Editorial de Fundación para la Cultura Estratégica. En Fundación para la Cultura Estratégica. Publicado originalmente el 12 de septiembre de 2025. Traducción de Comunidad Saker Latinoamérica
Europa Occidental culpó a Rusia en una protesta condenatoria, pero las circunstancias incriminan al cliente ucraniano de la OTAN.
(Aunque este artículo no lo alude, la historia de operaciones de bandera falsa occidentales para acusar fraudulentamente a Rusia se remonta a mucho antes de que se iniciara la Operación Militar Especial. La más destacada de estas operaciones, a la que siempre debería aludirse por lo atroz, siniestra y cínica; porque las víctimas fueron de por lo menos 11 países; y porque es harto expresiva de la criminalidad ilimitada de las élites internacionales sionistas; es el abatimiento del avión de pasajeros del vuelo MH17. Este vuelo de Malaysia Airlines, intencionalmente guiado por los controladores aéreos ucranianos hacia el espacio aéreo sobre la zona de combate en el Dombas y que hacía la ruta Amsterdam-Kuala Lumpur, fue derribado por cazas ucranianos para culpar a Rusia y los nuevorrusos, como lo describió claramente en 2015 el Saker en su blog y en otros medios, y significó la masacre de las 298 personas a bordo. Nota de CSL).
Esta semana se produjeron dos provocaciones de falsa bandera consecutivas, orquestadas por el régimen de Kiev, patrocinado por la OTAN. Resulta revelador que, antes de cualquier respuesta minuciosa que Rusia o los observadores independientes pudieron ofrecer, los políticos europeos cerraran el debate que se abrió, advirtiendo sobre las previsibles “mentiras y desinformación rusas”.
En otras palabras, no se permite ningún análisis crítico de los incidentes. Estos incidentes fueron “bárbaros” e “imprudentes ataques” por parte de Rusia… créanse la palabra de la OTAN, y si no, vosotros son títeres de Rusia.
El ministro de Asuntos Exteriores polaco, Radosław Sikorski, se explayó en una declaración en vídeo, denunciando la agresión rusa, y exhortando dogmáticamente a todos a confiar únicamente en la información gubernamental de la OTAN. El primer ministro polaco, Donald Tusk, competía histéricamente, afirmando que Europa estaba más cerca de un conflicto abierto que en ningún otro momento desde la Segunda Guerra Mundial. Esto demuestra cómo el espacio informativo europeo ha quedado totalmente dominado por la propaganda de guerra, de una forma que maravillaría a George Orwell o Josef Goebbels.
Entonces, ¿qué pasó esta semana?
Polonia afirma que Rusia atacó deliberadamente su territorio soberano con 19 drones. Subsecuentemente, los aliados europeos de la OTAN se apresuran a desplegar aviones de guerra y defensas aéreas para “proteger a Polonia”. Septiembre es el mes en que la Alemania nazi atacó Polonia hace 86 años, dando inicio a la Segunda Guerra Mundial. Esta coincidencia temporal quizás le da un toque nostálgico a los acontecimientos actuales, como pareció insinuar Tusk con sus melodramáticas palabras.
El día antes de la muy publicitada “invasión de drones”, el 9 de septiembre, el régimen de Kiev afirmó que Rusia lanzó una de sus pesadas bombas planeadoras FAB-500 sobre una aldea, matando a 24 personas que estaban cobrando sus pensiones.
En ambos incidentes, sin embargo, para aquellos que quieran examinar los hechos con calma la evidencia apunta a provocaciones de falsa bandera.
La presunta masacre en la aldea de Yarovaya, en la parte de la provincia de Donetsk aún tomada bajo control ucraniano, no fue causada por una bomba rusa FAB-500. Los videos del régimen de Kiev que supuestamente muestran las consecuencias indicaron un cráter de impacto poco profundo y daños limitados a los edificios cercanos. La explosión no pudo haber sido causada por una bomba planeadora rusa de 250 kg; de lo contrario, toda la zona habría quedado devastada en torno a un enorme cráter. El Ministerio de Defensa ruso también declaró que en esa fecha sus fuerzas no operaban en las inmediaciones.
La rápida publicación de los videos por parte del régimen de Kiev y las afirmaciones evidentemente guionadas que alegan una masacre rusa, junto con la amplificación incondicional de esas afirmaciones no verificadas por parte de los medios occidentales, apuntan fuertemente a una narrativa orquestada.
La grave implicación es que el régimen respaldado por la OTAN detonó un explosivo, matando deliberadamente a civiles como forma de incriminar a Rusia.
Esta conducta espantosa de este régimen tiene numerosos precedentes. En los últimos tres años se han producido numerosos incidentes en los que las fuerzas ucranianas bombardearon su propio territorio, poniendo en peligro la vida de civiles para obtener apoyo propagandístico contra Rusia, con el fin de conseguir más apoyo militar y financiero de los patrocinadores occidentales. Dos ejemplos: la atrocidad perpetrada en la aldea de Hroza el 5 de octubre de 2023, donde murieron 52 personas. Esto coincidió con la demanda del líder títere de Kiev, Vladímir Zelenski, en una cumbre de la Unión Europea en Granada, España, para obtener más ayuda.
El mes anterior, el 6 de septiembre de 2023, en la ciudad de Konstantinovka, en territorio ucraniano, un ataque aéreo mató a 17 personas. Esto coincidió con la visita del exsecretario de Estado, Antony Blinken, a Kiev para anunciar mil millones de dólares adicionales en ayuda estadounidense.
En ambos incidentes, Rusia fue culpada con indignación, pero las circunstancias incriminan al cliente ucraniano de la OTAN. La atrocidad de esta semana, que involucra el asesinato de los jubilados, cae en la misma categoría de infamia.
El régimen de Kiev es un mercader de la muerte con bandera falsa. Las notorias ejecuciones llevadas a cabo en Bucha entre marzo y abril de 2022 fueron otra clásica y vil maniobra. Ya la abordamos en detalle en un editorial anterior, donde civiles ucranianos fueron asesinados a sangre fría por agentes de Kiev para deshonrar a Rusia. En cierta medida, la maniobra funcionó porque los medios y políticos occidentales siguen acusando a Rusia de responsabilidad, ignorando por completo las pruebas. La falsa bandera de Bucha es relevante porque se produjo en un momento crucial, cuando Rusia había propuesto un acuerdo de paz para poner fin al conflicto en Ucrania lo antes posible. Tras la “masacre”, la guerra indirecta de la OTAN se intensificó y se frustró un acuerdo pacífico.
Esto nos lleva a la actual temporada abierta de operaciones de bandera falsa. Una forma de discernir una provocación es observar las reacciones y cómo se utiliza el incidente para favorecer motivos y demandas.
En primer lugar, las reacciones concertadas y teatrales del régimen de Kiev y sus aliados europeos de la OTAN estaban preparadas y listas para funcionar, como si estuvieran guionadas.
En el supuesto ataque a Polonia, los drones eran de diseño ruso. Eran modelos Gerbera desarmados, de vigilancia o de tipo señuelo. Rusia afirma que su alcance, de 700 kilómetros, significa que no pudieron haber sido lanzados desde territorio controlado por Rusia. Podrían haber sido lanzados por Ucrania tras replicar los drones, una tarea bastante sencilla. Pero aquí está la clave. Unos 19 drones desarmados fueron rápidamente interceptados en el espacio aéreo polaco por múltiples armas de alta potencia de la OTAN: cazas F-16 polacos, F-35 holandeses, aviones de vigilancia AWACS italianos, aviones de reabastecimiento de aviones cisterna de la OTAN y sistemas de misiles Patriot alemanes. Esto habla de una movilización a gran escala preparada para maximizar las acusaciones de violación rusa. Nos viene a la mente la imagen de un mazo para romper una nuez.
Moscú ha ofrecido dialogar con Varsovia para averiguar cómo drones, supuestamente de fabricación rusa, entraron en el espacio aéreo polaco, pero la oferta ha sido rechazada. Polonia se ha negado a cualquier diálogo razonable para esclarecer los hechos. En su lugar, ha invocado el Artículo IV de la OTAN para consultas de seguridad de emergencia con otros miembros. Esta reacción exagerada parece dramática para, aparentemente, validar las acusaciones infundadas de ataques deliberados.
Sin la menor prueba, los líderes franceses, alemanes y británicos se han sumado a la condena de Rusia por su imprudente violación. Obsérvese cómo se cuidan de no acusar a Rusia de «ataque», sino de «violación». Esto sugiere que, cobardes como son, buscan una escalada calibrada, pero no una guerra total.
El francés Emmanuel Macron anunció el envío de tres cazas Rafale para proteger el espacio aéreo polaco. Los alemanes y los británicos también se apresuran a declarar su apoyo para defender a Polonia. Es una farsa de caballerosidad por parte de una pandilla de payasos.
Esto es pura teatralidad absurda. Acusar a Rusia de planear la conquista de Europa ha sido la gastada narrativa propagandística de los últimos casi cuatro años, desde que estalló la guerra indirecta de la OTAN en Ucrania. Rusia ha declarado repetidamente que no tiene intención de iniciar la Tercera Guerra Mundial y que su único propósito en Ucrania es detener la histórica agresión de la OTAN invadiendo las fronteras rusas.
Las élites europeas se enfrentan a crecientes crisis políticas en sus propios estados, causadas en gran medida por el enorme y derrochador gasto en la fallida guerra indirecta en Ucrania. Francia, por ejemplo, está sumida en una profunda tensión social, como lo demostraron las protestas callejeras a nivel nacional esta semana tras la destitución de su cuarto primer ministro en dos años. Alemania y el Reino Unido no se quedan atrás en la crisis.
Sin duda, las élites europeas y su régimen títere de Kiev están desesperados por desviar la atención pública de la corrupción y las maquinaciones criminales en Ucrania. El esfuerzo diplomático del presidente estadounidense Donald Trump para poner fin a la guerra, a pesar de todas sus deficiencias, es un hecho indeseado para los líderes europeos, ya que expone su lamentable postura. El ministro de Asuntos Exteriores polaco, Sikorski, al condenar a Rusia por atacar deliberadamente a Polonia, insinuó con astucia que Moscú también se estaba burlando de los esfuerzos de paz de Trump. Sikorski y la camarilla europea de la OTAN intentan incitar a Trump a aumentar la ayuda militar a Ucrania e imponer más sanciones a Rusia como forma de sabotear cualquier diplomacia. La desesperación genera medidas desesperadas, incluso si se asesina a civiles inocentes y se pone en riesgo la paz mundial.
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