por Paul Craig Roberts, desde Estados Unidos
Traducción de Leonardo Del Grosso
En mis archivos hay una o dos columnas que introducen al lector al importante libro de John Perkins, “Confesiones de un sicario económico” (Confesions of an Economic Hit Man). Un EHM (Economic Hit Man) es un agente que vende al liderazgo de un país en desarrollo un plan económico o proyecto de desarrollo masivo. El sicario convence al gobierno de un país de solicitar prestadas grandes sumas de dinero a las instituciones financieras con el fin de financiar el proyecto que elevará el nivel de vida del país. Al prestatario le es asegurado que el proyecto aumentará los ingresos fiscales y el producto interno bruto y que estos aumentos permitirán que el préstamo sea devuelto.
Sin embargo, el plan está diseñado para sobreestimar los beneficios de tal manera que el país deudor no pueda pagar el capital principal y los intereses. Como Perkins describe, los planes se basan en “análisis financieros distorsionados, proyecciones infladas y contabilidades amañadas”, y si el engaño no funciona, “amenazas y sobornos” son utilizados para cerrar el trato.
El siguiente paso en el engaño es la aparición del Fondo Monetario Internacional. El FMI dice al país endeudado que el FMI pondrá a salvo su calificación crediticia al prestarle el dinero para pagar a los acreedores del país. El préstamo del FMI no es una forma de ayuda. Se limita a sustituir el endeudamiento del país con los bancos con deuda con el FMI.
Para devolver el préstamo al FMI el país tiene que aceptar un plan de austeridad y ponerse de acuerdo en vender activos nacionales a los inversores privados. La austeridad significa recortes en las pensiones sociales, los servicios sociales, el empleo y los salarios, y los ahorros en el presupuesto se utilizan para pagarle al FMI. La privatización significa la venta del petróleo, los minerales y la infraestructura pública con el fin de pagar al FMI. El trato generalmente impone un pacto para votar con los EEUU en la ONU y aceptar bases militares estadounidenses.
De vez en cuando el líder de un país se niega al plan o a la austeridad y las privatizaciones. Si los sobornos no funcionan, los EEUU envían allí a los chacales-asesinos para que eliminen el obstáculo para el proceso de saqueo.
El libro de Perkins causó sensación. Se demostró que la pose de ayuda de los EEUU hacia los países más pobres era sólo un pretexto para montar estructuras que saquean los países. El libro de Perkins vendió más de un millón de copias y se mantuvo en la lista de bestsellers del New York Times durante 73 semanas.
Ahora el libro ha sido reeditado con la adición de 14 nuevos capítulos y una lista de 30 páginas sobre la actividad de los sicarios económicos durante los años 2004-2015.
Perkins muestra que, a pesar de sus revelaciones, la situación es peor que nunca y se ha extendido en el seno mismo del propio Occidente. Las poblaciones de Irlanda, Grecia, Portugal, España, Italia, y los propios Estados Unidos están siendo saqueadas por la actividad del sicariato económico.
El libro de Perkins muestra que EEUU es “excepcional” sólo en la violencia desenfrenada que se aplica a los que se interponen en su camino. Uno de los nuevos capítulos cuenta la historia de France-Albert René, presidente de Seychelles, que amenazó con revelar el ilegal e inhumano desalojo de los habitantes de Diego García por Gran Bretaña y Washington para que la isla se pudiera convertir en una base aérea desde la cual Washington podría bombardear países que “no lo complacen” en el Medio Oriente, Asia y África. Washington envió a un equipo de chacales para asesinar al presidente de Seychelles, pero el asesinato fue frustrado. Menos uno, todos fueron capturados, juzgados y sentenciados a ejecución o prisión, pero un multimillonario soborno a René los liberó. René recibió el mensaje y se volvió obediente.
En la impresión original de su libro, Perkins relata la historia de cómo, para deshacerse del rebelde presidente de Panamá, Omar Torrijos, y del rebelde presidente de Ecuador, Jaime Roldós, chacales organizaron la caída de los aviones donde viajaban. Cuando Rafael Correa se convirtió en presidente de Ecuador, se negó a pagar algunas de las deudas ilegítimas que habían sido cargadas sobre Ecuador, cerró la mayor base militar de Estados Unidos en América Latina, obligó a la renegociación de los contratos de explotación de petróleo, ordenó al Banco Central utilizar para los proyectos nacionales los fondos depositados en bancos de Estados Unidos, y se opuso consistentemente al control hegemónico de Washington sobre América Latina.
Correa había sido marcado para el derrocamiento o asesinato. Sin embargo, Washington acababa de derrocar con un golpe militar al presidente democráticamente electo de Honduras, Manuel Zelaya, cuya política favoreció al pueblo de Honduras por sobre los intereses extranjeros. Preocupados porque sucesivamente se produjeran dos golpes militares contra presidentes reformistas, para deshacerse de Correa la CIA recurrió a la policía ecuatoriana. Dirigida por un graduado de la Escuela de las Américas de Washington, la policía se movilizó para derrocar a Correa pero fue neutralizada por el ejército ecuatoriano. Sin embargo, Correa recibió el mensaje. Él invirtió sus políticas hacia las compañías petroleras estadounidenses y anunció la subasta de enormes bloques de selvas tropicales de Ecuador a las compañías petroleras. Correa cerró la Fundación Pachamama, una organización con la que se había asociado un Perkins reformado que trabajó para preservar las selvas tropicales y las poblaciones indígenas de Ecuador.
Los bancos occidentales respaldados por el Banco Mundial son incluso peores saqueadores que las compañías petroleras y madereras. Perkins escribe: “En los últimos tres decenios, sesenta de los países más pobres del mundo han pagado $ 550 mil millones en capital e intereses de préstamos por $ 540 mil millones. Sin embargo, todavía deben la friolera de $ 523 mil millones de dólares de esos mismos préstamos. El costo del servicio de la deuda es más de lo que estos países gastan en salud o educación, y es veinte veces la cantidad que reciben anualmente en ayuda exterior. Además, los proyectos del Banco Mundial han causado un sufrimiento incalculable a muchas de las personas más pobres del planeta. En los últimos diez años, este tipo de proyectos ha obligado a unos 3,4 millones de personas a abandonar sus hogares; los gobiernos de estos países han golpeado, torturado y matado a los opositores a los proyectos del Banco Mundial”.
Perkins describe cómo Boeing saqueó a los contribuyentes del Estado de Washington. Usando el lobby, sobornos, chantajes y amenazas, para mover las instalaciones de producción a otro Estado, Boeing logró que la legislatura del Estado de Washington ofreciera a la Corporación una rebaja de impuestos que desvió $ 8.7 mil millones de dólares de la atención de la salud, educación y otros servicios sociales hacia las arcas de Boeing. Los subsidios masivos legislados para beneficio de las empresas son otra forma de extracción de renta y de actividad sicaria.
Perkins tiene remordimiento de conciencia y todavía sufre por su papel como asesino a sueldo para el imperio del mal, que ahora se ha convertido en el saqueo de los ciudadanos Americanos (como sinónimo de estadounidenses; nota del Traductor). Él ha hecho todo lo posible para reparar el daño, pero informa que el sistema de explotación se ha multiplicado muchas veces y ahora es tan común que ya no tiene que ser ocultado. Perkins escribe: “Un cambio importante es que este sistema EHM, hoy en día, está desenvolviéndose también en los Estados Unidos y otros países económicamente desarrollados. Está en todas partes. Y hay muchas más variaciones en cada una de estas herramientas. Hay cientos de miles más de EHM extendidos por todo el mundo. Ellos han creado un imperio verdaderamente global. Ellos están trabajando tanto a la luz como a la sombra. Este sistema se ha ido arraigando tan amplia y profundamente que es la forma normal de hacer negocios y por lo tanto no es alarmante para la mayoría de la gente”.
La gente ha sido tan esquilmada por la deslocalización de los empleos y el endeudamiento que la demanda del consumidor no sostiene las ganancias. En consecuencia, el capitalismo se ha convertido en la explotación del propio Occidente.
Frente al incremento de la resistencia, el sistema EHM se ha armado con “la Ley Patriota, la militarización de las fuerzas policiales, una amplia gama de nuevas tecnologías de vigilancia, la infiltración y el sabotaje del movimiento Occupy y la expansión dramática de las prisiones privatizadas”. El proceso democrático ha sido subvertido por la Corte Suprema con el fallo de Ciudadanos Unidos y otras decisiones de los tribunales, por los comités de acción política financiados por empresas, y por organizaciones tales como el Consejo de Intercambio Legislativo financiados por el Uno por Ciento. Cuadros de abogados, grupos de presión, y estrategas, son contratados para legalizar la corrupción, y “presstitutes” (término que significa prensa prostituida, o periodistas mercenarios; nota del Traductor) trabajan horas extras para convencer a los estadounidenses crédulos que las elecciones son reales y representan el funcionamiento de la democracia.
En un artículo del 19 de Febrero de 2016 en OpEdNews, Matt Peppe informa que la colonia estadounidense de Puerto Rico está siendo enterrada con el fin de satisfacer a los acreedores extranjeros.
El aeropuerto ha sido privatizado, y las principales carreteras han sido privatizadas con un contrato de arrendamiento de 40 años en favor de un consorcio formado por un fondo de inversión en infraestructura de Goldman Sachs. Los puertorriqueños ahora pagan a las empresas privadas para el uso de la infraestructura que construyeron con dinero de los impuestos. Recientemente el impuesto sobre las ventas de Puerto Rico se elevó 64%, a 11,5%. Un aumento del impuesto sobre las ventas es equivalente a un aumento de la inflación y resulta en una disminución de los ingresos reales.
Hoy en día, la única diferencia entre el capitalismo y el gangsterismo es que el capitalismo ha conseguido la legalización de su gangsterismo y, por lo tanto, puede lograr un trato más duro que el que puede la mafia.
Perkins demuestra que el imperio del mal tiene al mundo en las garras de una “economía de la muerte.”
Su conclusión es que “necesitamos una revolución” en el sentido “de enterrar la economía de la muerte y dar nacimiento a la economía de la vida”. Por cualquier ayuda, no mire a los políticos, economistas neoliberales y presstitutes.
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