Nota: Finalmente, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia encontró el tiempo, la energía y el personal para traducir este importante discurso. Incluso lo publicaron (¡gracias a Jonathan Jarvis por indicármelo!). Si detectan irritación de mi parte están en lo correcto: me siento frustrado con lo incompetente que son los rusos en todo lo relativo a información pública. Qué le vamos a hacer.
He puesto en negrita lo que considero que son los puntos más importantes del discurso realizado por Lavrov ese día. Sólo me gustaría añadir lo siguiente:
1) Lavrov es considerado en gran medida como “moderado”, y su lenguaje ha sido siempre estrictamente diplomático. Así que, cuando usted lee a Lavrov, imagínense lo que otros funcionarios en otros ministerios rusos están pensando.
2) Lavrov no oculta su visión de los EE.UU. y de sus planes para el futuro de nuestro planeta. Al leer sus palabras, trate de imaginar lo que un Neocon estadounidense siente y piensa, y verá de inmediato porque las elites estadounidenses odian y temen a la vez a Rusia.
3) Por último, Lavrov admite abiertamente que Rusia y China han forjado una alianza estratégica a largo plazo (demostrando que todos aquellos desconfiados que predijeron que China iba a apuñalar por la espalda a Rusia estaban equivocados). Esta alianza es, en mi opinión, el acontecimiento estratégico más importante de la última década.
4) Por último, observen el claro desprecio que Lavrov destila hacia el “Occidente” pseudo-cristiano, que no se atreve a hablar en defensa de los cristianos perseguidos, niega sus propias raíces, y ni siquiera respeta sus propias tradiciones.
Amigos, lo que estamos presenciando ante nuestros ojos no es una pequeña declaración sobre Ucrania o sanciones, es el reconocimiento por parte de Lavrov de un “choque de civilizaciones” fundamental, pero no un choque entre el “Occidente cristiano” imaginario y el Islam, sino entre la Rusia cristiana y el Occidente post-cristiano.
Rusia no deseaba este conflicto. Rusia hizo todo lo posible para evitarlo. Pero Occidente no dejó otra opción a Rusia, y Rusia ahora afirma abiertamente su voluntad de luchar y de vencer.
El Saker
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Intervención del Ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, en la XXII Asamblea del Consejo de Política Exterior y de Defensa. Moscú, 22 de noviembre 2014.
Estoy feliz de estar en esta Asamblea anual del Consejo de Política Exterior y de Defensa (SVOP abreviatura rusa). Siempre es un gran placer para mí conocer gente y sentir el potencial intelectual, que permite al Consejo, a sus líderes y representantes responder a los acontecimientos mundiales y analizarlos. Su análisis está siempre libre de toda histeria, y sus miembros ofrecen argumentos sólidos y bien fundamentados, con perspectiva, ya que los que están atrapados en medio de los acontecimientos difícilmente puedentener una posición imparcial. Estamos inevitablemente influenciados por los acontecimientos, esto hace que sus observaciones, análisis, discurso y sugerencias sean aún más valiosos para nosotros.
Por lo que tengo entendido, la Asamblea de este año se centrará en las perspectivas para acelerar el crecimiento interno en Rusia. No hay duda de que los esfuerzos comunes del conjunto de nuestra sociedad para potenciar el desarrollo económico, social y espiritual son requisitos indispensables para hacer que el futuro de Rusia sea sostenible. Dicho esto, en virtud de mis deberes profesionales, tengo que centrarme en temas de política exterior, que siguen siendo relevantes para la agenda de la Asamblea, ya que en este mundo globalizado, interconectado, separar el desarrollo interno del mundo exterior es imposible. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, presentó un análisis detallado de la situación internacional en la reunión del Valdai Club en Sochi, así como en entrevistas realizadas durante su viaje a Asia. Por esta razón, no voy a ofrecer observaciones conceptuales, ya que todo lo concerniente a ellas ya ha sido dicho. Sin embargo, me gustaría compartir con ustedes algunas consideraciones basadas en nuestros esfuerzos cotidianos en materia de política exterior. No es mi intención ofrecer una visión integral o definitiva, ya que en este momento todos los pronósticos son aún provisionales, los haga quien los haga. Por otra parte, los diplomáticos buscamos influir en los acontecimientos a medida que éstos ocurren, y no simplemente contemplarlos.
Naturalmente, voy a empezar con Ucrania. Mucho antes de que el país fuera sumido en la crisis actual, existía la sensación en el ambiente de que las relaciones de Rusia con la UE y Occidente estaban a punto de llegar a la hora de la verdad. Estaba claro que ya no podíamos seguir poniendo los problemas existentes en nuestras relaciones en un segundo plano, y que teníamos que elegir entre una cooperación verdadera o, como dice el refrán, “soltar amarras”. No hace falta decir que Rusia optó por la primera alternativa, mientras que, por desgracia, conscientemente o no, nuestros socios occidentales se decantaron por la segunda opción.De hecho, apostaron a todo o nada en Ucrania y apoyaron a los más extremistas, renunciando así a sus propios principios de cambiar de régimen de forma democrática. El resultado fue una escalada de provocaciones contra Rusia, para ver quién parpadeaba primero. Querían que Rusia desistiese de defender sus intereses, obligarnos a tragarnos otra humillación a nosotros los rusos y a los rusófonos nativos de Ucrania.
La honorable Leslie Gelb, a quien todos ustedes conocen demasiado bien, escribió que el Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la UE no tenía nada que ver con invitar a Ucrania a unirse a la UE y que en realidad tenía como objetivo a corto plazo impedir que Ucrania participase en la Unión Aduanera. Esto es lo que dijo una persona imparcial y objetiva. Cuando los occidentales decidieron deliberadamente ir por el camino de la escalada en Ucrania, se olvidaron de muchas cosas, y sabían claramente cómo serían vistos estos movimientos desde Rusia. Se olvidaron de los consejos de, por ejemplo, Otto vonBismarck, quien había dicho que menospreciar al gran pueblo ruso sería el mayor error político.
El presidente Vladimir Putin dijo el otro día que nadie en la historia ha logrado someter a Rusia a su influencia todavía. Esto no es una apreciación personal, sino la constatación de un hecho objetivo. Sin embargo, asistimos a un intento más de este tipo, destinado a añadir territorios al espacio geopolítico bajo control de Occidente, por el miedo mercantilista de perder el botín de lo que fue, para los que están del otro lado del Atlántico, la victoria en la GuerraFría.
La ventaja de la situación actual es que las cosas han vuelto a su lugar y que las motivaciones y cálculos que guían las acciones de Occidente han salido crudamente a la luz, dejando en mal lugar su supuesta buena disposición para construir una seguridad colectiva, una casa común europea. Una cita de Bulat Okudzhava (cantante/ compositor) viene al caso: “El pasado es cada vez más y más claro.” Esta claridad es cada vez más tangible. Hoy nuestra tarea no consiste sólo en resolver el pasado (aunque eso se debe hacer), pero lo que es más importante, en pensar en el futuro.
Lo que se viene diciendo sobre el supuesto aislamiento de Rusia no merece una discusión seria. No necesito detenerme en esto ante esta audiencia. Por supuesto, pueden dañar nuestra economía, y se le está dañando sin duda, pero al precio de dañar también a aquellos que están tomando esas medidas y que, igualmente importante, están destruyendo el sistema de relaciones económicas internacionales, los principios en los que se basa. En el pasado, cuando se aplicaban sanciones (yo trabajaba en la misión de Rusia ante las Naciones Unidas en aquel momento) nuestros socios occidentales, al hablar de la RPDC, Irán u otros estados, decían que era necesario formular las restricciones de tal manera que se mantuvieran dentro de límites humanitarios, que no causasen daños sociales y económicos, y que atacasen selectivamente sólo a las élites. Hoy todo es al revés: los líderes occidentales están declarando públicamente que las sanciones deben destruir la economía del país y desencadenar protestas populares. Así, en lo relativo al enfoque conceptual para el uso de medidas coercitivas Occidente inequívocamente demuestra que no se limita a tratar de cambiar las políticas de Rusia (lo cual en sí mismo es ilusorio), sino que busca el cambio de régimen – y eso prácticamente nadie lo niega.
El presidente Vladimir Putin, hablando con los periodistas recientemente, dijo que los líderes occidentales de hoy tienen un horizonte de planificación limitado. Sin duda, es peligroso cuando se toman decisiones sobre los problemas esenciales del mundo y de la humanidad en su conjunto sobre la base de ciclos electorales breves: en Estados Unidos el ciclo es de dos años, y cada vez uno tiene que pensar o hacer algo para ganar votos. Este es el lado negativo del proceso democrático, y no podemos darnos el lujo de ignorarlo. No podemos aceptar esa lógica que dice que nos resignemos, nos relajemos y nos tomemos como una fatalidad el hecho de que todo el mundo tiene que sufrir porque hay elecciones en los Estados Unidos cada dos años. Esto es simplemente inaceptable. No vamos a resignarnos a esto porque los riesgos son demasiado altos en la lucha contra el terrorismo, las amenazas de la proliferación de armas de destrucción masiva y muchos conflictos sangrientos, cuyo impacto negativo va mucho más allá del marco de los estados y las regiones en los que se desarrollan. La avidez de hacer algo para obtener ventajas unilaterales o para congraciarse con el electorado antes de una elección conduce al caos y a la confusión en las relaciones internacionales.
Escuchamos el mantra repetido a diario de que Washington es consciente de su propia exclusividad y de su deber de soportar esta carga, de liderar al resto del mundo. Rudyard Kipling habló de “la carga del hombre blanco”. Espero que esto no sea lo que guía a los estadounidenses. El mundo de hoy no es blanco o negro, sino de varios colores y heterogéneo. El liderazgo en este mundo no se consigue considerándose a uno mismo exclusivo y dotado de la misión divina de ser responsable de todo el mundo, sino sólo desarrollando la capacidad y la inventiva para lograr consensos. Si los socios Estadounidenses se comprometieran con este objetivo, sería algo inestimable, y Rusia les ayudaría activamente.
Sin embargo, hasta ahora, la Administración de los Estados Unidos sigue trabajando sólo en el marco de la OTAN, con reservas sustanciales, y sus poderes legales no van más allá de la Alianza del Atlántico Norte. Una prueba de ello es el resultado de los intentos estadounidenses de que la comunidad mundial siga su línea en relación con las sanciones y principios anti-rusos. He hablado sobre ello más de una vez, tenemos sobradas pruebas de que los embajadores y enviados estadounidenses en todo el mundo organizan reuniones al más alto nivel para advertir a los países correspondientes de que están obligados a castigar a Rusia, junto con ellos, o que de lo contrario deberán asumir las consecuencias (si no lo hacen, ndt). Esto se hace con respecto a todos los países, incluyendo a nuestros aliados más cercanos (esto dice mucho de la clase de analistas que Washington tiene). Una abrumadora mayoría de los estados con los que mantenemos un diálogo continuo, sin ninguna restricción y aislamiento, como pueden ver, valoran el papel independiente de Rusia en el sistema internacional. No porque les guste que alguien desafíe a los americanos, sino porque se dan cuenta de que el orden mundial no será estable si no se permite que nadie diga lo que piensa (aunque en privado la gran mayoría expresa su opinión, pero no quiere hacerlo públicamente por temor a represalias de Washington).
Muchos analistas razonables entienden que la brecha entre las ambiciones globales de Washington y el potencial real del país es cada vez mayor. El mundo está cambiando y, como siempre ha sucedido en la historia, en un momento determinado la influencia y el poder de un actor alcanza su punto máximo, y en ese momento otros actores comienzan a desarrollarse aún más rápido y con mayor eficacia. Uno debe estudiar la historia y proceder conforme a la realidad. Las siete economías en desarrollo encabezadas por los BRICS ya tienen un PIB mayor que el G7 occidental. Uno debe actuar de conformidad con los hechos, y no desde la base de una grandeza propia mal entendida.
Se ha puesto de moda decir que Rusia está librando una especie de “guerra híbrida” en Crimea y en Ucrania. Es un término interesante, pero yo lo aplicaría sobre todo a los Estados Unidos y su estrategia de guerra – una verdadera guerra híbrida no dirigida tanto a derrotar al enemigo militarmente sino a provocar cambios de régimen en los estados que apliquen una política que a Washington no le gusta. Se hace utilizando presión financiera y económica, librando una guerra informativa, utilizando a otros estados vecinos como representantes y, por supuesto, ejerciendo presión mediática e ideológica por medio de organizaciones no gubernamentales financiadas desde el exterior. ¿No es éste un proceso híbrido y no es lo que llamamos una guerra? Sería interesante discutir el concepto de guerra híbrida para ver quién está verdaderamente librándola, o si es sólo cuando hay “hombrecitos verdes”.
Al parecer, el kit de herramientas de nuestros socios estadounidenses, que se han convertido en expertos en su uso, es mucho más grande.
Al tratar de establecer su preeminencia en momentos en que están surgiendo nuevos centros de poder económico, financiero y político, los estadounidenses, de acuerdo con la tercera ley de Newton, contribuyen a la aparición de estructuras, mecanismos y movimientos que buscan alternativas a las recetas americanas para la solución de los problemas más acuciantes. No me refiero al antiamericanismo, y menos aún sobre la formación de coaliciones dirigidas contra los Estados Unidos, sino sólo al deseo natural de un número creciente de países de asegurar sus intereses vitales y hacerlo de la manera que mejor les parezca, y no como se les dice “desde el otro lado del charco”. Nadie va a jugar a estar contra Estados Unidos sólo para fastidiar a los Estados Unidos. Nos enfrentamos a intentos y acciones de uso extraterritorial de la legislación de Estados Unidos, al secuestro de nuestros ciudadanos, y eso a pesar de los tratados existentes con Washington en virtud de los cuales estas cuestiones deben ser resueltas a través de mecanismos policiales y judiciales.
De acuerdo con su doctrina de seguridad nacional, los Estados Unidos tienen el derecho de usar la fuerza en cualquier lugar y en cualquier momento, sin necesidad de pedir la aprobación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Una coalición contra el Estado Islámico se formó sin el conocimiento del Consejo de Seguridad. Le pregunté al Secretario de Estado, John Kerry, porqué no han ido al Consejo de Seguridad de la ONU para esto.
Me dijo que de haberlo hecho, hubieran tenido que reconocer de alguna manera la condición de presidente de Siria a Bashar al-Assad. Por supuesto, hubiese tenido que hacerlo porque Siria es un estado soberano y sigue siendo un miembro de la ONU (nadie la ha despojado de su condición de estado miembro de la ONU). El secretario de estado dijo que esto no podía ser, ya que Estados Unidos está luchando contra el terrorismo y el régimen de al-Assad es el factor más importante que une a terroristas de todo el mundo, y que actúa como un imán que los atrae a esta región en el intento de derrocar al régimen sirio.
Creo que esta lógica es perversa. Si estamos hablando de los precedentes (los Estados Unidos reconocen la jurisprudencia), vale la pena recordar el desarme químico de Siria cuando el régimen de Assad era un socio totalmente legítimo de los Estados Unidos, Rusia, la OPAQ (Organización para la Prohibición de las Armas Químicas) y otros. Los estadounidenses mantienen conversaciones con los talibanes también. Siempre que los Estados Unidos tienen la oportunidad de beneficiarse de algo, actúan de forma muy pragmática. No estoy seguro de por qué las posiciones ideológicas se han impuesto en esta ocasión y los Estados Unidos eligieron considerar que no se puede trabajar con Assad. Tal vez, no se trate tanto de una operación contra el Estado Islámico sino de allanar el camino para derrocar a al-Assad con el pretexto de una operación antiterrorista.
Francis Fukuyama escribió recientemente un libro, Orden político y decadencia política, en el que argumenta que la eficiencia de la administración pública en los Estados Unidos está disminuyendo y los usos de gobernabilidad democrática están siendo reemplazados gradualmente por métodos de dominación feudales. Esto forma parte de la discusión acerca de alguien que vive en una casa de cristal y tira piedras.
Todo esto está ocurriendo en un momento de crecientes desafíos y problemas para el mundo moderno. Estamos asistiendo a un “tira y afloja” continuo en Ucrania. Se avecinan problemas en la frontera sur de la UE. No creo que los problemas del Norte de África y Oriente Medio desaparezcan por sí solos. La UE ha formado una nueva Comisión. Nuevos actores extranjeros han surgido, los cuales tendrán que afrontar una lucha seria para saber a dónde enviar sus recursos básicos: o para continuar llevando a cabo acciones irresponsables en Ucrania, Moldavia, etc., es decir, en el marco dentro de la Asociación Oriental (tal y como lo defiende una minoría agresiva dentro de la UE) o para escuchar a los países del sur de Europa y centrarse en lo que está pasando en el otro lado del Mediterráneo.
Este es un tema importante para la UE.
Hasta ahora, no les han guiado los problemas reales, sino más bien el deseo de apropiarse rápidamente de todo lo que puedan después de haber removido la tierra. Es deplorable. Exportar revoluciones – ya sean democráticas, comunistas u otras – nunca trae nada bueno.
Las estructuras estatales, públicasy de civilización están desintegrándose en la región del Norte de África y Oriente Medio. Dada la energía destructiva liberada en este proceso, las consecuencias pueden llegar a estados que se encuentran muy alejados de esta región. Los terroristas (incluyendo el Estado Islámico) están reclamando estatus de nación. Por otra parte, ya están empezando a crear organismos cuasi gubernamentales que se ocupan del trabajo administrativo.
En este contexto, las minorías, incluidos los cristianos, son perseguidos. En Europa, estas cuestiones no se consideran políticamente correctas. Se avergüenzan cuando les invitamos a hacer algo al respecto, juntos en la OSCE. Se preguntan, ¿por qué habríamos de centrarnos específicamente en los cristianos? ¿Qué hace de esto algo especial? La OSCE ha organizado una serie de eventos dedicados a mantener vivo el recuerdo del Holocausto y de sus víctimas. Hace unos años, la OSCE inició la celebración de eventos contra la Islamofobia. Vamos a ofrecer un análisis de los procesos que conducen a la Cristianofobia.
Los días 4 y 5 de diciembre se celebrarán reuniones ministeriales de la OSCE en Basilea, en las cuales vamos a presentar esta propuesta. La mayoría de los Estados miembros de la UE eluden este tema, porque les da vergüenza hablar de ello. Al igual que se sintieron avergonzados por la inclusión, en lo que en su día fue el proyecto de Constitución europea elaborado por Valéry Giscard d’Estaing, de una frase que reconocía las raíces cristianas de Europa.
Si uno no recuerda o respeta sus propias raíces y tradiciones, ¿cómo respetar las tradiciones y valores de los demás? Es de lógica básica. Comparando lo que está pasando ahora en Oriente Medio con el período de guerras religiosas en Europa, el politólogo israelí Avineri afirma que es improbable que la inestabilidad actual termine en lo que Occidente denomina “reformas democráticas”.
El conflicto árabe-israelí está en un callejón sin salida. Es difícil jugar a varias bandas a la vez. Los estadounidenses están tratando de hacerlo, pero no les está yendo bien. En 2013, les llevó nueve meses entender el conflicto. No voy a entrar en las razones, son conocidas, pero también fallaron en este punto. Ahora, han pedido más tiempo para tratar de lograr algún avance en las negociaciones antes de finales de 2014, para evitar que los palestinos vayan a la ONU y firmen el Estatuto de la Corte Penal Internacional, etc. De repente, se supo que las negociaciones con Irán estaban otra vez en marcha. El Departamento de Estado de Estados Unidos dejó colgada a Palestina para centrarse en Irán.
El Secretario de Estado estadounidense, John Kerry, y yo hemos convenido hablar de este tema pronto. Es importante entender que no se puede mantener el problema del Estado palestino congelado indefinidamente. El fracaso en su resolución durante casi 70 años ha dado argumentos a quienes reclutan extremistas en sus filas, “no hay justicia: se prometió crear dos estados; el judío fue creado, pero nunca van a crear el estado árabe”. Utilizado en una hambrienta calle árabe, estos argumentos suenan bastante plausibles, y llevan a llamar a la lucha por la justicia utilizando otros métodos.
El presidente ruso, Vladimir Putin, dijo en la reunión del Valdai Club en Sochi que necesitamos una nueva versión del sistema de interdependencia. Es un tema de gran actualidad. Las grandes potencias deben volver a la mesa de negociaciones y acordar un nuevo marco que tenga en cuenta los intereses legítimos fundamentales de todas las partes clave (no les puedo decir cómo debe denominarse, pero debe estar basado en la Carta de la ONU), para acordar auto-regulaciones razonables y una gestión del riesgo colectivo en un sistema de relaciones internacionales respaldado por los valores democráticos. Nuestros socios occidentales promueven el respeto al estado de derecho, la democracia y la opinión de las minorías en el interior de los países, al tiempo que no defienden los mismos valores en los asuntos internacionales. Esto deja a Rusia como un pionero en la promoción de la democracia, la justicia y el derecho internacional. El nuevo orden mundial sólo puede ser poli-céntrico y debe reflejar la diversidad de culturas y civilizaciones en el mundo actual.
Ustedes conocen el compromiso de Rusia de garantizar la indivisibilidad de los asuntos internacionales y de seguridad, y su defensa del derecho internacional. No me extenderé sobre esto.
Me gustaría decir que comparto la visión del SVOP cuando afirma que Rusia no tendrá éxito en convertirse en una potencia mayor, exitosa y con confianza en el siglo XXI, si no desarrolla sus regiones orientales. Sergei Karaganov fue uno de los primeros en desarrollar esta idea, y estoy totalmente de acuerdo. Llevar las relaciones de Rusia con los países de Asia Pacífico a un nuevo nivel es una prioridad absoluta. Rusia trabajó en esta línea durante la reunión de la APEC en Beijing y durante la reunión del G-20. Vamos a seguir avanzando en esta dirección en el contexto del próximo lanzamiento de la Unión Económica Euroasiática (EAEU, abreviatura inglesa) el 1 de enero de 2015.
Nos han tratado como “subhumanos”. Durante más de una década, Rusia ha tratado de establecer lazos de cooperación con la OTAN a través de la OTSC. Estos esfuerzos no fueron sólo para tratar de poner a la OTAN y a la OTSC “en la misma liga”. De hecho, la OTSC se centra en la captura de los traficantes de drogas e inmigrantes ilegales en las proximidades de la frontera con Afganistán, y la Organización del Tratado del Atlántico Norte es la columna vertebral de la las fuerzas de seguridad internacionales, que, entre otras cosas, recibieron el encargo de luchar contra la amenaza terrorista y eliminar sus fuentes de financiación, lo que incluye el tráfico de drogas. Lo hemos intentado todo: abogamos, y después pedimos un contacto directo en tiempo real, para que una vez que la OTAN detectara una caravana de transporte de drogas y fuera incapaz de detenerlo, nos alertara a través de la frontera, para que esta caravana pudiera ser interceptada por las fuerzas de la OTSC. Ellos simplemente se negaron a hablar con nosotros. En conversaciones privadas, la gente bien intencionada de la OTAN (y lo digo en el sentido positivo) nos dijeron que la alianza no puede ver a la OTSC como un socio en igualdad de condiciones por razones ideológicas. Hasta hace poco, vimos la misma actitud condescendiente y arrogante con respecto al proceso de integración económica euroasiática. Y eso a pesar de que los países que tienen la intención de unirse a la EAEU tienen mucho más en común entre ellos, en términos económicos, históricos y culturales, que muchos miembros de la UE. Esta unión no consiste en crear barreras contra nadie. Siempre hacemos hincapié en el grado de apertura que esperamos que tenga esta unión. Creo firmemente que hará una contribución importante a la construcción de un puente entre Europa y Asia-Pacífico.
No puedo dejar de mencionar la profunda cooperación entre Rusia y China. Importantes decisiones bilaterales han sido adoptadas, allanando el camino para la alianza energética entre Rusia y China. Pero eso no es todo. Incluso podemos hablar ahora de una nueva alianza tecnológica entre los dos países. El tándem sino-ruso es un elemento crucial para garantizar la estabilidad internacional y algo de equilibrio en los asuntos internacionales, así como para preservar el derecho internacional. Vamos a hacer un uso extenso de nuestras relaciones con la India y Vietnam, socios estratégicos de Rusia, así como con los países de la ASEAN. También estamos abiertos a desarrollar nuestra cooperación con Japón, si nuestros vecinos japoneses deciden velar por sus intereses nacionales y dejan de mirar hacia ciertos poderes extranjeros.
No hay duda de que la Unión Europea es nuestro principal socio colectivo. Nadie tiene la intención de “pegarse un tiro en el pie” y renunciar a la cooperación con Europa, aunque ahora ya ha quedado claro que una relación como la que veníamos teniendo no es una opción. Esto es lo que nuestros socios europeos nos están diciendo, pero nosotros tampoco queremos operar como lo hacíamos antiguamente. Creían que Rusia les debía algo, mientras que lo que queremos es estar en igualdad de condiciones. Por esta razón, las cosas nunca volverán a ser lo mismo. Dicho esto, estoy seguro de que vamos a ser capaces de superar este periodo, aprenderemos de esto y surgirán nuevas bases para nuestras relaciones.
La idea de crear un espacio económico y humanitario único que se extienda de Lisboa a Vladivostok ahora se puede escuchar por aquí y por allá, y está ganando terreno. El Ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, ha dicho públicamente (algo que nosotros hemos estado diciendo durante mucho tiempo) que la UE y la EAEU deben establecer un diálogo. En el discurso que el presidente Vladimir Putin hizo en Bruselas en enero de 2014, fecha en la que propuso como primer paso el lanzamiento de negociaciones sobre una zona de libre comercio entre la UE y la Unión Aduanera con la vista puesta en 2020, ya no se ve como algo exótico. Todo esto ya se ha convertido en parte de las realidades políticas y diplomáticas. Aunque hasta ahora es sólo un asunto de discusión, creo firmemente que vamos a lograr un día lo que se llama “la integración de las integraciones.” Este es uno de los temas clave que queremos promover dentro de la OSCE durante el Consejo Ministerial de Basilea. Rusia está a punto de asumir la presidencia del BRICS y la SCO.Las dos organizaciones celebrarán suscumbres en Ufa. Se trata de organizaciones muy prometedoras para la nueva era. No son bloques (especialmente el BRICS), sino grupos cuyos miembros comparten los mismos intereses y que representan a países de todos los continentes que comparten visiones comunes en lo relativo al futuro de la economía, las finanzas y la política globales.
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