Traducido por Mateo
Por Ghassan Kadi
Hay muchos mitos respecto al ISIS, sus raíces, y su relación con Norteamérica. Para desenredar el misterio, hemos de volver a lo básico del comportamiento humano, o más específicamente, a lo básico del comportamiento de psicópatas y sociópatas.
Para comprender el actual impase entre el ISIS y los EU, y para poder evaluar si en realidad existe dicho impase, y quizás aun más importante, para poder hacer cualquier predicción plausible sobre futuros pasos e interacciones entre los dos lados, se hace imperativo considerar la tumultuosa y condenatoria historia de las interacciones islamista-norteamericanas en el transcurso de las últimas tres o cuatro décadas, más o menos.
Cuando los norteamericanos forjaron su relación con el Rey Abdul-Aziz, el fundador de la dinastía Al-Saud en la década de 1930, el acuerdo fue primeramente de naturaleza económico-estratégica: petróleo por dinero y distintas clases de seguridad para ambos. Es discutible si en cualquier momento desde aquellos años los norteamericanos realmente han defendido a los saudíes de modo militar, a pesar de utilizar tierra saudí durante dos guerras contra Iraq. En cualquier caso, sin embargo, la religión no fue parte del acuerdo que mantenía juntos estos dos aliados bien distintos.
La religión no desempeño ningún papel en la ecuación hasta que la URSS entró en Afganistán. El legado de la diplomacia de Kissinger quedaba fresco en la mente del entonces Asesor de Seguridad Nacional de EU Zbigniew Brzezinski, quien, siendo dominado por una ilusión de auto-grandeza, quería superar a su mentor y así conjuró un plan maestro, un plan para reclutar a combatientes jihadi musulmanes para luchar contra los “infieles” comunistas soviéticos.
Este Don Quijote vivo dando giros diplomáticos a bordo de un avión oficial de EU en lugar de sobre la espalda de un burro no tuvo ninguna idea de la naturaleza y tamaño del monstruo que estaba por crear. La sencilla razón detrás de su error mortal se trata de un hecho que todavía hoy en día Occidente parece ser muy poco conocido; no se conoció en aquel entonces, y hasta el presente queda desconocido y ocultado.
No es el dinero occidental el que impulsa a los takfiris jihadistas. Más bien, el impulso para su reclutamiento es una antigua y arcaica mala interpretación del Islam, una que ha existido a través de los siglos.
Así que Brzezinski viajó entre Arabia Saudita y Pakistán y posiblemente Afganistán a fin de adelantar su plan. Habló con los combatientes islamistas, diciéndoles que “Dios está de su lado”, [1] e intentó levantar un ejército de jihadistas. Entonces los saudíes le presentaron a un as en la manga, Osama Bin Laden, quien no solamente estaba preparado para dejar el confort de sus opulentas mansiones familiares sino también para poner su dinero donde estaba su boca.
Norteamérica no obstante proporcionó armas, entrenamiento y fondos para él y sus operativos para eventualmente crear lo que llegó a conocerse como Al-Qaeda. Con esta ayuda, Bin Laden levantó un ejército de fundamentalistas jihadistas que se concentraron desde todo el mundo, impulsados por la arcaica mala interpretación coránica, para luchar contra los comunistas infieles.
Un matrimonio de conveniencia de esta naturaleza estaba destinado a dirigirse a un divorcio de conveniencia.
A medida que Norteamérica se iba preparando para la Operación Tormenta del Desierto para remover a Saddam de Kuwait, el gobierno saudí permitió que EU desplegara botas sobre terreno saudí. Eso hizo sonar una gran campana de alarma para el altamente adoctrinado Bin Laden que de ninguna manera podía comprender y aceptar botas cristianas “heréticas” sobre tierra santa islámica.
Bin Laden planteó sus inquietudes a la familia real saudí, y ellos a su vez le aseguraron que los norteamericanos jamás se irían a la verdadera tierra santa (es decir, La Meca y Medina en la provincia occidental de Hijaz) y que se saldrían en cuanto terminase el conflicto con Iraq. Bin Laden se inquietaba a medida que el tiempo venía comprobando que a los norteamericanos no se les había ordenado marcharse, y dentro de poco cayó en desgracia ante la familia real saudí y eventualmente se convirtió en persona non grata. Todo esto ocurrió a principios de la década 1990 y no pasó mucho tiempo hasta que Al-Qaeda empezó a tomar como blanco a las tropas e intereses norteamericanos en la región, para convertirse en el principal enemigo de Norteamérica en el primer lugar de la lista de organizaciones terroristas.
Además, la riqueza personal de Bin Laden se transformó en maldición disfrazada. Puesto que podía autofinanciar sus actividades, esto le permitió volver en contra de sus anteriores socios norteamericanos. Si el 11 de septiembre fue o no un trabajo interno, totalmente o en parte, y sin considerar lo que ocurrió entre bastidores y en las pantallas de televisión, Norteamérica y Al-Qaeda si rompieron y los dos lados lucharon implacablemente en Afganistán y luego en Iraq. Los miembros de Al-Qaeda fueron encarcelados y plantados en Guantánamo, y no es realista cualquier negación de ello.
Uno de los problemas de los formuladores de política exterior norteamericanos, sin embargo, es que nunca aprenden de los errores previos. Y aunque se esfuerzan por dar la impresión de que son amos de la inteligencia y la información, la evidencia muestra que cuentan con muy poca inteligencia literal, es decir inteligencia humana.
Esta falta de inteligencia, en ambos casos, en un momento se ejemplificó ante mí cuando miraba el desarrollo de las noticias en la televisión en 2003. Las tropas norteamericanas estaban avanzando en Najaf, una ciudad santa chiíta, y los iraquíes entusiastas daban la bienvenida a sus tanques y tropas. Estas, en obvia y total ignorancia de donde se encontraban y el significado del lugar, seguían avanzando hacia el santuario del Imam Ali Ibn Abi Talib, el más santo de todos los santuarios chiítas. El júbilo de las masas se convirtió en rabia y de repente algunas personas se arrojaban en frente de los tanques y tropas tratando de parar su avance, y claramente los norteamericanos no tenían ninguna idea a que se debía tanto jaleo. Esto equivale a decir que tropas chinas entraran al Vaticano sin saber qué es lo que representa.
Tal es la ignorancia de los formuladores de política exterior norteamericanos y su desconsideración de otras culturas. Les encantan las políticas de arrogancia e indiferencia.
Por lo tanto, no es sorprendente ver que los formuladores de política exterior norteamericanos repitan el mismo error que hicieron con Al-Qaeda.
Pero la segunda vez tenían que usar un nombre distinto. No importa que los fundamentalistas jihadistas islamistas se llamaran Al-Qaeda, Talibán, ISIS, Al-Nusra, Mujahideen, Wahabís, Hermandad Musulmána o cualquier otro nombre, en principio son idénticos e impulsados por las mismas arcaicas pero fundamentalmente y profundamente adoctrinadas malas interpretaciones del Corán. A medida que tomaba forma el “Cóctel Anti-Sirio”, se juntaban elementos menos estrechamente asociados, unidos solamente por su odio a la Siria secular bajo la presidencia de Bashar al-Assad, el legado Assad, padre e hijo, cosechó muchos enemigos, desde Israel (por apoyar y patrocinar a Hezbollah), hasta Norteamérica (por no aceptar la hoja de ruta norteamericana para el Oriente Medio), hasta los saudíes y otros estados del golfo (por sus fuertes lazos con Irán), hasta los islamistas (por la mano dura contra ellos en 1982), hasta Turquía (puesto que la potencia de Siria se interpondría en el camino de los sueños del sultanato de Erdogan), y por último, pero no por ello menos importante, hasta la Coalición 14 de Marzo (por acusar a Siria del asesinato de Rafiq al-Hariri).También se juntaron otros grupos más pequeños, incluyendo algunos contrariados oficiales del ejército y aspirantes a reformistas quienes no pudieron ver el alcance de la conspiración y sinceramente creían que estaban experimentando una revolución. Muchos de ellos, no obstante, de pronto se dieron cuenta de su error y muchos oficiales volvieron al servicio del Ejército Sirio.
Ironía de la lógica, las ultra-derechistas “Fuerzas Libanesas” cristianas se convirtieron en camaradas de combatientes islamistas.
La diversidad de aquel infame cóctel también implicó una diversidad de objetivos. El propósito fue el de lograr una rápida victoria y a los islamistas se prometió entregarles las riendas de Siria. La coalición no se encontraba preparada para una guerra prolongada tanto como así como tampoco para resistir divisiones dentro de sus filas.
A mediados de 2013, al darse cuenta de la potencia del Ejército Sirio y el inmenso apoyo popular que recibía el Presidente Assad, el Príncipe Bandar bin Sultan andaba buscando una panacea mágica. Hizo una visita secreta a Moscú para coaccionar al Presidente Putin a que abandonara a Siria. El payaso no se daba cuenta de que hablaba con un extraordinario líder de una superpotencia distinta a la de sus amos norteamericanos. Hasta amenazó a Putin con que desataría a los combatientes chechenos, pero volvió a casa con las manos vacías.
Fue entonces cuando Bandar, con la ayuda del Mossad, conjuró el cuento sobre el ataque químico en el este de Ghouta en agosto de 2013 y trató de recabar apoyo para invadir a Damasco. Putin frustró ese plan y declaró que Siria era una línea roja.
Como resultado, Norteamérica dio marcha atrás con respecto a su decisión de invadir a Siria y, a la vez salvando la cara, se conformó con el acuerdo para que Siria depusiera sus reservas de armas químicas. Ese fue el momento decisivo en el que los islamistas se dieron cuenta de que los norteamericanos una vez más los habían defraudado, igual que habían defraudado anteriormente a Al-Qaeda (es decir, cuando éste entró a Arabia Saudita). Los islamistas permanecían centrados en un Estado Islámico, pero llegaron a la comprensión de que ellos mismos tendrían que llevarlo a cabo, es decir, sin la ayuda de sus socios saudíes y norteamericanos.
Ese fue el punto de quiebre de aquella malvada coalición.
Pero esta vez los islamistas no contaban con Bin Laden para financiarlos. Si querían independizarse de las ataduras de Al-Saud y Norteamérica, necesitaban asegurar su propio esqueleto financiero. Lo hallaron en el petróleo iraqí y efectivo del banco y depósitos de oro en Mosul, no hace falta mencionar un aparentemente gran número de ricos benefactores musulmanes quienes no quieren revelar sus identidades.
El fracaso más grande de este enrevesado plan otra vez no fue otro que Bandar bin Sultan. Fue él que convenció a los norteamericanos que podría sujetar a los islamistas por los cuernos. A diferencia de Bin Laden él argumentó, ni se volvería en contra de los norteamericanos, ni se volverían los jihadistas en contra de él porque ellos necesitaban su apoyo financiero. Bandar ni siquiera se detuvo para pensar dos veces que ISIS iba a dar la vuelta y generar sus propios fondos y así poder dejarlo plantado. No ha de sorprender que Bandar fue abandonado y despojado de todos sus títulos, responsabilidades y privilegios. No solamente había decepcionado a Norteamérica, sino también a toda la Casa de Saud.
Una vez autosuficiente, ISIS ya no tenía que escuchar a nadie, y sus intereses comunes con sus anteriores socios y benefactores se ampliaron en la medida en que la intensificación de su antagonismo los convirtió en enemigos.
El así llamado ISIS/ISIL, o simplemente IS (Estado Islámico) se basa en la versión Wahabí (es decir saudí) del Islam, pero a medida que se profundizaba el cisma entre él y su raíces saudíes, las dos partes se volvieron contrarias y juraron destruirse los unos a los otros. Para Al-Saud esto es más fácil de decir que de hacer, puesto que quizás el 60-70 por ciento de los saudíes (según algunos cálculos) mantienen el apoyo al ISIS.
Por otra parte, Norteamérica se dio cuenta del alcance del monstruo ISIS que había creado, y por ende decidió cortarle las alas. ¿Se tomarán en serio los norteamericanos el luchar contra el monstruo que ayudaron a crear? Está por verse. ¿Está Norteamérica aún ayudando a ISIS tras bastidores como sostienen algunos? Quizás sí están, pero eso no cambia el entendimiento por parte de Norteamérica del error que ha hecho. Lo que es evidente es que se han dado cuenta que han cometido un error, y sobre todo, que se equivocaron al creer en la habilidad de Bandar para hacer uso de ISIS.
Los norteamericanos querían refrenar el crecimiento de ISIS, pero dicho esto, aún no parece que se tomen en serio erradicarlo. De hecho, aun si erradican la organización y sus miembros, no pueden erradicar la teología que la apoya.
Sharmine Narwani, la notable comentarista levantina, sostiene que con respecto a su acuerdo nuclear con Iran, Norteamérica quiere retroceder del Levante y enfocarse en Rusia y China además de su enferma economía, dejando para la diplomacia rusa y los esfuerzos conjuntos de Siria e Irán la limpieza levantina [2]. Esta evaluación no parece jalada de los pelos.
Volvamos a ISIS y los EU.
Es erróneo asumir y creer que ISIS, o cualquier otra organización islamista a este respecto, es simplemente masilla en las manos de Norteamérica. Los islamistas bien podrían ser fanáticos radicales criminales, pero son altamente adoctrinados y lo que quieren es sencillo: quieren que el mundo entero se convierta en Estado Islámico bajo la ley de la Sharía.
Los psicópatas y sociópatas no hacen amigos. Consideran a otros humanos como recursos y los utilizan como herramientas. Esto se aplica a interacciones entre sí mismos, porque si tienen que tratarse los unos con los otros, también se utilizan mutuamente por cuanto tiempo sea necesario. Los islamistas, por lo tanto, utilizarán a Norteamérica, igual que Norteamérica los utiliza a ellos, pero cuando se desvíen sus intereses, se declararán la guerra los unos contra los otros, y ahora mismo, de hecho desde hace más de un año más o menos, ISIS ha declarado un motín contra sus anteriores socios en el Levante.
ISIS se nutre de una mala interpretación del Santo Corán, una interpretación que se basa en conferir una predominante perspectiva militar a los conceptos como “Jihad”, “Fateh” y “Shahada”.
“Jihad” debe ser considerado como la lucha del alma contra sus demonios interiores. Se distorsionó para significar el combate militar contra los no musulmanes.
“Fateh” quiere decir la revelación, pero se distorsionó para significar la conquista militar y la coacción de otras naciones para adoptar el Islám.
“Shahada” quiere decir visión (es decir, del Señor) pero se distorsionó para significar el martirio en la batalla y una garantía para ir al cielo [3].
El Santo Corán señala con toda claridad que el Islám exhorta enérgicamente en contra de la coacción, y que en los últimos días solo unas cuantas personas (Thullah) serán justificadas. La fantasía islamista del Islam como gobernante del mundo contradice totalmente la palabra del Santo Corán.
Los principales problemas con esas arcaicas creencias provienen de dos lados: en primer lugar, son ampliamente aceptadas (y por ende la teología de ISIS no puede ser reprendida por los teólogos musulmanes; y en segundo lugar, han existido a través de los siglos.
Así que por una parte, los racionales eruditos musulmanes que comprenden el verdadero mensaje del Islám no se encuentran en condiciones de retar las creencias que se sustentan comúnmente sin literalmente correr el riesgo de perder sus cabezas, y por otra parte Norteamérica y la CIA no inventaron dichos sistemas de creencias.
Esos sistemas de creencias han existido antes de que se estableciera la CIA y aun mucho antes de que Colón pusiera el pie sobre terreno americano.
En todo caso, los miembros del ISIS y otras organizaciones similares menosprecian a los EU y a todo el Occidente. La consideran como una cultura corrupta a la cual son superiores. No acatan órdenes de los que no sigan su fe, y esta también es parte de su doctrina.
Norteamérica quizás pueda prender las organizaciones como ISIS, pero es incapaz de apagarlas, y es extremadamente equivocada y desinformada cualquier suposición de que ISIS responda a Norteamérica y obedezca sus mandos y direcciones.
Aun más equivocada es la creencia común de algunas personas de que “todo va según lo previsto” para EU en la medida en que su plan contra Siria vaya progresando. Nada podría estar más lejos de la verdad. Esta es una guerra que querían ganar rápidamente hace cuatro años, y cuatro años más tarde está pareciendo muy poco probable.
En la parte siguiente, echamos un vistazo al impase estratégico que vienen experimentando las políticas norteamericanas en Siria, y por qué es que una solución militar dirigida por Norteamérica no es factible.
——————————————————————
1. https://www.youtube.com/watch?v=KYWx_cFzqro
2. http://mideastshuffle.com/2015/08/11/iran-nuclear-deal-why-empire-blinked-first/
3. http://intibahwakeup.blogspot.com/2014/11/the-moral-dilemma-about-isil-by-ghassan.html
Be First to Comment