Traducido por Gary Littlejohn para el Blog del Saker
Parte 1 – Contiene las dos primeras cartas
Parte 2 – Contiene las dos cartas siguientes – ya está aquí.
Parte 3 – Comentario – Pendiente
Profesión Gendarme
Respuesta a la convocatoria de mil militares
Los días 20 y 25 de abril de 2021 publicamos en el sitio “Cuando los soldados hablan, la hora es grave”, así como “Por el retorno del honor de nuestros gobernantes 20 generales piden a Macron que defienda el patriotismo “.
En respuesta a estas publicaciones, el contralmirante Claude Gaucherand y varios oficiales hicieron el siguiente comunicado que firmaron conjuntamente:
RESPUESTA AL LLAMAMIENTO DE LOS MIL MILITARES.
Juzgando que hay peligro en la casa de Francia, veinte generales de la segunda sección y más de mil soldados procedentes de los cuadros de reserva han lanzado un llamamiento a las autoridades gubernamentales. He aquí, sin ánimo de polémica, la opinión personal de un grupo de ciudadanos que tienen en común el haber servido durante un periodo activo de su vida como oficiales en una de las tres Fuerzas Armadas. Es en calidad de tales que comparten la inquietud por el presente y el futuro de Francia que más o menos a corto plazo legarán a sus descendientes.
Al hacer esto, sin embargo, nadie pretende representar la opinión de los militares en activo ni sugerir ninguna implicación por parte de estos últimos, aquellos que se dedican a servir a su nación en su conjunto, de forma activa y a menudo con peligro de sus vidas.
“La hora es grave, Francia está en peligro, varios peligros mortales la amenazan.
(….)
Por lo tanto, es imperativo que quienes dirigen nuestro país encuentren el valor para erradicar estos peligros. Para ello, a menudo basta con aplicar sin debilidad las leyes existentes. Recuerden que, al igual que nosotros, una gran mayoría de nuestros conciudadanos están abrumados por su desidia y sus silencios culpables”.
Estos militares hacen una observación que sólo podemos compartir en su generalidad pero que parece más discutible cuando se llega a la elección más precisa de dichos peligros.
En cuanto a la solución para erradicar el gran peligro, no parece ser más que un deseo piadoso.
En efecto, cuando se desea curar un mal, conviene distinguir entre los síntomas y la raíz del mal debidamente identificada, y por tanto distinguir los cuidados paliativos, como los llaman los médicos, del tratamiento curativo. Son complementarios. El primero sin el segundo no funciona y, más a menudo, el segundo no es humanamente soportable sin la contribución del primero.
Es en este enfoque donde reside nuestro desacuerdo, pues si estamos de acuerdo en la definición de estos peligros, nos parecen simples síntomas de una enfermedad más profunda, cuyas raíces es necesario atacar si se quiere que Francia sobreviva. ¿No es ilusorio exigir a los que administran el veneno, de forma probablemente consciente y sin duda con toda sinceridad, que quieran realmente cambiar la jeringuilla para inyectarnos el antídoto?
En su gran mayoría, nuestra clase política, que está servida por un sistema parlamentario más que secular, se ha dejado llevar durante décadas por las altas finanzas que manejan los hilos del dinero y controlan los medios de comunicación y que, por lo tanto, deciden quién será o no elegido, está servida en eso por toda clase de relevos que son, entre otros, Bilderberg, Davos, el CRIF y las cofradías.
Esta clase política que Jean Pierre Chevènement había descrito tan lúcidamente como igual a sí misma, servida por una administración sólida y deferente, sólo está ahí para ejecutar los dictados de quienes detentan el poder, es decir, las altas finanzas, dictados retransmitidos por la organización de la Comunidad Europea compuesta por más de 25.000 burócratas que no han sido elegidos por nadie pero que están investidos de la autoridad que les confieren los tratados.
Así pues, ya se trate de la inmigración, de la desintegración de la nación y de la multiplicación de zonas sin ley, de la violencia y del crecimiento del odio entre comunidades, la clase política en los mandos no hace más que seguir la hoja de ruta que se le ha dictado antes y que conduce a la destrucción de la viejísima nación que somos, obstáculo simbólico del globalismo ascendente que es necesario hacer desaparecer.
Esto, que pone a Francia en peligro mortal, es simplemente el liberalismo desenfrenado que se inscribe en el mármol de los tratados llamados europeos traduciéndose por la desindustrialización del país tanto como por el rebajamiento de nuestra lengua, el uso del “globish” por parte de los medios de comunicación, la publicidad intrusiva y … el propio Jefe del Estado; es también la destrucción de la herramienta de la energía nuclear y la política de autoflagelación al más alto nivel y en todas las ocasiones; es aún más la desintegración de la educación nacional y de la política de salud pública; finalmente es la puesta en residencia bajo vigilancia de 66 millones de franceses con el uso obligatorio del bozal [máscara].
Es todo esto lo que subraya nuestro alineamiento servil a la doctrina política y militar anglosajona que materializa nuestra pertenencia a la OTAN y nuestra soberanía perdida.
Queridos camaradas militares, esto es lo que creemos que es nuestro deber responderles.
Vuestro llamamiento habla merecidamente de los chalecos amarillos. ¿Y si este fuera el camino que permite finalmente atacar el mal de raíz, aplicando al mismo tiempo las medidas que ustedes preconizan para su tratamiento paliativo del que nuestra nación siente una necesidad muy urgente? Recordemos esta breve cita del entonces presidente Charles de Gaulle: “Francia tiene necesidad de un proyecto”. En ningún caso tiene necesidad de una guerra civil.
Firmantes: Claude Gaucherand, Contralmirante (2S), Alain Corvez, Coronel del Ejército (er), Bernie Le Van Xieu, Coronel del Ejército (er), Jean-Marie Lauras, Coronel del Aire (er), Jean Marie Six IGA (2S), Jacques Hogard, Coronel del Ejército (er), Michel Debray, Vicealmirante (2S), Olivier Frot, Comisario del Ejército Coronel (er), Michel Lucas, Coronel del Ejército (er), Hubert de Gevigny, Contralmirante (2S), Philippe Bourcier de Carbon, Capitán de Fragata (er), Vivian Gauvin, Teniente Coronel del Aire (er), Jean Baptiste de Fontenilles, Coronel del Ejército (er), Regis Chamagne, Coronel del Aire (er).
Traducción del segundo llamamiento militar al gobierno francés.
Ahora existe la posibilidad de que el público en general lo firme a partir del 11 de mayo de 2021. El 11 de mayo a las 18.00h había casi 250.000 firmas.
Introducción editorial: [Exclusiva] Firmar el nuevo foro militar
Desde hace unos días corría el rumor de que se iba a presentar una nueva plataforma militar. Procedente de soldados en activo, apoya la publicada anteriormente en el sitio de Valores Actuales. Este texto, que ya circula mucho y del que se hacen eco los medios de comunicación, hemos decidido publicarlo esta tarde. Y abrirlo, al pie de esta tribuna, para que lo firmen los ciudadanos franceses que lo encuentren a la altura de los desafíos que son los nuestros. Al mismo tiempo que continuamos, con una metodología exigente, poniéndonos a disposición de los profesionales militares que deseen participar. Al igual que el anterior, el objetivo de este foro no es socavar nuestras instituciones, sino alertar sobre la gravedad de la situación.
Al Presidente de la República,
Ministros, Diputados,
Oficiales Generales, en sus rangos y cualidades,
Ya no cantamos la séptima estrofa de la Marsellesa, conocida como la “estrofa de los niños”. Sin embargo, es rica en enseñanzas. Dejemos que ese verso nos las prodigue:
“Entraremos en la cantera cuando nuestros mayores se hayan ido. Allí encontraremos su polvo y las huellas de sus virtudes. Mucho menos celosos de sobrevivirlos que de compartir su ataúd, tendremos el sublime orgullo de vengarlos o de seguirlos.”
Nuestros mayores son luchadores que merecen ser respetados. Son, por ejemplo, los viejos soldados cuyo honor habéis pisoteado en las últimas semanas. Son estos miles de servidores de Francia, firmantes de una plataforma de sentido común, soldados que dieron sus mejores años para defender nuestra libertad, obedeciendo vuestras órdenes, para librar vuestras guerras o para aplicar vuestras restricciones presupuestarias, que vosotros ensuciasteis mientras el pueblo de Francia los apoyaba.
A estas personas que lucharon contra todos los enemigos de Francia, las habéis tratado como facciosos cuando su única culpa es amar a su país y llorar su visible caída.
Así que nos toca a nosotros, que acabamos de entrar en la carrera, salir al ruedo sólo para tener el honor de decir la verdad.
Somos lo que los periódicos han llamado “la generación del fuego”. Hombres y mujeres, soldados en activo, de todos los ejércitos y de todos los rangos, de todas las sensibilidades, amamos a nuestro país. Estas son nuestras únicas pretensiones. Y si no podemos, por ley, expresarnos a cara descubierta, es igualmente imposible que nos callemos.
En Afganistán, en Malí, en la República Centroafricana o en cualquier otro lugar, muchos de nosotros hemos experimentado el fuego enemigo. Algunos han dejado allí a compañeros. Han ofrecido su pellejo para destruir el islamismo al que ustedes hacen concesiones en nuestro suelo.
Casi todos hemos conocido la Operación Centinela. Hemos visto con nuestros propios ojos los suburbios abandonados, el alojamiento con la delincuencia. Hemos soportado los intentos de instrumentalizar a varias comunidades religiosas, para las que Francia no significa nada, nada más que un objeto de sarcasmo, de desprecio e incluso de odio.
Nos manifestamos el 14 de julio. Y a esta multitud benévola y diversa, que nos aclama porque somos su emanación, nos pidieron que nos cuidáramos de ella durante meses, prohibiéndonos circular de uniforme, haciéndonos víctimas potenciales, en un suelo que sin embargo somos capaces de defender.
Sí, nuestros mayores tienen razón en el fondo de su texto, en su totalidad. Vemos la violencia en nuestras ciudades y pueblos. Vemos cómo el comunitarismo se instala en el espacio público, en el debate público. Vemos cómo el odio a Francia y a su historia se convierte en la norma.
Puede que los militares no digan eso, argumentarán. Al contrario: como somos apolíticos en nuestras evaluaciones de la situación, es una observación profesional que hacemos. Porque este declive, lo hemos visto en muchos países en crisis. Precede al colapso. Anuncia el caos y la violencia, y contrariamente a lo que ustedes afirman aquí y allá, este caos y esta violencia no provendrán de un “pronunciamiento militar” sino de una insurrección civil.
Para objetar la forma de la plataforma de nuestros mayores en lugar de reconocer la obviedad de sus conclusiones, hay que ser cobarde. Para invocar un deber de reserva mal interpretado con el fin de silenciar a los ciudadanos franceses, hay que ser muy mentiroso. Para animar a los altos cargos militares a tomar partido y exponerse, antes de sancionarlos ferozmente cada vez que escriben algo que no sea un relato de batalla, hay que ser muy perverso.
Cobardía, engaño, perversión: esta no es nuestra visión de la jerarquía. Al contrario, el ejército es, por excelencia, el lugar donde nos hablamos con la verdad porque comprometemos nuestra vida. Es esta confianza en la institución militar la que reclamamos.
Sí, si estalla una guerra civil, el ejército mantendrá el orden en su propio territorio, porque se le pedirá que lo haga. Esta es incluso la definición de guerra civil. Nadie puede desear una situación tan terrible, nuestros mayores no más que nosotros, pero sí, de nuevo, la guerra civil se está gestando en Francia y lo saben perfectamente.
El grito de alarma de nuestros Antiguos vuelve por fin a los ecos más lejanos. Nuestros ancianos son los resistentes de 1940, a los que gente como usted trató muy a menudo de facciosos, y que continuaron la lucha mientras los legalistas, traspasados por el miedo, apostaban ya por las concesiones con maldad para limitar los daños; son los 14 peludos, que murieron por unos metros de tierra, mientras usted abandona, sin reaccionar, barrios enteros de nuestro país a la ley del más fuerte; son todos los muertos, famosos o anónimos, caídos en el frente o después de una vida de servicio.
Todos nuestros mayores, los que hicieron de nuestro país lo que es, los que diseñaron su territorio, defendieron su cultura, dieron o recibieron órdenes en su lengua, ¿lucharon por ustedes para dejar que Francia se convierta en un Estado fallido , que sustituye su cada vez más evidente impotencia soberana por una brutal tiranía contra aquellos de sus servidores que aún quieren advertirla?
Pasen a la acción, señoras y señores. Esta vez no se trata de emoción por encargo, de fórmulas prefabricadas o de cobertura mediática. No se trata de prorrogar sus mandatos (electorales) ni de ganar otros nuevos. Se trata de la supervivencia de nuestro país, de su país.
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