por Jorge Luis Ubertalli Ombrelli (01-03-2019)
Ayer, 28 de febrero, se produjo la segunda y última reunión entre el Presidente de la RPD de Corea, Kim Jong Un, y el Presidente de EE.UU., Donald Trump. En la cual, tal como se informó, no se llegó a ningún acuerdo. La prudencia de los voceros de la RPD de Corea, calificando la reunión como positiva y en perspectivas para otras más fructíferas, reflejan de cuerpo entero la voluntad de paz y relaciones equilibradas con EE.UU. por parte de su gobierno, el Partido del Trabajo de Corea (PTC), el Ejército Popular de Corea (EPC) e instituciones del Poder Popular y pueblo todo.
Pero…claro…la voluntad de paz de los coreanos se dá de narices con la voluntad de presionar y provocar a la RPDC por parte del país del Norte de América. Mientras las delegaciones se acercaban para ultimar detalles de la reunión del 27 y 28 de febrero, tres días antes atracaba en la base naval de Pusan, del Sur de Corea bajo el cartel de “intercambio, cooperación y fomento de amistad”, el buque insignia de la Séptima Flota norteamericana, Blue Ridge, portando helicópteros y casi 800 soldados y oficiales para, junto a otros elementos técnicos y humanos yanquis y sudcoreanos, dar inicio a principios de marzo a los ejercicios militares Key Resolve, organizados para agredir a la RPD de Corea. Según el diario Rodong Sinmun, órgano del PTC, transcripto por la Agencia Coreana de Noticias (ACNC) en internet, del 25 de febrero, se resaltaba que hace tres años que este buque no entraba en puerto surcoreano. Y se agregaba:
”Se conoció que ya entraron en el Sur de Corea una parte de los efectivos de refuerzo norteamericanos que participarán en los ejercicios militares conjuntos Key Resolve previstos para principios de marzo.
Se escuchan también los reportes de prensa surcoreana de que están en marcha los trámites de esa maniobra, incluyendo el despliegue de efectivos y la revisión del plan de entrenamiento acorde a la fecha de inicio del simulacro.
El aumento armamentista y las maniobras bélicas en el Sur de Corea contravienen totalmente a la corriente de relaciones RPDC-EE.UU., que dieron el primer paso significativo, y de vínculos íntercoreanos.”
Pero esto no es todo. Acorde con este doble rasero psicopático made in USA ( que en la jerga policial argentina se denomina Benitín y Eneas, ergo, policía bueno que habla con el detenido en forma amable mientras el malo lo provoca, insulta y muestra el garrote y desenfunda su pistola), los ultraderechistas sudcoreanos y japoneses le siguen perverso juego. En el marco de la conmemoración del 1 de marzo de 1919, cuando las hordas de ocupación del Japón colonial a Corea devastaban, frente a una manifestación independentista, una ciudad coreana y asesinaban a 100.000 habitantes, unos días antes, alrededor del 22 de febrero, en el departamento japonés de Shimane, se realizó un acto por el “Día de Takeshima”, al cual las autoridades japonesas enviaron a las personalidades de alto rango para asegurar el derecho de apoderamiento del islote Tok, birlado a Corea.
En sintonía, “algunos diputados a la “asamblea nacional” del Partido Corea Libre y teóricos derechistas tergiversaban la sublevación de Kwanju de 1980, echando culpas ajenas en cuanto al Levantamiento Popular, llevado a cabo en Corea del Sur por las masas hastiadas de la dictadura de Chun Doo Hwan, calificándo a este como “héroe”, al igual que el fascismo local -insertado en el gobierno de Macri- reivindica a los genocidas que asolaron la Argentina durante la dictadura cívico-militar (1976/1983), las altas figuras del partido amparan a los conservadores ultraderechistas diciendo que “se puede explicar la historia de diferentes maneras” -sostiene la agencia Coreana de Noticias el mismo 28 de febrero, último día de la reunión Kim Jong Un-Trump en Hanoi, Vietnam.
Así las cosas, y en vista de lo que ocurre, se hace imposible llegar a un acuerdo justo con los yanquis: O se levantan las sanciones y se firma definitivamente la Paz entre EE.UU. y la RPDC, o no hay acuerdo posible.
Y para que quede claro. En 1994, la RPDC, en vida de Kim Il Sung y luego de Kim Jong Il, neutralizó el reactor nuclear de Yongbyon como contrapartida a los reactores de agua liviana que EE.UU. construiría en el 2003 en el país. Lo único que construyeron los yanquis, ante las dilaciones y demoras y con el cambio de gobierno, fueron intrigas, agresiones y provocaciones. Que obligaron a la RPDC a construir el arma nuclear, reaseguro infalible de su existencia hasta hoy. Aunque la RPDC ponga toda la prudencia y las buenas intenciones del mundo para lograr un acuerdo definitivo con EE.UU., con las presiones de éste y sus “aliados” es imposible acordar. “Son incompatibles el diálogo y el entrenamiento de guerra, la paz y la hostilidad militar y la mejora de relaciones y la presión militar” -sostiene Rodong Sinmun en la nota del 25 de enero.
Si Trump, el pueblo norteamericano y quien sea quieren realmente un Acuerdo de Paz con la RPD de Corea, tendrán que neutralizar y deshacerse de los señores de la muerte y la guerra de su país y poner en vereda a sus “aliados” que emulan a los fabricantes de cadáveres.
No hay otra salida.
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