. Lo que estaba en juego en la Gran Guerra Patriótica era inconmensurablemente e incomparablemente más alto que en 1914 – el ser o no ser de Rusia y los rusos en general, y por lo tanto, no puede haber ninguna comparación entre las dos  guerras, con todo el respeto por la memoria de los caídos en la Primera Guerra Mundial. Además las hazañas de los soldados rusos en los campos de batallas de la Primera Guerra Mundial no eran tanto por el interés de Rusia, como por los bolsillos de los banqueros anglo-americanos y franceses, porque la autocracia de Nicolás II estaba totalmente endeudada. Eso es en primer lugar.

En segundo lugar, la primera alemana para Rusia terminó con la derrota y la desintegración del estado. De la Gran Guerra Patriótica la URSS salió no sólo como vencedora, sino como una de las dos superpotencias: en base a esta victoria la URSS duró medio siglo, incluso la Federación de Rusia existe gracias a este hecho, el cual no han logrado destruir hasta ahora.

En tercer lugar, las dos guerras son ilustraciones claras de que en un caso (Imperio ruso) teníamos una sociedad enferma, mientras que en el otro (URSS) era una sociedad sana. En cuanto que en 1915-1916 desapareció el antiguo cuerpo de oficiales, el ejército colapsó, y junto a ella, el estado autocrático. No se encontró a nadie para sustituir a los oficiales como personificadores del tipo modal del individuo (solamente es necesario un 7-8% de la población). En 1941, un cuerpo de oficiales de antes de la guerra fue derribado, colapsando el ejército y perdiendo millones de prisioneros. Pero después de unos meses, otro cuerpo de oficiales recién creado, con otro ejército derrotó a la werhmacht en Moscú, luego siguió Stalingrado, Kursk y la bandera roja sobre Reichstag. Esto se debe a que en la década de 1930 se creó el mismo tipo modal de personalidad, un hombre soviético que salió victorioso en la guerra, firmando en el Reichstag.

El tema de las diferencias fundamentales se puede continuar durante mucho tiempo, pero no vale la pena hacerlo en esta obra. Aquí tiene sentido decir otra cosa: una importante lección de la Primera Guerra Mundial.

Esa guerra fue perdida por la autocracia oligárquica y corrupta que convirtió a Rusia en un apéndice de materias primas económicamente dependiente de Occidente, con una soberanía marcadamente limitada. En la aguda situación de entonces, el “comandante” – el zar – fue derrocado por la oligarquía (constituida por los príncipes, generales y burguesía) con la ayuda de los británicos; es decir, representantes de 200-300 familias que gobernaron (como les parecía) Rusia. Objetivamente, la oligarquía jugó el papel de la “quinta columna” y la Historia, con las manos de los bolcheviques (con una parte de ellos predispuestos al imperialismo) y los militares del Estado Mayor General, la expulsaron del país. Al explicar las razones del éxito de la URSS en la Segunda Guerra Mundial, Churchill observó que, a diferencia de, por ejemplo, la propia Francia, en la URSS, en la víspera de la guerra, la “quinta columna” fue liquidada. Y con los agentes de inteligencia no se mantuvo la ceremonia, actuando “de acuerdo con las leyes en tiempos de guerra y las reglas de conducta en la zona cercana al frente”.

El hecho de que este tipo de menosprecio tenga lugar, que se desarrollará y en la víspera de fechas redondas (por ejemplo, el 70 aniversario de la Victoria) será especialmente fuerte, no hay duda.

La historia de las guerras mundiales muestra: que los sistemas oligárquicos-familiares no tienen la oportunidad de vencer. Sí, ellos destronan a los “jefes principales” con la esperanza de pagar sus cabezas, para prolongar su “picnic” en la historia. En vano: van tras sus “jefes”. La Primera Guerra Mundial lo ha demostrado con toda claridad, pero la gente no cambia. Esta lección de la Primera Guerra Mundial, en contraste con la lección de triunfo de la Segunda Guerra Mundial, así como la memoria sagrada de nuestros caídos en ambas guerras, debemos recordar, rindiendo homenaje a nuestros héroes de la Primera Guerra Mundial y no permitir que cualquiera pueda menospreciar la importancia de los héroes de la Gran Guerra Patria y la Victoria – NUESTRA Victoria – en ella.

La moraleja de todo lo anterior: en la guerra psicohistórica en general y en la informativa en particular, especialmente en una esfera como la historia, es que no se debe esperar hasta que el enemigo ataque, hay que asestar el golpe primero. Necesitamos nuestras obras sobre la historia de los acontecimientos, cuyos aniversarios se acercan, sobre la historia de Rusia y, necesariamente, por la historia de Occidente, con la cual y a favor de la cual se compara a Rusia. Al mismo tiempo, en el transcurso de la comparación, hacen sobresalir lo negativo de Rusia, y luego simplemente se le atribuye algo que en la realidad no existía, y de Occidente están retocando las manchas oscuras. Aquí debe decirse que la capacidad de tabular los temas desagradables para Occidente y las páginas criminales de su historia es un rasgo característico de la cultura occidental, incluyendo la ciencia. No se puede no estar de acuerdo con el historiador Inglés D. Liven, quien en su trabajo: “Imperio: El Imperio ruso y sus oponentes” (edición inglesa – año 2000) notó que en la historia moderna comparativa y la politología prevalecen, convertida en el dogma, “una extraña versión anglo-estadounidense de la auto-magnificación-autobombo (self-congratulation), escrito en una manera alemana”.

Occidente, sobre todo su núcleo anglosajón, se ha convertido en su mismo, único, histórico “YO”, en una medida universal, al que se evalúan todos los demás. Los anglosajones se permiten hacer cualquier truco, como “Rey” y “Duque” en las “Aventuras de Huckleberry Finn”, destacando cualquier falsificación. Nuestra tarea y deber es llevar nuestra propia línea en la psicósfera. Por lo tanto, debemos escribir no sólo nuestra historia, sino también la historia de Occidente (y Oriente, por supuesto) sin retoques. Necesitamos una ofensiva sistemática, bien verificada estratégicamente en el campo de las “batallas por la historia”, (Lucien Febvre), por el pasado –sobre todo el nuestro, per también por el extranjero. Esta es la condición necesaria para la victoria en la batalla por el futuro. A su vez, la escritura de la historia de Occidente, Rusia y el mundo en general como una condición –el imperativo de la victoria rusa en la guerra psicohistórica, requiere una interpretación teórica de la historia de Occidente, Rusia, el mundo, como sistemas. Como se aplicó a los últimos siglos, esto significa el desarrollo creativo de los problemas del capitalismo y el comunismo real (es decir, el sistema soviético). Al mismo tiempo, el análisis y la teoría del capitalismo como sistema son, ante todo, el análisis del gobierno supranacional (gobierno global), cuyo sujeto es la columna vertebral del sistema capitalista – organizado en las estructuras cerradas de la coordinación y gestión  global (“LOGIAS”, “CLUBES”, “COMITES”, etc.) que es la parte superior de la clase capitalista mundial. Esta élite gobernante, predominantemente anglosajona, busca convertir en funciones de capital todo lo fundamentalmente no capitalista y suprimir todo lo diferente del protestantismo. En este sentido, Rusia es el triple enemigo de estas estructuras: la experiencia Ortodoxa, la experiencia Comunista, la Gran Potencia, doscientos años puesta en el camino de la creación del “gobierno mundial”.

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