por Andrey Fursov. Traducción de la Asociación Cultural Rusófila “Vesta”, por Larisa Vasenina. En sitio web Vesta
(especial agradecimiento a Larisa Vasenina, Roberto y todo el equipo de Esukalrus Vesta)
Tercer capítulo. El papel de la información para eliminar contradicciones del capitalismo
Las épocas de Gorbachov y Yeltsin convirtieron a Rusia en gran medida en el objeto de control; sólo ahora Rusia (con Putin) comienza a recuperar su verdadera entidad (subjetividad). Pero las victorias de la política exterior no son suficientes para devolver la soberanía real: la subjetividad inferior se afirma por especialización de materias primas en la división internacional del trabajo con la política económica interna neoliberal y la estructura social. A menudo la comprensión de este estado “semisubjetivo ” se formaliza en forma de conclusiones sobre la aleatoriedad del escenario actual, sobre la gobernanza global como una simple conspiración de algunas fuerzas. En realidad la administración supranacional está determinada por la naturaleza y la lógica del desarrollo del capitalismo y la resistencia al mismo: no hay que olvidar, en particular, que la Unión Soviética era el sujeto de la administración mundial, tanto en la era de Comintern como en la postguerra (es decir, hasta finales de la década de 1980). Y, por supuesto, hay que recordar que sin estructuras supranacionales (desde la década de 1870-mundial, hasta la década de 1980-global), el capitalismo no podría reproducirse como un sistema.
El gobierno supranacional no es una ilusión, no es un capricho, no es un lujo, no es una rareza de la historia, sino un medio para eliminar una de las contradicciones más importantes del capitalismo. Económicamente el capitalismo es un sistema mundial íntegro, un mercado mundial, mientras políticamente no es íntegro, sino una combinación, una suma de los Estados. Desde entonces la triple contradicción: entre el capital y el estado, el todo y la suma, el nivel mundial y el nacional-estatal. La gran burguesía, en cualquier país que viva (especialmente si es un país grande), en primer lugar en su segmento financiero, siempre tiene intereses que van más allá del marco nacional, más allá de las fronteras estatales, tanto las suyas como las demás. Y estos intereses se pueden realizar solo infringiendo las leyes de su estado o extranjeros, y más a menudo de uno mismo y los demás al mismo tiempo. Y esto no se trata de una violación de una sola vez, sino de una violación permanente y sistemática que, por tanto, debe estar decorada de alguna manera. Una cosa es cuando al capital se opone una política débil o incluso no muy débil en Asia, por no mencionar a África: existe una opción suficientemente poderosa -la “diplomacia de las cañoneras”. ¿Y qué hacer en el mundo de los iguales o relativamente iguales: Gran Bretaña, Francia, Rusia, Austria, desde la segunda mitad del siglo XIX – Alemania, USA? Es un asunto completamente diferente. Para resolver problemas a este nivel, ya no es un arma de fuego, sino un arma de organización de un tipo especial, que solucionando las tareas de la élite de la clase capitalista mundial eliminaría las contradicciones entre el capital y el estado, entre los intereses supranacionales económicos y nacionales políticos y, por último, entre la integridad económica mundial y el conjunto mundial de las políticas estatales.
Las estructuras en la forma de las cuales existe tal orgarma, deberían ser:
- supranacionales (supraestatales);
- cerradas (“secretas”);
- a largo plazo por tipo y principio de actividad, ya que, entre otras cosas, expresan los intereses integrales y a largo plazo de los líderes de la clase capitalista mundial.
Precisamente se habla de esas estructuras cerradas de coordinación y gestión supranacionales, las que fueron necesarias a la burguesía a comienzos de los siglos XVII – XVIII. Sin embargo, la burguesía no tenía estas estructuras hechas, y usó las ya existentes, llenándolas con nuevo contenido. Se trataba de las estructuras masónicas, cuyo desarrollo oficial comenzó en 1717. Al mismo tiempo con la necesidad de la gestión supranacional y la aparición de sus primeras estructuras, surgió una posibilidad de un enfoque distinto a la histórica. Y también es una característica inmanente del capitalismo. Una de las principales diferencias metahistóricas y organizativas del capitalismo con respecto a las sistemas anteriores es que, a partir de un determinado momento de su desarrollo, la historia adquiere cada vez más un carácter proyectado. Las posibilidades para “diseñar” y orientar el curso de la historia, construyéndola, depende de varios factores:
- La presencia de una organización que pueda plantear y resolver problemas de este tipo, es decir, con un objetivo geohistórico, con la capacidad de planificación estratégica a escala global y la voluntad de actuar sobre esta base;
- El objeto adecuado de la manipulación como medio de la decisión de las tareas de proyección y construcción en las actividades históricas;
- La existencia de una base financiera que garantice el acceso al poder y la propiedad y el mantenimiento de posiciones sólidas en ambas áreas;
- El control de las corrientes de información, con el importante papel de esta última en la vida de la sociedad o, al menos, de su élite;
- La existencia de estructuras de conocimiento racional que analizan las conformidades con las leyes de la historia, los procesos masivos y el comportamiento de los grupos sociales como objetos, y los medios para la realización de las actividades de proyección de la historia.
Cualquier colectivo tradicional arraigado en una “pequeña tradición” que tiene normas, valores, tradiciones comunes, ya sea comunidad, clan, tribu, casta, etc. es difícil de manipular. Otra cosa es la “multitud solitaria” (D.Rizman) de las ciudades, especialmente las preindustriales y industriales tempranas, que aún no se ha convertido en “clases trabajadoras” y que se está convirtiendo en “clases peligrosas”, tan colorido descrito por Eugene Xu; es un objeto perfecto y adecuado para la manipulación histórica a gran escala. Aparece este objeto, esta “sustancia”, las masas, precisamente a mediados del siglo XVIII, para explotar, o más bien para ser explotadas en la “era de las revoluciones” (E.Hobsbaum), en 1789–1848.
La aparición de las masas en la vanguardia de la historia ha proporcionado enormes oportunidades para los manipuladores de gran escala. Esta masa, es decir, tal material humano atomizado-agregado, que consiste en individuos mal conectados entre sí, es el objeto adecuado de la manipulación. A mediados del siglo XVIII se originó de manera sorprendente al mismo tiempo un objeto adecuado de manipulación-masa (“sustancia”), una poderosa base financiera (dinero–“energía”), y nuevos flujos de información (“información”).
Dirigir la masa (masas) de las personas requiere finanzas y control de los flujos de información, ambos requieren una organización. A mediados del siglo XVIII comienza la explosión financiera; si en la segunda mitad del siglo XVII las “altas finanzas” salen de la cosecha del “largo siglo XVI” (1453-1648), a mediados del siglo XVIII se forman las bases del sistema financiero moderno. Por supuesto, en la era precapitalista, en los albores del capitalismo en los siglos XV–XVI los banqueros podrían tener un impacto significativo en el curso de los acontecimientos, pero su escala no tiene punto de comparación con las oportunidades de la era capitalista, cuando el objeto de influencia ya no fueron eventos individuales o sus cadenas, sino el curso de la historia. La explosión, en el desarrollo del capital bancario, de que se trata, que lo hizo omnipotente, se debió a tres factores que estimularon el desarrollo de las “altas finanzas”: la lucha británica-francesa por la dominación mundial, la expansión colonial de las potencias europeas y la revolución industrial que ya había comenzado.
Finalmente, lo último, pero no menos importante, el papel de la información. En el siglo XVIII se produjo otro cambio en el orden cardinal que, brusca y cualitativamente, ha crecido: el papel de la información, organizada de una cierta manera (“empaquetada”, estructurada, generalizada, catalogada, decodificada, etc.), presentada como racional, científicamente basada, fundamentalmente nueva y totalmente dirigida. Estos flujos de información justificaron las reclamaciones de los nuevos grupos sociales y sus aliados de las estructuras del Antiguo Orden para participar en el poder y se convirtieron en una poderosa arma psicohistórica de estructuras de conspiración para reformatear la conciencia de la élite, el reclutamiento social de los adeptos, el medio de la intercepción escrupulosa al poder con la ayuda de los movimientos de las masas, el primero de los cuales, posteriormente, será la revolución Francesa, 1789-1799.
La enciclopedia ha demostrado el papel que desempeña la información en la sociedad, la información que opta en la innovación racional y está socialmente orientada, idealmente cargada y estructurada (información de propósito especial y político), su impacto en las élites, poniéndolas bajo un cierto flujo de información y abriéndola a la influencia de intereses extracorpóreos de las estructuras de conspiración o incluso transformándolas en el círculo exterior de este último. De hecho, la “enciclopedia” es el primer ejemplo de una exitosa guerra psicohistórica de la época moderna.
De ese modo, en la segunda mitad del siglo XVIII, por primera vez en la historia, en una escala y forma sin precedentes, se produjo una combinación de aquellas “finanzas altas” (dinero, oro) como un sistema según la lógica del desarrollo del capitalismo que ha salido en el primer plano, flujos de información y grandes masas de población atomizada. Esto sucedió de acuerdo con la naturaleza del capitalismo en general y con la lógica del desarrollo (cambio) de la hegemonía en el sistema capitalista.
Es significativo que la formación de estructuras de gobierno supranacionales se produjo durante el período en el cual el pico de la hegemonía holandesa (1620-1651) se había ido al pasado, el ciclo de acumulación holandés llegó a su fin y comenzó a tomar sus primeros pasos el ciclo de acumulación británico y la revolución industrial, que formaron la base de las victorias británicas en las guerras con Francia (1756–1763; 1792–1815) y el establecimiento de la hegemonía británica (pico 1815-1873). Y aunque la hegemonía británica terminó en el siglo XX, ha sido reemplazada por la estadounidense, es decir, durante doscientos años los anglosajones fueron los líderes del sistema capitalista, y su funcionamiento como tal está estrechamente relacionado, en primer lugar, con las estructuras de gobierno supranacionales, de origen británico y, en segundo lugar, con el capital judío, que les “ató” al Reino Unido y los Estados Unidos dándole a la Angloesphera integridad y unidad adicionales. La historia del capitalismo de los últimos 200-250 años es una excelente historia de la administración supranacional, cuyas estructuras han expresado los intereses principalmente de Gran Bretaña (y posteriormente de los Estados Unidos y Gran Bretaña) y del capital con un registro británico (más tarde estadounidense y británico).
El capitulo anterior: http://www.euskalrus-vesta.org/2018/10/09/vivir-bien-es-disponer-de-la-informacion-correcta-capitulo-2/
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