Eduardo Jorge Vior para o Blog Saker Latinoamérica e Telam – 02 de Agosto de 2023
Para la prensa occidental se trata de “un club de admiradores de China”; para muchos argentinos es la panacea para nuestra dependencia del FMI. Ni una cosa ni la otra: el BRICS (acrónimo de la asociación entre Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) es un consorcio de países emergentes formado, para restablecer el imperio del Derecho Internacional, del principio de no intervención en los asuntos internos de otros países y de la coexistencia pacífica entre los bloques y los sistemas del mundo.
Sobre sus posibilidades y problemas internos, así como sobre la evolución de su instrumento para el financiamiento del desarrollo este columnista entrevistó a Javier Vadell, profesor de Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais (PUC-Minas), Brasil, y reconocido investigador sobre el rol mundial de la República Popular de China y sus relaciones con América del Sur.
El acrónimo original “BRIC” (o los BRIC) fue acuñado en 2001 por el economista de Goldman Sachs Jim O’Neill, para describir a las economías de rápido crecimiento que dominarían colectivamente la economía mundial en 2050. Efectivamente, mientras que en 1992 la suma de los PBI de los países que hoy forman parte del grupo ascendía al 16,45% del PBI mundial, el PBI de los miembros del actual G7 (EE.UU., Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y Canadá) llegaba al 45,80%. A fin de 2022, en tanto, esa relación se había invertido: 31,67% para el BRICS contra 30,31% para el G7. Este cambio en la proporción de los aportes de cada bloque al Producto Bruto mundial habla por el rápido crecimiento de las economías emergentes (especialmente las de China e India), pero también por la baja productividad de las economías occidentales (incluyendo la nipona). No se trata sólo de una diferencia cuantitativa, sino también de la contraposición entre economías productivas y especulativas.
La supremacía mundial de Estados Unidos desde 1945 -señala el profesor e investigador oriundo de Rosario, que vive y trabaja en Brasil desde 2000- se basó en el dólar respaldado por el oro (hasta 1971), su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, su poder de obstrucción en el FMI (como las votaciones en el Directorio se resuelven con el 85% de las acciones y EE.UU. posee el 16,5%, sin su voto es imposible cualquier decisión), su presidencia sobre el Grupo del Banco Mundial y sus 800 bases militares repartidas por todo el mundo.
Todo lo contrario sucede con el BRICS, indica Vadell: cada país tiene un voto independientemente del tamaño de su economía, todas las decisiones se toman por consenso y nadie tiene poder de veto. Estos principios se extendieron al Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, por su nombre en inglés) o Banco del BRICS, fundado en 2014 en la Cumbre del grupo celebrada en Fortaleza, Brasil. El Banco tiene su sede en Shanghai y desde marzo de este año está presidido por la expresidenta brasileña Dilma Rousseff.
El BRICS y el NDB, explica Vadell, “son dos cosas diferentes, aunque nacieron del mismo embrión”. Ambos son parte de la misma formación política, una nueva globalización con características chinas.
“Estos países, continúa, están disconformes con su magra participación en los organismos internacionales en relación con su peso y tamaño. Están disconformes con la distribución de votos en el FMI y quieren la reforma de la ONU, en la que especialmente Brasil tiene un gran interés, añade.”
Javier Vadell coincide con el autor de esta columna en que se puede caracterizar al BRICS como “un club de buenas maneras en la política internacional”, pero agrega que “esas buenas maneras están vinculadas a la visión de un mundo multipolar, tal como se lo pensó en la Carta de las Naciones Unidas de 1945”. “Las “buenas maneras” tienen que ver con el apego al Derecho Internacional y con que estos países hagan valer su peso económico y demográfico y su crecimiento.
Se trata, continúa, de volver al espíritu de Bandung (por la conferencia de septiembre de 1955 en la ciudad indonesia de ese nombre que dio origen al Movimiento de los Países No Alineados). Ese espíritu tuvo que ver con India y China, pero también con Argentina. Se trata del mismo principio de no intervención en los asuntos de otros estados que, por ejemplo, Raúl Alfonsín reivindicó ante Ronald Reagan, comenta Vadell. “El principio de no intervención está inscrito en las constituciones de México y Brasil, pero no en la argentina, aunque nuestro país tiene una larga tradición en este sentido.” Las “buenas maneras”, retoma el profesor, se resumen en este principio, que es el Norte de un nuevo orden internacional basado en la vigencia del Derecho Internacional, la igualdad de trato, el respeto mutuo, etc.
Ante la crisis de las economías occidentales, la polarización de la política mundial y el sempiterno hegemonismo norteamericano, numerosos países del Sur Global manifestaron su interés en adherirse al BRICS y al NDB. Se estima que, entre quienes han presentado su solicitud formal, quienes han sido invitados por uno o más miembros y quienes sólo han expresado su intención, la suma alcanza a 40. Esta enorme demanda de incorporación plantea graves problemas a una asociación que funciona por consenso: ¿qué hacer?, ¿a quién incorporar y a quién dejar afuera?
En este contexto se está hablando mucho sobre lo que puede pasar en Sudáfrica el próximo 23 y 24 de agosto. Por la orden de captura emitida por el Procurador de la Corte Penal Internacional (CPI) finalmente se decidió que Vladimir Putín participe en la cumbre sólo virtualmente, para no crear un conflicto al país anfitrión. Existe una gran intriga sobre cuántos países se van a incorporar al BRICS. “El caso de Argentina, comenta nuestro entrevistado, está cada vez más difícil. Por otra parte, no se sabe bajo qué formato institucional se incorporaría. ¿Se va a incorporar, entonces, a todos los aspirantes al BRICS, se pregunta, creando así un problema bastante serio para la toma de decisiones, se va a mantener un núcleo de países fundadores en torno al cual circulan los ‘amigos’ o se va a incorporar según un criterio de fortaleza económica, como aconseja un reciente documento del Club Valdai (un importante think tank ruso sobre política internacional)? En este caso se sumaría inmediatamente a Arabia Saudita, pero no a Argentina. Es un dilema que todavía no está resuelto, subraya Vadell.”
Ya desde hace algunos años el bloque se ha dado una estructura flexible, combinando a los cinco miembros plenos, con el BRICS+ (los países asociados y/o que han presentado formalmente su solicitud de ingreso) y “los amigos del BRICS”, países y asociaciones (como la Unión Económica Euroasiática o la Organización de Cooperación de Shanghai) que pertenecen a otros agrupamientos o asociaciones con otras finalidades, pero cooperan con el BRICS.
El profesor Vadell defiende la flexibilidad de este sistema organizativo, aunque acarrea problemas para la toma de decisiones. Otra cosa, dice, es la incorporación al Banco de los BRICS. “Este es un Banco formado por los cinco miembros del bloque con la misma cantidad de acciones para cada uno (20%), con una presidencia que rota cada cinco años y con el objetivo de financiar proyectos de desarrollo sostenible. En 2021 ingresaron al NDB Bangladesh, Emiratos Árabes Unidos y Egipto y más países, como Uruguay, han presentado sus solicitudes de ingreso, que están siendo consideradas, peor aún no han entrado. Son los llamados ‘miembros prospectivos’. Los cinco miembros fundadores han reducido su participación al 18.5% de las acciones cada uno, pero mantienen la mayoría para la toma de decisiones.. La sede está en Shanghai, pero el Banco tiene también oficinas en Sudáfrica y en São Paulo. La idea es ir extendiéndolo de modo muy democrático, pero los países que quieran recibir créditos tienen que vincularse al NBD.” Aunque todavía no están definidos, los criterios de incorporación al Banco serían los mismos que para la admisión en los BRICS. En vísperas de la Cumbre de Sudáfrica todavía no se han zanjado las diferencias sobre los criterios para el ingreso al grupo ni sobre la toma de decisiones.
“Las negociaciones están siendo muy duras, comentó Vadell. Hay muchos países que quieren ingresar al bloque y al Banco, pero para ello deben superar el veto de alguno de los cinco miembros fundadores. Nadie ha vetado a Argentina, pero ésta tendría problemas para financiar su participación en el Banco. Claro que, si hubiera interés político, Argentina podría incorporarse ahora al Banco y en el futuro a los BRICS. Nuestro gobierno debería estar convencido de hacerlo, señaló.” Sin embargo, no parece ser el caso, añade este columnista.
Sobre la incorporación de Argentina el investigador confirma lo que ha trascendido de distintas fuentes en los últimos días: cuando el Encargado de Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, y el presidente Alberto Fernández conversaron en Bruselas durante la Cumbre entre la UE y la CELAC, el catalán habría ejercido una enorme presión sobre nuestro presidente, para que Argentina no ingrese al BRICS “mientras dure la guerra en Ucrania”. Aparentemente, el gobierno argentino habría cedido a la imposición europea, para evitar problemas. Por consiguiente, Argentina no se incorporará todavía al BRICS ni al NDB, aunque –dicen otras fuentes externas- recibiría créditos del Banco. Por su parte, Vadell no ve imposible el ingreso de Argentina, pero no en agosto. Sin embargo, ve difícil que accedamos a esa fuente de financiamiento: “Es difícil que un país que no se miembro del Banco reciba créditos, pero habría que aclarar –señala el investigador- si un miembro ‘prospectivo’ puede recibirlos o cambiar la carta orgánica del Banco. Para esto basta con la decisión de los cinco miembros fundadores.”
Según Vadell, la construcción del BRICS y del Nuevo Banco de Desarrollo se ubican en la tradición del Movimiento de los No Alineados surgido en 1955. Se trata de un proceso en desarrollo del que Argentina forma parte. En algún momento superaremos los impedimentos internos y externos y entraremos al club de la buena gobernanza mundial. Es un tren que está partiendo lentamente, pero que pronto va a tomar velocidad. Esperemos que no nos quedemos sentados en la estación viendo cómo se aleja.
Eduardo J. Vior é um veterano sociólogo e jornalista independente, especialista em política internacional, professor do Departamento de Filosofia da Universidade de Buenos Aires (UBA).
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