por Bruna Frascolla. En Fundación para la Cultura Estratégica. Traducción de Comunidad Saker Latinoamérica
Con motivo del fin de la USAID, Glenn Greenwald invitó a su programa a Mike Benz , un ex agente del Departamento de Estado que hace unos años creó una ONG libertaria para denunciar los ataques del Estado profundo a la libertad de expresión en internet, esos programas transnacionales de verificación de datos, así como para combatir el “discurso de odio” y la “desinformación”.
Pero Mike Benz no es como Snowden o Manning: no manifiesta ningún temor a ser arrestado en Estados Unidos y, por el contrario, cuenta con un amplio apoyo de los oligarcas de la derecha libertaria. Extractos de sus entrevistas han sido difundidos por Elon Musk y su red de twiteros. En Brasil, los partidarios de Bolsonaro han estado utilizando esos mismos extractos para demostrar que la USAID era prácticamente una agencia comunista infiltrada, y por eso interfirió en las elecciones brasileñas contra Bolsonaro. Con el regreso de Trump, Estados Unidos volvería a ser un país confiable. Tan confiable que Bolsonaro les prometió una base militar en la Triple Frontera y la retirada de los BRICS, si regresaba a la presidencia. De hecho, la USAID interfirió en el Tribunal Electoral en las últimas elecciones presidenciales brasileñas, con el pretexto de “combatir la desinformación”. La demanda de una mayor auditabilidad de las urnas, una demanda bolsonarista, fue catalogada como desinformación.
Pero volvamos a Greenwald. Su entrevistado Mike Benz dijo que la revelación sobre la verdadera naturaleza de la USAID (es decir, que no es una organización de beneficencia, sino más bien un apéndice de la CIA centrada en el espionaje y los golpes de Estado) causaría mucho más daño fuera de Estados Unidos que dentro, ya que los países extranjeros perderían la confianza y podrían preferir a Rusia y China como aliados. Greenwald responde que esta revelación fue sólo una sorpresa para el público estadounidense, porque en el extranjero se sabe desde hace mucho tiempo. En mi opinión, Greenwald tiene toda la razón. En Brasil, desde los años 1960 (cuando fue creada) se sabe que la USAID es un brazo de la inteligencia estadounidense. Entre los laboristas y conservadores del Primer Mundo puede haber mucha simpatía por el primer presidente católico de los Estados Unidos, John F. Kennedy. En América Latina, sin embargo, su presidencia está asociada con golpes de Estado destinados a imponer dictaduras liberales. (En Brasil hubo una especie de contragolpe y fuerzas militares nacionalistas condujeron al país en un rumbo muy diferente a la de las dictaduras en Argentina y Chile.)
De hecho, la naturaleza de la USAID era más conocida en el extranjero que en el país. Creo que sólo dos tipos de personas se sorprendieron enormemente con el descubrimiento: el contribuyente estadounidense, dada la magnitud de las sumas gastadas en cosas tan caprichosas como la reasignación de sexo en la India y el activismo gay serbio; y los anticomunistas extranjeros (como el club de fans de Milei), que tendrán que digerir el hecho de que el “marxismo cultural” o wokismo proviene de los Estados Unidos, no de la China comunista, y mucho menos de la Rusia postsoviética.
“La naturaleza de la USAID era más conocida en el extranjero que en el país. Creo que sólo dos tipos de personas se sorprendieron enormemente con el descubrimiento: el contribuyente estadounidense, dada la magnitud de las sumas gastadas en cosas tan caprichosas como la reasignación de sexo en la India y el activismo gay serbio; y los anticomunistas extranjeros (como el club de fans de Milei), que tendrán que digerir el hecho de que el “marxismo cultural” o wokismo proviene de los Estados Unidos, no de la China comunista, y mucho menos de la Rusia postsoviética”
Bruna Frascolla
Sin embargo, el escándalo de USAID debería provocar una reflexión para todos aquellos, dentro y fuera de Estados Unidos, que se han sentido afectados por el wokismo. La reflexión es que la libertad absoluta de expresión es una farsa, porque quienes pagan más imponen un discurso único a la sociedad y condenan al ostracismo a la disidencia. El wokismo demuestra que la censura se ejerce de manera eficiente por medios privados. La cultura de la cancelación no es más que una actualización reforzada de la práctica de las listas negras de la era McCarthy. Es muy reforzada, porque si la lista negra perseguía a los artistas sospechosos de comunismo, la cultura de la cancelación persigue a cualquier profesional de clase media que desafíe una ortodoxia completamente loca, según la cual las mujeres tienen pene y odiar a los blancos es antirracismo.
“La reflexión es que la libertad absoluta de expresión es una farsa, porque quienes pagan más imponen un discurso único a la sociedad y condenan al ostracismo a la disidencia. El wokismo demuestra que la censura se ejerce de manera eficiente por medios privados. La cultura de la cancelación no es más que una actualización reforzada de la práctica de las listas negras de la era McCarthy. Es muy reforzada, porque si la lista negra perseguía a los artistas sospechosos de comunismo, la cultura de la cancelación persigue a cualquier profesional de clase media que desafíe una ortodoxia completamente loca, según la cual las mujeres tienen pene y odiar a los blancos es antirracismo.”
Bruna Frascolla
La gente ha perdido su trabajo por no adherirse a la nueva ortodoxia, aunque ésta no tuviera apoyo popular. De hecho –y esto es lo que nos interesa– buena parte de las opiniones que se exportan desde Estados Unidos pueden ser, o incluso fueron, criminales. Brasil tenía una larga historia legislativa que prohibía cualquier tipo de racismo, incluido el racismo antiblanco. Lamentablemente, esta tradición se fue al traste gracias a una maravillosa invención del imperialismo estadounidense: el activismo judicial. Sin votación, sin ley, la Corte Suprema cambió la interpretación de las leyes para invertir su sentido. En cualquier caso, lo que quería destacar es que la sociedad siempre crea censura de opiniones y publicaciones entendidas como nocivas: racismo, apología de las drogas, pornografía… A menudo, estas leyes chocan con los intereses del mercado.
Las cuestiones sexuales del wokismo, que tiende a normalizar todo tipo de parafilias, recuerdan la tensión que quizá sea la más antigua: leyes contra la pornografía versus publicaciones como Playboy o, hoy en día, sitios web como Pornhub. Hasta donde yo sé, todos los países occidentales, incluido Estados Unidos, tienen o tenían leyes contra la pornografía. Sin embargo, la presión comercial hace que cualquier ley sea letra muerta, al menos en los países bajo la esfera de influencia de Estados Unidos.
“Las cuestiones sexuales del wokismo, que tiende a normalizar todo tipo de parafilias, recuerdan la tensión que quizá sea la más antigua: leyes contra la pornografía versus publicaciones como Playboy o, hoy en día, sitios web como Pornhub. Hasta donde yo sé, todos los países occidentales, incluido Estados Unidos, tienen o tenían leyes contra la pornografía. Sin embargo, la presión comercial hace que cualquier ley sea letra muerta, al menos en los países bajo la esfera de influencia de Estados Unidos”
Bruna Frascolla
Desde los tiempos de Playboy hasta hoy, las cosas han ido tan mal que ya ni siquiera hay un consenso social sobre la necesidad de poner barreras al acceso de los niños a Pornhub –prueba de ello es la salida de la empresa del rabino Solomon Friedman del estado de Florida por no aceptar la verificación de edad exigida por una nueva ley. Los derechistas suelen decir que los padres deben ser responsables de sus hijos, en lugar de pedir censura. (Yo trabajaba en un periódico de derechas y ese era el tenor de los comentarios cuando abordé el tema). Esto es sólo otra señal de los tiempos cambiantes, porque según esta lógica no tiene sentido prohibir las drogas, después de todo los padres tienen que educar a sus hijos, etc. Desde que la agenda pro-drogas recibió un sello de izquierda en los años 60, la derecha no se adhiere a ella sólo por esa razón. (Pero no han faltado intentos, desde que William F. Buckley Jr., el chico símbolo del conservadurismo made in USA, se mostró a favor de legalizar las drogas.) Aun así, las canciones que alaban las drogas se han normalizado en todo Occidente, a pesar de las leyes que las prohíben.
Vemos que hay leyes que cuentan con el apoyo popular y que no se pueden aplicar. Si las cosas ya están tan mal, imagínense sin ellas. Y eso es precisamente lo que quieren los libertarios: sacralizar y exportar la Primera Enmienda. Hoy, la monomanía de los partidarios de Bolsonaro en Brasil es la “libertad de expresión”, como si el derecho a maldecir en Twitter fuera la salvación nacional, y como si no tuviéramos problemas como la entrega del 14% del territorio nacional al capital transnacional. Y es esta mentalidad la que fomentan Mike Benz y sus mecenas. Más que una mentalidad, es una agenda: lograr que todos defiendan la libertad de los narcotraficantes para financiar propagandistas y la libertad del rabino Solomon Friedman para poner pornografía gratuita a disposición de los menores.
“Más que una mentalidad, es una agenda: lograr que todos defiendan la libertad de los narcotraficantes para financiar propagandistas y la libertad del rabino Solomon Friedman para poner pornografía gratuita a disposición de los menores”
Bruna Frascolla
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