Instalación de los Estados Unidos en el Mar Negro

Por Stratediplo

Comentando el ejercicio naval Sea Breeze el vicealmirante James Foggo, comandante de la VI° flota estadounidense, declaró este 2 de septiembre que los Estados Unidos se esforzarán por mantener una presencia lo más permanente posible en el Mar Negro, lo que la revista naval estadounidense Navy Times llama muy correctamente “desplegar su bandera ante la puerta de Rusia”.

Lo cierto, es una provocación.

Los Estados Unidos han llevado ejercicios conjuntos cada año con la Ucrania por años, sin planear hasta ahora una presencia permanente. Se les recordó, el año pasado, la existencia de la Convención de Montreux. Y por otra parte tomaron conciencia de la vulnerabilidad de su armada, primero gracias al Sukhoi 24 ruso que realmente cegó, desarmó y paralizó al Donald Cook precisamente en el Mar Negro (abril de 2014), y luego gracias al submarino de ataque francés Saphir que destruyó virtualmente (durante un ejercicio) la mitad del grupo naval del Theodoro Roosevelt, el mismo portaviones apenas salido de modernización, en Florida (febrero de 2015); sin limitaciones presupuestarias, los Estados Unidos dotan a sus fuerzas armadas de su mejor tecnología, pero su tecnología no es la más avanzada. Estas dos advertencias hubieran podido incitarles a tener más moderación en los mares del mundo, pero parece que la superioridad táctica (la posibilidad de vencer en una confrontación) no les interesa tanto como la afirmación de su omnipresencia, tanto en mar como en tierra donde, por ejemplo, violan cada día los acuerdos de Minsk que prohíben la presencia de fuerzas extranjeras en la ex-Ucrania (en Malorrusia igual que en Novorrusia).

Por lo tanto debe considerarse la intención de tener presencia estadounidense permanente en el Mar Negro como una política nueva y determinada. Es cierto que los Estados Unidos no firmaron la Convención de Montreux, pero la aceptan cuando cruzan los estrechos, ya que fue concebida, por los países costeros, como condición para abrir este mar a los países no-costeros que no tienen nada que hacer allá ya que es un mar cerrado y no un pasaje como el estrecho de Malacá o el Mar Rojo. En este sentido no tienen razón al pretender que se trate de aguas internacionales donde el tránsito es libre, ya que son aguas multinacionales abiertas a los países no-costeros mediante algunas condiciones. El Mar Negro no es un corredor de navegación, aunque la Convención de Montreux favorezca a las flotas comerciales lo que por contraste resalta el régimen de las naves militares, que son precisamente las que los Estados Unidos, geográficamente poco predispuestos al comercio búlgaro-rumano, quieren desplegar de modo permanente… y si los países costeros les concedieran una excepción a la Convención, la próxima etapa estadounidense sería, sin dudas, el Mar de Azov, “internacional” ya que está bordeado por Rusia y la Malorusia ex-Ucraniana (y ahora también Novorrusia).

De hecho los Estados Unidos ponen en dificultad sobre todo a sus aliados, por un lado Turquía obligada, por la Convención, a controlar los estrechos (sin lo cual no se lo hubieran dejado), y por otro lado Francia obligada, por la misma Convención, a informar a los países costeros en caso de que una potencia no-costera infrinja el texto, es decir dejaría entrar un buque de guerra por más de 21 días, o introduciría (lo que Turquia supuestamente debería impedir) un tonelaje total superior a 30.000 toneladas.

Si los Estados Unidos, que ya infringieron esta reglamentación el año pasado, están anunciando ahora su intención de instalarse de forma permanente, aunque sepan que su armada es vulnerable y que ponen, con este anuncio, a sus aliados en una posición difícil, no puede ser sino una provocación, como todas las que se pueden ver en Europa desde hace año y medio, como por ejemplo la multiplicación de las misiones aéreas que propician la ocurrencia de incidentes.

Si Estados Unidos ignora sistemáticamente la Convención de Montreux y hace realmente permanente su presencia, y si los socios de Rusia se niegan a cumplir con su papel en la aplicación de la Convención, sería difícil no interpretar esto como una provocación directa y, en el estado actual de guerra declarada, una invitación a que Rusia adopte la solución Causa Justa aplicada por los Estado Unidos al canal de Panamá en 1989.

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