Editorial de la Fundación para la Cultura Estratégica – En Fundación para la Cultura Estratégica – Publicado originalmente el 18 de julio de 2025 – Traducción de la Comunidad Saker Latinoamérica
En 50 días, Trump quedará muy en ridículo cuando la victoria de Rusia en la guerra por poderes de la OTAN se haga más evidente.
¿Qué hay detrás del furioso ultimátum de Trump a Rusia esta semana? La respuesta corta: fracaso y frustración. Donald Trump prometió a los votantes estadounidenses que pondría fin a la guerra en Ucrania en 24 horas tras su elección en noviembre de 2024. Seis meses después de asumir la presidencia, Trump ha fallado en cumplir sus grandilocuentes promesas.
Esta semana, Trump cambió su imagen de pacificador al prometer miles de millones de dólares en nuevo armamento estadounidense a Ucrania. También lanzó una advertencia a Rusia para que declare un alto el fuego en un plazo de 50 días o, de lo contrario, se enfrentará a severos aranceles secundarios sobre sus exportaciones de petróleo y gas. Los aranceles, estimados en un 100 %, se aplicarán a los países que compren exportaciones rusas, principalmente Brasil, China e India. Esta última medida indica que la guerra indirecta liderada por Estados Unidos en Ucrania contra Rusia forma parte, en realidad, de una confrontación geopolítica mayor para mantener la hegemonía global estadounidense.
En cualquier caso, Moscú desestimó el ultimátum de Trump. El viceministro de Asuntos Exteriores, Sergei Ryabkov, afirmó que Moscú no cedería a la presión y que Rusia no retrocedería en sus objetivos estratégicos en Ucrania mediante los cuales contrarrestar la histórica agresión de la OTAN.
Está claro que Trump y su administración han fallado en la comprensión de la posición estratégica de Rusia y de las causas profundas del conflicto.
La supuesta diplomacia de Trump es percibida como sobre bases superficiales, más propia del espectáculo, sin sustancia. Trump desea un acuerdo de paz con Rusia para demostrar sus promocionadas habilidades de negociador empresarial y acaparar la atención, los titulares y la adulación.
Resolver un conflicto como el de Ucrania requiere una profunda comprensión histórica y un compromiso genuino con la debida diligencia. Moscú ha declarado repetidamente la necesidad de abordar las causas profundas del conflicto: la expansión de la OTAN hacia sus fronteras, el golpe de Estado patrocinado por la CIA en Kiev en 2014 y la naturaleza del régimen neonazi armado por la OTAN durante la última década.
Trump y su administración han fallado en la apreciación del punto de vista de Rusia. Por lo tanto, esperar un acuerdo de paz basado en nada más que retórica y afirmaciones vacías sobre “poner fin a la matanza” es inútil. Este acuerdo no ocurrirá.
Este fracaso, basado en expectativas poco realistas, ha llevado a Trump a adoptar una actitud cada vez más amarga hacia el presidente ruso Vladímir Putin en las últimas semanas. Irónicamente, Trump acusó a Putin de duplicidad y dilación cuando, en realidad, es Trump quien no ha demostrado un compromiso serio con la resolución del conflicto.
Ahora, con disgusto y un ego herido, Trump ha reaccionado con frustración ante sus propias deficiencias lanzando ultimátums a Rusia. El plazo de 50 días que Trump le ha dado a Rusia para que responda a sus demandas es similar al plazo de 60 días con el que amenazó a Irán, tras el cual llevó a cabo un bombardeo masivo contra ese país. La agresión de Trump hacia Irán ha resultado ser un fiasco y un fracaso. Amenazar a Rusia es aún más inútil.
Esta proclividad a amenazar a otras naciones tiene el sello de un megalómano mafioso. También está provocando que Trump pierda el apoyo de su base electoral, la cual creía que iba a acabar con las “guerras interminables”. Esto es un desastre. La guerra de Biden se está convirtiendo en la guerra de Trump porque, al fin y al cabo, es el estado profundo imperial estadounidense el que manda.
El cambio volátil de Trump de profesar la paz en Ucrania a intensificar la promesa de armas muestra que sus aspiraciones anteriores siempre fueron huecas y dependían de otros intereses.
Parece que el 47.º presidente estadounidense no quería la paz, después de todo. Lo que impulsó su aparente deseo de poner fin al conflicto en Ucrania —al que menospreciaba como la «guerra de Biden»— fue simplemente reducir los costos financieros para Estados Unidos.
Lo que le ha atraído a Trump es que los nuevos suministros de armas estadounidenses a Ucrania serán pagados por Europa. Dinero y lucro son lo único que le importa. Es significativo que cuando Trump anunció el nuevo plan de tráfico de armas estuviera sentado junto al jefe de la OTAN, Mark Rutte, en el Despacho Oval. Rutte tiene un don para adular, refiriéndose anteriormente a Trump como “papá” y esta semana elogiando absurdamente a Estados Unidos como el policía del mundo para asegurar la paz. Parece que la OTAN y el establishment gobernante transatlántico han encontrado la manera de manipular a Trump. Díganle que a partir de ahora los europeos subsidiarán directamente el complejo militar-industrial estadounidense.
El problema para Trump y el establishment de la OTAN es que todo esto es un engaño inconducente. Para empezar, el arsenal estadounidense de misiles Patriot y otras municiones ha sido agotado y destruido por Rusia en los últimos tres años en Ucrania. No existen “armas milagrosas” que puedan alterar el dominio ruso en el campo de batalla.
En segundo lugar, las economías europeas están en quiebra y difícilmente podrían sostener la propuesta compra de armas estadounidenses para Ucrania, incluso si dichos suministros fueran viables, lo cual no es el caso. Al menos cuatro países europeos, entre ellos Francia, la República Checa, Italia y Hungría, han declarado que no participarán en ningún plan de compra de armas estadounidenses para Ucrania.
En tercer lugar, la amenaza de Trump de imponer sanciones secundarias contra Brasil, China, India y otros países por hacer negocios con Rusia es un ataque flagrante contra los BRICS y el Sur Global que solo generará desdén internacional. La intimidación de Trump no es ni viable ni creíble. Su anterior guerra comercial contra China ya fracasó y demostró que Estados Unidos es un gigante impotente cuyo poder es cosa del pasado. Trump tuvo que bajarse de su caballo de batalla contra China.
Así que, amenazar con imponer aranceles del 100% a China y a otros países por hacer negocios con Rusia es como si un exboxeador agitara el puño débilmente sentado en una silla de ruedas. Podría incurrir en más autolesiones.
Finalmente, Rusia está ganando decisivamente la guerra indirecta liderada por la OTAN en Ucrania. Las defensas aéreas del régimen de Kiev son inexistentes en esta etapa. Por lo tanto, Rusia puede y presionará con sus términos estratégicos para poner fin al conflicto ya que es el vencedor militar.
El ultimátum de Trump a Rusia no es más que fanfarronada y bluff. En una ocasión se burló del presidente títere de Ucrania, Zelenski, diciendo que no tenía cartas que jugar. Trump, a pesar de toda su bravuconería, solo tiene un par de doses.
En 50 días, Trump quedará muy en ridículo cuando la victoria de Rusia en la guerra por poderes de la OTAN se haga más evidente.
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