Manlio Dinucci Global Research 14.3.2021
El acuerdo de inversión entre la UE y China, firmado el 30 de diciembre por la Comisión Europea, podría no ser ratificado por los eurodiputados por considerar que Pekín ha violado los derechos humanos. Es la pantalla tras la que se esconde la verdadera razón: la creciente presión que ejerce Estados Unidos sobre Europa para crear una coalición contra China. La estrategia de Washington -desde Obama hasta Trump y ahora Biden- es la de la “contención” de China, cuyo crecimiento pone en cuestión el orden económico mundial, hasta ahora dominado por Estados Unidos y las grandes potencias occidentales.
Las multinacionales y otras empresas estadounidenses y europeas han trasladado gran parte de su producción a China durante décadas, obteniendo enormes beneficios. Sin embargo, China no se ha quedado simplemente en la “fábrica del mundo” donde se va a producir porque la mano de obra cuesta menos. Ha puesto en marcha su propia producción y desarrollo tecnológico y, sobre esta base, proyectos como la Nueva Ruta de la Seda. En una fase avanzada de construcción, consiste en una red de carreteras y ferrocarriles entre China y Europa a través de Asia Central, Oriente Medio y Rusia, combinada con una ruta marítima a través del Océano Índico, el Mar Rojo y el Mediterráneo. Está previsto invertir más de un billón de dólares en infraestructuras viarias, ferroviarias y portuarias en más de 60 países.
En este contexto, China se ha convertido en el principal socio comercial de Rusia. Las relaciones económicas entre ambos países se han fortalecido con un intercambio que ha superado los 100.000 millones de dólares anuales y que va en aumento, especialmente tras las sanciones impuestas por Estados Unidos y la UE a Rusia.
El comercio entre Estados Unidos y China es seis veces mayor. Pero, dado que muchos productos del mercado estadounidense son fabricados en China por las multinacionales estadounidenses o suministrados por empresas chinas, Estados Unidos tiene un déficit de más de 300.000 millones de dólares anuales en el comercio bilateral. También se produjo un desplome de las inversiones chinas en EE.UU. con fines productivos, que cayeron un 90% en tres años (de 46.500 a 4.800 millones de dólares), mientras que las inversiones estadounidenses en China se mantuvieron en torno a los 13.000 millones.
Al mismo tiempo, la participación de China en la deuda estadounidense de 27 billones de dólares o más cayó del 14% en 2011 al 5% en 2020. Más grave aún para Washington es el hecho de que la cuota del dólar en las reservas de divisas chinas ha caído del 79% al 59% en cuatro años y que China está buscando monedas alternativas al dólar para utilizarlas en el comercio internacional.
Incapaz de detener este proceso que puede poner fin al dominio económico de Estados Unidos, Washington forzó la situación. La “contención” económica se convierte en “contención” militar.
El almirante Phil Davidson, que dirige el Mando Indo-Pacífico de Estados Unidos (su área de responsabilidad abarca China y otros 35 países), ha solicitado al Congreso más de 27.000 millones de dólares en cinco años para construir una cortina de bases de misiles y sistemas de satélites alrededor de China, incluida una constelación de radares de plataforma espacial. “Tenemos que empezar a enfrentarnos a China desde una posición de fuerza”, dijo en el Senado Antony Blinken, secretario de Estado de la Administración Biden.
En la Conferencia de Seguridad de Munich, el 19 de febrero, el Secretario General de la OTAN, Stoltenberg, reiteró:
“Europa y Norteamérica deben defender el orden internacional que China y Rusia desafían intentando reescribir sus reglas en beneficio de sus propios intereses. ” Tras acusar a Rusia de “comportamiento desestabilizador”, declaró que “el ascenso de China es una cuestión crucial para la comunidad transatlántica”. A continuación, anunció una próxima “actualización del concepto estratégico de la OTAN” porque “necesitamos reforzarnos militarmente” junto con “socios cercanos como Australia y Japón”.
Por lo tanto: una llamada a las armas para los aliados de Estados Unidos, no sólo contra Rusia en Europa, sino contra China en Asia. Como resultado, Rusia y China también están reforzando su alianza en el plano militar.
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Este artículo se publicó originalmente en italiano en Il Manifesto.
Manlio Dinucci es investigador asociado del Centro de Investigación sobre la Globalización.
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