por Redacción de PresTV, en Al-Manar
El pasado sábado 29 de abril y varias horas después de una reunión del Consejo de Seguridad, Corea del Norte procedió a efectuar un nuevo ensayo de un misil balístico, según informó la agencia de prensa Yonhap en Corea del Sur. El ensayo no fue confirmado por Pyongyang.
Un breve comunicado de la Casa Blanca afirmó que el test era “un nuevo desafío a China”, al que EEUU atribuye un papel de mediador en la crisis. Sin embargo, la realidad es que EEUU parece estar amenazando a China a través de Corea del Norte.
Aunque las declaraciones del presidente estadounidense, Donald Trump, han tenido un tono elevado mencionando la palabra “guerra”, EEUU parece haber adoptado últimamente un tono más comedido, en especial en boca del secretario de Estado, Rex Tillerson, que dijo que EEUU y sus aliados occidentales se contentarían con “incrementar las presiones económicas y diplomáticas” sobre Pyongyang y que Washington no quería “derrocar al régimen norcoreano”. La última resolución del Consejo de Seguridad de la ONU llamó a Corea del Norte a poner fin a sus actividades nucleares y balísticas sin más.
Por otro lado, Pyongyang prometió “un ataque implacable” contra cualquier agresor que amenace su seguridad y soberanía.
En el mundo árabe, la crisis coreana es vista con interés. Por encima de todo, muchos analistas señalan que Kim no ha repetido la experiencia de algunos dirigentes árabes, como Muammar el Gadafi, en Libia que, aparte de los factores geográficos y políticos, cayó en la trampa de los responsables norteamericanos, que buscaron la ayuda de un personaje tan siniestro como Tony Blair. Este último convenció a Gadafi de que renunciara a sus experiencias nucleares y su arsenal químico para posteriormente invadir Libia y provocar el fin tráfico del líder libio. De este modo, Gadafi firmó su sentencia de muerte, y de paso la del Estado libio, al confiar en tales promesas.
Los dirigentes occidentales piden ahora a Kim Jong-un que renuncie a su arsenal nuclear. Sin embargo, para este último la prioridad es la inversa: reforzar su poder nuclear para garantizar la seguridad de su país. Kim ha adivinado que las potencias occidentales, comenzando por EEUU, no osarán nunca atacar a una potencia nuclear. De ahí el coraje con el que desafía a los norteamericanos, no aceptando ninguna de sus limitaciones en lo que respecta a un ensayo nuclear o una prueba de un misil balístico.
Su mensaje es claro. Cualquier ataque convencional o nuclear norteamericano contra Corea del Norte será respondido con armas atómicas. Esta amenaza es en sí misma una garantía de que Corea del Norte no será agredida. Kim se comporta así como un comandante militar digno de tal nombre. Se trata de una estrategia militar bien calculada. Es un hombre que ha dado una lección de dignidad y orgullo nacional.
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