por Dan Glazebrook, en Darío Vive
Para los EE.UU., los riesgos no podrían ser mayores. En 2012 Irán comenzó a aceptar yuanes para sus pagos de petróleo y gas, seguido por Rusia en 2015. Si esto despega, literalmente podría significar el principio del fin del poder global de EE.UU.
Vale la pena leer el discurso de Trump a los líderes del Golfo reunidos en Arabia Saudí el 21 de mayo en su totalidad. Es muy preocupante.
Después de haberse elogiado por venta de armas a los saudíes de 110.000 millones de dólares, continúa hablando de la amenaza planteada por el terrorismo y qué trabajo maravilloso es para los EE.UU. y los “gulfis” -es decir, el principal Estado de la región patrocinador de los escuadrones de la muerte y sus aliados vecinos– es la lucha para combatirlo. A continuación pasa a afirmar que en la raíz del terrorismo de la región está al acecho, adivinen quién. La primera potencia que conduce el retroceso regional de ISIS y Al Qaeda, Irán.
“Terroristas hambrientos de su territorio, su financiación y el falso atractivo de su ideología cobarde, serán la base para derrotarlos”, dice, “pero ninguna discusión sobre la eliminación de esta amenaza sería completa sin mencionar al Gobierno que ofrece a los terroristas las tres condiciones: puerto seguro, respaldo financiero y la posición social necesaria para su reclutamiento”. Así es casi exactamente cómo Joe Biden -en su intento de encubrir la participación de EE.UU.- describía a los anfitriones saudíes de Trump tres años antes. Pero Trump no está hablando de los patrocinadores saudíes de ISIS, está hablando de Irán -el mismo responsable, con sus aliados sirios y rusos- de que la bandera de ISIS no está flameando hoy en Damasco.
Se pone peor. Mira el siguiente paso, justo después de hacer un llamamiento a “todas las naciones con conciencia para trabajar juntas para aislar a Irán”:
“¿Vamos a quedarnos indiferentes ante la presencia del mal? ¿Vamos a proteger a nuestros ciudadanos de su violenta ideología? ¿Vamos a dejar que su veneno se esparza por nuestras sociedades? ¿Vamos a dejar que se destruyan los sitios más sagrados de la tierra? Si no enfrentamos este terror mortal sabemos lo que traerá el futuro, más sufrimiento y desesperación. Pero si actuamos, si dejamos esta magnífica sala unificados y decididos a hacer lo necesario para destruir el terror que amenaza al mundo, entonces no hay límite para el gran futuro que tendrán nuestros ciudadanos.
La cuna de la civilización está a la espera de comenzar un nuevo renacimiento. Sólo imaginen lo que el mañana podría traer. Gloriosas maravillas de la ciencia, el arte, la medicina y el comercio para inspirar a la humanidad. Las grandes ciudades construidas sobre las ruinas de las ciudades destrozadas. Nuevos puestos de trabajo e industrias que elevarán a millones de personas”.
Este es el lenguaje del genocidio. El heroísmo y el genocidio han ido siempre de la mano en la ideología colonial interiorizada en las tendencias de Trump, para quien “la construcción de grandes ciudades sobre las ruinas de las ciudades destrozadas”, ya sean los nativos americanos, los palestinos o, al parecer, también los iraníes, siempre ha sido la más alta distinción. Algunos han acusado a Trump de cometer errores de novatos en su primera incursión en el turbulento Oriente Medio. Pero creo que sabe exactamente lo que está haciendo. Sabe muy bien que la «ideología» vagamente definida, de la que habla como «veneno que se esparce» será mucho más fácilmente interpretada por sus anfitriones como el chiísmo -el credo al que en realidad se adscribe irán- que como waabismo, la sectaria ideología tras de ISIS, al-Qaeda y el Estado saudí. Y sólo para dejar claro lo que exige que se haga a este enemigo mal definido, pero con el guiño del entendimiento del enemigo, se explica en detalle:
“Las naciones del Medio Oriente no pueden esperar a que el poder estadounidense aplaste a este enemigo por ellos. Las naciones del Oriente Medio tendrán que decidir qué tipo de futuro desean para sí mismas, para sus países y para sus hijos.
Es una elección entre dos futuros y es una opción que América NO PUEDE hacer por ustedes.
Un futuro mejor sólo es posible si sus naciones expulsan a los terroristas y extremistas. Empújenlos fuera.
Expúlsenlos de sus lugares de culto.
Expúlsenlos de sus comunidades.
Expúlsenlos de su tierra santa y Expúlsenlos de esta tierra”.
¿No suena horrible que Trump dé luz verde a una guerra total de erradicación de los chiíes de la región, esto es, una guerra muy similar a las que en realidad se están librando, en Siria, Yemen y otros lugares, por parte del Gobierno de Trump, sus anfitriones y sus apoderados?
Al mismo tiempo, al haber encontrado más difícil de lo esperado destrozar el acuerdo con Irán, Trump está esperando en cambio que se anule simplemente chantajeando a las demás naciones por separado para que no lleguen a acuerdos con Irán, asegurando de esta manera que el levantamiento formal de las sanciones sea sustituido por un bloqueo llano.
Aquí es donde entra en Catar, que claramente no ha entrado en el juego del programa aprobado por EE.UU., y Arabia para “aislar a Irán”. Esto es en parte debido a que desde que el actual emir derrocó a su padre, prosaudí, en 1995, el país ha logrado la independencia de Arabia Saudí como un sello distintivo de su política exterior. Pero es sobre todo debido a que Catar e Irán comparten el yacimiento de gas natural más grande del mundo, conocido en Catar como Campo Norte y en Irán como South Pars.
De hecho los dos países han tenido relaciones dignas por un tiempo: en mayo de 2010, por ejemplo, en marcado contraste con la actitud de línea dura de sus vecinos del Golfo, el emir de Catar, Al-Thani unió fuerzas con el presidente Assad de Siria, nada menos, para apoyar las propuestas diplomáticas de Turquía sobre el programa nuclear de Irán. Después, en 2014, en un “ensayo general” de la crisis actual, los saudíes, los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin retiraron a sus embajadores de Doha tras una propuesta de Catar para ayudar a Irán a desarrollar su parte del Campo de gas del Norte / South Pars. Pero lo que está ocurriendo ahora es mucho más grave. Y eso es en gran parte debido al probable impacto trascendental de las decisiones que están considerando sin duda las dos potencias: por donde pasará el gas, cómo va a llegar hasta allí y en qué moneda se va a vender.
En abril de este año una moratoria autoimpuesta de 12 años sobre el desarrollo del Campo Norte compartido con Catar llegó a su fin, lo que abriría, potencialmente, una avalancha de gas natural licuado (GNL) en el mercado en los años venideros. ¿Pero adónde iría? Originalmente Catar había estado esperando para construir un gasoducto de GNL en el Mediterráneo a través de Arabia Saudí, Siria y Turquía. De hecho muchos han especulado que el bloqueo de Assad a esta propuesta a favor de una ruta Irán-Irak-Siria fue una razón importante para el apoyo de Catar a la insurgencia contra el Gobierno sirio. Sin embargo el fracaso de esta insurgencia ha significado la muerte de esta propuesta, dejando a Catar obligado a mirar a Asia Oriental -ya sus clientes más importantes- para sus mercados de gas natural licuado. Pero la mayor parte de la existente infraestructura de oleoductos de GNL que van hacia el este está controlada por Irán. Para Catar, entonces, cortar sus vínculos con Irán sería como cortarle la nariz al país musulmán. Esta es la razón por la cual los saudíes tienen por objetivo demostrar que la alternativa es cortarle toda la cara.
Para los EE.UU., los riesgos no podrían ser mayores. En 2012 Irán comenzó a aceptar yuanes para sus pagos de petróleo y gas, seguido por Rusia en 2015. Si esto despega, literalmente podría significar el principio del fin del poder global de EE.UU. El dólar es la principal moneda de reserva del mundo, en general, sólo porque el petróleo se comercializa actualmente en dólares. Los países que buscan reservas de divisas como el seguro contra las crisis dentro de sus propias monedas tienden a mirar hacia el dólar, precisamente porque es efectivamente “convertible” en petróleo, el principal bien mundial de los productos básicos. Esta sed mundial de dólares es lo que permite a los EE.UU. imprimir cantidades infinitas de ellos, prácticamente de forma gratuita, que posteriormente puede cambiar por bienes y servicios reales con otros países. Esto es lo que se conoce como “privilegios de señorío”, es decir, la capacidad de absorber cantidades de bienes y servicios de otros países cada vez mayores sin tener que proporcionar algo de valor equivalente a cambio. A su vez es este privilegio lo que ayuda a financiar los enormes costos de la maquinaria militar de Estados Unidos, que se valúa en más de 600.000 millones de dólares al año.
Sin embargo todo este sistema se viene abajo una vez que los demás países dejan de usar el dólar como moneda de reserva primordial. Y dejan de hacer esto a partir de que el petróleo deja de ser comercializado en dólares. Esta es una razón por la que los EE.UU. estaban tan interesados en perseguir a Saddam Hussein después de que comenzó la comercialización de petróleo iraquí en euros.
Y poco a poco este cambio ya está ocurriendo. En 2012 el Banco Popular de China anunció que dejaría de aumentar su tenencia de dólares de EE.UU. y dos años después Nigeria aumentó su tenencia de yuanes del 2 % al 7 % del total de sus reservas de divisas. Muchos otros países se están moviendo en la misma dirección.
Al mismo tiemp, China ha estado en una juerga de compra de oro, en crear dos veces al día sus propios precios del oro en yuanes en 2012 como parte de lo que el presidente de la Bolsa de Oro de Shanghai llama la “internacionalización del renminbi” -el sistema de moneda de la República Popular de China, introducido en 1948 (N.del T.). En última instancia, el objetivo es la fabricación de yuanes totalmente convertibles en oro. Una vez que esto sucede la elección para los países productores de petróleo entre el comercio de petróleo en dólares, cada vez con menos valor, o cambiarlo por renminbi -convertible en oro- será una obviedad. Para Catar el tirón ya puede ser irresistible.
De ahí la urgencia de castigar de forma preventiva a Catar por su probable evolución hacia una sociedad conjunta con Irán para suministrar GNL a Asia con el precio en yuanes. El objetivo es demostrar que si desairar a Irán puede llevar al suicidio económico a largo plazo, será un suicidio político en el plazo inmediato hacer otra cosa y debe continuar sus actividades en moneda dólar. Hasta qué punto Trump y sus amigos árabes están dispuestos a hacer esto queda por verse. Pero Trump ha sugerido en varias ocasiones que el objetivo de tener un ejército es usarlo.
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