por Yusuf Fernández, en Al-Manar
Aunque el secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, se vio obligado a admitir que Irán ha cumplido plenamente con el acuerdo nuclear suscrito entre Irán y el grupo 5+1 en un informe al Congreso, los miembros de la Administración Trump no parecen felices de este hecho y Tillerson ha atacado al pacto de forma general.
Los comentarios de Tillerson de que el acuerdo “ha fracasado en lograr el objetivo de un Irán desnuclearizado” dieron la impresión de que él ignora el cumplimiento de Irán, incluso aunque él mismo firmó la carta.
Irán nunca ha estado cerca de fabricar armas nucleares y su liderazgo ha excluido su desarrollo. El acuerdo permite a Teherán mantener su programa nuclear civil bajo estrictos controles y desde su implementación tanto EEUU como el Organismo Internacional de la Energía Atómica han afirmado de forma repetida que Irán lo ha cumplido escrupulosamente.
Esto significa que si la Administración Trump quiere renegar del acuerdo necesitará inventar alguna otra excusa y ahora Tillerson parece haberla encontrado afirmando que Irán es un “estado patrocinador del terrorismo”, un hecho claramente falso, como recordó recientemente el ministro de Exteriores ruso. De hecho, aquellos a los que Washington acusa de ser “terroristas” son los que luchan realmente contra el EI, Al Qaida y otros grupos y obtienen resultados en esta lucha. Frente a ellos Washington no ha hecho nada real contra el EI en Siria o Iraq y mucho menos contra Al Qaida, un grupo del que recientemente Jake Sullivan, un antiguo asesor de Hillary Clinton, dijo que era “nuestro aliado en Siria”.
La designación es totalmente arbitraria e hipócrita porque deja fuera a los grandes patrocinadores reales del terrorismo mundial, empezando por el propio EEUU que ha estado proporcionando armas y fondos a los yihadistas en Siria a través de la CIA y siguiendo por Arabia Saudí, Qatar y Turquía, todos ellos aliados estrechos de EEUU y con los que la Administración Trump ha buscado ampliar relaciones. En todo caso, se trata de una calificación interna norteamericana, sin mayor trascendencia a nivel internacional.
Al final, pues, se trata de un débil pretexto que no convencerá a nadie dentro de la comunidad internacional en el caso de que EEUU decida anular el acuerdo de forma formal o fáctica.
El problema que tiene EEUU con el acuerdo nuclear es que éste no es un tratado entre dos países sino uno multilateral aprobado por la ONU y en todo caso podría continuar existiendo si el resto de signatarios, comenzando por la Unión Europea, Rusia y China apuestan por seguir aplicándolo. Esto llevaría también a EEUU a una posición de conflicto con los socios europeos, que consideran el acuerdo como un pilar de la estabilidad global.
Además, dicho paso dañaría la credibilidad de Washington al dejar claro que EEUU no respeta los acuerdos que firma. Por último, indicaría a países como Corea del Norte -que también ha sufrido en sus carnes, el incumplimiento por parte de EEUU de un acuerdo bilateral de 1994, que abogaba por la desnuclearización del país asiático a cambio de reconocimiento diplomático y relaciones económicas, el levantamiento de sanciones y el fin de las amenazas estadounidenses- que el desarme frente a EEUU es un gesto inútil e ingenuo como han mostrado los ejemplos de Iraq, Libia y Siria, que optaron por el desarme de sus armas químicas sólo para ser objeto posteriormente de una agresión de Washington.
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