Por Andrew Korybko
Fuente: Katehon
La Segunda Revolución Americana ha tenido éxito y el Pueblo Americano ha vencido al establishment, pero al igual que la Primera Revolución Americana antes que ella, los retos más difíciles los tenemos ahora por delante. Trump necesita unificar una nación polarizada sin precedentes y reconstruir el tejido socio-económico que destruyó la clase anterior de globalistas “políticamente correctos”, y también debe hacer buenas sus promesas de campaña que inspiraron a la Middle América a unirse detrás suyo en primer lugar. No sólo eso, sino que él y su movimiento deben repeler la contra-revolución clintoniana que Hillary, sus patrocinadores neoconservadores del “estado profundo” en las burocracias permanentes militar-de inteligencia-diplomática, y los cuadros de la Revolución de color de George Soros, están incubando en este mismo momento.
El Pato cojo Obama está colaborando con ellos y facilitando sus desórdenes al negarse a desplegar a la Guardia Nacional para hacer frente a sus incipientes disturbios en todo el país, lo que hará todo aún más difícil para el presidente electo Trump una vez que tome oficialmente el cargo a principios del próximo año.
Su plan es crear tanto caos que Trump se vea obligado a ceder en su lema distintivo “¡Enciérrala!” en aras de la “unidad nacional”, y quieren mantener la espada de Damocles de las revoluciones de color y de la Guerra híbridapor encima de su cabeza con el fin de presionarlo para conservar algunos de los elementos del viejo sistema, después de lo cual, inevitablemente, planean aprovechar la inercia que ganarían con esto para derrocar a Trump y al nuevo sistema que está construyendo para “hacer Estados Unidos grande otra vez”.
Hillary, Soros, y los neoconservadores probablemente no tendrán éxito en derrocar a Trump y llevar a cabo su prevista fantasía de un cambio de régimen, pero podrían terminar por manipular la narrativa general de su mandato antes de que él tenga la oportunidad de escribirla. Reclutando a los extremistas urbanos del “Black Lives Matter” que engendraron hace unos años y que integraron en los disturbios anti-Trump, los organizadores de la Guerra híbrida están tratando de inyectar artificialmente un carácter racial en la agitación política, planificando por adelantado acusar a Trump de “supremacista blanco/represión racista” en el momento en que ordene a las fuerzas policiales locales, los equipos SWAT y la Guardia Nacional lidiar con los disturbios si todavía están en marcha en el momento de su toma de posesión.
Teniendo en cuenta la promesa de campaña de Trump de limpiar y proteger las peligrosas calles de Estados Unidos, podría tener la oportunidad de “matar dos pájaros de un tiro” e iniciar una campaña nacional contra el crimen arrestando a los narcotraficantes y a otros delincuentes peligrosos, al mismo tiempo que declarando potencialemente la ley marcial en las ciudades más acosadas por el alboroto. Todo depende de lo mal que se encuentre la situación en el momento en que asuma el cargo, pero si Trump ordena una operación de aplicación de la ley a gran escala en primer lugar, entonces podría aprovechar el momento para maximizar su eficacia persiguiendo todo tipo de criminales también, aunque esto dará lugar inmediatamente a que los medios de comunicación de masas liberales lo culpen de ser un “dictador fascista”.
La cuestión detrás de esto no es sólo deslegitimar, sino proporcionar una “justificación” aparentemente plausible para la continuación de lo que la chusma de agitadores izquierdistas dirigida por Soros ha empezado a llamar la “resistencia armada/militante antifascista” al gobierno. Su eufemismo impregnado ideológicamente es sólo otra palabra para terrorismo urbano, que es lo que Clinton y los neoconservadores quieren provocar contra Trump para la totalidad de su presidencia, y especialmente durante los momentos en los que se niegue a resquebrajarse bajo la presión legislativa de los “demócratas”. Trump terminará declarando al “Black Lives Matter” como un grupo terrorista si continua su actual trayectoria de disturbios racistas (anti-blancos) a gran escala y de violencia contra la policía, y con gusto agruparía a cualquier otra organización conspiratoria bajo esta etiqueta en interés de la ley, el orden y la seguridad pública.
La mayor parte de los izquierdistas en los EE.UU. que han sido ya sea cooptados o engañados por el establishment siempre ha fantaseado con realizar su propia “revolución comunista” en los EE.UU., y “organizar” “células de resistencia” en contra de lo que se les ha lavado el cerebro para creer es su nuevo “dictador fascista”, un sueño hecho realidad para millones de personas.
Sin embargo, por mucho que crean que están actuando por iniciativa propia, la verdad es que están jugando inadvertidamente un papel que fue programado años antes para que ellos lo siguieran.
Los elementos más maquiavélicos del FBI siempre han cultivado un cuadro de terroristas nacionales de reserva del COINTELPRO para su uso en la situación extrema en la que fuera elegido un presidente estadounidense que buscara transformar fundamentalmente el “estado profundo” (las burocracias permanentes militar, de inteligencia y diplomática). Donald Trump es esa persona, y mientras que el FBI de hoy parece en general estar de su lado, es imposible para la institución revertir el “progreso” hecho en este sentido desde hace décadas. El virus ideológico del izquierdismo duro militante (“wahabismo secular“) está preparado para crecer pronto tan fuera de control como el wahabí/salafista, los cuales no fueron creados originalmente por los EE.UU. pero finalmente cayeron bajo la influencia controladora de su “estado profundo”. Hoy en día, sin embargo, la conversión en armas de estos dos virus también ha sido perfeccionada por actores no estatales, tales como Soros, que no tiene miedo de manejarlas contra el mismo Estados Unidos, a instancias de sus partidarios neoconservadores, a quienes Trump tiene previsto “limpiar”/”purgar” del poder.
Los EE.UU. crearon a los talibán, a Al Qaeda, y el Daesh pero luego se volvieron contra ellos después de que cumplieron su utilidad geoestratégica temporal, aunque en este caso, apenas han ordenado a los militantes de la izquierda dura su campaña de terrorismo urbano contra el Estado por parte de actores no estatales que representan a una de sus propias facciones descarriadas.
A juzgar por el precedente establecido por la acción militante de los EE.UU. contra los grupos wahabíes/salafistas que ayudaron a engendrar, el Estado también podría recurrir a la fuerza para hacer frente al bumerán de la amenaza no estatal producida a través del cultivo de militantes de izquierda dura, de ahí el pronóstico de que Trump recurrirá a medidas represivas contra los alborotadores si siguen causando problemas alrededor del momento de su investidura. Si sigue adelante audazmente con su plan para restaurar la ley y el orden en las calles de los Estados Unidos de nuevo, y si lo hace a gran escala como se ha descrito anteriormente en esta previsión, entonces es una certeza absoluta que los medios de masas “liberal-progresistas” que incitan los disturbios de la contrarrevolución clintoniana dirigida por Soros por encargo de los elementos “limpiados” / “purgados” del “estado profundo” neoconservador, lo etiquetarán al instante como un “dictador fascista” y convertirán su advertencia de miedo propagada antes de las elecciones en una “profecía autocumplida” para su ejército de “activistas” con el cerebro lavado. La contra-vevolución clintoniana utilizará todas las tácticas de Guerra híbrida incluyendo las “Reglas para radicales” de Saul Alinsky, las “enseñanzas” del condenado por terrorismo interno (y aliado de Obama) Bill Ayers, y los manuscritos de Gene Sharp , todos los cuales serán practicados por el “wahabismo secular” y sus criminales en armas del “Black Lives Matter”, amplificado al máximo el efecto mediante la “cobertura” de los medios de masas del establishment.
Sólo una mano firme e inquebrantable puede hacer frente a la ira de la bruja y aplastar la contra-revolución clintoniana antes de que esto lance a todo el país al caos y lo lleve al borde de un inconcebible conflicto civil, pero Trump es justo el hombre adecuado para el trabajo y hará constitucionalmente lo que sea necesario para restablecer la paz, la estabilidad y la prosperidad de los EE.UU. en el cumplimiento de su promesa de campaña de “¡Hacer América grande de nuevo!”
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