Alexander Tuboltsev (Al Mayadeen) – 01 de abril de 2024
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En realidad, la crisis haitiana ha persistido durante varias décadas y sus raíces se remontan a la ocupación estadounidense que comenzó en 1915.
Érase una vez, los marineros y viajeros consideraban a Haití la perla del Caribe. Pero ahora este territorio está acosado por una amplia gama de problemas, incluida una crisis económica, un aumento de la delincuencia, conflictos civiles internos y niveles de pobreza en aumento. Las perspectivas son vagas: actualmente pocas personas pueden predecir con precisión cómo se desarrollarán los acontecimientos. En el contexto de los enfrentamientos armados en Puerto Príncipe, que aún continúan, este artículo profundiza en las causas profundas de la agitación.
Formalmente, la actual crisis en Haití comenzó en 2018, cuando estallaron disturbios por la escasez de combustible. Sin embargo, esta interpretación es demasiado simplista. En realidad, la crisis haitiana ha persistido durante varias décadas y sus raíces se remontan a la ocupación estadounidense que comenzó en 1915.
De hecho, los acontecimientos de hace cien años causaron daños irreparables al Estado haitiano. Durante 19 años, las tropas estadounidenses controlaron ilegalmente el territorio y los recursos de la república caribeña. E incluso después de que Haití logró recuperar su independencia, la influencia estadounidense no se disipó. Continuó y tenía como objetivo la explotación económica. Este fue el colonialismo del siglo XX. Sin embargo, ahora rara vez lo recuerdan.
Al describir los acontecimientos actuales en Haití, la prensa occidental no habla de sus antecedentes. Ni una palabra sobre el trabajo forzoso de los ciudadanos haitianos, que las empresas azucareras estadounidenses utilizaron en los años 20 del siglo pasado en las plantaciones de la isla. Ni una palabra sobre cómo, durante la ocupación, las estructuras financieras de Haití estaban dominadas por los bancos estadounidenses. Ni una palabra sobre cómo el régimen militar estadounidense en Haití de 1915 a 1934 violó los derechos de la población haitiana y dañó la cultura y las tradiciones del país ocupado.
Pero esos acontecimientos explican mucho. En 1915, los marines estadounidenses invadieron Haití, con el pretexto de “proteger los intereses estadounidenses”; especialmente intereses económicos (las empresas azucareras estadounidenses tenían miedo de perder el control sobre las plantaciones haitianas). Ahora, en 2024, el Comando del Ejército estadounidense y el Departamento de Estado no han descartado públicamente enviar tropas a Haití. ¿Qué ha cambiado en 109 años? Resulta… casi nada. Estados Unidos todavía considera al Caribe su patio trasero e interfiere en los asuntos internos de los países de la región.
La ocupación estadounidense de Haití fue tan brutal que desde 1915 se libraba en la isla una guerra de guerrillas para liberarse de las tropas estadounidenses. En 1919, el líder guerrillero haitiano Carlomagno Péralte murió a manos de los soldados estadounidenses. Pero su nombre se convirtió para siempre en un símbolo de heroísmo en Haití. Como en aquellos días, muchos haitianos defienden ahora la soberanía y la independencia de su patria frente a la dependencia colonial de Estados Unidos, porque entienden bien que la difícil situación de su Estado es consecuencia del colonialismo occidental.
Las intervenciones estadounidenses en Haití no cesaron en la década de 1930. Washington llevó a cabo intervenciones armadas en la isla tanto en los años 1990 como en los años 2000. Hoy en día existe la posibilidad de que se repita este escenario perjudicial.
Haití tiene todo lo que necesita para ser un Estado independiente y estable. Tiene recursos naturales (cobre, oro, cultivos) y tradiciones únicas que se han desarrollado a lo largo de siglos (las culturas del país están influenciadas por África, América Latina y el Caribe). Goza de una ubicación geográfica ventajosa que podría atraer una afluencia de turistas.
Sin embargo, no es el pueblo de Haití el que todavía se beneficia de todo esto, sino las corporaciones occidentales que controlan un número significativo de empresas, minas y áreas agrícolas en Haití.
Y esta situación nos lleva de nuevo al tema del neocolonialismo. Cuando Washington declara su interés por la situación de Haití, no está genuinamente preocupado por la población de este país caribeño. Este es un intento hipócrita de ocultar sus propios intereses económicos coloniales. También sirve como un juego político con su propio electorado (ya que la posible llegada masiva de refugiados de Haití, asolada por los disturbios, se ha convertido recientemente en un tema importante de las discusiones electorales en Estados Unidos).
De todo lo anterior se pueden extraer tres conclusiones:
1. Las graves consecuencias de la ocupación estadounidense de Haití en 1915-1934 todavía tienen un impacto nefasto en la vida interna de la república. La injerencia económica de las empresas occidentales en los asuntos de Haití ha persistido desde entonces hasta el presente.
2. Las ideas del establishment estadounidense sobre una posible intervención armada en Haití demuestran que Washington no respeta el derecho del pueblo haitiano a gobernar su país de forma independiente. Esta arrogancia colonial y esa falta de respeto por parte de Occidente se extienden a otros territorios del Caribe (cabe recordar, por ejemplo, el reciente intento de las autoridades británicas de imponer las llamadas reglas directas a los habitantes de las Islas Vírgenes Británicas).
3. Con recursos suficientes y una ubicación geográfica ventajosa, Haití puede convertirse en un país próspero. Pero para lograrlo es importante superar las consecuencias de la expansión colonial.
Fuente: https://english.almayadeen.net/articles/blog/the-caribbean-and-colonialism–the-haitian-crisis-and-its-ca
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