El arte de la guerra. La columna editada por Manlio Dinucci. 20.4.21
El ministro de Asuntos Exteriores, Di Maio, y el ministro de Defensa, Guerini, han sido convocados de urgencia a la sede de la OTAN en Bruselas para una reunión extraordinaria del Consejo del Atlántico Norte el 15 de abril: el mismo día en que el presidente Biden firmó en Washington la “Orden Ejecutiva contra las actividades exteriores perjudiciales del gobierno ruso”.
La Orden no sólo decreta expulsiones de diplomáticos y sanciones económicas, como informaron los medios de comunicación. “Si Rusia continúa o intensifica sus acciones internacionales desestabilizadoras”, afirma la Orden, “Estados Unidos impondrá costes que tendrán un impacto estratégico en Rusia”. Precisamente para preparar el “impacto estratégico”, es decir, una intensificación de la escalada político-militar contra Rusia, se convocó el Consejo del Atlántico Norte a nivel de los ministros de Asuntos Exteriores y de Defensa de los 30 países de la OTAN, presidido formalmente por el Secretario General Stoltenberg, de facto por el Secretario de Estado estadounidense Blinken y el Secretario de Defensa estadounidense Austin.
El Consejo del Atlántico Norte -el órgano político de la Alianza que, según las normas de la OTAN, no decide por mayoría sino siempre “por unanimidad y de común acuerdo”, es decir, de acuerdo con lo que se decide en Washington- aprobó inmediatamente y por unanimidad una “Declaración de solidaridad con Estados Unidos sobre las acciones, anunciadas el 15 de abril, para responder a las actividades desestabilizadoras de Rusia”. A continuación, enumera, con las mismas palabras que la Orden Ejecutiva de Biden, los cargos contra Rusia: “Comportamiento desestabilizador y provocador, violación de la integridad territorial de Ucrania y Georgia, injerencia en las elecciones de Estados Unidos y de los Aliados, amplia campaña de desinformación, uso de gas nervioso contra Navalny, apoyo a los ataques contra las fuerzas de Estados Unidos/OTAN en Afganistán, violación de los acuerdos de no proliferación y desarme”.
Sobre la validez de estas acusaciones, basta con considerar, una por una, esta última: para acusar a Rusia de violar los acuerdos de no proliferación y desarme están los Estados Unidos, que siempre han violado el Tratado de No Proliferación, desplegando armas nucleares en Italia y otros países europeos, y han roto el Tratado Inf reabriendo el camino para la instalación de nuevos misiles nucleares en Europa.
La escalada no es sólo verbal. La víspera del Consejo del Atlántico Norte, el Ejército estadounidense en Europa anunció que, al tener que recibir dos nuevas unidades operativas en los próximos meses, conservará en Alemania tres bases que debería haber devuelto al gobierno alemán. Al día siguiente del Consejo del Atlántico Norte, Estados Unidos anunció un acuerdo con Noruega que le permite tener 4 bases aéreas y navales en la frontera con Rusia. Mientras tanto, el destructor estadounidense Arleigh Burke regresó a Europa, tras haber sido sometido a una modernización que “aumentó el alcance y la capacidad de su armamento”. El Arleigh Burke es uno de los cuatro lanzadores de misiles de despliegue avanzado de la Sexta Flota que, bajo las órdenes del Mando de las Fuerzas Navales de Estados Unidos en Europa (con sede en Nápoles-Capodichino), operan principalmente en los mares Báltico y Negro.
Estos buques están equipados con lanzadores verticales Mk 41 de Lockheed Martin, capaces de lanzar (según las especificaciones técnicas oficiales) “misiles para todas las misiones: antiaéreas, antibuque y de ataque contra objetivos terrestres”. Este último, incluido el misil Tomahawk, puede estar armado con una ojiva convencional o nuclear. Al no poder saberlo, Rusia supone que los misiles de ataque nuclear están a bordo de estos barcos en las proximidades de su territorio. Mientras Londres anuncia el próximo envío de una unidad de lanzamiento de misiles al Mar Negro, Moscú anuncia que, del 24 de abril al 31 de octubre, no se permitirá el paso de buques de guerra extranjeros por las aguas territoriales rusas en tres zonas del Mar Negro.
La situación se volverá aún más tensa cuando, el próximo verano, tenga lugar en el Mar Negro el ejercicio Sea Breeze de Estados Unidos y Ucrania, en el que también participarán otros países de la OTAN, con más de 30 buques, apoyados por aviones, helicópteros y drones.
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