Tomado de: Katehon Foto: Katehon
Autor: Andrew Korybko
Salió a superficie un video donde Erdogán presume acerca de que el propósito de la operación militar de Turquía en el norte de Siria ha sido siempre para avanzar por la senda del cambio de régimen, causando pánico en los medios de comunicación alternativos y sociales que tanto el Presidente Putin como el Líder Supremo Iraní fueran endemoniadamente engañados por el astuto Erdogán y cayeran en la trampa -cual “Caballo de Troya”- a través de los reacercamientos de Turquía con ambos países. La narrativa reaccionaria tiene un predecible “¡Te lo dije!”, que defiende hasta el punto de “celebrar” lo que el sultán acaba de proclamar, a pesar de que esto sea supuestamente una “prueba” de que Moscú y Teherán fueran tan lamentablemente incompetentes que tampoco pudieran ver una amenaza a su aliado de Damasco cuando la tuvieron delante todo este tiempo.
Las intenciones de aquellos que esparcen esta narrativa varían ampliamente, y no es propósito del autor especular sobre lo que está detrás de tal alegre regocijo ahora que su terrible “predicción” anti-siria -supuestamente- ha tenido lugar. En cambio, es mucho más constructivo examinar lo que está mal con esta narrativa y demostrar categóricamente cuán realmente falsa es, con la esperanza tangencial de que esta sólida refutación permitirá que los observadores objetivos identifiquen las personalidades de los medios de comunicación sociales y alternativos que se han precipitado en todo este episodio e inadvertidamente pueden haber revelado sus verdaderas preferencias en consecuencia.
Antes de proceder, el lector debería recordar que la relación trilateral entre Rusia, Turquía, e Irán ha sido endeble desde el mismo principio, debido principalmente al hecho de que ha sido históricamente sin precedentes hasta los primeros esfuerzos que fueron hechos en la formación del tripartito este verano (y sobre lo que el autor ha escrito desde entonces en una serie de artículos largos para Katehon). Siempre hay una posibilidad de que Erdogán sea realmente tan nefasto como la mayoría de sus detractores más virulentos afirman que es, y que una traición a Rusia e Irán pueda ser ciertamente inminente, pero por ahora al menos, eso no ha ocurrido, y aquí está el por qué.
A pesar de todas sus diferencias políticas sobre el destino del presidente electo y legítimamente electo, Assad, Rusia e Irán han estado en la misma página que Turquía sobre todo lo demás desde el fracasado intento de golpe pro-americano de este verano. Los presidentes Putin y Erdogán ya tuvieron dos encuentros en persona y varias llamadas telefónicas, el proyecto ‘Balkan Stream’ está de nuevo en línea, y ha sido tomada la decisión de normalizar relaciones comerciales una vez más. En muchos sentidos, es casi como si el trágico derribo en noviembre de 2015 del caza antiterrorista ruso sobre Siria no hubiera ocurrido, o en todo caso, que las relaciones entre ambos lados sean ahora más fuertes como resultado de haber superado ese periodo de desafío histórico con tensiones bilaterales de alto nivel. El martirio del piloto ruso asesinado a traición nunca será olvidado, pero de manera optimista parece como si el sacrificio del teniente coronel Oleg Peshkov esté sirviendo como piedra angular para un intento por ambos lados para liderar una nueva era en sus relaciones de grandes potencias.
En cuanto a Irán, la República Islámica nunca ha sido más cercana a Turquía de lo que es hoy. El ministro de exteriores, Mohammad Zarif, recordó al mundo en varias ocasiones que su gobierno fue el primero en apoyar a Erdogán durante el desastroso intento golpista, un hecho del que Teherán está evidentemente muy orgullosa de repetir. Las exclamaciones públicas de Irán de apoyo a lo que Zarif en una ocasión incluso denominó como “democracia turca”, llegan a pesar de los cientos de mártires iraníes que se encuentran con sus funestos finales en manos de terroristas respaldados por Turquía en Siria, demostrando cuán serio debe ser Teherán sobre sus iniciativas de amistad hacia Ankara, pues está dispuesta a moverse más allá de sus propios sacrificios físicos, que son literalmente cientos de veces más numerosos que los de Rusia. Parte de lo que está motivando a Irán es que prevé conectar -algún día- su yacimiento gasístico ‘North Pars’ con la UE por medio de una extensión del conducto energético ‘TAP’ (‘Trans Adriatic Pipeline’, en inglés) que algún día transitará a través de Turquía, y la otra razón que la empuja en la dirección del acercamiento estratégico con Turquía es que para que ambas grandes potencias coordinen sus campañas contra los terroristas kurdos transfronterizos, el PKK anti-Ankara, y el Partido Democrático Kurdo de Irán (PDKI) anti-Teherán, respectivamente.
La coincidencia más fuerte de las características estratégicas compartidas entre Rusia e Irán con relación a Turquía es que Moscú y Teherán fueron muy receptivas a las señales pre-golpe de Ankara sobre el distanciamiento de ésta respecto a los EEUU por el apoyo de Washington al YPG, y en consecuencia, el recalibrado completo de su política hacia Siria.
A pesar de todos los beneficios resultantes anteriormente mencionados que Rusia e Irán aspiran recibir de sus nuevas políticas hacia Turquía, es el alejamiento de Ankara respecto al EEUU unipolar y el movimiento hacia el Orden Mundial Euroasiático multipolar lo que más importa, particularmente porque puede facilitar la salvación de su querido aliado sirio.
Necesita repetirse una y otra vez que el apoyo de Rusia e Irán para Siria es firme e innegociable, y que ninguna cantidad de acuerdos por conductos energéticos o cooperación antiterrorista puede usarse para “comprarles”, ya que sus políticas complementarias hacia Damasco están movidas por principios geoestratégicos concretos que funcionan hacia sus auto-intereses supremos. Nada puede anular los hechos geopolíticos inmutables que apuntalan sus compromisos para con Siria, lo cual es el motivo por el que cualquiera que alegue que alguno de esos países “se haya vendido”, o bien no tiene una madurez suficiente para entender la situación y comentar públicamente sobre ella, o bien quizá puede tener motivos ulteriores más profundos dependiendo de su talla profesional.
Los proponentes de la teoría de la “claudicación” o “engaño” apuntan a la operación militar de Turquía en el norte de Siria como evidencia o bien de la ingenua incompetencia de Rusia e Irán en asuntos exteriores por haber sido engañados por Erdogán al estar de acuerdo con él, o bien, cual pistola humeante que muestra que ambos traicionaron a Damasco de manera escandalosa. Nada de esto es cierto, como yo argumenté en mis dos artículos previos en Katehon sobre “Turquía cruza a Siria: ¿Conspiración unipolar o coordinación multipolar?” y “Turkey In Syria, The FSA, And The Upcoming Quarrel Over Syria’s Constitution”, que deberían ser revisados si el lector no lo ha hecho ya, para tener el punto esencial de los argumentos del autor apropósito de esta compleja operación. El principal punto que está siendo propuesto es que Rusia e Irán, como protectores leales de Siria, no permitirían que Turquía “invadiera” Siria convencionalmente si esto era ciertamente la intención de Erdogán, y que todos estos lados relacionados probablemente han alcanzado algún tipo de acuerdo sobre esto de antemano, aunque están obligados por la fuerte opinión pública interior a decir oficialmente lo opuesto. Siempre está la oportunidad de que Turquía sobrepase deliberadamente sus fronteras predeterminadas o traicione totalmente a sus nuevos “socios” (y esto fue tratado en uno de los artículos), pero como fue escrito antes, esto no ocurrió aún.
Los observadores deberían evaluar la situación circundante a la operación militar de Turquía en el norte de Siria de un modo tan emocionalmente desconectado como sea posible. La óptica de la operación evoca sentimientos muy fuertes entre aquellos que verdaderamente que Turquía no trama nada bueno y está haciendo todo lo posible para aprovecharse de la “ingenuidad” de Rusia e Irán, apuntando a las repetidas declaraciones públicas de Siria que condenan las acciones de Erdogán. Sin embargo, observando más cuidadosamente lo que está ocurriendo, empieza a estar claro que las fuerzas convencionales de Turquía están más dedicadas a una campaña de “Encabezar desde atrás” para apoyar a sus proxis aliados del ELS, en busca de los complicados acuerdos políticos multilaterales post-daesh (véase el artículo anteriormente mencionado sobre la constitución de Siria). Erdogán obviamente está indeciso en cuanto a comprometer demasiadas fuerzas para el norte de Siria y preferiría que los actores no-estatales aliados de su gobierno hicieran la mayor parte de los combates si pueden ayudarlo (aparte de las foto-operaciones escenificadas y otros trucos de relaciones públicas).
Si él realmente tenía intención de “invadir” Siria con el propósito de “derribar a Assad”, debería ser obvio para todos los observadores no-sesgados que el segundo ejército más grande de la OTAN probablemente habría desplegado muchas más fuerzas de las que actualmente ha desplegado. Para una “invasión de cambio de régimen”, si uno toma a Erdogán por sus palabras, la invasión turca en el norte de Siria es de un miserable bajo rendimiento y solamente “ha tenido éxito” en capturar un puñado de ciudades del YPG y del daesh (el último de los cuales en su mayoría acabaron por mezclarse con “población civil” y/o afeitaron sus barbas y se unieron al ELS).
Tras menos de un cuarto de año desde que empezó, Turquía no tiene nada sustancial para mostrar por sus esfuerzos para “derrocar a Assad”, ni incluso sería posible que lo hubiera intentado verdaderamente porque Rusia e Irán se habrían movilizado para detener a Turquía junto con el Ejército Árabe Sirio (y lo harán si se ven obligados a ello).
Esto pone en cuestión todo el propósito del reciente alarde “pro-cambio de régimen” de Erdogán, dado que está demostrado que él no fue claramente serio en cuanto a llevar a cabo ese nuevo objetivo. Es más, cuando envió las primeras tropas al norte de Siria, Erdogán dijo que esto era por razones “anti-terroristas” para impedir que el YPG formase un ‘Estado canalla’ junto a la frontera sur de Turquía, y hasta la fecha el gobierno turco había mantenido en firme esta postura. Erdogán públicamente cambió su opinión sobre esto, sin embargo, para promover algunos otros objetivos, ninguno de los cuales está apuntado realmente al “derrocamiento” del presidente Assad.
En cualquier caso, lo primero que puede ser discutido es que él quiere fortalecer a la opinión pública con antelación al próximo referéndum constitucional que su gobierno está planeando para una mayor centralización del control presidencial sobre el país. Juzgando por las últimas elecciones, Erdogán sabe que necesita el apoyo de los nacionalistas del MHP para que su propuesta se apruebe, de ahí la razón por la que está sacando provecho de ellos al cambiar la retórica tras la razón por la que Turquía está en el norte de Siria. La siguiente razón está estrechamente relacionada con la primera y se relaciona con el sorprendente progreso que el Ejército Árabe Sirio y sus aliados de las milicias patrióticas han hecho al liberar gran parte de Alepo oriental. Erdogán está forzado a reaccionar a este desarrollo de ‘cambio de juego’, y dado que cualquier acción sustancial en la dirección del “cambio de régimen” podría conducir a una devastadora respuesta de la coalición trilateral desde Siria, Irán y Rusia, él se quedó únicamente con palabras vacías para gritarlas en un intento poco convincente de “salvar las apariencias”. Finalmente, la última razón principal tras el motivo por el cual Erdogán está readaptando ahora de repente la operación turca en el norte de Siria de ser una misión “anti-terrorista” a una de “cambio de régimen” es porque quiere congeniar con el “lado bueno” del presidente electo Trump, al mostrar que Erdogán no ha “abandonado” completamente a occidente (ni tampoco jamás lo hará), a pesar de revelarse recientemente que Erdogán habló con Rusia y Kazajistán sobre la perspectiva de la membresía turca en la OCS.
Para cerrar, las incendiarias palabras de Erdogán sobre el despliegue de tropas turcas en Siria para “derrocar” al presidente Assad -como la mayoría de lo que dice- no deberían tomarse al pie de la letra, sino en cambio, deberían verse por lo que son, que es justo el último ejemplo de una larga muestra de decir cualquier cosa que él encuentre que sea momentáneamente conveniente para su agenda determinada (normalmente no revelada).
Más que obsesionarse con cada palabra que pronuncia y caer por el “sesgo de confirmación” que mucha gente tiene, los observadores deberían ser realistas y mirar a las acciones de Turquía, tanto en Siria como respecto a sus socios del tripartito (Rusia e Irán), para tener una imagen más precisa de lo que realmente está ocurriendo. En última instancia, no obstante, muchos individuos necesitan superar sus grandes “sesgo de confirmación”, con el que están intentando encontrar “pruebas” en cualquier cosa sin preocuparse de que pueda ser que Rusia e Irán o bien tengan liderazgos “criminalmente incompetentes” y/o hayan “vendido” a su aliado leal.
Si estas personas siguen siendo coherentes con su obvia indirecta, entonces uno debería estar inclinado a creer que Rusia e Irán “permitieron” que Turquía “invadiese” el norte de Siria con el propósito del “cambio de régimen” a cambio de acuerdos para conductos energéticos y la cooperación anti-terrorista, y que ellos han estado “conspirando” con Turquía durante un cuarto de año, desde que comenzara la operación de Erdogán. Esto no es decir que el hombre fuerte turco jamás traicionará a sus nuevos socios, sino que solo es que él no lo ha hecho aún (que es un punto operativo), y sólo porque él engañara a algunos repulsivos comentadores de facebook y de medios alternativos, no significa que él “engañara” al presidente Putin y al Ayatolá, mucho más experimentados.
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