SP –- LARRY ROMANOFF — Parte 2 de 5 – Bernays y la Propaganda – El Marketing de la Guerra – February 15, 2021


Dos de los miembros más importantes eran Walter Lippmann, a quien Wilson describió como “el hombre más brillante de su época”, y Edward Bernays, que era el principal experto en control mental del grupo, ambos judíos y conscientes de lo que estaba en juego. Bernays planeaba combinar los conocimientos psiquiátricos de su tío Freud con la psicología de masas, mezclados con las técnicas modernas de publicidad, y aplicarlos a la tarea del control mental de masas. El cine ya era una nueva y poderosa herramienta para la desinformación y el control de la opinión, al igual que la radio, y la televisión pronto se añadiría a esta lista.

“El acuerdo de Wilson para crear el CPI fue en realidad un punto de inflexión en la historia del mundo, el primer intento verdaderamente científico de formar, manipular y controlar las percepciones y las creencias de toda una población”. (1) (2) (3)

Con la autoridad de Wilson, a estos hombres se les dio un margen casi ilimitado para hacer su magia, y para asegurarse el éxito de su programa y garantizar la eventual posesión de Palestina, estos hombres y su comité llevaron a cabo “un programa de guerra psicológica contra el pueblo americano a una escala sin precedentes en la historia de la humanidad y con un grado de éxito que la mayoría de los propagandistas sólo podían soñar”.

En su libro de 1922 “Public Opinion”, Lippmann escribió: “El único sentimiento que alguien puede tener sobre un acontecimiento que no experimenta es el que despierta su imagen mental de ese acontecimiento… Porque está bastante claro que, bajo ciertas condiciones, los hombres responden tan poderosamente a las ficciones como a las realidades”. Y fue esta manipulación psicológica la que estos hombres emplearon para convertir a toda una nación de pacíficos americanos en rabiosos belicistas. (4) (5)

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Nota para los lectores: Parte de los párrafos que siguen a continuación no son míos. Son en parte textos literales y en parte parafraseados de un contenido que descubrí hace muchos años y que, incluso con un esfuerzo diligente, hoy no puedo localizar la fuente original.
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Habiendo recibido el permiso y la amplia autoridad del Presidente de los EE.UU. para “conducir la mente del público a la guerra”, y con el éxito amenazado por el sentimiento generalizado en contra de la guerra, estos hombres decidieron diseñar lo que Lippmann llamó “la fabricación del consentimiento”. El comité identificó en primer lugar todas las vías de información que le llegaban a la población, examinó las características de cada una de ellas y llenó cada canal con material especialmente elaborado a favor de la guerra. Su esfuerzo no tenía parangón por su escala y sofisticación, ya que el CPI tenía el poder no sólo de fabricar noticias falsas y distribuirlas a nivel nacional a través de todos los canales, sino de censurar oficialmente las noticias y ocultar información al público. “Produjeron y distribuyeron muchos miles de comunicados de prensa “oficiales”, funcionando prácticamente como el brazo informativo del gobierno de los Estados Unidos, y fueron de hecho el principal proveedor de noticias de guerra a la nación”.

Estos hombres no perdieron tiempo en organizar una vasta red de propaganda y comenzaron a inundar los Estados Unidos con propaganda anti-alemana, consistente en literatura de odio, películas de odio, canciones, artículos en los medios de comunicación y mucho más.

Lippmann y Bernays dividieron su Comité en diecinueve “divisiones”, cada una de ellas responsable de un tipo diferente de propaganda, y cada una de ellas utilizaba la experiencia de un gran número de psicólogos, expertos en publicidad, personal de los medios de comunicación y magnates del cine. (6) (7) La intención era inundar todos los medios de comunicación con el objetivo de incitar el odio hacia todo lo alemán y promover la entrada de los Estados Unidos en la guerra como la única opción para los americanos patriotas. Llenaron todos los medios de comunicación impresos de los EE.UU. con propaganda de odio anti-alemán. Sólo en la División de Noticias, en una semana promedio, más de 20.000 columnas de periódicos publicaron artículos de propaganda totalmente falsos producidos por el CPI, promoviendo el odio hacia Alemania y hacia los alemanes, describiendo atrocidades que nunca habían ocurrido y pintando a los alemanes como monstruos viciosos e inhumanos. Lippmann y Bernays no sólo instituyeron “directrices voluntarias” (obligatorias) para la inclusión de sus monstruosas historias en todos los medios de comunicación, sino que impusieron rígidamente una censura en los medios de comunicación americanos para suprimir cualquier contenido contradictorio.

Bernays se dio cuenta inteligentemente de que gran parte del público es reacio a leer artículos largos, por lo que creó una división especial para producir breves diatribas y fragmentos de ruido destinados a despertar las odiosas emociones de aquellos con poca capacidad de atención. Crearon una División de Reportajes Sindicados que empleaba a novelistas populares para producir ensayos con la propaganda oficial, que llegaban a entre 10 y 15 millones de personas cada mes. Otra división se encargaba de las secciones de caricaturas de los periódicos y de otros medios de comunicación, con la intención declarada de “movilizar y dirigir el disperso poder de las caricaturas del país para un trabajo de guerra constructivo”. Emplearon a miles de caricaturistas que “alcanzaron nuevas cotas en el fomento del odio”, presentando a los alemanes como animales primitivos y malvados que robaban, mataban o violaban todo lo que encontraban.

Crearon una División de Cine similar que dio lugar a la producción en Hollywood de docenas de películas escandalosas y virulentamente anti-alemanas, películas de odio que contenían relatos completamente ficticios de atrocidades y bestialidades cometidas por los alemanes. Bernays fue la fuente de las escenas cinematográficas en las que los “sucios” alemanes (y más tarde los más sucios japoneses) ametrallaban a valientes pilotos americanos mientras se lanzaban en paracaídas. (8) Ninguna de estas historias fue nunca cierta; éstas y todas las demás fueron totalmente inventadas. Entonces, como ahora, la industria cinematográfica de los Estados Unidos estaba totalmente controlada por los judíos, que estaban deseosos de ayudar. Un editorial judío afirmaba que “cada individuo que trabaja en esta industria quiere hacer su parte… a través de diapositivas, guías de películas y trailers, carteles y publicidad en los periódicos, que difundirán esa propaganda tan necesaria para la movilización inmediata de los grandes recursos del país”.

Además de las películas producidas por los estudios cinematográficos, el CPI creó su propia División de Cine que produjo 60 o 70 películas “oficiales”, que eran vistas por muchas decenas de millones de personas cada semana. Crearon una División de Publicidad para influir en los anunciantes comerciales a fin de que insertaran propaganda de guerra anti-alemana en la publicidad de los periódicos y las revistas, y casi todas las publicaciones importantes de los EE.UU. tenían una gran cuota de estos anuncios. Entonces, como hoy, gran parte de los medios de comunicación eran propiedad o estaban controlados por los judíos, y estos recibieron mucho espacio gratuito.

Crearon una “División de Trabajo con los Nacidos en el Extranjero” (9) para llegar a todos los inmigrantes del país en sus propias lenguas, y utilizaron a los miembros de estas comunidades para hacer propaganda a su propio pueblo, especialmente dirigida a todos los extranjeros en edad militar que pudieran convertirse en reclutas para la guerra. El CPI contrató a oradores bilingües para dirigirse a todos los grupos específicos de inmigrantes en los EE.UU., e incluso tenía un “Hombre de Cuatro Minutos” Sioux que pronunciaba discursos en siete lenguas nativas. Se dirigieron especialmente a todos los judíos de los Estados Unidos, proporcionando oradores en yiddish en miles de teatros y lugares de trabajo. También había una Sección Extranjera con dieciséis divisiones, que estableció oficinas en más de treinta países para hacer propaganda entre las poblaciones de otras naciones.

Lippmann y Bernays escribieron: “Es motivo de orgullo para el Comité de Información Pública, como debería serlo para los Estados Unidos, que los directores de la propaganda inglesa, francesa e italiana estuvieran de acuerdo en que nuestra literatura era notable sobre todas las demás por su brillante y concentrada eficacia”.

La División de Oratoria de Bernays organizó un grupo conocido como los “Hombres de Cuatro Minutos”, 75.000 voluntarios que pronunciaban discursos provocando el odio y el miedo a Alemania y a los alemanes, e instando a la guerra. Utilizaban a los agricultores para atraer a los agricultores y a los empresarios para atraer a los empresarios, con discursos cortos y enardecedores llenos de imágenes. Estos discursos estaban tan cargados de emociones que a menudo tenían consecuencias terribles, en miles de casos las turbas se reunían después y destrozaban los hogares y negocios alemanes de su ciudad. (10) En total, sus oradores pronunciaron casi 8 millones de discursos ante más de 300 millones de americanos, todos ellos provocando el odio hacia Alemania y los alemanes, e instando a la guerra. (11) (12) (13) (14) (15)

Una atrocidad continua es que, incluso hoy en día, fuentes de desinformación como la Britannica y el Smithsonian, y muchos sitios web de historia americana, publican artículos en los que se afirma que “los representantes del CPI, conocidos como los Hombres de Cuatro Minutos, viajaron por todo Estados Unidos alentando a los americanos a comprar bonos de guerra y a conservar alimentos”. (16)

El Comité se centró particularmente en las mujeres, estableciendo una importante División Femenina, por temor a que las mujeres “pudieran constituir un elemento subversivo en la nación, perjudicial para la unidad en tiempos de guerra y el buen funcionamiento del [reclutamiento militar obligatorio]”. Crearon una división femenina de Cuatro Minutos para hablar en grupos de mujeres y en matinées para contrarrestar la resistencia a enviar a sus hijos y maridos a la guerra. Se insertaron en muchas revistas femeninas en las que controlaban la portada y gran parte del contenido interno, animando a las mujeres a enviar a sus hijos a la guerra, afirmando que volverían como “un hombre” en lugar de como un cadáver. El Ladies Home Journal, que en su día era la más inofensiva de las publicaciones, tenía muchas portadas con sucios carteles anti-alemanes y casi todos los números con artículos patrióticos escritos por el personal de Bernays ensalzando los sacrificios de la guerra.

Una de las divisiones de control mental de Bernays era responsable de la música popular, el CPI contrató a miles de compositores para crear canciones con letras anti-alemanas, que sonaban constantemente en las emisoras de radio del país. Otra división era responsable del contenido de las bibliotecas públicas, encargada de eliminar cualquier libro que favoreciera a Alemania, incluidas las obras de famosos autores y filósofos alemanes. Todo lo que era favorable a Alemania era censurado, retirado del acceso público o destruido.

Quizás la división más indicativa de la bancarrota moral de estos hombres fue su trabajo con los niños de las escuelas públicas. Utilizaron en gran medida a psicólogos en programas para difundir el odio a Alemania en todo el sistema de escuelas públicas de los Estados Unidos, donde se enseñaba a los niños pequeños toda la gama de propaganda de odio de Bernays, y luego se les utilizaba como vendedores ambulantes para visitar otras escuelas y difundir el odio a sus compañeros de clase, entregando historias totalmente inventadas de las atrocidades alemanas a otros niños pequeños. Miles de niños fueron organizados como oradores de los Cuatro Minutos, con la participación de más de 200.000 escuelas. Los psicólogos de Bernays hicieron bien su trabajo: Los niños americanos no sólo se llenaron de odio, sino que se aterrorizaron de los alemanes. Después de estas inflamadas sesiones de propaganda, muchos niños americanos demostraron su “patriotismo” atacando en grupo a los germano-americanos y apedreándolos, siendo a veces felicitados por los periódicos locales por “cumplir con su deber”. Los “patrióticos” Boy Scouts of America contribuyeron al esfuerzo quemando regularmente fajos de periódicos alemanes que estaban a la venta, y los alemanes eran regularmente insultados y escupidos por otros ciudadanos.

El grupo de Bernays publicó muchos miles de libros y cómics para niños que contenían las mentiras propagandísticas más viles y odiosas. Las bibliotecas patrocinaron “horas de cuentos” para niños anti-alemanes que utilizaban la propaganda de odio suministrada por Bernays. Los niños de la escuela dominical recibían libros para colorear que representaban y fomentaban la violencia contra los alemanes.

La literatura pública de Bernays atacó todo lo alemán en los Estados Unidos, incluidas las escuelas y las iglesias. En muchas escuelas se prohibió la enseñanza del idioma alemán a los “americanos puros”, y se instó a los administradores a despedir a “todos los profesores desleales”, es decir, a cualquier alemán. Se cambiaron los nombres de innumerables pueblos y ciudades para eliminar su origen alemán: Berlín, Iowa, se convirtió en Lincoln, Iowa. Los alimentos y nombres de alimentos alemanes fueron purgados en los restaurantes; el chucrut se convirtió en “col de la libertad” y los pastores alemanes en “alsacianos”.

Se ordenó a todas las orquestas americanas que eliminaran de sus actuaciones cualquier música de compositores clásicos alemanes, como Beethoven, Bach y Mozart. En algunos estados se prohibió el uso del idioma alemán en público y por teléfono. Los profesores alemanes fueron despedidos de sus universidades, a los periódicos locales en lengua alemana o de propiedad alemana se les negaron los ingresos por publicidad, se les acosó constantemente y a menudo se les obligó a cerrar el negocio.

Bernays instituyó un programa para cuestionar el patriotismo y la lealtad de todos los alemanes en los Estados Unidos, incluidos los que habían vivido allí durante generaciones. Creó un plan para reclutar voluntarios que recopilaran información sobre los alemanes, formando una organización semi-oficial llamada Liga Protectora Americana, que llegó a tener más de 200.000 miembros que actuaban como agentes del FBI para “vigilar” la lealtad de la comunidad. Este grupo y otros “investigaron” a todos los alemanes, y pronto a toda persona con opiniones contrarias a la guerra, como prueba prima facie de traición.

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Los alemanes fueron obligados a reunirse en encuentros públicos y denunciar a Alemania y a sus dirigentes. Se les obligó a comprar bonos de guerra y a declarar públicamente su lealtad a la bandera americana. A medida que la retórica de Bernays alcanzaba niveles peligrosos, la histeria y la violencia anti-alemanas aumentaban proporcionalmente. Muchos alemanes fueron sacados a la fuerza de sus casas, a menudo arrancados de sus camas durante la noche, sacados a la calle y desnudados, golpeados y azotados, y luego obligados a arrodillarse y besar la bandera americana. Muchos fueron alquitranados y emplumados, y luego obligados a abandonar sus ciudades o sus pueblos. Algunos fueron linchados en los árboles. Sacerdotes y pastores fueron arrastrados fuera de sus iglesias y golpeados por dar sermones en alemán. (17) (18) (19) (20)

La histeria anti-alemana hizo que la gente viera espías por todas partes, y House y Bernays influyeron mucho en esa tendencia al preparar el infame discurso de Wilson del “Día de la Bandera” (21) (22), en el que afirmaba que “los amos militares de Alemania han llenado nuestras comunidades desprevenidas de espías y conspiradores viciosos y han tratado de corromper la opinión de nuestro pueblo”. Los editores de periódicos gritaban que todos los alemanes eran espías que estaban envenenando los suministros de agua americanos o infectando los envíos médicos a los hospitales, y que la mayoría “deberían ser sacados al amanecer y fusilados por traición”. El Saturday Evening Post, una de las revistas más populares e influyentes de los Estados Unidos, anunció que era hora de librar a los Estados Unidos de los alemanes, “la escoria del crisol”. Congresistas recomendaron colgar o ejecutar de algún otro modo a todos los alemanes de los Estados Unidos, Gobernadores estatales instaron a utilizar pelotones de fusilamiento para eliminar “al elemento desleal” de todo el estado. El Secretario de la Marina de los Estados Unidos, Josephus Daniels, declaró que los americanos “meterían el miedo de Dios en los corazones” de esas personas.

Según Bernays, la clave era deshumanizar y demonizar al pueblo alemán llenando las mentes de los americanos con historias de horror inventadas. Los medios de comunicación, en su mayoría de propiedad judía, difundieron obedientemente historias falsas de caramelos envenenados lanzados desde aviones, de soldados alemanes que ensartaban a los bebés como si fueran brochetas, de violaciones de monjas y mucho más. Finalmente, las historias fueron aceptadas como verdaderas y la resistencia natural del público a la guerra fue superada. De su tío Freud, Bernays aprendió que una estrategia especialmente eficaz para demonizar a los alemanes era el uso de historias atroces. Según Harold Lasswell:

“Son tan grandes las resistencias psicológicas a la guerra en las naciones modernas que toda guerra debe parecer una guerra de defensa contra un agresor amenazante y asesino. No debe haber ninguna ambigüedad sobre a quién debe odiar el público. Una regla práctica para despertar el odio es, si al principio no se enfurecen, utilizar una atrocidad. Se ha empleado con éxito invariable en todos los conflictos conocidos por el hombre”. (23)

El CPI utilizó todas las armas disponibles para difundir su mensaje para, como diría Creel más tarde, “convertir al pueblo americano en una masa (de odio) al rojo vivo…”. Su parodia psicológica adoctrinó tanto al público que la vida cotidiana en los Estados Unidos se impregnó de odio y los americanos se acondicionaron automáticamente a la repugnancia y al odio hacia todo lo alemán.

Tuvieron éxito, y no sólo en los Estados Unidos. Equipos de los mismos “especialistas” judíos siguieron el mismo guión en la mayoría de las demás naciones, inculcando un odio masivo hacia los alemanes que, en todas las naciones, fueron retratados con vehemencia como la encarnación del mal, simplemente por el hecho de su origen alemán. En todos los países del mundo, los medios de comunicación difundieron el mismo mensaje de odio contra Alemania y los alemanes.

En Brasil, las manifestaciones y disturbios anti-alemanes consumieron el país, con la destrucción de negocios alemanes y el asalto y asesinato de alemanes. La prensa brasileña difundió la propaganda de atrocidades de Bernays, intensamente anti-alemana, estimulando manifestaciones de muy fea factura anti-alemana. En algunas ciudades, cientos de negocios, escuelas y casas fueron quemadas. En Porto Alegre, casi todo el distrito alemán fue quemado hasta los cimientos. En otras, se confiscaron casi todos los bienes alemanes. (24)

En casi todas las naciones, la prensa en alemán y el uso de la lengua alemana desaparecieron por completo durante la guerra por miedo a las represalias, al igual que todas las escuelas alemanas y la mayoría de las empresas. Ninguna volvió a abrir. En Canadá y en Australia, se cambiaron muchos nombres de ciudades o de calles para eliminar su origen alemán. También en Gran Bretaña, Francia y Canadá, miles de personas fueron falsamente detenidas y sus apartamentos y tiendas fueron saqueados en la mayoría de los casos. No desaprovecharon ninguna oportunidad; en un caso, encontraron una foto de un soldado alemán con un niño en sus rodillas y la publicaron con la leyenda: “Uno no se podría creer que acababa de matar a la madre”. La propaganda de guerra atroz de los judíos en Canadá fue casi tan mala como en los EE.UU., incluso los militares destrozaron negocios alemanes, y todos los alemanes que no fueron encarcelados tuvieron que registrarse en el gobierno. (25)

En el Reino Unido estaba tan mal como en los Estados Unidos. Las personas que llevaban un nombre alemán se vieron abocadas a la desesperación, fueron expulsadas de sus puestos y sus negocios quedaron arruinados. Los archivos de The Guardian documentan que los disturbios anti-alemanes en Inglaterra destacaron por su destrucción y violencia. “Algunos alemanes fueron perseguidos en sus casas por la turba y lanzados a través de las ventanas a la calle, a otros los zambulleron en abrevaderos y a otros les dejaron desnudos”. (26) La histeria anti-alemana llegó a ser tan grave que el rey Jorge V tuvo que cambiar su nombre alemán de “Sajonia-Coburgo” por el de “Windsor”, y renunciar a todos sus títulos alemanes. (27)

La mayoría de los americanos saben que durante la histeria nacional (de nuevo inducida por Bernays) de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno americano obligó a más de 100.000 japoneses nacidos en los Estados Unidos a ir a campos de concentración, pero la historia ha borrado el hecho de que muchos más alemanes fueron internados en campos de concentración en los Estados Unidos antes y durante la Primera Guerra. Los menonitas alemanes que se negaron a la reclutación por ser objetores de conciencia fueron condenados a penas de prisión de hasta 30 años, y muchos murieron a causa de los abusos y las torturas en las cárceles americanas. No sólo se encarceló a los alemanes, sino que se confiscaron todos sus bienes, esto durante las dos guerras mundiales, y no sólo los bienes personales, sino empresas enteras propiedad de alemanes que simplemente fueron confiscadas y vendidas. El gobierno acumuló más de medio billón de dólares en incautaciones, casi el equivalente a todo el presupuesto nacional de la época. Bayer, en los Estados Unidos, fue subastada en su propia puerta a un amigo de la Administración. (28) De hecho, el ejército americano entró en todos los países con presencia corporativa alemana y reclamó la propiedad de todos los activos alemanes. Esta parte es de tales consecuencias que la he tratado en detalle en un artículo separado. (29)

Mientras Bernays estaba “haciendo el mundo seguro para la democracia”, esa seguridad no estaba destinada a los americanos. Bajo la dirección del coronel E. M. House, que era el asesor judío de Wilson, éste aprobó una legislación opresiva que incluía la Ley de Espionaje y la Ley de Sedición, preparadas por Bernays, de contenido totalmente fascista y que ilegalizaban todo lo que pudiera obstaculizar la entrada de los Estados Unidos en la guerra. La libertad de expresión y de reunión, así como la libertad de prensa, prácticamente desaparecieron de los Estados Unidos durante esa época, llegando a ser ilegal decir o escribir cualquier cosa que criticara al gobierno americano, a sus funcionarios e incluso a sus “símbolos”.

Cualquier expresión de objeción a la entrada de los EE.UU. en la guerra suponía una multa de 10.000 dólares (diez años de salario medio en aquella época) o 20 años de prisión, y gran parte del poder policial se le otorgaba a lo que en realidad eran grupos privados de vigilancia, como la infame Liga Protectora de los EE.UU., que operaba prácticamente sin supervisión. La supresión de la opinión pública y de la disidencia, y el control ejercido sobre la comunicación antibélica fue universal. La Ley de Espionaje establecía que “toda carta, escrito, circular, tarjeta postal, imagen, impresión, grabado, fotografía, periódico, panfleto, libro u otra publicación, materia o cosa de cualquier tipo que contenga cualquier asunto que pretenda obstruir el servicio de reclutamiento o alistamiento de los Estados Unidos se declara por la presente como no enviable”. No se permitía nada que pudiera impedir el reclutamiento exitoso de soldados americanos para una guerra que sólo querían los judíos.

Gracias a Bernays, la propaganda de atrocidades, la difusión deliberada de males fabricados y de crímenes de guerra inhumanos se convirtió en la base de los esfuerzos del Comité. Con todo esto y mucho más, Bernays y Lippmann convirtieron a los Estados Unidos en un hervidero de odio hacia toda la población alemana, logrando el objetivo de los judíos sionistas de utilizar al ejército americano como herramienta, como su propio ejército privado en la guerra europea para cumplir su ambición de Palestina, y así estos dos hombres cambiaron el curso de la historia.

Por supuesto, las causas y los objetivos de la propaganda eran mucho más malvados que cualquier cosa que el supuesto “enemigo” hubiera contemplado, pero el objetivo no era sólo inventar un enemigo, sino hacer que ese enemigo “pareciera salvaje, bárbaro e inhumano”, y por tanto digno de ser destruido. Este proceso se ha seguido muchas docenas de veces en la historia reciente, siendo la última la destrucción americano-israelí de Irak, Libia y Siria. Por lo general, los medios de comunicación obedientes repiten y embellecen las historias sin intentar confirmarlas, y en casi todos los casos, los intentos posteriores de confirmar las historias de atrocidades resultan infructuosos y los investigadores no pueden descubrir ninguna prueba de los hechos. Pensemos en el gaseado de cientos de miles de personas en Irak y su enterramiento en fosas comunes, y en las historias sobre la Viagra libia; éstas y muchas otras resultaron ser invenciones infundadas: la típica propaganda de atrocidades.

Antes de la invasión de Irak, aparecieron historias de que Saddam utilizaba trituradoras de madera para eliminar a los opositores políticos y a los disidentes, pero como siempre, los investigadores determinaron más tarde que no había ninguna prueba que apoyara esas horrendas acusaciones. Gracias a Bernays, aparecieron historias de la Primera Guerra Mundial sobre alemanes que cortaban los pechos de todas las mujeres que encontraban, que se comían a los bebés, que transformaban los cuerpos de los judíos masacrados en grasa y glicerina para fabricar armas, historias de una bañera llena de globos oculares coleccionados por los nazis. Después de la guerra, Bernays admitió abiertamente que utilizó atrocidades inventadas para provocar el odio contra Alemania. Parece que los medios de comunicación colaboran en la propagación de las mentiras más fantásticas, y la gente se creerá casi todo lo que lea.

Bernays y su grupo produjeron miles de carteles que contenían escabrosas descripciones de estas falsas atrocidades (30), por no hablar de los artículos periodísticos, las caricaturas y mucho más, pero el registro histórico de este tapiz de mentiras y de odio que duró años ha quedado bastante bien enterrado. Es posible encontrar copias en Internet de muchos carteles de la época de la guerra, pero esta colección ha sido bien desinfectada, con prácticamente todas las producciones genuinamente malvadas y sucias aparentemente perdidas para la historia. La narrativa actual en los libros de historia desestima todo esto como “un uso innovador de las artes gráficas para fomentar el patriotismo”, pero lo que se fomentaba era el odio y no el patriotismo, y tanto los Estados Unidos como los judíos tendrán que enfrentarse abiertamente algún día a todo este capítulo reprobable de la historia.

La historia oficial es que, tras la Primera Guerra Mundial, la propaganda adquirió tan mala reputación que el Congreso de EE.UU. puso fin al Comité con disgusto, “terminando estas actividades en medio de una gran controversia”, y se negó a molestarse en financiar la conservación y el archivo de su vasta colección de literatura de odio y propaganda, pero la verdad es que la Casa Blanca, el Congreso y el Comité conspiraron para eliminar o destruir gran parte de las pruebas de sus crímenes. Existe una sección de Registros del Comité de Información Pública en los archivos del Gobierno de los Estados Unidos (31), pero queda poco de utilidad, los elementos más peligrosos están todos saneados. Y de hecho, lejos de desarrollar una mala reputación, Bernays y sus métodos de propaganda se hicieron ampliamente populares entre los gobiernos y las grandes corporaciones, tanto para el consumismo como para el control de la percepción pública en tiempos de paz.

Esta no seria la ultima vez que Lippmann y Bernays usarían estas técnicas contra Alemania. Este ataque masivo se repitió poco más de diez años después para destruir a Alemania y empujarla a otra guerra que los alemanes no querían. En la década de 1930, los mismos banqueros europeos judíos con la misma agenda querían que los Estados Unidos se unieran a otra guerra que planeaban iniciar contra Alemania. En 1933 se embarcaron en una extensa guerra comercial mundial destinada a destruir financieramente a Alemania, con titulares de periódicos que gritaban “Judea declara la guerra a Alemania”. Ya habían inducido en Roosevelt “un intenso deseo de guerra”, pero volvían a tener el mismo problema con el público americano, que no estaba dispuesto a ello. Y emplearon precisamente las mismas soluciones, esta vez demonizando a Hitler.

En todo esto, Lippmann y Bernays no estaban trabajando de forma independiente o sin orientación. Antes de su masivo “esfuerzo de guerra” en los EE.UU., habían operado un exitoso caso de prueba piloto en el Reino Unido, utilizando periódicos británicos propiedad de sus controladores, principalmente Rothschild, para determinar la eficacia de sus métodos. Tal vez quiera usted pensar en la siguiente frase y aplicarla a los recientes acontecimientos mundiales. “Ellos (Bernays y su grupo) practicaron la revelación de historias fabricadas de atrocidades, falsas acusaciones de terror y brutalidad contra cualquier nación o pueblo que querían que la mente del público viera como “el enemigo”, luego probaron y evaluaron las reacciones del público a sus manipulaciones de esta falsa propaganda.”

Compárense esas palabras con la demonización de Irak por parte de George W. Bush, las sórdidas historias de matanzas masivas, las armas nucleares listas para ser lanzadas en 15 minutos, la responsabilidad por el 11-S, los bebés arrojados de las incubadoras, toda la falsa propaganda contra Saddam e Irak para poner a la opinión pública del lado de una guerra injustificada lanzada sólo por objetivos políticos y comerciales. Compárense con la demonización de Khaddafi en Libia, su suministro de Viagra a sus tropas para que pudieran violar a más mujeres, la larga lista de invenciones y mentiras para poner al público de su lado en otra guerra lanzada con más objetivos políticos y comerciales.

Vietnam, Afganistán, Rusia, China, Irán, Cuba, Venezuela y docenas de otras demonizaciones siguieron esta misma plantilla, culminando generalmente en guerras e invasiones. Fue Bernays quien creó el “marketing de guerra”, la teoría y la plantilla para la manipulación de la opinión pública, el plan y el patrón para la propaganda y las mentiras que el gobierno americano utilizaría repetidamente durante el siguiente siglo para engañar con éxito al público americano sobre sus motivaciones y acciones en más de 100 aventuras militares, y para cegar a todo el mundo sobre los trágicos resultados de la brutal política exterior de los Estados Unidos. Este es el hombre que los americanos celebran hoy como “el padre de las relaciones públicas”.

El plan de ingeniería de masas de la opinión pública comenzó en una fábrica de propaganda en Wellington House, en Londres, a principios de 1900, con Lords Northcliffe y Rothmere, Arnold Toynbee y, por supuesto, nuestros dos genios del marketing de guerra, Lippmann y Bernays. Fue en esta fuente donde se incubó el esquema para forzarle los bancos de la Reserva Federal de propiedad privada de los Rothschild al Congreso de los Estados Unidos, y que entrenó y capacitó a Lippmann y Bernays en los métodos de moldear la opinión pública americana para empujar a los Estados Unidos a entrar en la Primera Guerra Mundial para la promoción del sionismo. El libro de Bernays “Propaganda” ofrece una visión clara de su entrenamiento, no sólo para el marketing bélico, sino para la patología del consumismo americano, los automóviles, la histeria del patriotismo y mucho más.

Al parecer, la financiación procedía de la familia real del Reino Unido, de los Rothschild y de los Rockefeller, y finalmente incluyó la formación de relaciones transatlánticas. En varios periodos, los miembros del Instituto Tavistock, el Instituto Real de Asuntos Internacionales, la Mesa Redonda de los Rothschild, el Consejo de Relaciones Exteriores, el Club de Roma, el Instituto de Investigación de Stanford, la Comisión Trilateral y la OTAN, eran intercambiables. También crearon la ideología de las grandes fundaciones americanas, como la Rockefeller y la Carnegie, que hoy desempeñan un papel silencioso pero importante en la gestión de la población.

Wellington House acabó transformándose en el Instituto Tavistock, creado en la Universidad de Oxford, en Londres, por los fundadores del Instituto Real de Asuntos Internacionales y de la Mesa Redonda (de nuevo Rothschild), y fue esencialmente una especie de instalación de lavado de cerebro masivo que comenzó como una oficina de guerra psicológica. Fueron los estudios del Instituto Tavistock sobre programación psicológica los que se utilizaron para crear y luego explotar una gran histeria de masas durante la guerra fría, evocando temerosos delirios de un conflicto nuclear con la Unión Soviética que incluso llevó a millones de americanos a construir refugios antibombas en sus patios traseros. En la biografía de Tye sobre Bernays (32), escribió que

“Es imposible comprender fundamentalmente los desarrollos sociales, políticos, económicos y culturales de los últimos 100 años sin una cierta comprensión de Bernays y de sus herederos profesionales”.

Muchas cosas sucias surgieron de este nido de ratas de adoradores de Satanás, una de ellas fue la Oficina de Guerra Psicológica de Gran Bretaña, que ideó un plan para destruir Alemania, no atacando al ejército, sino mediante un virtual genocidio de la población. Parece que los banqueros internacionales poseían plantas de municiones y otros objetivos militares valiosos a ambos lados de la verja de la guerra, y querían que sus propiedades se mantuvieran en funcionamiento a pesar de la guerra. La solución fue la saturación de bombardeos a la población civil para derrumbar la moral del pueblo alemán. Estos “sociólogos científicos” determinaron que la destrucción del 65% de las viviendas alemanas, normalmente incluyendo a sus ocupantes, sería suficiente para lograr dicho colapso.

Este fue el origen de la fama del héroe de la aviación británica “Bomber” Harris, que llevó a cabo esas incursiones nocturnas -siempre de noche- que culminaron con el bombardeo de Dresde. La explicación de las incursiones nocturnas se suele dar como seguridad para las tripulaciones de los bombarderos, pero su objetivo era sobre todo engendrar más terror entre la población civil. Las zonas de viviendas de la clase trabajadora eran el objetivo porque tenían una mayor densidad y las tormentas de fuego eran más probables”. Esto perturbaría la mano de obra alemana y la capacidad de Alemania de producir material de guerra para su defensa. Las masacres deliberadas y generalizadas de civiles alemanes por parte de Harris -y también por parte de los americanos- se mantuvieron desesperadamente en secreto para el público y aún no aparecen en ninguna parte de los libros de historia con detalles útiles o con algún intento sincero de estimar con precisión las bajas civiles. Como he señalado en otro lugar, este era el plan que seguía el general americano Curtis Lemay, las mismas incursiones nocturnas de bajo nivel que intentaban exterminar a las poblaciones de Japón y de Corea.

Todo lo que hemos visto, leído u oído que ha demonizado a otras naciones en los últimos 70 años, conduciendo generalmente a la intervención militar o a las “revoluciones de colores”, proviene de esta plantilla de Lippmann y Bernays usada originalmente para apoyar la creación de un estado judío en Palestina y promover la agenda del sionismo. Esta plantilla ha sido utilizada constantemente por el gobierno de los Estados Unidos desde la Primera Guerra Mundial, “diseñando el consentimiento y la ignorancia” en la población americana y occidental para enmascarar casi un siglo de atrocidades, demonizando a países y a pueblos inocentes en preparación de 60 o 70 “guerras de liberación”, inspiradas políticamente y libradas exclusivamente para el beneficio financiero y político de un puñado de banqueros europeos, utilizando para ello al ejército americano como ejército privado, lo que ha provocado la muerte y la miseria de cientos de millones de civiles inocentes.

No parece muy conocido, pero la intensa propaganda anti-alemana que rodeó la Primera Guerra Mundial (y también la Segunda) tenía un objetivo adicional a la toma de Palestina, y éste era la destrucción de la cultura y el alma misma de Alemania. Churchill fue claro al respecto al afirmar que “esta guerra es por el alma del pueblo alemán”. En gran medida tuvo éxito. No hay duda de que la propaganda de Bernays tuvo un efecto devastador sobre los alemanes y su patrimonio cultural. (33) Hoy en día, Alemania es una nación acobardada, todavía humillada y que sigue pagando miles de millones en reparaciones por crímenes que nunca cometió, en gran parte porque la propaganda nunca ha cesado. Incluso hoy en día, las películas y los programas de televisión presentan a los alemanes como fríos robots carentes de humanidad, y recientemente se nos ha revelado que Hitler había sido maldecido con un “micropene retorcido”. Pocos pueblos se avergüenzan hoy en día de admitir su herencia nacional, pero ningún alemán presume de serlo. ¿Dónde encontramos en los Estados Unidos cervecerías y restaurantes alemanes, iglesias o periódicos alemanes? En 2004, The Guardian publicó una reseña de un libro titulado “La soledad de ser alemán”. (34) Esto no es un accidente.

En una publicación del CPI, el profesor Vernon Kellogg se preguntaba “¿Será de extrañar que después de la guerra, los pueblos del mundo, cuando reconozcan a cualquier ser humano como alemán, se hagan a un lado para no tocarlo al pasar, o se agachen a por piedras para apartarlo de su camino?” (35) No es de extrañar en absoluto.

En este contexto, tal vez le interese leer mi reciente artículo titulado “La campaña de ira contra China”, (36) y pensar en los ataques físicos y de otro tipo que los chinos étnicos están experimentando hoy en día en los Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido, Australia y otras naciones occidentales. Piense en las acusaciones de “genocidio” en el Xinjiang chino, en el “encubrimiento” de China y en la total culpabilidad por el COVID-19, en todas las historias (no documentadas) de espionaje, de robo de propiedad intelectual, de campos de prisioneros, de abortos forzados, de ser “comunistas”, y mucho más. Sólo han cambiado los detalles de las atrocidades; todo lo demás es igual. La plantilla de Bernays se está siguiendo al pie de la letra, en preparación de la Tercera Guerra Mundial.

  • Bernays y la Propaganda

EPÍLOGO – Capitán América – El hombre con dos cerebros – 21 de marzo de 2021
Parte 5 de 5 — La Propaganda Sigue Sin Cesar – March 11, 2021
Parte 4 de 5 — La Transición a la Educación y el Comercio – March 01, 2021
Parte 3 de 5 –El Control de la Democracia – February 21, 2021
Parte 2 de 5 — El Marketing de la Guerra – February 15, 2021
Parte 1 de 5 — February 06, 2021
Introdución — Si América se disuelve… January 31, 2021

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Los escritos del Sr. Romanoff se han traducido a 28 idiomas y sus artículos se han publicado en más de 150 sitios web de noticias y política en idiomas extranjeros en más de 30 países, así como en más de 100 plataformas en inglés. Larry Romanoff es consultor de gestión y empresario jubilado. Ha ocupado altos cargos ejecutivos en empresas de consultoría internacional y ha sido propietario de un negocio internacional de importación y exportación. Ha sido profesor visitante en la Universidad Fudan de Shanghai, presentando estudios de casos en asuntos internacionales a las clases del último año del EMBA. El Sr. Romanoff vive en Shanghai y actualmente está escribiendo una serie de diez libros relacionados generalmente con China y Occidente. Es uno de los autores que contribuyen a la nueva antología de Cynthia McKinney “When China Sneezes” (Cuando China Estornuda).

Su archivo completo puede verse en
https://www.moonofshanghai.com/  y
http://www.bluemoonofshanghai.com/

Se puede contactar con él en 2186604556@qq.com

Notas

(1) https://www.smithsonianmag.com/history/how-woodrow-wilsons-propaganda-machine-changed-american-journalism-180963082/

(2) https://theconversation.com/how-woodrow-wilsons-propaganda-machine-changed-american-journalism-76270

(3) https://www.history.com/news/world-war-1-propaganda-woodrow-wilson-fake-news

(4) https://www.amazon.com/Public-Opinion-Original-Walter-Lippmannn/dp/1947844563

(5) https://archive.org/details/publicopinion00lippgoog

(6) https://propagandacritic.com/previous-version-propaganda-critic/articles/ww1.cpi.html

(7) https://www.smithsonianmag.com/history/how-woodrow-wilsons-propaganda-machine-changed-american-journalism-180963082/

(8) El Cine como arma imperialista: Hollywood y la I Guerra Mundial; https://www.wsws.org/en/articles/2010/08/holl-a05.html

(9) https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1917-72PubDip/comp1

(10) https://www.smithsonianmag.com/history/how-woodrow-wilsons-propaganda-machine-changed-american-journalism-180963082/

(11) https://www.cincinnatimagazine.com/citywiseblog/one-hundred-years-ago-anti-german-hysteria-consumed-cincinnati/

(12) https://www.cincinnati.com/story/news/2017/03/11/anti-german-hysteria-city-during-wwi/98895422/

(13) https://spartacus-educational.com/FWWantigerman.htm

(14) http://www.revisionist.net/hysteria/index.html

(15) http://www.revisionist.net/hysteria/german-triangle.html

(16) https://www.history.com/this-day-in-history/wilson-asks-for-declaration-of-war

(17) https://www.npr.org/2017/04/06/522903398/lynching-of-robert-prager-underlined-anti-german-sentiment-during-world-war-i

(18) https://journal.historyitm.org/2013/10/17/feathered-and-tarred/

(19) https://johnbrownnotesandessays.blogspot.com/2014/05/wwi-and-german-americans.html

(20) https://www.dailymail.co.uk/news/article-4992032/Germans-AMERICA-World-War.html

(21) https://www.history.com/this-day-in-history/u-s-president-woodrow-wilson-gives-flag-day-address

(22) https://www.politico.com/story/2016/06/president-wilson-proclaims-flag-day-224127

(23) http://www.revisionist.net/hysteria/cpi-propaganda.html

(24) https://digitalcommons.unl.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1168&context=historyfacpub

(25) https://www.warmuseum.ca/firstworldwar/history/life-at-home-during-the-war/enemy-aliens/anti-german-sentiment/

(26) https://www.theguardian.com/world/2015/may/13/anti-german-riots-lusitania-1915-first-world-war

(27) https://www.bbc.com/news/uk-england-25450726

(28) https://www.smithsonianmag.com/history/us-confiscated-half-billion-dollars-private-property-during-wwi-180952144/

(29) https://www.moonofshanghai.com/2020/04/the-greatest-intellectual-property.html

(30) https://www.historyhit.com/anti-german-propaganda-posters-from-world-war-one/

(31) https://www.archives.gov/research/guide-fed-records/groups/063.html

(32) https://www.amazon.com/Father-Spin-Edward-Bernays-Relations-ebook/dp/B0091I177W

(33) https://www.immigrantentrepreneurship.org/entries/german-americans-during-world-war-i/

(34) https://www.theguardian.com/books/2004/sep/07/germany.society

(35) https://propagandacritic.com/previous-version-propaganda-critic/articles/ww1.demons.html

(36) https://www.moonofshanghai.com/2020/08/blog-post_49.html

Este artículo apareció por primera vez en SakerBlog

Copyright © Larry RomanoffMoon of ShanghaiBlue Moon of Shanghai, 2021

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