Por Rolando Garrido Romo
Ayer el candidato de la ultraderecha argentina, apoyado por los oligarcas del país (comandados por el grupo Clarín), la clase media alta, las trasnacionales y los gobiernos de Estados Unidos y España, y un conjunto heterogéneo de grupos sociales desafectos del kirchnerismo (y por lo tanto más preocupados por el oportunismo político-electoral que por el bienestar de la mayoría de la población) obtuvo el triunfo en la segunda vuelta electoral para elegir al presidente de la República Argentina.
Afirmamos que la mitad de Argentina ha votado por la derecha y la ultraderecha, lo que significa el retroceso, pues se comenzarán a revertir las políticas de justicia social, resistencia a los dictados de los organismos financieros internacionales y a los “fondos buitre”; de lucha contra la subordinación a la política exterior y militarista de Estados Unidos y de todas las políticas que sacaron de la pobreza y la marginación a millones de argentinos los últimos 12 años.
Mauricio Macri gana con el 51.4% de los votos, contra el 48.6% de Scioli, por lo que no se puede decir que la gran mayoría del pueblo argentino esté a favor de las políticas entreguistas y de retroceso en materia de distribución del ingreso y de acortar las brechas entre ricos y pobres.
Casi la mitad del electorado mantuvo su apoyo al kirchnerismo, pero no fue suficiente por varias razones:
1) La primera y quizás la más importante es que dentro del kirchnerismo se dio una ruptura en los últimos tres años, representada principalmente por la salida de Sergio Massa que creó el Frente Renovador y que en la primera vuelta presidencial quedó en tercer lugar, quitándole no menos de 15% de la votación total al candidato del kirchnerismo. Ahora Massa se presenta como un opositor leal a Macri, deseando sustituir a la coalición kirchnerista; pero mientras tanto, su salida y los votos que se llevó con él le dieron una estocada mortal a la opción política progresista. Mucho de ello tuvo que ver el muy mal manejo de la política al interior de la coalición por parte del jefe de gabinete y derrotado candidato para la provincia de Buenos Aires, Aníbal Fernández.
2) Cristina Fernández optó por apoyar a un candidato presidencial “moderado”, como Scioli, con objeto de dar ciertas seguridades a la clase media argentina, en el sentido de que el siguiente gobierno no seguiría corriéndose hacia la izquierda, sino que sería un gobierno centrista. La falta de carisma y de inteligencia política de Scioli lo llevaron a dar bandazos de una posición a otra, para finalmente decidir defender “a capa y espada” lo logrado por el kirchnerismo, lo que reflejó inseguridad, confusión en las líneas políticas generales y al final exceso de subordinación a la presidenta.
3) Hace dos años que terminó una década de precios altos para las materias primas en el mundo, y en el caso de Argentina sus ventas de minerales, agropecuarios y petróleo le ayudaron a mantener una política social pro activa y una mayor independencia respecto a los especuladores internacionales, lo que incluso le permitió adelantar el pago de su deuda con el FMI y soportar las presiones y ataques de los “fondos buitre”, dirigidos por el judío estadounidense Paul Singer. Con la disminución de los ingresos por la venta de los productos primarios al mercado internacional y el cierre parcial de los mercados financieros, a raíz de la disputa con los “fondos buitre” por la demanda judicial de Singer contra Argentina en Nueva York, lo que ha llevado a una restricción de fondos prestables en los mercados internacionales para Argentina, el gasto en políticas sociales y el crecimiento económico de Argentina se vieron afectados, lo que se complicó aún más con la seria desaceleración de la economía del principal socio comercial del país, Brasil; todo lo cual ha golpeado los ingresos de clases medias y de los trabajadores, generándose un mayor descontento, que fue bien capitalizado por la oposición política.
4) Desde que subieron los Kirchner al poder, el grupo de medios de comunicación Clarín ha lidereado a la oligarquía argentina en una serie de ataques y en la oposición al proyecto de gobierno progresista, aliándose con las empresas trasnacionales y los gobiernos de Estados Unidos y España, que se han dedicado a obstaculizar y oponerse a los gobiernos de los esposos Kirchner, lo que después de todos estos años, ha dado sus frutos lográndose una coalición opositora que pudo conseguir el triunfo electoral por una mínima diferencia.
5) Doce años en el poder para cualquier proyecto político resulta también en desgaste, errores y algunas políticas fallidas, que en un proceso electoral disputado, son bien aprovechados para debilitar al candidato que defiende el continuismo, en este caso Scioli.
Ya desde ayer mismo Macri delineó una parte de lo que será su gobierno, como por ejemplo demandará en la Unasur que se le aplique a Venezuela la “cláusula democrática”, porque según él, el gobierno de Maduro ha cometido abusos y persecuciones contra los opositores políticos (algo a lo que se opone Brasil), recordando para el caso que el golpe parlamentario contra Fernando Lugo en Paraguay en 2012, llevó a separar a Paraguay de la Unasur. ¿Qué Macri quiere usar a la Unasur para aislar a Maduro y facilitar así su deposición como presidente? Seguro que sí.
También ya señaló que desconocerá el memorándum de entendimiento que firmó Cristina Fernández con Irán sobre los atentados a la embajada y a la mutualidad israelita en Buenos Aires, con lo que se reiniciará el ciclo de acusaciones contra el régimen de Teherán por estos hechos y Argentina entrará a formar parte de la coalición “anti iraní” dirigida por Israel.
De la misma forma, Macri quiere que Argentina forme parte de la Alianza del Pacífico conformada por los vasallos de Estados Unidos, esto es Chile, Colombia, México y Perú; y propone algún tipo de acuerdo entre el Mercosur y dicha alianza que fue conformada precisamente para debilitar y competir con el Mercosur.
Y por supuesto Macri se propone firmar cuanto acuerdo de libre comercio le pongan enfrente, sea con la Unión Europea o a través del reciente Acuerdo Transpacífico.
Será cuestión de unos meses en que Macri acabe acatando lo que los especuladores de Wall Street le impongan para satisfacer las ambiciones de los “fondos buitre”, y de esa manera readmitir a Argentina en el circuito de la especulación y los préstamos usurarios internacionales.
Si al triunfo de Macri se le suma la presión que hay en Brasil para juzgar a la presidenta Dilma Roussef, quien a pesar de haber entregado la política económica del país a un neoliberal, identificado con Wall Street como Joaquim Levy, sigue en la cuerda floja pues sus ex aliados del Partido Movimiento Democrática Brasileño y la derecha política mantienen su exigencia de que renuncie, pues advierten que está más débil que nunca, y el triunfo de Macri en Argentina, así como la situación cada vez más precaria de Maduro en Venezuela (que enfrenta en unos días decisivas elecciones legislativas), abren una oportunidad de asaltar el poder, y de esa forma terminar con el liderazgo brasileño en Sudamérica y como parte de los BRICS, lo que en los últimos años permitió hacer frente a la hegemonía estadounidense en la región.
Ominosos tiempos para los gobiernos progresistas y para los pueblos de Latinoamérica que se enfrentan a un nuevo ciclo de explotación brutal de sus recursos naturales y de saqueo de los recursos financieros, en medio de una ola represiva, ahora justificada por la presencia del creciente crimen organizado y del monstruo de mil cabezas, que sirve para todo, el terrorismo.
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