La desnazificación de Israel

por Dmitri Orlov. En Club Orlov. Publicado originalmente el 13 de julio de 2025. Traducción de Comunidad Saker Latinoamérica

La gente tiende a ponerse muy emocional con el tema de Israel, sobre todo ahora que los israelíes han hecho muy difícil el considerarlos como algo más que maníacos genocidas, con algunos de ellos holgazaneando bebiendo cerveza mientras observan a gente morir de hambre y agonizar justo al otro lado de la valla de alta seguridad que rodea Gaza, el campo de concentración más grande del mundo.

Los israelíes no inventaron los campos de concentración (fueron los británicos durante la Guerra de los Bóers, 1899-1902); ni inventaron fábricas de la muerte con detalles tan encantadores como prometer a los prisioneros una ducha y luego gasearlos, o desangrar hasta la muerte a niños rusos secuestrados, para obtener sangre con la que transfundir a los soldados heridos (fueron los alemanes nazis durante la Segunda Guerra Mundial, 1941-45), pero los israelíes sí añadieron algunos toques propios, como atraer a la gente hambrienta con la promesa de comida, y después fusilarlos.

Y luego están los miradores panorámicos equipados con binoculares de alta tecnología para observar con regocijo los campos de exterminio de Gaza, y los paseos costeros en barco para hacer lo mismo desde las aguas del Mediterráneo, donde los prisioneros tienen prohibido pescar… Ah, y esas preciosas remeras israelíes con una mujer palestina embarazada recibiendo un disparo: “¡Una bala, dos muertos! ¡Sí!”.

¿Algo de esto te saca de las casillas? ¿Se te empiezan a hinchar y latir las venas en la frente crispada? Entonces quizás esta lectura no sea para ti (el autor se refiere a los sionistas-genocidas, de los cuales en Rusia hay muchos, que podrían estar leyendo este artículo y no soportan que la simple verdad los escupa directo a la cara. Nota del traductor). Tales reacciones emocionales nublan el propio juicio y excluyen la objetividad, el análisis desapasionado del fenómeno de Israel, el cual nos permita predecir el inevitable fin de esta última reencarnación de un fenómeno esporádicamente recurrente, generalmente efímero y mayormente mitológico, conocido como “un Estado judío en Palestina”.

Dado que solo los más perezosos de los comentaristas aún no han abordado la cuestión de Israel, es difícil mantener tal análisis fresco y especial. Intentaré hacerlo presentándolo desde una perspectiva específicamente rusa. Israel, vean, es una creación soviética y, en la actualidad, al menos un tercio de los israelíes son judíos rusos: rusohablantes y con muchos vínculos con su país de origen, que no es Israel sino Rusia.

Ya que vamos a considerar la perspectiva rusa, debemos, como es habitual, comenzar retrocediendo en el tiempo, hasta la creación del Estado de Israel. En el momento de su creación, Palestina se gobernaba según el mandato británico. Y entonces ocurrió algo muy simple y rutinario: los británicos transfirieron los derechos para gobernar ciertos territorios palestinos a la nueva administración judía, de acuerdo con la decisión del Consejo de Seguridad de la ONU. Fue un comienzo maravilloso, pero luego la transferencia de los derechos para gobernar ciertos territorios palestinos a los palestinos, que también había sido decidida por el Consejo de Seguridad de la ONU, se prolongó inexcusablemente y finalmente se olvidó por completo. Esto suele ocurrir con estos asuntos, especialmente si las dilaciones burocráticas benefician a alguien.

“¿A quién beneficia?”, podría preguntarse con toda razón. Desde el comienzo mismo de la creación del Estado de Israel, se debatió sobre quién se convertiría en el principal patrocinador del nuevo Estado, ya que era pequeño y necesitaba protección y apoyo. Pero, dejando de lado las moralizaciones optimistas, en realidad, dicha protección y apoyo nunca son gratuitos y siempre se exigen ciertos servicios a cambio.

Por consiguiente, desde el principio, este Estado se creó como un Estado cliente, con la razón de ser de promover los intereses de su patrocinador. Había dos patrocinadores potenciales —EE. UU. y la URSS— y compitieron por este rol relativamente de buena fe. Pero entonces ocurrió algo curioso: en un momento dado, la administración israelí traicionó pérfidamente a la URSS. Y entonces EE. UU. se convirtió en el patrocinador de Israel, con una importante influencia de Gran Bretaña también, mientras que la URSS quedó excluida.

Esta pérfida traición inicial por parte de los israelíes determinó todas las relaciones posteriores entre la URSS/Federación Rusa e Israel. Por ejemplo, explica el apoyo de Rusia a los países árabes que, siendo francos, estaban fuertemente incentivados a luchar contra Israel. Con un tercio de la población israelí siendo rusa, nunca hubo otra opción que mantener estrechos lazos diplomáticos, sociales y culturales, pero persistía un problema político sin resolver.

Quizás no lo sepas, pero los rusos no abrigan rencores; lo anotan todo y esperan pacientemente el momento oportuno para exigir la retribución correspondiente. A diferencia de varios “países emergentes” que hoy existen, estados fallidos mañana, Rusia es para siempre, y ese momento tarde o temprano siempre llega. En cuanto a Israel, estas anotaciones, acumuladas a lo largo de los años, constituyen ya un volumen considerable. Por ejemplo, los rusos anotaron con sumo cuidado todos los hechos relativos a la traición y la mezquindad israelíes contra la Federación Rusa durante la campaña siria.

Este compendio de rencores es un documento de trabajo; verán, todos estos desaires y agravios deben ser rectificados con el tiempo. Los rusos siempre buscan lo que les corresponde. Perdonan, pero solo a aquellos que se declaran culpables de sus fechorías, las corrigen y piden perdón. En cuanto a cuándo se vengan, me viene a la mente la expresión coloquial estadounidense “Surprise, motherfuckers!!”. Esto debería ayudar a comprender mejor la postura de Rusia respecto de Israel y el conflicto actual en Oriente Medio.

Sin duda habrá sorpresas, especialmente a medida que el patrocinador de Israel, Estados Unidos, entra en su senectud, como lo demuestran sus dos últimos presidentes, ambos de edad avanzada, uno casi un vegetal, el otro un bufón fanfarrón que continuamente vomita una masa turbia de incoherencias y contradicciones. Puede aprobar en muy poco tiempo un ataque israelí contra Irán, sumarse a ese ataque, ordenar unilateralmente un alto el fuego en cuanto fracase e Israel empiece a quejarse por sufrir un contraataque, y luego buscar un premio Nobel de la Paz por ello. Mientras tanto, el problema de la lista de clientes de Epstein, que incluye a todos los que deberían estar en la cárcel pero no lo están, se resuelve con el tradicional “lo perdí, mi perro se lo comió y yo no lo sabía”.

Rusia, por otro lado, tiene una estrategia a largo plazo. Y esa estrategia a largo plazo, aunque nunca se ha anunciado públicamente, consiste en desnazificar a Israel. El sionismo, como ven, es un credo rabiosamente nacionalista, indistinguible del nazismo. A los sionistas les gusta presentar tales declaraciones como “antisemitas”, pero tales representaciones son un abuso del lenguaje y, por lo tanto, nulas y sin valor.

El término “semita” es un término lingüístico que se aplica a un grupo de lenguas que incluye el árabe, el amárico, el tigriña, el arameo, el hebreo, el maltés, las lenguas modernas del sur de Arabia y numerosas otras lenguas antiguas y modernas. [Wikipedia]

También tiene una conexión mítica y bíblica con un personaje llamado Sem, hijo de Noé: “Los hijos de Sem son Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram. (…) Abraham, el patriarca de judíos, cristianos y musulmanes, es uno de los descendientes de Arfaxad”. [ibid.] Nada indica que los judíos sean los únicos semitas/shemitas y que deban tener derecho exclusivo a ese término. Según esta lógica, los propios sionistas son los peores antisemitas imaginables, dado el trato que dan a los palestinos y otros árabes, igualmente semitas.

Otro estado dominado por los nazis que Rusia planea oficialmente desnazificar es Ucrania. Algunos todavía se burlan de tales caracterizaciones, pero los ucranianos sin duda pasan el test del pato: si se ve, camina, y grazna como un nazi, entonces probablemente sea un nazi. Pues bien:

  • ¿Acaso los ucranianos veneran a los genocidas colaboradores de los nazis alemanes como Bandera y Shukhevich, cuyos seguidores clavaban lenguas de niños a las mesas, dejándolas colgando, cortaban los pechos a mujeres y destripaban hombres, dejando que los cerdos se devoraran sus entrañas? (Todo eso está en los archivos rusos, y más). Sí, lo hacen; han bautizado calles con sus nombres, les han erigido estatuas y hacen que los escolares les canten himnos.
  • ¿Llevan insignias nazis alemanas? Sí, les encantan la Totenkopf y el Wolfsangel, y les gusta tatuarse la Hackenkreuz. Cuando ucranianos con uniforme militar e insignias nazis aparecieron en Alemania, donde dichas insignias son ilegales, fueron educadamente ignorados. (¿Necesita Alemania más desnazificación?)
  • ¿Copian lemas nazis alemanes? Sí, “Ukrayina ponad use” es uno de sus favoritos, y es una traducción directa de “Deutschland, über alles”.
  • ¿Sueñan con algo como el Lebensraum de Hitler, es decir, tierras hacia al este? Sí, no solo las codician sino que incluso han invadido sin éxito la región rusa de Kursk (cometiendo atrocidades y perdiendo más de 75 mil soldados en el proceso).
  • ¿Muestran tendencias genocidas? Sí, las tienen, y desean matar a tantos rusos (compatriotas eslavos) como sea posible. Llevan una década bombardeando distritos residenciales en lo que antiguamente era Ucrania Oriental, habitada por rusos. Tienen una particular afición por bombardear playas durante las vacaciones de verano. Recientemente bombardearon una playa urbana en Kursk.
  • ¿Se consideran a sí mismos una raza superior? Sí, han inventado toda una historia ficticia de sí mismos y de su grandeza pasada. Según algunas versiones, fueron ellos quienes construyeron las pirámides de Egipto. También afirman haber excavado el Mar Negro y acumulado los escombros para formar las montañas del Cáucaso. Esas tonterías se encuentran fácilmente en sus libros de texto. Nadie dijo nunca que el mal tenga que ser inteligente.

¿Te parece suficiente test del pato? ¡Ojalá! Volviendo a los israelíes que, al parecer, son igual de patos que los ucranianos, menos el toque nazi alemán, claro, por el Holocausto.

  • ¿Es Israel “über alles”? (über alles: por encima de todo. Nota del traductor) Sí, los israelíes, en su propia mente, son el pueblo elegido de Dios. Según su mito fundacional, Palestina les fue prometida por su dios tribal Yahvé (Jehová) a cambio de que prometieran seguir 10 simples reglas grabadas en piedra (o algo similar).
  • ¿Historia ficticia? Sí, ahí esta el rey David de Israel, del cual no existe evidencia física salvo algunas inscripciones ambiguas. En una tierra llena de ruinas antiguas, no dejó ninguna. Ah, y esa apertura del Mar Rojo; ¿quieren demostrarlo? Si no, entonces es historia ficticia.
  • ¿Codiciando las tierras de sus vecinos? ¡Pero por supuesto! La mayoría de las tierras palestinas ya han sido absorbidas por “colonos” israelíes, desalojando a quienes realmente las poseen. Más recientemente, Israel arrebató a Siria el resto de los Altos del Golán y otros territorios.
  • ¿Mucho genocidio? Sí, su “operación” en Gaza ha sido declarada oficialmente como genocidio. Los ucranianos trabajadon duro por genocidar a sus compatriotas eslavos (pero terminaron genocidándose ellos mismos, ¡oops!); los israelíes han tenido mucho más éxito genocidando a sus compatriotas semitas/shemitas, los palestinos.

Las similitudes entre Ucrania e Israel no terminan ahí. Desde el punto de vista ruso, ambos forman parte, en cierta medida, del mundo ruso. Un tercio de Israel es rusoparlante, mientras que gran parte del resto proviene de diversas partes del Imperio ruso o de la URSS. Puede que sean judíos rusos, pero para un ruso, una persona es primero rusa y luego mordvina, mari, nenet, bashkiri, komi, udmurta, alemana, kazaja, azerbaiyana, armenia, chechena, ingusetia, osetia, buriata, yakuta… ucraniana… judía. (Estos son sólo los primeros, elegidos al azar, pero estoy seguro de que captas la idea). Ucrania es incluso más obviamente rusa: de mayoría rusoparlante (a pesar de los recientes esfuerzos por inculcar el oficial/artificial “ukrainska mova”), cristiana ortodoxa rusa desde fines de la década de 1990 y políticamente parte de la propia Rusia tanto en la antigüedad como durante la mayor parte de los últimos tres siglos.

Una pregunta, entonces: ¿por qué Rusia querría desnazificar una parte del mundo ruso y no otra? ¿No sería eso incoherente? ¿No es lógico que quisiera desnazificar ambas? Rusia ciertamente no está sola en su voluntad de desnazificar Israel: a falta de uno, también está Irán. Cuando las multitudes iraníes corean “¡Muerte a Israel!”, no pretenden perjudicar al pueblo judío, del cual muchos han vivido pacíficamente en Irán/Persia durante un par de milenios y son tratados con respeto. Nadie tiene problemas particulares con los judíos; incluso la mayoría de los israelíes está ok.; el problema son los sionistas. Lo que deberían estar coreando es “¡Muerte al sionismo!”. Es más, no faltan judíos que piensan que el sionismo es una abominación. Incluso hay judíos que creen que la existencia del Estado de Israel es el resultado de una interpretación blasfema de las escrituras. No se sorprendan; una diversidad similar de opiniones políticas se puede encontrar en la mayoría de las cocinas en una familia judía.

Una conclusión razonable, entonces, es que la desnazificación está llegando tanto a Ucrania como a Israel. No sabemos cómo, pero sí sabemos por qué: a la mayoría de la gente simplemente no le gustan los nazis. En cuanto a cuándo sucederá eso, la expresión coloquial estadounidense “Surprise, motherfuckers!” me viene rápidamente a la mente.

Infantería rusa

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