por Raúl Zibechi. En Sputnik en castellano
Por primera vez en la historia un general del Ejército de Brasil se integra al Comando Sur del ejército de EEUU. El anuncio fue hecho el 7 de febrero por el almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur, ante el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado.
En su informe dice que Brasil, Chile y Colombia son los países de la región con los que mantiene mayores lazos.
Agrega que Brasil fue el primero en firmar un acuerdo para el uso pacífico del espacio (Space Situational Awareness Agreement), que Colombia es el primer socio latinoamericano de la OTAN y que Chile se ha integrado a través del Anillo del Pacífico a la mayor marina de guerra del mundo.
En su comparecencia en el Senado, el almirante Faller dijo: “Queremos enemigos que nos teman y amigos que hagan alianzas con nosotros”, y mencionó seis países que define como “amenazas” a los intereses estadounidenses: Rusia, China, Irán y sus “aliados autoritarios” en la región, Cuba, Nicaragua y Venezuela. Faller se mostró preocupado con el soporte militar de Moscú a Caracas y los créditos de China destinados a controlar los puertos y fortalecer su presencia en el área de infraestructura, en particular la asociada al canal de Panamá.
En relación a la compra de productos de la empresa de telecomunicaciones Huawei, Faller lanzó una suerte de amenaza: “Si los gobiernos de América Latina y del Caribe continúan usando sistemas chinos de información, nuestra habilidad y capacidad para compartir informaciones estará afectada”.
El diario económico brasileño Valor destacó que sectores de Itamaraty, como se denomina a la Cancillería, “mostraron preocupación con la posibilidad de que un cargo en la jerarquía de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos venga a legitimar una eventual intervención militar en la región”. El diario empresarial añade que la participación de oficiales brasileños en el ejército de EEUU “colide con documentos aprobados por el Congreso que definen las directrices nacionales que privilegian la actuación multilateral de las Fuerzas Armadas sin prevalencia de una única nación”. Se refiere a la Estrategia Nacional de Defensa y el Libro Blanco de la Defensa Nacional.
¿Quién va después de Venezuela? Los medios de EEUU escogen a sus blancos en Centroamérica https://t.co/DodVpy2KBj
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 4 de febrero de 2019
En el mismo sentido se manifestó el excanciller y exministro de Defensa, Celso Amorim. Dijo que el nombramiento de un militar brasileño para desempeñarse como vicecomandante de interoperabilidad el Comando Sur es “impropia e incompatible con la Política Nacional de Defensa” y que servirá para “legitimar una eventual intervención militar de Estados Unidos en América Latina y el Caribe y conferirle a una unidad de aquel país un papel similar al de la OTAN, sin que ningún tratado haya sido firmado con tal objetivo”.
Amorim considera el anuncio como muy grave por el momento en que fue realizado, cuando se prepara una intervención en Venezuela. “No estamos ante algo menor”, dijo, sino “una función militar operacional, que coloca a nuestro Ejército en una posición delicada, que discrepa, a mi modo de ver, de la concepción de independencia que contienen los documentos citados”. Agregó que esta decisión es muy diferente a la participación de oficiales brasileños en operaciones de las Naciones Unidas y que habría que volver al período de la Segunda Guerra Mundial para encontrar una situación similar.
Una semana después del anuncio, el almirante Faller visitó Brasil y se reunió con la plana mayor de las Fuerzas Armadas, incluyendo una visita al astillero donde se debería construir el primer submarino nuclear, cuyo inicio viene siendo retrasado por cuestiones presupuestarias. El tema de Venezuela estuvo entre los asuntos tratados.
Un interesante artículo de opinión de la periodista Maria Cristina Fernandes en Valor, pone las cosas en el lugar exacto. Señala que el miliar designado para ocupar el cargo de subcomandante en las Fuerzas Armadas de EEUU a partir de abril es el general Alcides Faria Jr., actual comando de brigada en Ponta Grossa en el estado de Paraná. Cuando el general brasileño “desembarque en el Fuerte San Houston para asumir sus funciones de subcomandante de las fuerzas armadas estadounidenses, ya se habrán agotado todos los plazos dados por EEUU para que Venezuela acepte los envíos de alimentos y medicamentos”.
En caso de una intervención miliar contra Venezuela, esa unidad del Fuerte San Houston será una de las que deberán participar en acciones armadas. En la medida que estamos “ante una acción militar revestida de ayuda humanitaria”, la periodista se pregunta: “¿Si el Pentágono envía la orden [de intervenir], qué debería hacer el general brasileño?”.
Por supuesto, el Ministerio de Defensa “descartó que la posición brasileña consista en una adhesión a una acción militar en Venezuela, aún bajo un argumento humanitario”.
Los militares del gigante latinoamericano se encuentran en una posición muy delicada. Por partida doble.
En primer lugar, son una fuerza destacada en el Gobierno de Jair Bolsonaro, donde ostentan más de cien cargos de confianza en lugares estratégicos dentro del aparato estatal, como los ministerios de Ciencia y Tecnología, Infraestructura, controlan el cuarto banco del país (Caixa Económica Federal) y las empresas Petrobras y Eletrobras, además del ministerio de Defensa y del Gabinete de Seguridad Institucional, de la presidencia y la vicepresidencia. Muchos más que bajo el régimen militar (1964-1985).
Un fracaso de Bolsonaro puede golpear fuertemente su prestigio y credibilidad en la población. Por eso el general y vicepresidente Hamilton Mourao se empeña en tomar distancias de su presidente y de la familia que lo sigue como una sombra, con declaraciones fuera de lugar que le acaban de crear la primera crisis con un enfrentamiento público con el secretario general de la presidencia, Gustavo Bebiano. En Brasil se especula con la renuncia de Bolsonaro y la asunción de Mourao, que le daría más estabilidad al Gobierno.
La segunda es que la tradición nacionalista y de independencia de las Fuerzas Armadas está en juego. Ni siquiera durante la dictadura militar hubo un alineamiento automático con EEUU, aunque se consideraban aliados estratégicos que militaban en el mismo campo ideológico contra el comunismo. Pero ahora EEUU es una potencia en declive, ya no es el primer socio comercial de Brasil, que depende de exportar soja y mineral de hierro a China.
Los militares brasileños no parecen sentirse cómodos participando en una acción militar contra un país de la región. No forma parte de su tradición, aunque han auspiciado algunos golpes de Estado. Menos aún pueden permitirse quedar entrampados en una invasión que ellos no decidieron y que tiene a China entre sus objetivos estratégicos. No sabemos cuál será el punto de ruptura, ni cuándo sucederá, pero es evidente que las Fuerzas Armadas están en medio de un equilibrio inestable que las puede llevar a dar pasos sin retorno.
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