La participación del Eje de la Resistencia en el conflicto de Gaza: Más allá de las meras amenazas

Elijah J Magnier – de outubro de 2023

El actual conflicto entre Israel y Gaza ha captado la atención del mundo. Sin embargo, la implicación del Eje de la Resistencia añade una capa de complejidad a un panorama geopolítico ya de por sí complejo. Mientras Israel despliega su poderío militar y los combatientes palestinos de Gaza demuestran una resistencia inquebrantable, el papel y las intenciones del Eje de la Resistencia siguen siendo objeto de intensa especulación y escrutinio. De hecho, cuando el Presidente del Consejo Ejecutivo de Hezbolá, Hashem Safial-Din, declaró que “Hezbolá no es neutral” en la actual guerra entre Israel y Gaza, se trataba de algo más que una declaración de intenciones. Como uno de los dirigentes de mayor rango de la organización, las palabras de Safial-Din tenían peso y señalaban una implicación directa definitiva de Hezbolá en el conflicto en curso.

Su declaración no significaba que Hezbolá intervendría si Gaza se enfrentaba a una invasión. Por el contrario, confirmaba la participación activa de Hezbolá en los combates. Sin embargo, los detalles de esa participación siguen sin conocerse. ¿Se limitó al lanzamiento de cohetes desde la frontera libanesa o implicó algo más? Esto nos lleva a la cuestión central: ¿Cuál es exactamente la contribución del Eje de la Resistencia al conflicto de Gaza y qué papel ha desempeñado hasta ahora?

Trabajando juntos en la Sala de Operaciones Conjuntas: Frustrar los planes israelíes


Desde el comienzo de la Operación Al-Aqsa Flood, quedó clara la importancia de trabajar juntos en la Sala de Operaciones Conjuntas. Fuera y dentro de Gaza, estos centros de mando y control fueron fundamentales para dirigir la batalla en múltiples frentes, desde las tácticas sobre el terreno hasta la inteligencia y la planificación estratégica.

Este enfoque conjunto fue especialmente evidente en 2021. Israel trató de infligir el máximo número de bajas cuando Hamás se desplegó en túneles para tender emboscadas al ejército israelí en su avance. Actuando con rapidez, la unidad de vigilancia electrónica de la sala de operaciones conjuntas situada fuera de Gaza persuadió a los palestinos para que abandonaran los túneles inmediatamente. Esta oportuna intervención evitó importantes bajas entre los miembros de Hamás y la Yihad Islámica, desbaratando eficazmente la estrategia israelí.

Entre bastidores: La intrincada planificación de Hamás y la Yihad Islámica

Desde el principio, la escala y la precisión de las operaciones llevadas a cabo por Hamás y la Yihad Islámica en Gaza ponen de manifiesto la amplia preparación y el apoyo secretos necesarios. Una campaña de este tipo requiere importantes recursos, estrategia militar, recopilación y actualización de información y previsión de inteligencia. Se trata de ejecutar las operaciones y prever las consecuencias, especialmente las previsibles represalias israelíes.

La meticulosa planificación queda patente en la capacidad de lanzar un ataque masivo contra 20 asentamientos e infiltrarse en 11 bases militares en un radio de 40 kilómetros de la Franja de Gaza. El hecho de que el ejército israelí, famoso por su avanzada vigilancia electrónica, lo consiguiera sin detectarlo pone de relieve la profundidad de la cooperación en materia de inteligencia y la experiencia compartida.

No se trata sólo de una operación militar, sino también de un mensaje estratégico dirigido al público regional e internacional que tendrá consecuencias en los años venideros. La colaboración y la puesta en común de la experiencia acumulada han sido cruciales para gestionar las complejidades de un ataque tan importante y coordinado contra Israel.

El ejército israelí, que ya cuenta con 90.000 oficiales y soldados, ha reforzado sus filas llamando a las reservas, con lo que el total se estima en 400.000 oficiales y soldados. Frente a esta movilización masiva, se esperaba la intervención del “Eje de la Resistencia”. ¿Su estrategia? Dividir al ejército israelí abriendo varios frentes, complicando así los planes militares de Israel.

El ejército israelí se encuentra ahora en la difícil situación de dividir sus vastos recursos entre varios focos potenciales: Gaza, Líbano (posiblemente el más volátil), Siria, Irak y Yemen. Esta dispersión estratégica se hizo aún más crítica después de que los líderes de Ansar Allah, Abdul Malik Badr al-Din al-Houthi, y la resistencia iraquí declararan su disposición a unirse a la refriega.

En un escenario con múltiples frentes, los líderes militares israelíes tienen la tarea de asignar sus fuerzas de forma eficaz. Deben asegurarse de que cada frente está adecuadamente comprometido, manteniendo al mismo tiempo una fuerza de reserva que pueda desplegarse rápidamente para reforzar las zonas más asediadas o reemplazar a las unidades agotadas. La dinámica de este conflicto ha evolucionado, y el ejército israelí se enfrenta ahora a las complejidades de gestionar una guerra en múltiples frentes.

El enfoque israelí de las escaramuzas regionales ha experimentado un marcado cambio. Ya no se contenta con atribuir los ataques contra sus fuerzas, especialmente en el frente norte (la frontera libanesa), a los apoderados de Hezbolá o a facciones palestinas, aunque estos grupos reivindiquen su autoría en los medios de comunicación. En su lugar, Israel ha adoptado un enfoque más directo, tomando represalias contra las posiciones de Hezbolá de forma frontal.

Este cambio de estrategia se debe a la percepción de una erosión del prestigio de Israel. Israel ha optado por una postura más asertiva para evitar dar más muestras de vulnerabilidad o indecisión. Sin embargo, cabe señalar que los actuales enfrentamientos siguen siendo relativamente contenidos. Los enfrentamientos, aunque directos, siguen siendo “dentro de los límites”, restringidos principalmente a las líneas de contacto y sólo se extienden unos pocos kilómetros en el territorio de cada parte.

Hezbolá e Israel: Un calculado juego de ojo por ojo en el frente norte

La estrategia militar de Israel en el frente norte, especialmente en la División Galilea, está evolucionando. El comandante de esta división está enviando señales claras a Hezbolá, planificando meticulosamente cada ataque para transmitir preparación y determinación. El mensaje subyacente es que Israel no sólo está vigilante, sino que tomará represalias proporcionadas, dependiendo de la naturaleza y el resultado de cualquier provocación. Los militares israelíes están lejos de intimidar a Hezbolá, que pretende provocar a Israel para que se produzca un enfrentamiento más amplio. Por eso Hezbolá está haciendo sentir su presencia. El grupo ha movilizado a miles de sus fuerzas de élite Al-Radwan a lo largo de la frontera. Su enfoque es dinámico, y garantiza que no pase un día sin que las posiciones israelíes sean atacadas. Ya sea en el Extremo Oriente, en el Sector Central o en el Oeste, las acciones de Hezbolá recuerdan constantemente a Israel que el grupo está siempre alerta y listo para explotar cualquier vulnerabilidad percibida a lo largo del frente.

La iniciativa y la postura de confrontación de Hezbolá en la frontera israelo-libanesa son destacadas. El grupo inició el primer ataque contra la posición israelí en Radar Hill y ha manifestado abiertamente su papel activo en el conflicto actual. Reconociendo la gravedad de la amenaza, Israel ha reforzado sus defensas a lo largo de la frontera libanesa. La preocupación de los militares israelíes es palpable, ya que creen que Hezbolá podría aprovecharse de cualquier fallo en la seguridad. Existe la sensación de que, si se da la oportunidad, Hezbolá podría romper la frontera libanesa y avanzar hacia los asentamientos israelíes, que han sido evacuados en previsión de una incursión de este tipo.

Israel prevé un escenario en el que las fuerzas de élite de Hezbolá, respaldadas por artillería e infantería, podrían lanzar un ataque en dos frentes, atrapando de hecho a las fuerzas israelíes entre los frentes sur y norte. Sin embargo, a pesar de la tensión palpable, Israel ha mantenido una respuesta contenida en la frontera libanesa. Este enfoque mesurado obedece al deseo de evitar hacer el juego a Hezbolá y agravar aún más la situación.

Tras años de enfrentamientos, ambas partes han desarrollado un profundo conocimiento de las tácticas y estrategias de la otra. Se han convertido en expertos en leer los movimientos del otro, anticipar las reacciones y ajustar sus estrategias en consecuencia. Si Israel reaccionara de forma más agresiva de lo esperado, ambas partes serían muy conscientes de las posibles consecuencias y actuarían con cautela.

Israel busca la intervención internacional en medio de amenazas de múltiples frentes.

Ante la perspectiva de una guerra en varios frentes, Israel se ha dirigido a sus aliados internacionales, entre ellos Estados Unidos, Francia, Qatar y Egipto, instándoles a mediar y disuadir a Hezbolá y otras facciones de una escalada del conflicto. La preocupación subyacente para Israel es su capacidad para hacer frente a amenazas simultáneas desde múltiples direcciones, un reto que podría poner a prueba su capacidad militar.

Sin embargo, la situación dio un giro más complejo cuando intervino el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden. El mensaje de Biden a los países y organizaciones implicados, especialmente Hezbolá, Yemen e Irán, fue claro: abstenerse de seguir implicándose o atenerse a las consecuencias. Pero la advertencia ha tenido el efecto contrario. En una muestra de desafío, el “Eje de la Resistencia” lanzó ataques desde Siria contra los Altos del Golán ocupados e inició otro ataque directo desde Líbano. Pocas horas después de la declaración de Biden, estas acciones enviaron una clara señal a la comunidad internacional: El “Eje de la Resistencia” no se dejaría disuadir ni intimidar fácilmente.

El mensaje del “Eje de la Resistencia” era inequívoco. Creen que el equilibrio de poder y la disuasión sobre el terreno están establecidos y que las amenazas o refuerzos externos, incluso de una superpotencia como Estados Unidos, no cambiarán la dinámica existente. El quid de su postura es que Israel debe aceptar sus pérdidas, dejar de atacar a la población civil de Gaza y comprender que reforzar sus fuerzas con apoyo estadounidense no inclinará necesariamente la balanza a su favor. El desarrollo de los acontecimientos pone de relieve la compleja geopolítica de la región y los retos que plantea la consecución de una paz duradera.

Fuentes bien informadas sugieren que podría ser inminente un ataque con varios drones. Curiosamente, la resistencia iraquí podría reivindicar la autoría de un ataque de este tipo, lo que pondría de relieve la unidad y la coordinación de diversas facciones contra Israel.

La reciente declaración del estado de guerra por parte del gobierno israelí y la consiguiente habilitación de su ejército para actuar contra Gaza como considere oportuno ha acrecentado el temor a una invasión terrestre a gran escala. Una operación de este tipo plantearía muchos problemas a Israel. Gaza, a menudo conocida como la “ciudad de los túneles”, es un campo de batalla complejo. La intrincada red de pasadizos subterráneos, combinada con la enorme mejora de las capacidades de la resistencia palestina, significa que Israel se enfrentaría probablemente a una dura y sangrienta oposición.

El Primer Ministro Benjamin Netanyahu se encuentra en una posición precaria. Aunque existe una inmensa presión para actuar con decisión y restaurar la disuasión de Israel, la posibilidad de que se produzcan importantes bajas israelíes en una operación terrestre es un factor que da que pensar. La amenaza inminente de los ataques de aviones no tripulados, la compleja dinámica de la guerra urbana en Gaza y las ramificaciones internacionales de un conflicto a gran escala pesarán mucho en el proceso de toma de decisiones de Netanyahu en los próximos días.

Estados Unidos, Irán y la dinámica multifrontal del conflicto entre Israel y Gaza

En medio de la escalada del conflicto entre Israel y Gaza, Estados Unidos ha evitado lanzar acusaciones directas contra Irán. Por su parte, Irán ha negado sistemáticamente su implicación en la guerra en curso. Esta postura se ha visto reforzada por las declaraciones del Guardián de la Ley, Sayyed Ali Jamenei, quien subrayó el desinterés de Irán por las negociaciones y afirmó que cualquier debate debería centrarse en Gaza y los palestinos, las principales partes implicadas.

Algunos ven el despliegue del portaaviones USS Ford de 90 aviones en la región como un gesto simbólico más que como un cambio de juego. Para poner las cosas en perspectiva, Israel tiene unos 900 aviones. La eficacia del poder aéreo en la guerra moderna es objeto de debate. Los recientes conflictos en Afganistán, Siria, Irak, Libia y Líbano han demostrado que las fuerzas terrestres suelen resistir a pesar de la importante destrucción que pueden infligir los ataques aéreos. Esta resistencia es evidente en la respuesta de Gaza al conflicto actual, así como en su respuesta a enfrentamientos anteriores en 2014 y 2021.

El Eje de la Resistencia aún tiene que decidir si participa plenamente en la guerra y abre todos los frentes. Tal decisión dependerá de la evolución de la situación y de las acciones de Israel hacia Gaza. Sin embargo, la estrategia parece clara: mantener la presión en varios espectáculos para garantizar que Israel permanezca tensionado y en alerta máxima. Esta táctica pretende agotar al ejército israelí, impedir que se centre únicamente en Gaza y mantenerlo en un perpetuo estado de inseguridad. La estrategia de múltiples frentes subraya la compleja dinámica geopolítica en juego y la intrincada partida de ajedrez que están jugando las potencias regionales.

La postura de Biden y la escalada en Gaza

El aparente apoyo del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha levantado ampollas, especialmente en el actual conflicto de Gaza. Los críticos sostienen que el apoyo de Biden da esencialmente a Israel carta blanca para atacar Gaza (porque no se trata sólo de Hamás), aunque ello provoque una devastación generalizada y un número considerable de víctimas civiles.

Líderes europeos y organismos internacionales han expresado su preocupación, acusando a Israel de violar el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas. Las acciones de Israel, como el corte de suministros esenciales como agua, electricidad, combustible, alimentos y medicinas, han suscitado duras críticas. Además, la descripción despectiva de los palestinos y el cierre de los pasos fronterizos no han hecho sino aumentar la condena mundial.

Sin embargo, estas condenas internacionales parecen haber tenido poco efecto en la determinación de Netanyahu de continuar la campaña militar en Gaza. La escala y la intensidad de las operaciones han llevado a muchos a temer una posible destrucción sistemática o incluso un traslado forzoso de palestinos al Sinaí, una idea que ya habían planteado anteriormente algunos dirigentes israelíes. Tal medida recordaría a la Nakba, el éxodo palestino de 1948, y sin duda tendría un profundo impacto en la región.

En este contexto, el “Eje de la Resistencia” está dispuesto a intensificar su compromiso para impedir cualquier desplazamiento a gran escala de palestinos y contrarrestar el poder militar de Israel. El desarrollo de la situación pone de relieve la compleja dinámica geopolítica de Oriente Próximo y el delicado equilibrio de poder que existe en la zona.

Oriente Próximo está al borde del abismo, y se cierne sobre él la posibilidad de un conflicto más amplio. El “Eje de la Resistencia” está decidido a desafiar el poderío militar de Israel, aprovechando lo que percibe como el momento de vulnerabilidad de Israel. Se cree que, a pesar de su demostración de fuerza, Israel tendrá dificultades para contrarrestar a organizaciones como Hezbolá, incluso con el respaldo de Estados Unidos y su flota naval.

Las recientes acciones israelíes sugieren una nación que se prepara para una gran confrontación. Al lanzar ataques en varios frentes -Gaza, Líbano, Siria e incluso el paso egipcio de Rafah- Israel pretende proyectar fuerza y preparación. Pero bajo la superficie, hay una creciente sensación de desesperación. Israel se está dirigiendo a sus aliados regionales, a los países occidentales y a Estados Unidos en particular, en busca de apoyo en un conflicto que ya se ha cobrado un alto precio: 1.300 palestinos muertos, 6.000 heridos y 265.000 desplazados. En el lado israelí, hay 1200 israelíes muertos y 2500 heridos. Estas cifras aumentan cada hora.

En cambio, los combatientes palestinos de Gaza siguen resistiendo a pesar de soportar un bloqueo paralizante de 17 años. Su resistencia es emblemática de una población que ha soportado décadas de penurias y ahora se levanta contra injusticias de larga data.

Los próximos días son cruciales. Determinarán si la región se sume en una guerra mayor o si prevalece la cabeza fría y la situación no se descontrola. Es mucho lo que está en juego, y el mundo observa con ansiedad, esperando una solución que evite más pérdidas de vidas inocentes.

La intrincada red de alianzas, estrategias e intereses geopolíticos en Oriente Medio ha vuelto a salir a la palestra con el actual conflicto de Gaza. La profunda implicación del “eje de la resistencia” ha puesto de relieve el carácter multidimensional de la contienda, en la que las potencias regionales no son meras espectadoras, sino participantes activas. Las acciones del ejército israelí, combinadas con el espíritu indomable de los combatientes palestinos, subrayan la volatilidad de la situación. A medida que las potencias internacionales se involucran, la posibilidad de que el conflicto se agrave o se desactive pende de un hilo.

El papel de grandes actores como Estados Unidos e Irán, unido a las maniobras estratégicas de grupos como Hezbolá, dibujan una región en la que cada movimiento tiene consecuencias de largo alcance. La resistencia de los combatientes palestinos, a pesar de años de bloqueo y adversidades, es un testimonio de su determinación y del espíritu general de resistencia en la región.

Mientras el mundo observa con la respiración contenida, existe la esperanza de una solución que dé prioridad a la vida humana y allane el camino hacia una paz duradera. Sin embargo, la compleja dinámica sugiere que alcanzar dicha solución requerirá algo más que estrategias militares; requerirá delicadeza diplomática, entendimiento mutuo y un compromiso genuino con la paz por parte de todas las partes implicadas, algo que Israel rechazó antes de la guerra de Gaza.


“Elijah J. Magnier é um correspondente veterano em zonas de guerra e analista político com mais de 35 anos de experiência cobrindo o Oriente Médio e Norte da África (MENA). Ele é especialista em reportagens em tempo real sobre política, planejamento estratégico e militar, terrorismo e contraterrorismo; suas fortes habilidades analíticas complementam seus relatórios. A sua profunda experiência, extensos contatos e profundo conhecimento político de situações políticas complexas no Irã, Iraque, Líbano, Líbia, Sudão e Síria tornam os seus escritos de leitura obrigatória para aqueles que desejam compreender assuntos complicados que são rotineiramente mal relatados e propagandeados na imprensa ocidental. . Magnier cobriu muitas das principais guerras e confrontos militares na região, incluindo a invasão israelense do Líbano em 1982, a Guerra Iraque-Irã, a Guerra Civil Libanesa, a Guerra do Golfo de 1991, a guerra de 1992-1996 na antiga Iugoslávia, a invasão do Iraque pelos EUA em 2003 e a subsequente guerra e ocupação, a segunda Guerra do Líbano em 2006, bem como as guerras mais recentes na Líbia e na Síria. Tendo vivido durante muitos anos no Líbano, na Bósnia, no Iraque, no Irã, na Líbia e na Síria, Elijah J. Magnier possui conhecimentos únicos sobre assuntos culturais e tribais locais, realidades e tendências geopolíticas e a história de uma região que continua a colocar desafios para seus residentes e o mundo” (Frankie.P).

Fonte: https://ejmagnier.com/2023/10/11/la-participacion-del-eje-de-la-resistencia-en-el-conflicto-de-gaza-mas-alla-de-las-meras-amenazas/

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