Los primeros muertos de la gestión Almagro

por Redacción Misión Verdad, en Misión Verdad

Desde esta tribuna lo venimos anunciando desde que Luis Almagro activó un nuevo ciclo de presión internacional contra el país, junto a varios países aliados a Estados Unidos y actores de la ultra interna (Voluntad Popular), usando como plataforma a la OEA. Esta estrategia intenta llevar a Venezuela a un peligroso punto de inflexión signado por el caos extremo, en un momento donde también Siria es asediada de forma inédita y se mueven las placas tectónicas de la geopolítica global.

Con el sello de Almagro

Y es que el asedio internacional dirigido a aplicarle la Carta Democrática a Venezuela y un fortísimo cerco internacional no produce ningún efecto por sí solo sin una víctima que la acompañe.

Igualmente, no sirve para nada a las corporaciones mediáticas el relato de “la dictadura”, la supuesta alteración del orden constitucional reseñada en la resolución espuria de 17 países el 3 de abril y “la represión” gubernamental contra protestas para nada pacíficas, sin una muerte altamente mediatizada. De qué otra forma es factible mantener en la parrilla de los medios el carácter excepcional de Venezuela y el forjamiento de su estatus como “Estado forajido”, o cómo es posible seguir alimentando un nuevo empuje desde la OEA y otras instancias hostiles al país.

Que la sangre tenga que correr rápido y para ayer, y sobre todo del lado rentable para quienes promueven el conflicto, describe en lo político cómo la presión extrajera capitaneada por Luis Almagro ha desembocado no sólo en una muerte ampliamente mediatizada, sino en la urgente necesidad de seguir agudizando el caos y la tensión interna. Mientras que en lo mediático se pone de manifiesto el apresurado intento de estremecer a la población vía redes sociales como factor de movilización y violencia callejera. Ambas peligrosas situaciones llevan el sello de Almagro.

El antecedente de esto lo encontramos tres días antes de que se iniciara el plan La Salida de 2014, los principales dirigentes de la ultra buscaban en “el muertico necesario” un disparador de su estrategia violenta, como efectivamente ocurrió. Buscaban en esa primera muerte la gota que derramara el vaso de la tensión, un punto de inflexión estimulado por los medios para lograr la indignación de “las masas” que buscaban movilizar. Igual que ahora.

Voltear la percepción

En el teatro de la guerra informativa, el gran portafolio de medios supeditados a la estrategia de golpe contra Venezuela han enfilado sus baterías con el objetivo de proyectar ante la opinión pública “la represión” del Estado venezolano contra “manifestantes pacíficos”.

Sin embargo, las movilizaciones del martes y jueves han demostrado todo lo contrario: grupos violentos entrenados en tácticas de guerra urbana, y dotados con guantes aislantes, máscaras antigases y objetos contundentes, han asediado fuertemente a los efectivos policiales y militares, además de ocasionar destrozos en el liceo público Gustavo Herrera, ubicado en Chacao. Por sólo hablar de Caracas.

Estas acciones que contradicen lo que en el liderazgo antichavista se evoca como “lucha no violenta” y “protestas pacíficas”, permite ver cómo son los principales beneficiarios políticos de estos hechos de violencia. Factor que en el primer ensayo de revolución de color en 2014 le jugó en contra, pues le otorgó incuestionable razón de ser a la actuación de los cuerpos de seguridad del Estado para impedir que la estela del caos inducido se siguiera propagando.

El asesinato de Jairo Ortiz no puede entenderse como un hecho aislado, sino en la necesidad de voltear la percepción sobre el conflicto, desviar la atención sobre los verdaderos agentes de la violencia callejera y trasladar las responsabilidades de esta y otras muertes al asediado gobierno venezolano, en el mismo marco operativo y narrativo puesto en marcha en 2014.

El objetivo no es otro que deslegitimar la acción de los cuerpos de seguridad y mantener viva la generación de condiciones para el desarrollo de un caos sostenido, razón fundamental de las maniobras de presión extrema de Luis Almagro desde la OEA.

No es para nada descabellado en este punto plantear que este hecho será utilizado por él para amplificar las presiones, buscar apoyos en países no aliados a la estrategia del Departamento de Estado de EEUU y solidificar el cuadro de asedio internacional contra Venezuela.

Es un negocio redondo si se observa desde la lógica comercial de quien vende la muerte como medio y fin político en Venezuela desde la OEA.

¿Bandera falsa?

Aunque el tratamiento del caso ha querido responsabilizar inmediatamente a la GNB, una contradicción pone de manifiesto que muy probablemente el hecho tenga elementos de una operación de bandera falsa.

Bandera falsa consiste básicamente en que uno de los lados en conflicto cometa una acción para responsabilizar al lado contrario. Una nota de Misión Verdad sobre el tema profundiza en sus mecanismos y procedimientos.

Dos notas de voz y estados de Facebook rápidamente viralizados en redes sociales mostraban a supuestos amigos de Jairo Ortiz comentando que durante una protesta en Carrizal, cerca de Los Teques, estado Miranda, un GNB le había disparado en el pecho ocasionando su muerte (enlace para escuchar audio: https://twitter.com/MelanioBar/status/850178185824280576/video/1?utm_source=fb&utm_medium=fb&utm_campaign=johan_hill&utm_content=850184791290990593).

Esta versión de los hechos contradice una publicación del periodista de sucesos Román Camacho, la cual afirma que el joven habría sido impactado por la espalda, del lado de la protesta en la cual participaba, hecho que sugiere que posiblemente fue una acción cometida por grupos violentos financiados por el antichavismo para generar el efecto mediático correspondiente.

A esta contradicción se le suma la urgencia arriba comentada de producir una muerte indignante y estremecedora para extremar las condiciones de caos, como requiere Luis Almagro para dar otro paso más al frente contra Venezuela desde Washington.

Esta semana hemos atestiguado con nitidez cómo este tipo de operaciones de bandera falsa son fundamentales para voltear un escenario de conflicto: un ataque químico contra la población en una localidad de Idleb, Siria, realizado por mercenarios financiados por EEUU y la OTAN (los únicos que en conflicto demostradamente cuentan con este tipo de arsenal), sirvió para justificar ante la opinión pública global una acción militar unilateral de Estados Unidos en la nación árabe, arrojando más de 50 bombas a una base aérea en el este (provincia de Homs), por primera vez en seis años de guerra delegada a terroristas y mercenarios.

Que en Venezuela se aplique este mismo formato para intensificar el conflicto y amplificar sus consecuencias en la vida de la población, forma parte de una estrategia global de los poderes fácticos de EEUU contra sus principales frentes de proyección regional: Venezuela (Latinoamérica) y Siria (Medio Oriente). Un nuevo capítulo (mucho más peligroso) de la guerra global acaba de empezar, y Venezuela, mediante las maniobras delegadas a Almagro, se ubica en una sección sensible de ese organigrama de agresiones a escala mundial.

¿Activado el frente armado del golpe?

El desmantelamiento realizado por el Estado venezolano de planes terroristas que vinculaba a un ex Disip (Eduardo Vetencourt), ex efectivos de la FANB y figuras de la oposición venezolana (Roberto Enríquez y Oswaldo Álvarez Paz, de Copei), narran con claridad el lado más feo de esta agenda: la existencia de planes para fabricar (e ir acumulando) escenarios de estremecimiento colectivo que proyecten una imagen de colapso hacia el extranjero. Buscando con esto otorgarle razones de peso para que la agenda del Departamento de Estado de EEUU, en pro de desconocer al Estado venezolano, construya un punto de no retorno.

El asesinato de Jairo Ortiz evidenciaría, al igual que durante La Salida, la activación de un canal de financiamiento y apoyo logístico a grupos violentos e irregulares para que ejecuten acciones selectivas y en el terreno, como los saqueos programados en Maracaibo y La Isabelica, estado Carabobo, esta semana, o el brutal doble homicidio reportado por El Impulso de una dirigente del Psuv y su esposo en el municipio Jiménez del estado Lara. ¿Debe correr sangre de los dos lados a petición de los dueños de Almagro?

El aumento de la violencia presionada desde afuera haría de marco para que brotes de criminalidad y activación de células paramilitares se adhieran al conflicto político, mientras el frente armado del golpe, o hasta los momentos sus planes más peligrosos, se desactivan.

Es allí donde el fenómeno del paramilitarismo en Venezuela, que tiene su caja chica en el corretaje financiero de las economías negras y paralelas, intensificadas por el bloqueo, el sabotaje a la distribución de alimentos y sus complicidades políticas y empresariales en el fondo, puede adquirir cualidad política. Dinámicas que en su profundidad dibujan la intención de fragmentar el territorio y la vida social de Venezuela, desgarrar su convivencia y consensos mínimos, anexándola a la fuerza a la espiral de lucro de los nuevos patrones de acumulación capitalista global: mercado de armas, de drogas, de recursos minerales y estratégicos, usando como puerta de entrada a Colombia, que tiene todo eso como excedente de exportación.

El desconocimiento del Estado venezolano que plantea Almagro desde la OEA (quien opera a nombre del Departamento de Estado cooptado por Israel y las corporaciones petroleras y financieras que gobiernan el mundo), es sólo la verbalización en la superficie del poder de lo que las consecuencias de la guerra logran mezclar con los nuevos nuevos patrones de acumulación global en Venezuela, para neutralizar al Estado como intermediario e interlocutor entre el desastre del capital y la gente, como los CLAP y el reordenamiento económico interno en marcha, dos baluartes a destronar por la fuerza y, como la violencia, para ayer.

Y esta nocividad en el verbo es también parte del plan global de acción contra Venezuela: reclutar los cuerpos más afectados por la guerra (a nivel psicológico, económico, humano, etc.) y ponerlos a disposición de la agenda del golpe, sea como carne de cañón en una manifestación, como bagazo para ser sacrificado por sicarios o como vanguardia entrenada para chocar con la policía, perpetrar saqueos o ataques contra el chavismo. El fin es el mismo de Siria y Libia, aunque cambie su metódica en Venezuela.

En la prolongación de la guerra se ubican también la prolongación de sus estragos, en busca de que esa circulación descrita para articularlo a un plan de violencia política, sitúe a Venezuela en un esquema narrativo de ingobernabilidad y colapso a escala global, narrado en el terreno y por instancias extranjeras. Todo, en apariencia, bien coordinado.

La ofensiva planetaria de los poderes fácticos de EEUU y las maniobras del Comando Sur

Y es que esta estrategia de tensión diplomática y mediática también va en paralelo a las tácticas de atemorización por parte del aparato de defensa gringo. El Comando Sur de EEUU no sólo ha estado realizando maniobras militares en Centroamérica y Perú (con la excusa de las inundaciones), sino que su jefe, Almirante Kurt Tidd, afirmó ante el Comité de Armas del Senado de EEUU el día de ayer que se encontraba preocupado por que China y Rusia desplazan al Imperio como socio estratégico de Latinoamérica.

Ayer también, repetimos, por primera vez en seis años de conflicto, EEUU interviene directamente en Siria con 56 misiles Tomahawk dirigidos a una base al oeste de Siria (Homs), en apoyo a los mercenarios y terroristas que financiaron desde el principio del conflicto. Hecho que no se hace imposible compararlo con Venezuela, aún manteniendo sus diferencias, debido a que también existe el mismo dispositivo para financiar grupos violentos e irregulares para que cometan actos vandálicos y asesinatos selectivos, buscando por esa vía la entrada a una situación de caos prolongado en el país. Desgastar las cuerdas de la política hasta que no den más. Tratar de resolver el conflicto por vías violentas.

Y de aquí emanan dos claves geopolíticas del crítico momento actual:

1- Venezuela, al igual que Siria, salvando sus diferencias con respecto a las intensidades de sus conflictos, son pilares de sus respectivas regiones (para asaltarlas necesitan derribarlos a ellos primero) y mantenían sólidas relaciones económicas, políticas y financieras con el eje euroasiático en avance; razones fundamentales de las agresiones en paralelo.

2- Los movimientos del Comando Sur de EEUU atizan el argumento de que Venezuela es “un problema regional”, tal cual hicieron contra Libia y Siria, lo cual habla de su apresto operacional en caso de que la violencia agarre niveles incontrolables (lo que le daría sentido al “trabajo” de Almagro el último año y medio) como mecanismo de presión alternativo o paralelo al diplomático y financiero. O todas juntas y revueltas. Ya no importa guardar las formas ni las apariencias.

Estamos en el ojo del huracán de esta ofensiva a escala global. Mientras tanto, el pitazo del Secretario General y compañía desde la OEA es a que corra sangre (más, por favor) antes de que todo se enfríe. Las corporaciones no quieren esperar más. Un botín petrolero, gasífero, comercial y minero gigantesco los tiene ciegos.

 

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