por Leonardo Del Grosso (@LeonardoDGrosso)
Hace hoy 62 años, el 28 de Julio de 1954, nacía en Venezuela quién sería su destacado líder bolivariano, Hugo Chávez.
La Historia la hacen los pueblos, pero como decía José Martí, así como las montañas culminan en su cima, así también los pueblos culminan en hombres extraordinarios.
Y cuando analizamos el valor de los hombres históricos no podemos más que entrar de lleno en la controversia que siempre existe entre condiciones objetivas y subjetivas para la Revolución. Y también en la controversia sobre qué es la Revolución.
No es el fin de estas breves palabras el ahondar profundamente en tales controversias. Sólo diría que si Revolución es ruptura, Chávez significó la ruptura del pacto del puntofijismo, ausipiciado por Nelson Rockefeller para la gobernabilidad neocolonial de Venezuela. Recuerdo que antes de Chávez yo escuchaba que se decía que Venezuela era una de las “democracias” más estables del continente y, eso sí, “modernas” (tan “modernas” como el neoliberalismo). Creo que con Chávez pudimos apreciar la increíble magnitud que tenía aquella mentira y la magnitud que tiene hoy la democracia en Venezuela, ejercida de manera cada vez más directa y apasionada por millones, para defender la soberanía nacional y los derechos conquistados y por conquistarse.
Diría que si Revolución es ruptura, Chávez es la ruptura de la América Latina como “patio trasero” de los EEUU, y las ruptura de los planes continentales de dominación del Imperio, tales como el ALCA.
Si Revolución es ruptura, diría que Chávez es ruptura de la vampirización de la renta petrolera venezolana por parte de las corporaciones extranjeras, para pasar a ser riqueza nacional propiedad del pueblo venezolano para sostener su bienestar, para ejercer la solidaridad internacionalista y para financiar la Unidad de la Patria Grande.
Si Revolución es ruptura, diría que Chávez resultó ser el más grande puente que sobrepasó el bloqueo contra Cuba, ayudando de manera fundamental a romper ese cerco que pretendía estrangular a la Revolución Cubana.
Si Revolución es ruptura, diría que Chávez resultó descollante en la guerra comunicacional que ridiculizó definitivamente a los delirantes del “Nuevo Siglo Americano”, representados por el fraudulento presidente George Bush, y diría que Chávez rompió la deriva decadente de la OPEP y fue clave en su resurgimiento como contra-cártel para hacer valer los recursos energéticos que realmente mueven a los centros del capitalismo, recursos que en su mayoría necesitan importar.
Si Revolución es ruptura, diría que Chávez es la ruptura del neoliberalismo, y la relegitimación del sueño del Socialismo, no ese de la socialdemocracia traicionera estilo PSOE, ése de un tal “Feli-pillo”, sino ése que sacó de sus casillas a un fantoche histérico rey, hoy emérito y decrépito criminal al que sólo un alcahuete como Macri se atreve a reverenciar…
Y si de generar condiciones “objetivas” se trata, indudablemente que Chávez fue un “factor subjetivo” pletórico de iniciativa constante, de ofensiva política constante, de fuerza comunicacional arrolladora para construir el cauce ideológico por el que las masas se sintieron contenidas, conducidas, en el proceso de su empoderamiento y de su protagonismo épico hacia el Socialismo. Porque Chávez es el nombre de esa épica bolivariana, su continuidad, el rescate del resto de los eslabones o de los escalones históricos sobre los que, a su vez, Chávez ascendió, y la inspiración perenne que seguirá guiando la iniciativa revolucionaria que no debemos abandonar nunca.
Resulta imposible encerrar la luz, y pretender limitarla con palabras…
Chávez, un hombre extraordinario, la cima en el cielo, destellando con el sol.
Por eso lo mataron. Por eso sigue vivo, iluminando.
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