Guerra Geopolítica Contra Venezuela (parte 2)

Por Andrew Korybko

PARTE II: La Guerra Geopolítica de Estados Unindos Contra Venezuela

(Por favor lea la Parte I antes de leer este artículo)

El Juego Político-Militar en Guyana

Los Estados Unidos (EU) están explotando a su último estado cliente, Guyana, con el fin de abrir un segundo frente territorial en la contención de Venezuela. Franco Vielma, en un artículo traducido por The Saker, explica brillantemente cómo lo está haciendo. Para resumir su detallada investigación (la cual se recomienda al lector que lea en su totalidad), Venezuela y Guyana han estado involucradas en una disputa territorial durante más de 100 años derivada de la incautación colonial por parte del Reino Unido de una gran franja de la zona oriental de Venezuela. Aunque el Laudo Arbitral de París de 1899 fijó las fronteras actuales, el Acuerdo de Ginebra de 1966 invalidó a su predecesor, pero mantuvo el statu quo hasta que pudiera ser resuelta por ellas mediante una resolución conjunta. Guyana, sin embargo, se mostró reacia a que esto ocurriera, reconociendo el potencial de la riqueza energética que se encuentra debajo tanto de la zona continental como las zonas marítimas del territorio en disputa que controla. Cuando Exxon Mobil inició la exploración petrolera en la zona marítima en disputa, Venezuela vio esto como una amenaza clara de inminente desestabilización y supo que tenía que actuar para proteger su reclamación territorial antes de que pudiera serle robada, ergo el decreto del 26 de mayo que establece las Zodimains, una de los cuales atraviesa el área en disputa (la otra fue en el Golfo de Venezuela y fue descrita anteriormente).

El Sr. Vielma correctamente señala que Venezuela tomó esta medida con el fin de anticiparse al despliegue de mercenarios por parte de la Exxon con el fin de asegurar su participación potencial de los recursos en alta mar, pudiendo eventualmente algún día ganar incluso un componente continental. También hace apropiada mención a los intereses estratégicos de los estadounidense en todas las cuestiones relacionadas con la energía, con el argumento de que potenciales hallazgos de importancia en Guyana seguramente colocarían al país en primer plano y en el centro del radar del Pentágono vigorizando relaciones bilaterales de espectro completo, en particular en la esfera militar. Teniendo esto en cuenta, vale la pena esbozar hacia dónde se dirige la situación, y cómo encaja en la más amplia estrategia de contener a Venezuela.

Aquí esta el plan de tres etapas con el que Venezuela debe prepararse para lidiar:

1. Atraer la Atención de EU:

Guyana quiere transnacionalizar la crisis y pasarla a la esfera de las relaciones bilaterales entre Venezuela y Guyana. Esta tenía la esperanza de que sus aliados del CARICOM, algunos de los cuales son también miembros del ALBA (Antigua y Barbuda, Dominica, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucia y San Vicente y las Granadinas), hicieran una fuerte declaración de apoyo a ella en la disputa, luego de lo cual escalaría a un asunto de atención regional y crearía fricciones entre los miembros caribeños del ALBA y el núcleo venezolano. Aunque en definitiva la declaración no fue tan fuerte como hubiera preferido Guyana, el grupo regional se puso de su parte luego de una reunión de tres días en Barbados, demostrando que se ha convertido oficialmente en un asunto de importancia internacional y generando la posibilidad de una gran fisura dentro del ALBA.

Los EU vieron el apoyo de CARICOM a Guyana como un detonante para involucrarse diplomáticamente, con el Embajador Estadounidense en Georgetown realizando su propia declaración como era de esperarse también en apoyo de ese país. Así, la crisis ha adquirido proporciones hemisféricas y ha abierto la puerta para que EU se involucre aún más en esta. Esto podría predeciblemente llevar a una presencia itinerante de buques de guerra estadounidenses en las zonas marítimas en disputa, para supuestamente proteger las exploraciones de Exxon de la armada venezolana. En la misma línea, la armada estadounidense podría también basar sus operaciones fuera del puerto de Georgetown, al cual previamente estableció como puerto por primera vez en 2010, demostrando que existe efectivamente un precedente de que podría usarse esto para expandir la cooperación bilateral marítima con Guyana.

2. Dividir la Atención Militar de Venezuela:

La presencia de buques de guerra de Estados Unidos y su previsible contraparte terrestre en Guyana provocarían instantáneamente una respuesta de enojo por parte de Venezuela, que probablemente intentará contrarrestarla reforzando sus activos militares a lo largo de la frontera. Hay que tener en cuenta que el ejército venezolanos hasta este punto ha prestado menos atención a Guyana que a Colombia, por lo que el enfocarse de forma urgente en la frontera oriental sería algo parecido a una especie de pivote militar. Además, esta región está escasamente poblada y el desarrollo de la infraestructura es casi mínimo, lo que significa que este será para los militares un entorno operativo diferente al que están acostumbrado con respecto a Colombia. Algo que complica aún más las cosas es que el ejército debe seguir conservando una presencia considerable en las principales ciudades del país con el fin de disuadir y responder a cualquier desestabilización por parte de una Revolución de Color, por lo que debe mantener un cuidadoso equilibrio entre esta prioridad, así como sus despliegues a lo largo de las fronteras colombiana y guyanesa. Todo esto sirve para dividir al ejército venezolano ante la necesidad de enfocarse en algún punto de crisis particular que estalle (ya sea Colombia, Guyana, o una Revolución de Color), y la apertura simultánea de los tres frentes representaría un escenario apocalíptico para sus planificadores estratégicos.

3. Atrapar a Venezuela en una Campaña Militar Desastrosa:

El gran objetivo estratégico de los EU es llevar a Venezuela a una intervención militar para restaurar su soberanía histórica hasta el río Esequibo. No se está afirmando que Venezuela no deba restablecer el control hasta este punto o que no tenga motivos para hacerlo, sino más bien que esa medida, si toma una dimensión militar (no importa si se trata de adelantarse a un despliegue estadounidense en el área o para responder a una provocación de Guyana), implica costos colaterales significativos que podrían no ser apreciados a primera vista. No es tan simple como hablar de golpear a un enemigo militar mucho más débil, sino del control y administración de territorio de selva espesa con una mínima infraestructura. Este es un enorme obstáculo, incluso para los ejércitos más avanzadas del mundo, por no hablar de una potencia media como Venezuela, aunque tiene alguna ventaja competitiva sobre ellos porque es su propio terreno selvático en el que sus soldados están acostumbrados a entrenarse.

El problema, sin embargo, es que el área que está siendo reclamada por Venezuela es de aproximadamente 56.121 millas cuadradas de extensión, que para ponerlo de otra manera, es aproximadamente el tamaño de Nepal (o una quinta parte del territorio actualmente gobernado de Venezuela). La administración de un área tan vasta y difícil de atravesar lleva consigo enormes costos financieros y crea una gran cantidad de vulnerabilidades militares para fuerzas guerrilleras apoyadas desde atrás por Estados Unidos. Hay un grave riesgo de que Venezuela pueda verse comprometida rápidamente en un escenario de expansión de la misión donde al final comprometa demasiado a sus fuerzas militares creando aberturas estratégicas para provocaciones procedentes de Colombia y de los Revolucionarios de Color. Para agravar este riesgo, una campaña militar prolongada, acompañada con gastos financieros y la acumulación de bajas, podría incrementar la disidencia en el país y aumentar el riesgo de que el ya esperado siguiente intento de Revolución de Color pueda tener un apoyo más amplio y tal vez tenga éxito en derrocar al gobierno (especialmente si es apoyada por ataques quirúrgicos “contra las FARC” y complementada con “incursiones limitadas” por parte del ejército colombiano).

* * *

Guyana ha emergido rápidamente como una importante vulnerabilidad estratégica para el liderazgo venezolano, porque presenta un dilema del tipo Trampa-22 que deberá ser respondido en una forma u otra. Si Caracas cede a la exploración petrolera de Georgetown en aguas en disputa y permite a la Exxon perforar allí, entonces cede esencialmente la zona marítima a Guyana de una vez por todas. Sin embargo, respondiendo a esta clara provocación, Venezuela ha iniciado involuntariamente un proceso mediante el cual Guyana ahora puede agravar la crisis a proporciones regionales y hemisféricas, todo ello con el fin último de invitar a los militares estadounidenses a ser de facto una de las partes en el conflicto, aunque de su lado. Además, dado que Venezuela está en una posición militar mucho mejor contra Guyana de lo que está en contra de Colombia, es de esperar que el Pentágono acelere cualquier ayuda que pueda prestarle a Georgetown con el fin de corregir rápidamente el desequilibrio militar tan rápido como pueda (quizás sustituyendo su desigualdad convencional con ventajas asimétricas como el entrenamiento en guerra no convencional). No hay solución mágica a la amenaza de Guyana, lo que demuestra que Venezuela debe pensar cuidadosamente todas sus opciones y las consecuencias esperadas antes de dar su siguiente paso.

Calculando las Consecuencias de la Contención

Hay tres consecuencias inmediatas de progreso actual de los EU en la contención de Venezuela:

Daño Estratégico a la Unidad del ALBA:

La cooptación del liderazgo cubano ha creado la posibilidad de dividir eventualmente a La Habana y Caracas. Esto no va a ser evidente en el aspecto físico (la asistencia bilateral sobre el terreno entre ambas todavía es fuerte), sino más en lo estratégico, por ejemplo a través de una rivalidad hostil para controlar al ALBA. Cualquier cantidad de escenarios podrían presentarse en un futuro próximo, donde Raúl Castro y Nicolás Maduro, entren en desacuerdo público y firme entre sí (tal vez sobre las FARC, o por la relación de amistad entre Cuba y los EU en medio de una renovada campaña de cambio de régimen impulsado por Washington contra Venezuela), y dada la naturaleza de la política de América Latina en general, impulsada por la personalidad, esto podría conducir a un ruptura entre las dos naciones que inevitablemente forzaría a los estados del ALBA a tomar partido. Hablando de eso, los miembros caribeños de la alianza se han negado a ponerse del lado de su patrón andino fuera de la solidaridad institucional del CARICOM con Guyana (la cual alberga la sede de la organización, por cierto), estableciendo así las bases para una mayor división intra-ALBA, y si Cuba utiliza esta ocasión para promover sus propios intereses con los países a costa de Venezuela, entonces esto podría anunciar la división de Venezuela y Cuba que acabamos de discutir.

Cerco en Dos Frentes:

Los EU han manipulado la política de América del Sur de una manera tal que Venezuela está ahora atrapada en medio de dos tenazas, cada una de las cuales pueden utilizar sus respectivas disputas territoriales para escalar la situación a su antojo. Venezuela está peleando contra estas declaraciones agresivas, pero aún no es seguro por cuanto tiempo pueda aguantar. En caso de que Colombia y Guyana lleguen a un acuerdo entre sí, bajo la supervisión estratégica de Estados Unidos, entonces de forma realista podrían construir un escenario en el cual sus esfuerzos conjuntos podrían ser canalizados para desestabilizar a Venezuela para ganar en cada una de sus respectivas disputas territoriales. El resurgimiento de Guyana como una fuerza anti-venezolana hostil cambia radicalmente los cálculos estratégicos de Caracas, ya que ahora debe equilibrar simultáneamente entre la lucha contra ella y Colombia, lo que podría conducir a debilidades a lo largo de cualquiera de estos frentes que podrían ser explotadas por el otro dada su colaboración estratégica coordinada por Estados Unidos.

Contención Autoimpuesta:

Frente a dos graves problemas estratégicos a lo largo de sus fronteras, una economía vapuleada debido a subterfugios de EU, y la amenaza siempre presente de una renovada Revolución de Color, Venezuela se ha visto forzada a la estrategia defensiva con fines de auto-preservación. Todavía conserva influencia en la región, pero no es capaz de proyectarla en la misma manera como lo hizo hace unos años debido a la gran cantidad de problemas que los EU han desatado contra ella balo la Administración del “hombre honesto” Barack Obama. Simplemente no tiene los recursos o la mano de obra disponible para centrarse en esos objetivos como una vez lo hizo. En sí, esto ya es una especie de victoria para los EU, ya que logró atemperar las exportaciones de multipolaridad por parte de Venezuela en toda la región, pero Washington con el fin de vencer totalmente, debe ya sea derrocar al gobierno venezolano o garantizar su capitulación de la misma manera como lo hizo con Cuba.

Plan de Acción

Es aconsejable que Venezuela siga con urgencia el plan de acción establecido a continuación para defenderse mejor contra las amenazas de contención inminentes que se están gestando a su alrededor:

Recuperar el Control del País:

Lo primero que debe hacer Venezuela es estabilizar su economía y controlar la sociedad civil participe de la Revolución de Color. El malestar económico prolongado, independientemente de la causa, conduce naturalmente a la insatisfacción con el gobierno, e incluso las personas que no están a favor del cambio de régimen pueden inocentemente mezclarse en las protestas de la Revolución de Color a causa de esto, sin entender el contexto completo de lo que han conseguido en sí mismos. Hasta ahora, Venezuela ha obtenido un préstamo de 5 mil millones de dólares de China, a cambio de futuras exportaciones de petróleo, pero aún no se sabe si esta es la escala adecuada de alivio que necesita su economía en estos momentos. Muy probablemente, el país requiera de mucho más que del préstamo de China para volver nuevamente a su carril, pero si se invierte este dinero de manera adecuada en aliviar la carga económica que sus ciudadanos han enfrentado en el último año (empeorada aún más por la caída mundial del precio del petróleo), entonces podría ser un paso positivo en la dirección correcta.

Cuando logre controlar los elementos de la Revolución de Color, es aconsejable que Venezuela siga el modelo de Rusia obligando a las ONG financiadas desde el extranjero a registrarse como agentes extranjeros. Después de eso, puede seguir los pasos de Rusia, dando al gobierno el derecho a cerrar las ONG indeseables, lo que podría simplificar el problema legal en el desmantelamiento de estas redes serviles y su expulsión del país. Sin embargo, la eliminación de los elementos extranjeros comprometido con el cambio de régimen posiblemente no sea suficiente para garantizar la soberanía de Venezuela, ya que una gran parte de las fuerzas de agitación contra el gobierno están en sus propios (aunque manipulados) ciudadanos. Esto significa que todo el enfoque principal debe estar en ayudar a los ciudadanos a hacer frente a la crisis económica actual, lo que a su vez disminuiría el llamado a protestas contra el gobierno de la Revolución de Color (si los participantes reconocen sus intenciones de cambio de régimen o no) y ayudarían al gobierno a reconocer a los manifestantes legítimos de los que quieren derrocar al Estado.

Iniciar Una Defensa Proactiva:

Lo más encomiable que el Gobierno venezolano ha hecho en la protección de su soberanía fue el establecimiento de las dos Zodimains. Estas demostraron que Caracas era consciente de los planes de sus vecinos en contra de sus reivindicaciones territoriales y mostró el compromiso del Estado en asegurar sus intereses legítimos. En cierto modo, Venezuela emuló el enfoque de China en el Mar del Sur de China, en el que China tomó medidas proactivas para fortalecer su posición marítima antes de que sus rivales hicieran lo mismo en los territorios en disputa. Si China o Venezuela se hubieran abstenido de sus respectivas acciones, es perfectamente concebible que los EU hubieran establecido bases en las mismas islas que China está reclamando y que los activos navales estadounidenses estarían navegando por la costa atlántica del noreste de Venezuela.

En este punto, Venezuela tiene que demostrar que su defensa proactiva es un movimiento serio basado en un sólido compromiso con la soberanía marítima, y que ​​responderá de manera pragmática a cualquier provocación desde ambos lados (al igual que lo ha hecho China). Al mostrar que no es una presa fácil y que no será intimidado para retroceder en su posición (mientras evita intensamente un entrampamento militar con los EU, ya sea en tierra o en el mar), el gobierno venezolano puede anotarse puntos por su patriotismo entre la población y con suerte mejorar su imagen entre los muchos que se hayan visto afectados negativamente por la reciente crisis económica. Si la población puede con agudeza entender la amenaza que enfrenta su país en este momento, las masas bien intencionadas que están en contra del gobierno siendo conducidas por los organizadores de la Revolución de Color podrían reconocer con horror su contribución involuntaria a un cambio de régimen y cambiar sus métodos. Puede que sigan insatisfechos con el gobierno o su desesperada situación económica, pero el darse cuenta de que con sus manifestaciones antigubernamentales solamente están empeorando la situación podría ser suficiente para conseguir que dejen de participar en este tipo de protestas por el momento, lo que podría ayudar a lograr el objetivo ya planteado de separar a los manifestantes legítimos de los promotores del cambio de régimen y, por tanto, ayudar al estado a retomar el control dentro de sus propias fronteras.

Reconceptualizar el ALBA:

El liderazgo de Venezuela tiene que entender que las alianzas políticas del tipo que este espera no puede comprarse solo con los subsidios al petróleo, y la solidaridad ideológica sincera a la causa multipolar es mucho más importante que las declaraciones retóricas de apoyo. Aunque no todos los miembros de Petrocaribe (red regional de petróleo subsidiado por Venezuela) son parte del ALBA y viceversa, todavía hay una fuerte coincidencia entre los miembros del ALBA y los participantes de Petrocaribe. Excluyendo a Ecuador y Bolivia, todos los miembros del ALBA son parte de Petrocaribe, lo que significa que reciben las importaciones de petróleo venezolano a precios preferenciales. El punto débil de esta cadena de aliados son los estados más pequeños del Caribe, como Dominica, Granada, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas. Según los informes, estos países están buscando proveedores alternativos en caso de que Venezuela recorte los envíos y están resucitando sus miedos de que su socio anteriormente fiable, después de haber sido puesto de rodillas económicamente por la guerra asimétrica de los EU en contra de ella, pueda en el futuro no ser capaz de continuar con el programa en el mismo formato. Como tal, estos países insulares, que también son miembros de CARICOM junto a Guyana, podrían profundizar su apoyo a este último en su disputa territorial con Venezuela, con la esperanza de que ello podría llevar a una compensación de recursos de los EU probablemente a traves de petróleo proveniente del fraking.

Por lo tanto, Venezuela debe aceptar que sus pequeños “aliados” del Caribe puedan dejar la ALBA cuando sus subsidios al petróleo se acaben, y que estos pequeños países son fácilmente susceptibles a la “diplomacia del dolar” de los EU cuando el bolívar se encuentra en los momentos difíciles que está actualmente experimentando. En lugar de ver como una pérdida cualquier posible deserción por parte de miembros del CARICOM del ALBA, Venezuela debe verlo como una ganancia estratégica en el sentido de que libera sus recursos y atención para centrarse más intensamente en ayudar al estado de Nicaragua participante conjunto en la ALBA y Petrocaribe. Cuba también es miembro de ambos grupos, pero dado el reciente giro de su liderazgo hacia los EU, también es tan susceptibles a la diplomacia del dólar y la ‘amistad del fraking’ como sus homólogos de la CARICOM, y no debe ser visto como un aliado cuya lealtad ideológica pueda estar garantizada. Nicaragua, por su parte, es de estricta solidaridad ideológica con Venezuela y el mundo multipolar debido al Canal Transoceánico financiado por China que está previsto pase a través de ella. Al observar al ALBA más como una constelación de estados multipolares firmemente comprometidos como Nicaragua, Ecuador y Bolivia, Venezuela puede amortiguar el golpe de cualquier decerción de miembros de la CARICOM que se produzca y trabajar en el fortalecimiento de su núcleo constituyente en el enfrentamiento al renovado “rebote” unipolar de los EU en América Latina.

Recibir Apoyo Diplomático Multipolar:

Venezuela debería utilizar sus canales diplomáticos para informar a sus aliados multipolares de la importancia de las declaraciones de apoyo que puedan hacer en su nombre. Rusia, China e Irán mantienen estrechas relaciones con Venezuela, pero cada uno está actualmente tan envuelto en el manejo de sus complicados asuntos regionales que pueden no estar conscientes de la amenaza a la que su aliado Sudamericano se enfrenta en estos momentos. Ellos por lo tanto deben ser informados de las acciones agresivas de Colombia y Guyana contra la soberanía marítima de Venezuela y alentados a proclamar públicamente su posición sobre el tema. No es de esperarse que estén tan abiertamente parcializados como Venezuela puede desear que estén, pero los que están familiarizados con el lenguaje diplomático podrían leer fácilmente entre lineas y ver el apoyo implícito que expresen. Esto es muy importante porque demostraría la solidaridad multipolar con Venezuela (en cualquier grado que esté siendo expresada) y provocar que los EU tomen en cuenta que los conflictos locales de sus aliados regionales han atraído la atención mundial, lo que sentaría las bases para la implementación lógica de la recomendación política final.

Alojar Instalaciones Navales Rusas y Chinas:

La recomendación final para asegurar la integridad territorial de Venezuela de la intriga geopolítica dirigida por EU desde Colombia y Guyana es que el país aloje instalaciones navales de Rusia y China. Tal propuesta es bastante lógica a la luz de las recientes declaraciones hechas por cada uno de estos gigantes multipolares. Rusia ha llevado a cabo ejercicios navales conjuntos con Venezuela en 2008 y ha anunciado planes para hacerlo de nuevo en un futuro próximo, por lo que la cooperación marítima entre los dos ya tiene precedentes o es usual. Además, el ministro de Defensa, Serguéi Shoigu ha expresado interés en que Venezuela acoga una base naval, como este autor lo a visionado. En cuanto a China, su primer libro blanco deja muy claro por primera vez en su estrategia militar que quiere extender su influencia naval en todo el mundo como medio de defensa para sus intereses económicos. No hace falta decir que China probablemente abrirá una planta en Nicaragua para proteger el canal que está financiando allí, pero también podría hacer lo mismo en Venezuela con el fin de asegurar más concretamente sus intereses petroleros. Después de todo, el país sudamericano es el hogar de la Cuenca del Orinoco que, los expertos han evaluado, contiene una de las mayores reservas sin explotar del mundo por un total de más de 513 mil millones de barriles, y Maduro dijo que recibió garantías de que China invertirá $20 mil millones en la economía del país (algunos de los cuales, naturalmente, irán al desarrollo de los recursos del Orinoco), durante un viaje a Beijing a principios de 2015.

Rusia y China, evidentemente, tienen intereses estratégicos en Venezuela, por lo que sería natural defender sus inversiones en el país a través de un despliegue naval (conjunto) allí. Si los EU puede y ha estado haciendo cosas similares durante décadas en relación con sus propios aliados, no hay razón por la cual Rusia y China no puedan hacer lo mismo con los suyos. La presencia de sus fuerzas navales en aguas venezolanas provocaría que EU reconsidere desatar el conflicto indirecto que había planificado contra Caracas, ya que no puede prepararse para una escalada de la Nueva Guerra Fría justo en su patio trasero (a pesar de la ironía de hacerlo en contra de Rusia y China en Ucrania y el Mar del Sur de China, respectivamente). Un desplazamiento naval coordinado Ruso-Chino en Venezuela (ya sea en la misma instalación o en instalaciones separadas) tiene el potencial de interrumpir por completo la dinámica actual de la Nueva Guerra Fría y retomar la iniciativa contra los EU, y ya que también puede asegurar la soberanía de Venezuela y reforzar su gobierno contra las amenazas externas que se le plantean, debe ser seriamente considerado por los líderes de los tres estados como un movimiento magistral a ser revelado en un futuro próximo.

Conclusiones Finales

Venezuela está siendo ahogada geográficamente por las últimas incursiones de EU en los asuntos regionales, que buscan aprisionar la flexibilidad estratégica y militar que Caracas una vez ejerció en América Latina. Cuba, ya sea a sabiendas o sin saberlo, se ha convertido en una de las mayores incertidumbres estratégicas para Venezuela, y esta ya no puede confiar incuestionablemente en la supuesta solidaridad ideológica de su aliado como garantía del buen estado de las relaciones bilaterales entre ellos. La principal consecuencia de esta naciente duda es que la unidad de la ALBA no es tan sólida como se creía, y que cualquier futura fisura entre la Habana y Caracas podría conducir a la disolución de la alianza o su separación en dos bloques diferenciados (con Cuba influyendo sobre los miembros de la CARICOM y Venezuela manteniendo su influencia en el continente). Esta amenaza estratégica no tiene implicaciones militares en lo inmediato, a diferencia de la representada por Colombia. El vecino de Venezuela parece estar preparado para mostrar músculo en el momento en que el conflicto con las FARC se resuelva, y es de esperar que esto tome forma mediante una eventual escalada militar estadounidense-colombiana a lo largo de la frontera con Venezuela. En el futuro, esto podría ser utilizado para exacerbar las reclamaciones marítimas de Colombia en el Golfo de Venezuela, o incluso organizar una operación de bandera falsa “anti-FARC” en Venezuela para llevar al gobierno al punto de ruptura mientras está inmerso en el caos de una Revolución de Color. Por último, Guyana ha saltado en cierto modo de forma inesperada al frente de las preocupaciones de seguridad de Venezuela, como resultado de la renovado disputa marítima en el Océano Atlántico, que tiene el potencial de involucrar a la Cuarta Flota de EU.

Ante tan candente adversidad geopolítica, el gobierno venezolano debe encontrar una manera de neutralizar la amenaza interna de la Revolución de Color con el fin de asegurar su territorio, y sólo después de esto podrá de manera eficiente y confiada defender su frontera y reclamaciones marítimas. Un buen modelo a seguir es la forma tan proactiva como China actúa en el Mar del Sur de China, pero Venezuela debe comprometerse a seguir siendo coherente en sus acciones y retórica y no ceder ante amenazas agresivas, algo que puede ser difícil de hacer en su debilitada posición actual. Sin embargo, si puede lograrlo, así como reconceptualizar el grupo de la ALBA, entonces podría contar de forma más fiable con el apoyo diplomático del mundo multipolar. Para Venezuela la jugada final debe ser reunir con éxito a las marinas de guerra de Rusia y China estableciendo una base (conjunta) en el país, ya que esto facilitará la disuasión necesaria para evitar los juegos indirectos estadounidenses. Esto también voltearía todo el desarrollo de la Nueva Guerra Fría desplazando el teatro de disputa al propio patio trasero caribeño de los EU, un giro muy necesario a la propia política de tensiones de Washington en Europa Oriental y el Mar del Sur de China. Este desarrollo, más que cualquier otra cosa que Rusia y China puedan hacer en todo el hemisferio occidental en este momento, indicaría la seriedad de su determinación en la disuasión de las amenazas a sus intereses estratégicos en Venezuela y finalmente tomarían la iniciativa dando un giro a su favor a las dinámicas de la Nueva Guerra Fría.

Fuente: http://thesaker.is/geopolitical-war-against-venezuela-part-2/

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